Weiß/Colonia, 20.1.
0:20 am : Estuve viendo hasta la medianoche una peli policial gringa que no conocía, A Walk Among the Tombstones [Caminando entre las tumbas], con Liam Nesson en el papel de un ex policía y detective privado sin licencia. Es cine serie negra, duro y puro, y lo que más me gusta de toda la peli es que no se la complica (o alivia) con ninguna historia amorosa paralela como caramelo. Es más, si me paro a pensarlo un poco, no recuerdo una sola presencia femenina en el metraje, a no ser en su condición de víctimas. ¿Una peli machista avant la lettre? Nööö, m’am! Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.
Mientras repaso despacito los dos tomos de la antología Las décadas de Nexos, de pronto se me ocurre pensar que Ciudad de México es la décima en la que me se publica dentro de un libro: de Nueva York a Copenhague, pasando por Huelva, Colonia, Múnich, Madrid, La Paz/Bolivia, Río de Janeiro, Bogotá y ahora Chilango City. Tratándose de un escritor mercenario y desconocido (o sólo conocido por el grupo de sus amigos) no está nada mal.
Si no fuese por Diny, que devora prensa diaria en tres idiomas con la misma pasión que pongo yo en la lectura de Juan Ramón, no me hubiese enterado de que a Chiqui le han concedido y le entregaron la Medalla de Huelva, justo con motivo del día de san Sebastián, patrón de nuestra ciudad. Él fue quien agradeció en nombre de los demás condecorados, y según leo en el diario «Garrido se desplazó a Huelva expresamente desde La Habana, donde vive hace unos años, confesó, “por amor”. Y se valió de su propia experiencia, de su arraigo en la distancia, de su “filopatria”, para describir esa zona común que es Huelva a través del “fresco de las noches de verano”, del olor “al viento foreño del fin de la siesta, al puchero que sale de las casas de un vecindario”, del sabor de las coquinas “o de esa mezcla extraña, rica y maravillosa de los chocos y las habas”, esa vista de “los flamencos sobrevolando la ciudad a cualquier hora del día”, “el rojo y ocre de los cabezos”, el “aplauso agradecido al compás flamenco cuando gusta una actuación musical” o “el tañir melódico del reloj de la catedral”». Grande, Chiqui, y qué alegría también tan grande en esta casa, donde tanto y tan bien se le quiere.
Weiß/Colonia, 21.1.
1:40 am : “Orgullo, crimen y prejuicio”, un nuevo episodio de la serie del DCI John Barnaby, con larga apoyatura en el clásico de Jane Austen, muy logrado, y a continuación esa gozada que es Takking Woodstock, sobre la prehistoria y la intrahistoria del legendario concierto, el concierto que, a la larga, hace que los Estados Unidos pierdan la guerra del Vietnam pero con dignidad. La de los cantantes de Woodstock, no la de la plétora de corruptos que eran Nixon, Kissinger y demás delincuentes de esa misma ralea. Recuerdo vivamente una tarde en nuestra redacción de la Deutsche Welle cuando Federico contó, ¡casi con lágrimas en los ojos!, que la ciudad de Fürth había nombrado hijo predilecto suyo al tal Kissinger, responsable directo del putsch de aquel felón llamado Pinochet. No pude contenerme y le dije que lo que la ciudad de Fürth debería haber hecho es avergonzarse públicamente de que semejante hijueputa hubiese nacido allí. Nunca se rehizo Federico de mi ataque. Ahí terminó nuestra amistad, no por culpa mía, sino porque él jamás entendió la realidad. Y la cosa ya había empezado en 1978, después del Mundial de fútbol en Argentina, cuando no sé en el marco de qué actividades, nos visitó en la redacción otro hijueputa de quien no quiero mencionar su nombre para no mancillar este diario: aquél que azuzó a las masas “patrióticas” para que asaltaran la sede de las Madres de Plaza de Mayo tras la victoria argentina, en el alargue, contra Holanda. El pobre Federico se derretía de satisfacción por estar recibiendo la visita de uno de los más famosos reporteros deportivos de América Latina, y me llamó a mi despacho para pedirme que acudiera al suyo, porque me lo quería presentar. Colgó ½ minuto después sin terminar de oír mi respuesta.
