Weiß/Colonia, 5.9.
Como me quedé hasta medianoche preparando la subida de mis notas de la semana a la página de Fronterad, y escribiendo el texto de mis recuerdos de las bodas de oro en Beek, agarré ya empezada The Rainmaker [Legítima defensa], basada en la novela de John Grisham, guion y dirección de Francis Ford Coppola, con Matt Damon, Danny de Vito y John Voigt, tres lecciones de saber actuar. Pero haberme perdido más de la tercera parte y darme cuenta de que he debido agarrar una inesperada insolación en la terraza de ‘t Peeske, en Beek, hacen que no pueda seguir bien la trama, debo verla de nuevo. De todos modos registré esta frase de Matt Damon: «¿Sabes cuál es la diferencia entre un abogado y una puta? Una puta dejará de joderte cuando estés muerto».
En la edición finisemanal del KStAnz una esquela fúnebre con un epígrafe de mi bienamado Jacques Brel, extraído de su canción “Quand on n’à que l’amour”: «Cuando sólo se tiene el amor / para trazar un camino / y forzar el destino / en cada encrucijada, […] entonces, sin tener nada más / que la fuerza de amar, / tendremos en nuestras manos, / amigos, el mundo entero». ¡Qué pedazo de poeta era don Brel! A mí, cuando me preguntaban por un poeta francés contemporáneo siempre contestaba «Brel», aunque a veces solía añadir: «Y Brassens, claro». Y algunas otras veces un tercero: «Y Jacques Prévert».
Invierno en Madrid (que terminé de leer en la noche del viernes al sábado, 735 páginas en tres envites) es la mejor novela que he leído sobre la inmediata posguerra de nuestra guerra civil. Mentalmente le doy las gracias a Violeta por haberme dado a conocer al autor, C.J. Sansom, famoso por sus novelas policiales ambientadas en los años de la dinastía Tudor. Eso sí, nunca voy a perdonarle la muerte de Sofía; y la puñalada final, que si bien es lógica, resulta ingrata. En cuanto al capítulo del estreno del “Concierto de Aranjuez”, que tanto me gustó, resulta que fue un invento de Sansom, lo explica en las notas finales. Ya me extrañaba a mí que el inferiocre hubiese asistido al estreno de un concierto, a no ser uno de gaitas. Pero el capítulo me sigue pareciendo magnífico, por como capta el ambiente de servilismo abyecto al Caudillo de España porque Dios es un “gracioso”. La madre que lo parió.
Todo el día despachando correspondencia. Aunque la pandemia ha incidido bastante en el volumen de la que recibo. Digo yo que la pandemia, pero anda tú a saber si será esa la causa.
Weiß/Colonia, 6.9.
1:30 am : El 6:0 contra Armenia ha sido súper merecido. Alemania no jugaba así desde que ganó el Mundial de Brasil en el 2014. Si lo sigue haciendo, ojalá, recuperará el crédito perdido en el Mundial de Rusia, de donde volvió con el rabo entre las piernas sin pasar de la primera fase de la clasificación a los octavos de final. Una auténtica debacle, que se acentuó durante la pandemia y culminó con aquella humillante derrota, otro 6:0, en Sevilla, “la noche triste” del fútbol alemán.
En el servicio de noticias de Telekom me entero de la muerte de Belmondo. Un actor de los que ya no hay. Un actor en esencia, presencia y potencia. Uno de los muchos regalos que le han hecho Francia y el cine francés al mundo y al séptimo arte. Nos deja muy buenas pelis para seguir viéndole actuar, pero À bout de souffle [Sin aliento], con ese guion genial de François Truffaut y una Jean Seberg en estado de gracia siempre será mi predilecta. He perdido la cuenta de las veces que la he visto.
Invité a cenar a Rebeca, Montse y Chico, en las Rhein Terrassen, con el tema recurrente de las herencias genéticas familiares. Nunca habíamos platicado acerca del mismo, y los cuatro quedamos algo más que pensativos: apesadumbrados. Regreso a casa en el bus mientras ellos se van caminando por la orilla del Rhin hasta donde Montse, con seguridad llevan a cabo un segundo consejo de familia, en petit comité.
