Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 38 / 2021

De mi Diario : Semana 38 / 2021

 

Weiß/Colonia, 12.9.

2:45 am : Estuve viendo por fin The Rainmaker [Legítima defensa] y me ha convencido plenamente: es un Coppola menor, pero el menor de los Coppola vale más que toda la filmografía del algún que otro corifeo del cine galáctico–chatarra. ¡Y esa música de Elmer Bernstein, qué belleza de partitura! Luego sucedió algo inesperado. De pronto, sin decir ¡agua va!, mi cuerpo se desestresó de una manera que casi podría definir como la que sigue a un orgasmo, me hundí en el sillón con una sonrisa de felicidad que no me cabía en la cara y floté entre nubes de algodón en rama que decían “¡Comedme!”, hasta que mi reloj interno me llamó al orden. De manera que me levanté del sillón y apagué la tele, todo ello como en trance, para venir a escribir estas líneas antes de irme al catre. No sea que de repente mañana (es decir: hoy ya, pero cuando me levante) quizá haya olvidado semejante epifanía.

Desapareció la tos, aunque el pecho sigue doliéndome después de dos días de toser a toda máquina; mi nariz ya no mana como las cataratas del Iguaçú; las décimas dijeron “Servus!” desde el termómetro. Es  decir, estoy bien. Completaré la frase: estoy bien jodido, ya que no tengo motivos para quejarme.

Señal Memoria, a través de su cuenta en Twitter, y con gran sentido de la oportunidad, resucitó ayer (de lo que me entero ahora) mi crónica para HJCK al cumplirse en 1993 veinte años del pinochetazo. El 9.11. gringo no es el único 11.9. de la historia universal de la infamia. Y hasta puede que las dos fechas tengan los mismos padres, a orillas del Potomac. No es que yo sea conspiracionista, sólo digo como los gallegos de las brujas: No existen, pero haberlas, haylas. Oigo mi voz leyendo esa crónica y extrapolo una sospecha de por qué varios colegas latinoamericanos me han elogiado tanto en los últimos tiempos: no es la voz de un locutor que lee un texto, es la de una persona que monologa para quien le oye.

Y va de grabaciones mías. Un periodista argentino a quien no conozco ha subido a su cuenta de Twitter la fonocarta que me mandó Julio en el otoño de 1976, hablándome de Hermann Hesse y del milenario del idioma español. La única explicación que se me ocurre es que Juan Forn le pasara una copia del CD que le regalé en Bogotá cuando nos encontramos allá en junio 2008, lo contó en una de sus contratapas para Página12, esas contratapas que nos están faltando tanto desde el día que se nos fue.

Weiß/Colonia, 13.9.

2:15 am : Nueva Zelandia se ha puesto de moda en la TV alemana. Ahora es una nueva serie policial, Detectives en Auckland, ambientada en esa gran ciudad de la isla Norte del país. Serie que promete, y ojalá cumpla, como las otras dos en candelero. Cuando terminaron de pasar el episodio de hoy me dio tiempo para ver el final de Parásitos, la súper oscarizada peli coreana. Me confirmó en mi opinión de la vez que la he visto completa: está requetebienhecha, pero no me parece que sea para tantos bombos.

En el KStAnz una larga entrevista (casi dos planas) con Uğur Şahin, codescubridor, con su esposa, de la Biontech, la que yo llamo «la Chanel n.º 5 de las vacunas». El reportero cuenta que los condiscípulos de Şahin, cuando fumaban durante las pausas en el patio de la escuela, acá en Colonia, solían decir: «Podemos fumar tranquilos, que Uğur nos salvará del cáncer». Al parecer, la pasión por la investigación se le despertó muy pronto y era la comidilla de la escuela.

Hoy, en El Colombiano, diario de Medellín, detecto este titular: «Ocho constructores del mundo visitan Hidroituango». Tal parece que le ha salido una competencia múltiple al Dios de la Biblia. Porque, parafraseando a Jardiel Poncela y el inefable título de su novela Pero…¿hubo alguna vez once mil vírgenes?, uno se pregunta: Pero ¿hubo alguna vez ocho constructores de mundos?