La visita anual de control con mi oftalmóloga, la Dra. Súlimma: ninguna variación apreciable con la visita del 2018, todavía no es necesario operarme de cataratas, pero esta vez me gotea en los ojos un colirio para dilatarme la pupila, tan fuerte que horas después (son las 6:20 pm) sigo viendo con dificultades, como a través de un velo, y en especial se convierte en un martirio enfrente de la pantalla, me ha costado sudores de sangre escribir el texto de mi columna de este viernes en El Espectador. Casi preferiría que mis ojos desembocaran en el Niágara.
Han pasado en el canal Arte dos pelis de Eric Rohmer, Verano –de la tetralogía dedicada a las estaciones del año– y Pauline en la playa, trece años anterior. Y ambas aturden porque estamos ya demasiado acostumbrados a que en el metraje cuenten mucho los silencios y los diálogos se hagan en parte a través de las miradas. Los personajes de Rohmer no paran de hablar. Yo, antes, decía que me gustaba Rohmer porque me encanta el teatro, era mi manera de defenderme de quienes me acusaban de que me gustase un cine tan parlanchín como el suyo, pero siempre me oponían el argumento de que con ese punto de vista también tendría que gustarme Godard, y resulta que Gordard no me gustaba ni me gusta un pelo. Después de tantos años, sigo sin ver pelis de Godard, pero las de Rohmer, ahora, me aturden con su cháchara–chicle interminable. ¡Pero esa cámara de Néstor Almendros las redime! Además, se puede desconectar el sonido.
Weiß/Colonia, 22.1.
2:30 am : El episodio de hoy de la serie irlandesa con Jack Taylor es el que tiene que ver con una de las páginas más espantosas en la historia del país: las hermanas magdalenienses. Unas arpías que se decían esposas de Cristo y mantenían un régimen de poco menos que esclavitud sobre sus pupilas, mujeres “caídas”, en la terminología penitencial de la iglesia católica. Una iglesia cómplice de semejante pisoteo de los derechos humanos. Mejor dejo el tema, cada vez que pienso en la cantidad de crímenes que jalonan la historia del catolicismo se me encrespan las ideas. Y el tal Bergoglio sigue sin limpiar ese establo de Augías. Mucho jarabe de pico el de este papa, pero a la hora de actuar «Yo, argentino», todo se le vuelve recoger velas.
En La Modicana encarga hoy Carlitos espaguettis con marisco y yo una pizza pequeña con salchichón picante y gorgonzola. Cuando lleva comida la mitad de su plato vuelve a decirme por enésima vez: «Creo que la próxima vez voy a encargar una pizza». Como diría la Nena: «Está más visto que las películas de Fu Manchú».
Weiß/Colonia, 23.1.
1:15 am : Pasaron una grabación en vivo hecha en la Philarmonie de Luxemburgo, donde la Orquesta Sinfónica de Radio Baviera, conducida por mi admirado Mariss Jansons, interpretó la 8.ª de Bruckner. De las tantas versiones que conozco es la mejor, después de la grabada en vivo en 1990 por Celibidache en Tokio con la Sinfónica de Múnich. De todos modos, oyendo la de esta noche se siente uno inclinado a darle la razón al viejo cascarrabias perfeccionista cuando dijo que «Bruckner es el más grande compositor sinfónico de todos los tiempos»… Pero luego viene la rebaja del tío Paco pensando en Mozart, Beethoven, Mahler, Sibelius, Shostakovich… La música, Dios mío, la música, y el cine, ¿qué sería de mí sin el gran consuelo de ellos dos? Un lisiado espiritual y mental. Amén de corporal, que ya lo soy. Porca miseria!
