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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 37 / 2012

De mi Diario : Semana 37 / 2012


 

Weiß/Colonia, 9.9.

Vamos a lo de los Bayer en Linz del Rhin. Como Carlitos olvidó en casa una botella de vino que pensaba llevar, paramos para comprar otra en la gasolinera de Sürth, antes de la autopista. Y me encuentro así, inesperadamente, con Barbara Skerath, a quien hace años que no veía. Apenas me reconoce viene a mí con los brazos abiertos, sonriendo, y me besa. Barbara no saluda besando a nadie. Pero tiene una memoria de elefante. Cuando su accidente en África, donde por milagro sólo se fracturó un pie al saltar del avión en llamas tras un aterrizaje de emergencia, pasó unas semanas en la clínica, ya en Colonia, y el único colega de la emisora que fue a visitarla allí fui yo, ni siquiera sus compañeros de redacción. Y nunca lo ha olvidado.

 

De camino, en Linz del Rhin y de vuelta en Colonia, 9.9.

Hace calor. Carlitos lo explica diciendo que el verano se echó a dormir en junio y se despertó hace dos semanas y está recuperando el tiempo perdido.

Cuando la autopista pasa por Wesseling y oteo desde ella el alminar y la cúpula de la mezquita, recuerdo siempre la fortísima impresión que tuve en Berlín al pasar –sin saber que estaba allí– por delante del templo hindú de la Hasenheide, en el barrio de Neukölln. Yo llevaba ya más de un año viviendo en Alemania, desde febrero del 63, pero creo que ese fue el momento en que me di cuenta de que lo hacía en un país libre.

Después de Königswinter ya vamos viendo el Rhin a la derecha; luego, en Erpel, la carretera baja directamente a la orilla. Este (Erpel, Remagen, Bad Kripp, Linz) es el paisaje donde me volví renano, o mejor dicho, rhinófilo, y a mucha honra, que a mi río lo quiero como a ningún otro paisaje en este mundo.

Reencuentro con Marlies y Osvaldo («¿Qué decís, pibe?», me saluda, y me rejuvenece con ello un cuarto de siglo), pero también con Esteban, que anda de visita y ayudando a Marlies en la cocina. Esteban empezó haciendo prácticas conmigo en la redacción; hoy dirige la sección en español de la dpa, en Berlín. Ahí es nadie, como se decía en la vieja España.

Osvaldo me muestra su último libro, Osvaldo Bayer íntimo, Conversaciones con el eterno libertario, en cuya portada se lo ve saliendo valija en mano del edificio donde vivía en Berlín, cerca de Tempelhof. Allí me alojé un par de veces y siempre recordaré su ducha indescriptible, que parecía uno de los inventos de TBO. Allí también, por cierto, en febrero 1984, estando juntos con Osvaldo Soriano, Héctor Olivera y Federico Luppi, por una llamada telefónica a HO nos enteramos de que No habrá más penas ni olvido ganaba el Oso de Plata de la Berlinale, donde se había estrenado un par de días antes. Fue en esa casa que empezó el festejo, cómo lo recuerdo, y el júbilo que nos invadió a todos.

Los Bayer tienen visita, Margrit Schiller, que el año pasado publicó un relato acerca del exilio que vivió en Cuba y Uruguay. Creo que la simpatía es mutua desde el primer momento, y hay uno en el que ella y Diny están en la cocina, conversando muy animadas, mientras nosotros seguimos de sobremesa. Por ser la primera vez que como en esta casa de espaldas a la cocina (siempre me senté junto a Osvaldo, pero hoy ese puesto lo ocupó Margrit) no puedo verlas, pero me encanta oír el “ruido” de su diálogo (no sé de qué hablan).

El almuerzo lo regamos con un Carménère que aporté y es de lo mejorcito. Pero el ossobuco de Marlies no se merecía menos. (Perdón, Marlies: se merecía más). Es uno de los más exquisitos y mejor guisados que he comido en mi vida, ¡y con flor de polenta! El consenso alrededor de la mesa es general. Nomás se queja Osvaldo, alegando que Marlies únicamente lo cocina cuando tienen invitados, pero doña Marlies le refresca la memoria.

Regresamos a Colonia con la promesa de que en enero, cuando Osvaldo vuelva de Bueno Saire y nos reunamos de nuevo, Diny traerá un chajá para el postre. Y en el regreso a Colonia viene con nosotros Margrit, que debe estar en la estación principal a las 5 pm para ponerse en camino hacia Berlín. Nos despedimos ya amigos, en presencia de la catedral.