Weiß/Colonia, 7.9.
1:50 am : Pasaron el cuarto y último episodio de la serie sueca de espionaje Hamilton, que tiene un final insólito en esta clases de telefilmes, casi todos terminan en las Seychelles o en alguna otra meta hortera del turismo; Hamilton no, Hamilton acaba en La Concha, la hermosa playa de San Sebastián. «Cultura hay que tener», como solía decir mi tan recordado Dieter. ¿Se habrá encontrado con su ídolo Brecht, en el valle de Josafat? ¿Le contará que me descubrió aquella frase suya donde afirmó que «Marx no es otra cosa que un Ricardo llevado a sus correctas consecuencias». No yo, claro está que no, sino David Ricardo [*1772–†1823], es obvio. Ay Dieter, cómo te echo de menos, tus llamadas desde Berlín para platicar de libros, discos y pelis, y la última, la que hiciste para despedirte de mí porque sabías que te morías, aunque no te atreviste a decírmelo abiertamente y yo no quise forzarte a ello. Ay Dieter, dentro de una semana será tu cumpleaños, y como también es el de Alex, la llamaremos para felicitarla y con toda certeza volverás a estar presente, más presente, en nuestra memoria, la memoria de esa amistad entre los Schulmeister y los Bada Hansen, una de esas amistades que iluminan nuestras vidas.
En lo de la pedicura, esta vez Dorotea, quien vino a vivir en Colonia tras la caída del muro, ella vivía en Berlín Oriental. No sé por qué le cuento del único partido de fútbol jugado por Alemania Federal vs. DDR, en el Mundial del 74, acá. El partido fue en Hamburgo y ganó la RDA por 1:0, el inolvidable gol de Sparwasser. «No puedo recordarlo –me comenta–, nací en enero de ese año».
Con Ulli & Carlitos en el chino, y les recomiendo que elijan uno de los menús del mediodía, porque además del plato principal te sirven, a elegir, un rollito de primavera o un cuenco con sopa pequinesa. Les desaconsejo el rollito de primavera porque por su tamaño, como pude comprobar la única vez que lo pedí, contiene las cuatro estaciones de Vivaldi. En cambio el cuenco con la sopa pequinesa estimula el apetito, y comer con esas cucharitas chinas de porcelana siempre es un pequeño goce. Carlitos se decidió como plato principal por unas tiras de carne de pato à la manera de Sechuán, y Ulli y yo por platos de pescado: ella con legumbres, yo con salsa agridulce. Ambos coincidimos en el gusto por el pescado frito chino, a la manera de los buenos pavías: crocante por fuera, jugoso por dentro.
Weiß/Colonia, 8.9.
0:35 am: Eye in the Sky [Espías desde el cielo], que acabo de ver por tercera vez, plantea sin ambages el dilema de las guerras secretas contemporáneas. Es el mismo de Hamlet, sólo que formulado como “To kill or not to kill”. Y el sustento teórico del “To kill” es el viejo “Ojo por ojo, diente por diente”. Por cierto que la dentadura del Tío Sam, tras las derrotas de Vietnam, Irak y Afganistán, me imagino que ya debe de ser una postiza.
Me puse a ver el partido Alemania vs. Islandia en Reykiavik, primero porque los islandeses me caen requetebién, y segundo porque mi buen Dr. Ruppert, ya jubilado, está con su vivienda rodante ahora en Islandia y me dije que a lo mejor se le ocurría ir al estadio, más que nada por sus hijos, nunca hablamos de fútbol, pero se me hace que no debe ser muy futbolero. Lo cierto es que me he pasado los 90’ con la mirada atenta al bloque de los fans alemanes, cada vez que la cámara los enfocaba. Pero si la familia Ruppert acudió al estadio la cámara no los enfocó. Pena penita pena. Y el 4:0 impajaritable, hasta con su gol de Werner, el atacante alemán que más me gusta (es el que más se parece a Miroslav Klose, mi predilecto de siempre) y está saliendo a gol por partido. Ainda mais, su gol de hoy, el cuarto, fue como una carambola de billar, con el arquero islandés, el poste izquierdo y las mallas del lado derecho, casi a cámara lenta. Y todos como paralizados, imantados, hipnotizados por la trayectoria del balón, que iba recorriendo la línea de meta casi con parsimonia, hasta alcanzar las mallas.