Nevó durante la noche y las previsiones meteorológicas, según leo en el Kölner Stadt Anzeiger mientras desayuno, son de invierno puro y duro al menos durante esta semana. Brrrrrr…
Buscando un concierto de Celibidache para insertarlo como hipervínculo en mi anotación de anoche encuentro un regalo inesperado: Maria Callas en el Covent Garden, Londres 1958, canta La traviata y arranca una ovación de casi cuatro minutos al ecuánime público inglés.Y con qué ganas aplauden. Aunque, desde luego, también yo lo hubiera hecho. Uno de los comentaristas al pie del enlace dice que se trata de la mejor Violetta jamás cantada por la Callas, mejor incluso que la de Lisboa, aunque añade: «Sure, in Lisbon we have Kraus». Es cierto, en Lisboa despegó la carrera de Alfredo Kraus, nada menos que replicando a la Callas. Tengo el álbum de CDs con la grabación live de ese debut internacional de AK, esta semana lo volveré a escuchar.
Weiß/Colonia, 24.1.
Se me ocurrió la idea de enlistar un abecedario de mis poetas favoritos y la he llevado a cabo no sin tener que hacer un par de cambalaches por cuenta de la V y de la Z. La V era sin lugar a dudas para César Vallejo, solo que no podía dejar afuera a Paul Verlaine, a quien lo encajé en la P prefiriendo el anagrama que él mismo hizo de su nombre: Pauvre Lelian. Pero entonces me quedé sin la P para Fernando Pessoa y lo solucioné con la F de su nombre. Y en cuanto a la Z, los únicos poetas que recordaba con apellido empezando por esa letra son Zorrilla y Zurita, de los que ninguno es santo de mi devoción. Y le concedí la Z a mi amada Szymborska, saltando por encima de la S. Luego me dio la tentación de repasar mi Elitis y descubrí esta joya: «Así a menudo cuando hablo del sol / se enreda en mi lengua una / gran rosa rojísima / pero no me es fácil callar». Y qué preñado (Unamuno dixit!) su ensayo sobre García Lorca, a quien tradujo. Por cierto que sus traducciones las cantó nadie menos que Maria Farantouri con música de Mikos Theodorakis; ¡menudo trío de ases, o mejor dicho, qué poker!
Encontré una filmación rarísima, la única que existe, de 7’ de La Traviata de 1958 en Lisboa. Y este comentario de un melómano: «Me asombra la pasmosa seguridad de Kraus en esta temprana época de su carrera profesional, sobre todo cuando su contrapartida era la arrolladora Callas; adicionalmente, está la frescura de su voz juvenil. Es la seguridad del que se sabe en su fuero interno en poder de una voz y [una] técnica únicas. No creo que la Callas, en esta obra, esperara encontrarse a un tenor novel tan «Nobel» y eso hizo que se creciera, para no quedase atrás ante tamaña «sorpresita» que le proporcionó el empresario. Así, éste es probablemente el mejor registro de la historia de una Traviata grabada en directo, en mi opinión». Y en la mía.
Descubro un tuit que dice «Las nuevas generaciones tuiteras no saben quién es Ricardo Bada». Si tuviera la dirección de su autor le escribiría para decirle que las nuevas generaciones están en muy buena compañía. Si ni yo mismo sé quién soy.
Weiß/Colonia, 25.1.
1:00 am : Réparer les vivants [Reparar a los vivos] es una peli cuyo espantoso título provoca el deseo de no verla. Pero la veo, y no me arrepiento. Es una para quienes tienen la lágrima fácil… pero también para quienes tienen el corazón de piedra, terminan llorando igual que los otros. Y lo mejor del caso es que no lo consigue con falso sentimentalismo ni en modo melodrama, sino con un guión, una dirección y unos actores que dan todos el do de pecho, una lección ejemplar de contención. Quiero verla de nuevo y afortunadamente está completa en Youtube.
Largos emails, desde Roma de Carla & David (a cuatro manos), y de Ángeles, desde México. Cada vez me convenzo más de que el Destino me ha dado muchísimo más de lo que si acaso merecería. Unos amigos como los míos son un lujo que no todo el mundo se puede permitir, soy consciente de ello y por eso trato de estar continuamente en contacto con ellos, son una de las muy pocas razones por las que continúa siendo soportable este mundo que es un puro valle de lágrimas de cocodrilo. Me repito, lo sé, pero me sale otra vez del alma: porca miseria!