Nuestra sobrina Chantal, la que vive en Italia (hay otra Chantal en Beek), me cuenta que lamentó lo poco que platicamos el sábado en la fiesta de las bodas de oro de sus padres, me confiesa luego que lee poca poesía, y entre los autores que lee me menciona a Italo Calvino y Pavese, pero el Pavese prosista. Con la impagable ayuda de DeepL le contesto en italiano lo que le escribí en español: «Si, es una pena que no pudiéramos charlar más, pero yo estaba de alguna manera obligado a hacerle compañía a nuestra ex nuera alemana (a quien queremos como una hija propia), porque no entiende prácticamente nada de neerlandés. En cuanto a lecturas italianas, si no lees mucha poesía no sabes lo que te pierdes (¡Leopardi, Pavese, Ungaretti!) Ahora bien, en materia de prosa, por si no los leíste, te recomiendo mucho leer los libros de Leonardo Sciaccia y los cuentos de Luigi Pirandello. Pero además, de este no debes dejar de leer El difunto Matías Pascal, que es la novela que nos gustaría haber escrito a todos los que escribimos: es absolutamente genial. (Y tal vez sea por eso que no la hayamos escrito ninguno, sino sólo él)».

Weiß/Colonia, 14.9.

2:00 am : Caí por zapear mal en un canal donde comenzaba The Equalizer 2 [estrenada en América con el título El justiciero 2, y en España, donde todo el mundo sabe inglés, menos yo, con el título original] y al ver que la protagonizaba Denzel Washington me quedé a verla por él, pero resultó lo que suponía, una de esas pelis cuyo guion lo vamos recitando por dentro antes de que se muestre en imágenes en la pantalla: previsible y prescindible. A continuación un episodio de la serie polical sueca protagonizada por Rebecka Martinsson, una fiscal con cara de quinceañera. No está mal, pero anda lejos del nivel de las grandes series: Beck, Wallander, Millenium, El puente

Ayer, por un aviso en la puerta de la casa nos enteramos de que desde mediados de mes hasta fines de octubre/principios de noviembre van a revocar la fachada de las casas 11a y 11b, de manera que vamos a estar sitiados por los andamios. Vino Montse para ayudar a Diny a dejar expedito el balcón para los señores de la brocha gorda. Con tan mala fortuna que al traer adentro uno de los parasoles, se llevó por delante el plato de mayólica de Makkum que las amistades que Diny hizo en Frisia, como asistenta social, nos regalaron el día de nuestra boda. 55 años nos acompañó, ahora están sus trizas en un recipiente plástico y Diny alberga la esperanza de que Chico lo recomponga. Yo lo miraba a veces mientras desayunaba, y su lema en neerlandés («Del concierto de la vida no le dan programa a nadie») lo tenía interiorizado. Eheu fugaces!, como decimos los clásicos.

En las Rhein Terrassen encarga Ulli un plato combinado de entremeses, Diny una ensalada mixta y  Carlitos y yo calamares a la romana, él con ensalada, yo a calamar limpio. Y nos trenzamos en una de esas discusiones de las que nunca sale la luz, sobre qué significan en realidad los términos “dasselbe” y “das Gleiche”. Yo sostengo que “lo mismo” y “lo idéntico”, respectivamente, y Ulli y Carlitos justo lo contrario. Pero Nietzsche de lo que suele hablar es del eterno retorno de lo idéntico, no de lo mismo. A ver quien le pone el cascabel al gato.

Subieron a Twitter un trino con foto en la que se veía de espaldas al empleado de una empresa creo que de fontanería llamada “El Führer”, así, en alemán; y el tuitero comentaba que a ver si resultaba que era verdad que Hitler se refugió de manera anónima en Colombia. Les mandé el enlace a mis amistades colombianas y mi compadre José María me lo comenta desde La Pintada, a la orilla del Cauca: «Existe documentación de conspiretas que hablan de que entró por Cúcuta y llegó hasta Villa de Leiva en busca de un escondite seguro. Y parece increíble pero aquí hay gente que le rinde culto de admiración». Le contesto: «Pues anda que en Alemania no son pocos, y en Austria ni te cuento Fíjate que Austria no ha aflojado ni un solo centavo en concepto de reparaciones al pueblo judío, y jamás pidió perdón por su comportamiento durante el período nazi. Cuando digo que es el único país en el que he estado y al que no quiero volver, me miran con extrañeza hasta que les explico. En eso recuerdo un poco a Böll, cuando compró su casita en la costa occidental de Irlanda, e hizo muchos amigos entre los lugareños, a quienes tuvo que desnazificar con paciencia benedictina, porque como buenos irlandeses, que odian a los ingleses, durante la guerra estuvieron a favor del ex cabo y pintor de brocha gorda. El Diario irlandés de Böll es un libro admirable, te lo recomiendo si no lo conoces».