 

Weiß/Colonia, 10.9., primera hora de la noche

Acaba de terminar la ceremonia de clausura de los Paralímpicos. Para mí es un must, mucho más que la de los JJ.OO. “normales”. Ha sido muy linda, con un concierto donde actuó Rihanna con un conjunto londinense, Coldplay. Y muy lucida y discreta la actuación carioca presentando los próximos Paralímpicos en Río, 2016, ay qué pena, seguramente ya no los veré. Pero lo que más me gustó ha sido una anécdota que contó el presidente del Comité Paralímpico Internacional, Philip Craven, quien dijo que su hija estaba hojeando un libro ilustrado y se detuvo ante una imagen donde se veía a un hombre con un papagayo sobre el hombro, un parche en un ojo, un garfio en lugar de una mano, y una pata de palo (seguramente alguna edición de La isla del tesoro). Y que le preguntó quién era ese hombre y él le contestó que un pirata. Y ella: «No, sólo tiene una pierna, es un atleta». Y sí, como dicen los italianos, se non é vero, é ben trovato.

 

Weiß/Colonia, 10.9., altas horas de la noche, en un valle escocés

De pura maldad se me ha ocurrido una inocente variante ampliada de una de las preguntas que le propuse a @animesa para hacérselas a Maria Kodama. Podría ser algo así: «¿Queda todavía obra inédita de Borges o sigue usted escribiéndola todavía?»

 

Weiß/Colonia, 10.9. (1)

Tenemos a Henri con nosotros desde las 9.24, y lo saqué de paseo, un largo paseo, porque los lunes son tradicionalmente el día que Diny dedica al zafarrancho de limpieza, y como yo me quedo siempre en mi cubil, y el cubil es tabú para su escrúpulo detergente, ella trabaja con toda tranquilidad; pero con Henri en casa, imposible. Así es que me lo llevé a pasear, porque además tenía que pasar por la oficina postal y enviarle a Margrit mi ejemplar de El olvido que seremos, que le interesó muchísimo y le prometí prestárselo. Menos mal que el correo funciona en este país, porque es el ejemplar dedicado por Héctor, y con una dedicatoria de las que no se olvidan. Creo que gracias a ella me di cuenta de lo hondo del afecto que me tiene.

 

Weiß/Colonia, 10.9. (2)

No se me va del pensamiento la charla con el propietario del ferry de peatones y ciclistas entre Weiß y Zündorf. Cuando Henri y yo nos sentamos en un banco, tras nuestro paseo por la orilla del río, él se acercó a arrojar algo en la papelera cercana a nuestro banco y de repente empezó a contarme que pasado mañana, el miércoles 12, se cumplen 25 años de la inauguración del ferry, y entonces recordé aquel lejano día de 1987 en que cruzamos el Rhin a bordo de su Vasudeva (se llamaba el primer ferry, en honor a un personaje de Hermann Hesse), sólo por hacer parte de algo que nos parecía un momento histórico, y en verdad que lo fue.

 

Weiß/Colonia, 11.9., primeras horas de la madrugada

Busqué la plantilla de una sextina y organicé seis endecasílabos potables a partir de los cuales compuse mi primera (y última) sextina. Fue cosa de coser y cantar, no sé de dónde sacan que sea una de las estrofas más difíciles. Noooooooo, todo lo contrario, es hasta una de las más fáciles, porque es puramente mecánica. Y al divino botón.

 

Weiß/Colonia, 11.9. (1)

Al llegar a La Modicana le digo a Flavio: «Sé que el picante es tu firma, Flavio Mancinone, pero hoy, por favor, cocina para mí como si fueses Anónimo». Flavio se ríe y me replica que no pase miedo, que su mamá está de regreso, de sus dos semanas anuales de vacaciones en Sicilia, y que la especialidad del día son espaguetis con mejillones. La signora también les pone picante, pero a diferencia del que usa su hijo, el suyo pololea con el paladar; el de Flavio es una violación.