Mi columna de hoy en EE, y al pie un comentario de Manu que se conduele conmigo de los amigos que estoy perdiendo, uno tras otro, en los últimos tiempos. Le contesto que es ley de vida, que cuando uno anda ya a cinco meses vista de los 80 años, los tiros van cayendo cada vez más cerca. No le añado que «contra el Destino nadie la talla» porque lo que sigue («mi cuerpo enfermo no resiste más») podría leerse como un presagio, y no hay tal. Ni fuerzas me quedan para presagios, hace tiempo que me he resignado a ser un saco de miserias, sólo no deseo que al final me convierta en un lastre para los míos. Los dioses todos no lo permitan.
Son casi las 9:00 pm y Henri, que llegó a casa al mediodía, de la mano de Diny, pasa por este cuarto mío a despedirse. Ya es todo un hombrecito. A Diny, el otro día, cuando le preguntó qué le había parecido pasar la Navidad sin el árbol que montaba el padre todos los años, le contestó: «Ay abuela, es que eso ya es bastante anacrónico [=nicht mehr zeitgemäß]». ¡A sus 9 años!… ¡Qué prodigio de intertextualidá! ¿A quién se lo habrá plagiado?
Weiß/Colonia, 26.1.
1:00 am : Esperando la transmisión de la peli que quiero ver, me veo obligado a seguir los últimos minutos de una de las llamadas teletertulias [=Talkshow] y llego a una conclusión que me horroriza: al menos por lo que se refiere al Occidente judeocristiano, lo más seguro es que una inmensa mayoría estire la pata sonriendo de la manera más estúpida que imaginarse pueda. Ya lo anticipó un gran profeta, Neil Postman: «Nos divertimos [literalmente] a morir».
Mi Ohrwurm [=canción pegajosa] de hoy resulta que es el canto a la Virgen de los Remedios, de Fregenal de la Sierra, en la fiesta del cincuentenario de su coronación, en 1956. Recuerdo que aquel año toda la familia, mejor dicho, todas las mujeres de la familia, ardían en ganas de ir a Fregenal. La relación de los frexnenses –¡menudo gentilicio!– con su Virgen de los Remedios me recuerda la de los mexicanos con su Guadalupana. Se puede ser agnóstico, apóstata, ateo, hereje, lo que sea, pero, ¡ay de quien se atreva a gastar bromas o hacer chistes con su Virgen! Lo cierto es que como siempre alguien vino del pueblo (quizás una de las dos Carmelas) y se trajo consigo el texto del canto y lo cantó para que las de Huelva aprendiesen la melodía, y lo recuerdo muy vivamente porque a mis 17 años ya me resultaba desternillante lo cursi de la lengua marianista (España padeció unos lustros de marilatría en los años posteriores a la guerra civil*) y me hacían reír –por dentro– estrofas como esta: «Tu pueblo te aclama, / Reina del Edén, / con áurea corona / ciñendo tu sien». Que es justamente el Ohrwurm con que me desperté esta mañana, mare mía de mi arma, qué diíta me espera. Acudí a lo de Miss Hortensia Google para ver si tenía material sobre esa fiesta del cincuentenario, me encontré un reportaje del No–Do en el que se ve a los coros y danzas de la sección femenina de Falange bailando en la plaza del pueblo, y una de las coplas que cantan me puso de buen humor: «Mi novia ya no me quiere / porque no tengo zapatos / y me están haciendo unos / con las orejas de un gato».
[* Recuerdo en especial la vergüenza ajena y propia, el gran bochorno de obligarnos a desfilar en procesión por las calles, un día de mayo, todos los escolares de la ciudad cantando «Venid y vamos todos / con flores a porfía, / con flores a Marííííííía, / que madre nuestra es». Y de que cantásemos, ¡y bien alto!, se encargaban los curas que se plantaban en el centro de la calle para vernos desfilar a derecha e izquierda. Pensando en ese entonces albergo la sospecha de que aquellos curas padecían complejo de Edipo, y de que su Yocasta era María la de Nazaret].
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