Weiß/Colonia, 15.9.

1:45 am : Desde ayer no tenemos TV. No sé qué tecla activaría Diny pero el telemando no manda un carajo: no se puede cambiar de programa, no se puede graduar el sonido, no se puede desconectar el aparato, hay que hacerlo a mano, en un interruptor que posee el propio televisor. Desesperado por no conseguir desfazer el entuerto programo el CD de una vieja peli italiana de episodios, Boccaccio, de la que sólo veo los dos primeros, los de Fellini y Visconti. Agotado por la lucha contra la técnica, vengo acá a registrar esta anotación y de aquí a los brazos de Morfea.

Durante un safari por la selva de Twitter en busca de materiales para mi The Twitter’s Digest descubro un trino de JN donde la frase acerca de que la tradición consiste en la entrega de la llama como testigo en la carrera de la vida, y no en la adoración de la ceniza, se atribuye a Thomas More, habiendo sido luego parafraseada por Mahler. Evidentemente, el empresario al que cité hace un par de semanas, de la entrevista con el cual leí mientras esperaba turno en el consultorio de mi Dra. Súlimma, se olvidó de advertirle al periodista que esa frase tenía que escribirla entrecomillada. O no se le olvidó. Hay mucha gente que gusta de adornarse con plumas ajenas. El finado Luis Sepúlveda, por ejemplo, era aficionado a adornarse a veces con plumas ajenas, entre otras algunas mías: más de una vez le pillé in fraganti.

Larga conversación telefónica con José Ángel Garrido, de Versátiles, la editorial de La Antilla que se ha propuesto reeditar La generación del 39 en el 2022, con motivo del cincuentenario de su aparición en Nueva York, 1972. Fue mi primer libro publicado y nunca se me habría ocurrido que iba a ser nada menos que en la Gran Manzana, pero todavía mucho menos que le vería cumplir tantos años. Quedamos en que la reimpresión se hará en Palatino Linotype 11 y en que de aquí a fin de año le enviaré un texto explicativo como epílogo que hace necesario ese ½ siglo que el libro carga a cuestas, así como un par de apéndices. Pensando más que nada en la familia y los amigos, me alegro al pensar que tendrá una segunda vida y su cuna se mecerá a la orilla del Odiel y no del Hudson.

Weiß/Colonia, 16.9.

2:00 am : Vi el tercer episodio de Boccaccio, dirigido por Vittorio de Sica y con una despampanante Sofia Loren. Resulta curioso recordar que en aquellos años la Loren era considerada una advenediza por la crítica biempensante, que se decantaba por el lado de la Lollobrigida, menos carne y más arte interpretativo. Lo que se debe reír la Loren si recuerda de vez en cuando lo mal que la trató la crítica cuando comenzó y cómo la humillaban poniéndole como ejemplo a la Lollobrigida. ¿Y quién recuerda hoy aquella a la que llamaban “la Gina Nazionale”? Sic transit

Estuvo Diny de compras en el centro, con Rebeca y cuando regresan a casa le explico a Rebeca el caso de nuestro televisor y al rato viene y me dice que ya lo arregló, que lo que pasa es que las pilas del telemando estaban mal insertadas. Como he decidido no discutir más en mi vida por tales minucias (mis energías no debo desperdiciarlas en vano), acepto la explicación, pero no la entiendo ni creo que sea por eso. Yo mismo hace dos noches, y anoche, cambié las pilas por unas nuevas y las probé insertando los polos en ambas direcciones, y no pasó nada. Pero es que, además, Diny estaba viendo la tele y de repente todo dejó de funcionar, y eso sólo puede haber sido por activar mal una tecla, ya que para insertar mal las pilas hay que abrir el telemando, sacarlas y reinsertarlas al revés, y eso es ciertamente algo que no hizo Diny. Una vez más los saberes galaicos. No creo en las brujas, pero haberlas, haylas.

Que no se me olvide: Rebeca me hizo el test del Covid19. Negativo. Lo que por paradoja es positivo.

Weiß/Colonia, 17.9.