 

Weiß/Colonia, 11.9. (2)

Conflicto en el pueblo. Al parecer hay un par de cretinos que han denunciado al ayuntamiento el supuesto hecho de que la heladería, con sus mesas al exterior, en la acera, impide el libre tráfico por ella de las mamás empujando sus cochecitos con sus niños, o los ancianos que deben valerse de ese artilugio que en alemán se llama Rollator y en castellano no sé cómo, tal vez andaderas. La remilputa que los recontramilparió a los denunciantes. Para empezar su denuncia es falsa, ya que la acera allí es amplia y permite el paso sin obstáculo de cochecitos y andaderas. Pero lo que más me emputa es que esa cáfila de hijueputas denunciantes seguramente son todos de aquellos que aparcan sus autos desconsideradamente entre la calzada y la acera impidiendo, ellos sí, que cochecitos y andaderas puedan movilizarse sin hacer zigzags a veces arriesgados. Maricas de mierda, Paragraphenreiter [=jinetes del Código, en alemán], detrito humano.

 

Weiß/Colonia, 12.9.

Me cuenta Diny, al regresar de Rodenkirchen, que ha podido comprobar cómo nuestros nuevos vecinos se comportan exactamente igual que nosotros al despedirse. El que se va, cuando llega al final de la rampa que da a la calle, se vuelve hacia la casa, y el que se queda en ella y el otro se despiden con un gesto de la mano. Llevamos casi 37 años viviendo acá y son los primeros que lo hacen. Siquiera fuera por ello ya me caerían simpáticos. Pero ¡¡¡¿y si nos están plagiando?!!!

 

Weiß/Colonia, 13.9., primera hora del día

Como olvidé devolverle el DVD a Julio, he vuelto a ver Un cuento chino, con Ricardo Darín de inolvidable protagonista. La primera vez me gustó pero posiblemente la vi algo distraído, porque a mi deuda estherna le dije que no era para tanto. Debo rectificar mi opinión: es magnífica. Y no se me va a despintar nunca de la memoria lo que Roberto le dice al chino, a Jun, a propósito del dulce de leche: «Ustedes se olvidaron de inventarlo, por eso lo inventamos nosotros». Aunque lo que más impresión me ha dejado es algo que se me pasó por alto la primera vez: la colección de catástrofes y noticias morbosas que Roberto recorta de los diarios, y que son un paralelo a la doble acción tipográfica de Minué, la maravillosa novela de Louis Paul Boon. ¡Y pensar, ay, que LPB se murió como también se murieron Louis Couperus, Simon Vestdijk, W. F. Hermans, Hugo Claus, Gerard van ‘t Reve y Harry Mulisch, sin recibir el Nobel, y a lo mejor sí se lo dan a Cees Nooteboom! No es que él sea una mala opción, pero considerando las otras, qué pena.

 

Weiß/Colonia, 13.9., primeras horas de la madrugada

Me escribe Tuti después de recibir ese anticipo de mi diario donde hablo de cómo se despiden nuestros vecinos: «Ahora sé que la muerte es no sólo lo que ya sé que es, sino también cuando yo abra mi bandeja de entrada y no tenga ningún correo de bada-hansen@t-online.de». Dios la bendiga, no me lo ha podido decir de una forma mejor. Ni peor.

 

Weiß/Colonia, 13.9.

A la farmacia con la bici, y no sé por qué me acuerdo de cuando Andrés Hoyos pasó algunos días con nosotros e íbamos mucho a pasear en bici, hasta Colonia, recorriendo la orilla del Rhin, y por el pueblo, y cómo se asombraba de ver todos los días a una vecina de Weiß, una viejita octogenaria y flaca como un huso, que salía a hacer sus compras también en bici:  «La veterana todavía pedalea», comentaba Andrés, no sin una punta de asombro. Hace ya mucho tiempo que no la he visto, debe haber muerto ya. Y bueno, qué otra nos aguarda a todos.

  

Weiß/Colonia, 14.9., primera hora del día

He vuelto a ver, segunda vez, Pride & Prejudice, la del 2003, con desarrollo argumental en nuestros días y en Utah. Quería confirmar mi primera impresión, y sí, a pesar de que faltan los padres Bennet y una Lady De Bourgh, es mejor que la peli de 2005, con la flaca Knightley.

 

Weiß/Colonia, 14.9. (1)

Al pie de mi columna de hoy en El Espectador, un lector me deja el siguiente comentario«Las frases de amor en el idioma alemán suenan como órdenes militares impartidas en los campos de concentración. No es gratuito que la lengua de Goethe se use particularmente en el porno bdsm». Le contesto que creo que hay mucho prejuicio en torno a todo lo alemán, y lo que me dice del lenguaje en el porno bdsm me lo confirma. En verdad bastaría con que fuese checo, lo que cuenta en esos casos es el factor extraño, el factor otro, que suene distinto, y si además se pronuncia ladrando se acrecienta el efecto. Le pido que me haga caso y deseche tales prejuicios, el alemán es uno de los idiomas más hermosos de la tierra. Lo que me deja pensativo es eso del “porno bdsm”; “sm” por sado–maso, seguro, ¿pero “bd”?  ¡¡¡Espero que no sea por Bada Díaz!!! 