Weiß/Colonia, 9.9.
1:30 am : Hinter der Tür [Tras la puerta], de István Szabó, de quien no me pierdo una sola peli. Creo que menos las primeras, desde Mefisto las he visto todas, y mis preferidas son Sunshine, con una espléndida Jennifer Ehle, y Beeing Julia, con la adorable Annette Bening. Tras la puerta ya la conocía pero la he visto de nuevo porque descubrí que está basada en una novela de Magda Szabó (no emparentada con István, al menos en las fuentes que he consultado), y la protagonista de la peli es una novelista que se llama Magda e interpreta serena y convincente la gran Martina Gedeck, sin desmerecer al lado de una fabulosa Helen Mirren. El título me hace recordar, además, la única obra de teatro que he escrito, Detrás de la fachada, ganadora del Premio Lola Membrives y desaparecida en alguna de las mudanzas que hicimos entre que nos casamos y nos asentamos en Colonia: seis mudanzas en menos de tres años, desde julio 1966 a marzo 1969. «Parecéis gitanos», solía decir mi madre.
Regresa Diny de los Países Bajos. Se me hace extraño escribirlo así, pero es que es de ahí de donde regresa, no de Holanda. Las dos Holandas, la septentrional y la meridional, son el extremo oeste de las Provincias Unidas, y Diny nació en el extremo este, que en neerlandés se conoce como el Achterhoek [=el rincón trasero de la nación]. Se retrasó bastante porque al llegar a Düsseldorf, donde tenía que transbordar, perdió mucho tiempo buscando la parada del tranvía 16, y me cuenta que la gente era muy descortés o muy ignorante, hasta que alguien la llevó al tren que la condujo acá. Y claro, la línea 16, de los transportes públicos colonienses, hace el trayecto Bad Godesberg–Sebastianstraße, en el extremo norte de nuestra ciudad, no llega a Düsseldorf, ni siquiera a Dormagen, Zons o Neuss. Nos hacemos viejos, ay. Y la vejez, ya lo dijo Philip Roth, no es una batalla, es una masacre.
Weiß/Colonia, 10.9.
1:15 am : Por pelotudo, antier me perdí de ver Portrait de la jeune fille en feu [Retrato de una mujer en llamas], con Adèle Haenel, y esta noche Hors de prix [Un engaño de lujo], con Audrey Tautou –¡nada menos que Amélie haciendo de hostess!–, esta vez porque Diny estaba viendo sus programas y ese es un espacio que no pienso recortarle salvo para ver alguna peli juntos. A cambio sí he podido ver los tres primeros episodios de una miniserie policial neocelandesa, One Lane Bridge, que ofrece la novedad de un detective maorí y la deslumbrante belleza de los Alpes neocelandeses, a cuyos pies se encuentra Queenstown, la ciudad en donde transcurre la acción, en el sudoeste de la isla Sur del país. Tengo ya agendada la cita con los tres episodios que restan, el próximo jueves.
Calamitoso resfriado de órdago a la grande, con tos perruna que me repercute en la caja torácica y hace que me duela todo el pecho de una manera inclemente. Unas décimas que combato con un Paracetamol. Y a la tos con Contramután y al arroyo desatado que mana de mi nariz con unas gotas que Diny saca de su botiquín inagotable. Y eso que no es hipocondriaca, como el tío Laureano, cuyo armario ropero era, si no una botica sí lo más parecido a una de ellas.