0:15 am : Tres episodios finales de la miniserie policial neocelandesa One Lane Bridge. No es mala, pero desde siempre, donde intervienen elementos sobrenaturales, dejo de interesarme por la trama y en general por la teleserie o la saga novelística, como me pasó con la de Charlie Parker en las novelas de John Connolly, que la dejé a pesar de lo buenísima que es y del submundo gringo que retrata; y como me pasó en buena parte con la famosa Trilogía del Baztán española. Tenemos más que de sobra con la escalofriante realidad nuestra de cada hora como para necesitar más irracionalidad todavía. Aparte de que todo lo que no tenga asidero en la realidad me parece lisa y llanamente una estafa. Algunas están tan bien organizadas, como el Vaticano y las sectas evangelicales, para no mencionar sus equivalencias islámicas, que hasta sus fieles las creen a pie juntillas. O de rodillas. Sobre todo de rodillas.

A las 0:35 am comenzó la tranmisión de un documental neerlandés extraordinario, llevado a cabo por el realizador ucraniano Sergei Loznitsa y titulado El proceso. Extraordinario ya por el mero hallazgo, en viejos archivos soviéticos, de estas grabaciones del proceso de 1930, en Moscú, a los industriales e ingenieros acusados de sabotear la industria de la URSS. La gesticulación y la oratoria del presidente del tribunal, Andrei Vichinsky, se ven como polos opuestos a las del tétrico juez supremo del tribunal nazi del pueblo, Roland Freissler, pero su frialdad de funcionario mandado por Stalin para liquidar a todos quienes se le opusieran (o él creyera o sospechase que se le oponían) es escalofriante. Vichinsky era una de las bêtes noires de la propaganda franquista, “la víbora lúbrica” (así estaba registrado en el cajón de los epítetos del diario desinformativo de RNE, “el parte”, como todavía lo llamábamos, esa apócope de “parte de guerra”, como si esta no hubiese terminado en el 39, el año en que nací). Acabó tan tarde el documental y estaba yo tan conmocionado con lo visto que me fui derecho a la cama.

Día dedicado a la lectura del libro de Bill Bryson, que la abandoné solicitado por algunas urgencias de las que me asedian en los últimos tiempos. Malditas las urgencias y malditos los últimos tiempos.

Weiß/Colonia, 18.9.   

0:20 am : Unfaithfull [Infiel] es la remake gringa de La femme infidéle, de Chabrol. Como esta es de 33 años antes y sólo la he visto una, quizá dos veces, no puedo establecer comparaciones, pero su remake vale la pena de verse aunque no sea más que por las actuaciones de Diana Lane (insuperable en el rol de la infiel), Richard Gere y Olivier Martinez, a quien desde Un húsar en el tejado admiro tanto. Infiel  la ve uno sin respirar, como cuando se lee una novela de una sentada. Quizás ello no diga mucho sobre su valor artístico pero sí sobre la empatía de lo narrado con lo que aguardaba el espectador.

En el KStAnz. una esquela fúnebre con un personalísimo mensaje del viudo: «Time to say Goodbye. Una mujer fuerte se fue. El ménage à trois con “Mr. Parkinson” terminó después de 23 años. El amor sigue». Cuánto dolor, cuánta intrahistoria familiar en las doce palabras que subrayo. Pero dudo que se atreva nadie a decir que su relación con una pareja senil es un «ménage à trois con “Mr. Alzheimer”». Tan sólo de imaginármelo me ha dado un espeluzno de rechazo.

La Filarmónica de Viena, dirigida por Christian Thielemann en la Sagrada Familia. Un concierto grandioso no sólo por el escenario. Primero el estreno mundial de “Elysium”, compuesta por encargo al canadiense Samy Moussa, para este evento, y a continuación la 4.ª (“Romántica”) de Bruckner. He pensado mucho tiempo lo que hubiesen gozado los tocayos Bruckner y Gaudí, los dos tan hondamente religiosos, de haber estado esta noche ahí en Barcelona, sintiendo cómo sus obras se conjugaban reciprocándose, una sinfonía construida como una catedral, un templo al mismo tiempo que una partitura del espacio. Pocas veces me ha calado tanto una transmisión como esta noche. Lo que acabo de escribir es pura paja que no reproduce ni la centésima parte (no exagero) de lo que el concierto me ha conmovido.

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