 

Weiß/Colonia, 14.9. (2)

Mi tocayo Ostuni, en Buenos Aires, lee mi ya vieja columna sobre el aviso clasificado ofertando enseñar búlgaro, que por error apareció no en la sección ENSEÑANZA sino en la de RELAX de un diario madrileño. Y me comenta: «Fijate qué interesante lo que se deduce de este último: el rubro es el que define el contenido sea cual fuere el texto que se haya publicado». A lo cual le contesto: «Claro, con lo de ese anuncio pasa como con ciertas obras de arte contemporáneas. Hay artistas que tienen la decencia de titular sus cuadros «Sin título». Otros nos toman el pelo y ponen debajo de un par de chafarrinones polícromos: «Puesta de sol en Santiago del Estero». Contextualizan el viaje de arena gruesa y el espectador cree estar en presencia de esa puesta de sol. Lo que no sabe es que al pintor se le podían haber cantado las bolas titular el mismo cuadro «El caleidoscopio de mi hija Merceditas», y el espectador entonces seguramente creería estar viendo el juguete de la niña. No tienen vergüenza, o bien era verde y se la comió un burro, como decía mi abuela Remedios, que era una sabia».

 

Weiß/Colonia, 15.9., primera hora del día

Acabo de ver Beyond the Sea, que me la perdí en su día y es, que yo sepa, la primera vez que la pasan por la tele. Me ha gustado mucho. Me ha retrotraído a los días en que pinchaba discos en Radio Vida, en Sevilla, y luego en la Cope 14, en Huelva, y Bobby Darin uno de los cantantes más solicitados. Kevin Spacey está sensacional en su interpretación, y las coreografías son de lo máslogrado, en el mejor espíritu de Stanley Donen y Gene Kelly. Y al interpretar “Beyond the Sea” me hizo recordar la discusión entre Meg Ryan y Kevin Kline al final de French Kiss, cuando él (el francés) canta “La mer”, el evergreen de Charles Trenet, y ella le asegura muy seria que esa es una canción de Bobby Darin.

 

Weiß/Colonia, 15.9. (1)

El repartidor del diario está de vacaciones y su suplente es un desastre, no nos ha traído nuestro ejemplar los días 31.8., 1°., 8., 10. y 13., ni ayer ni hoy, y aunque todas las veces reclamé y me aseguraron muy formalmente que nos repondrían el envío, lo único que conseguimos es que nos descuenten de la suscripción el importe de los ejemplares no suministrados. Hoy llamó Diny y le contaron lo de la suplencia, y que el repartidor titular regresa este güíquén. Diny les dijo lisa y llanamente que si el lunes no está el diario en el buzón, cancelaremos nuestra suscripción de hace nada menos que 37 años. Yo le arguyo a Diny que después de todo, al levantarse de mañana, en vez de bajar a buscar el diario puede abrir su compu y leerlo en pantalla. Pero sabemos que es una mentira piadosa. El papel es el papel, y nosotros somos de la cultura del papel.

 

Weiß/Colonia, 15.9. (2)

Leo en el Vicente Vega una anécdota bien sabrosa. Cierta vez, con motivo de una recepción en el palacio real, el presidente Sagasta compareció luciendo sobre su uniforme una banda que fue motivo de curiosidad para toda la Corte, hasta de la propia reina. Quien no pudo reprimirla y le preguntó: «Sagasta, ¿a qué Orden pertenece esa banda que lleva?», y don Práxedes le contestó: «Señora, no lo sé en este momento porque mi hija Esperanza se encarga de prepararme el traje y las condecoraciones cuando tengo que asistir a un acto de etiqueta. Pero mañana mismo se lo diré a Su Majestad». Cuando el buen Sagasta llegó a su casa y le preguntó a su hija, ella miró el estuche de donde sacó la banda y no se cayó de culo porque las damas de entonces no tenían culo. En el estuche decía: «Primer premio de Declamación a la señorita Esperanza Sagasta».

 

***********FIN***********

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