Marcos, desde Karakogrado, me dedica uno de los espacios de sus lecturas recomendadas para el fin de semana. Le escribo: «José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange, recibió una ovación estruendosa cuando subió al escenario en el teatro madrileño de la Comedia (honni soit qui mal y pense!) en el acto fundacional del partido. Era un buen orador; cuando callaron los aplausos dijo: «Nada de un párrafo de gracias, escuetamente gracias como corresponde al laconismo militar de nuestro estilo». Nunca fui falangista, pero esas dos líneas tienen su qué. Te las dedico, pana, como corresponde al laconismo cívico de mi estilo». Y a propósito de la frase de Hannah Arendt que cita, le añado una posdata: «La frase de HA la conozco desde hace tiempo, pero donde tú escribes «hombres», en la traducción que la leí (la alemana) dice «Menschen», es decir, «los seres humanos», que me parece más propio de su pensamiento». Me contesta: «Tienes razón, queda mejor «los seres humanos»; «los hombres» aparece en la traducción castellana del ensayo «La crisis en la cultura: su significado político y social», incluido en el libro Entre el pasado y el futuro – Ocho ejercicios sobre la corrección política. Curioso, porque es solo uno de los dos libros de Arendt que he leído en castellano. Por cierto, aprovecho para contarte esta anécdota pertinente: Hace casi treinta años compré Hombres en tiempos de oscuridad (es el título castellano que le habían dado), un libro magnífico, que disfruté (y sigo disfrutando mucho). Un día, leyendo un ensayo sobre Arendt en inglés, noto que su autor menciona, de ese libro, una nota sobre Angelo Maria Roncalli (Juan XXIII). ¿Qué???? No recordaba la nota; de todos modos busqué mi libro y nada, no estaba. Busco el libro en una edición inglesa y allí sí estaba (junto con otra nota –creo que la de Waldemar Gurian– que tampoco aparecía en mi edición en castellano). Compré el libro en inglés y es el que al día de hoy uso, Men in Dark Times. Recientemente, un amigo me mandó de regalo en pdf un ejemplar en castellano de Hombres en tiempos de oscuridad que, en efecto, con la seguridad de la salida del sol por el este, TAMPOCO TRAÍA LAS NOTAS SEÑALADAS. O sea que la estafa –de todo tipo– continúa al día de hoy; se imprimen ediciones castellanas del libro de Arendt sin ningún tipo de advertencia o de indicación de que EL LIBRO HA SIDO CERCENADO, RECORTADO, REDUCIDO». Pienso en cómo cercenaron en España la edición de Death in the Afternoon, del viejo don Ernesto el Barbas, suprimiendo todo el apéndice con el vocabulario taurino explicado de pe a pa por Hemingway, con una gracia que convierte ese apéndice en lo mejor y más disfrutable del libro. Pero ¿íbamos a tolerar que un extranjero nos viniese a explicar lo que es una chicuelina? Y sí, de los traductores se dice que son traidores, pero entonces ¿qué decir de los editores?
Weiß/Colonia, 11.9.
Me levanto a las 10:30 am, casi sin haber dormido, habiéndome levantado un par de veces, para aliviar la vejiga, para hacerme un té mientras Diny lee el KStAnz, para apagar una luz que sigue prendida después de que Diny salió a la farmacia para comprarme medicinas ad hoc… Lleva con ella, para echarla al correo, dirigida a mi asesor fiscal, la liquidación de Hacienda por mis ingresos y gastos en el 2019. Según me pronosticó, al enviarme una copia de la declaración a Hacienda, me iba a tocar pagar un suplemento de 1.744,00 €, pero Hacienda sólo me pide 1.355.70 €, lo que me significa un ahorro inesperado de 388,30 €. Ni se me ocurre en qué gastarlo. Estragos de la vejez. Esa masacre de la que hablaba Philip Roth.
En el KStAnz, en la sección de esquelas fúnebres, una con un epitafio de Pablo Neruda que ya he visto una vez cincelado en una tumba de un cementerio al sur de Alemania, en Bebenhausen, un pueblito cerca de Tubinga: «Fue tan bella la vida que viviste…» Lo he contado hace tiempo en un artículo que publiqué en Nexos, titulado “La pequeña eternidad”.
9:30 pm : Tras de la cena (que hice porque tengo que comer, no comía nada desde la cena de ayer, que fue simplemente un trozo de pastel de ciruelas) me puse a repasar las anotaciones escritas acá durante la semana, antes de subirlas a Fronterad. He hecho muy pocas correcciones, todas gramaticales o de acentuación, y una de ortografía. No he modificado para nada los textos en sí. Pero me doy cuenta de que aquí he tocado techo en materia de explicitud. A partir de aquí trazo una línea roja.
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Y no pienso traspasarla.
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