Weiß/Colonia, 30.9.
Me levanté con un dolor agudo e insoportable en la cadera derecha, salir de la cama fue una tortura, que aumentó cuando empecé a caminar. Cada paso que di me costaba gemidos y dolor. Desayunando y repasando el diario de repente se me prendió la bombillita y caí en la cuenta del origen de dolor. Eran seguramente unas vulgares agujetas, debidas al hecho de que entre jueves, viernes y sábado estuve caminando, en Berlín, Rodenkirchen y Sürth, bastante más de lo que lo hago en un mes (hasta puede que dos). A este punto llega el anquilosamiento de mi cuerpo, soy un pecio, el resto del naufragio. Tras el desayuno, Diny me ha dado una friega con un linimento con tal dosis de alcanfor que se debe oler en un par de millas a la redonda. Oremus.
Gran reunión familiar, 12 personas, en el italiano junto al río, para celebrar los cumpleaños de Diny y mío, siempre lo hacemos juntos, desde hace años. Esta vez se ha incorporado al grupo, por primera vez, Pia, la nueva llama (como se le dice en alemán a la nueva pareja) de Chico, sin problemas por la presencia –consultada de antemano– de Angie. La casualidad hizo que Pia y yo nos sentásemos enfrente, mesa por medio. Nos presentamos con un apretón de manos y no nos hablamos durante toda la cena. Pero escuché su respuesta a una pregunta de Rebeca, que se sentaba a mi derecha: es la directora de una guardería infantil. Me causan buena impresión su manera tranquila y modesta de estar, y el constatar que al igual que yo come los espaguetis a la italiana, con sólo el tenedor, sin recurrir a lo que Carlitos llama “la tecnología tedesca”, esto es, la cuchara. Luego, al salir del restaurante y mientras esperamos el auto de Angie que nos trajo a casa, espontáneamente se despidió de mí con dos besos familiares. Puntos a su favor.
Weiß/Colonia, 1.10.
Los redactores del diario vienen publicando un Canon poético que reproduce el poema elegido (acompañado de un breve texto explicando las razones de la predilección) y a veces me depara alguna que otra sorpresa. Por ejemplo hoy, el poema es “Schöne Jugend” [=Hermosa juventud], de Gottfried Benn, de su libro Morgue (1912) y el redactor lo presenta como “Píldora contra el Vallium que es Goethe”. Lo traduzco sobre la marcha: «La boca de una muchacha / que yació mucho tiempo en el juncal / parecía tan roída. / Cuando le abrieron el pecho / el esófago estaba tan agujereado. / Por fin, en un cenador bajo el diafragma, / encontraron un nido de jóvenes ratas. / Una hermanita chiquita yacía muerta. / Las otras se alimentaban del hígado y el riñón, / bebían la sangre fría y habían / vivido allí una hermosa juventud. / Y hermosa y rápida les llegó también su muerte: / las tiraron al agua todas juntas. / ¡Ah, como chillaban los pequeños hocicos!» Uno se explica la conmoción que supuso, en su día, la aparición de un libro donde todos los poemas hablaban de la muerte desde un pùnto de vista clínico, sin andarse por las ramas. Todavía hoy, poemas como este sacuden la modorra como si te echaran un jarro de agua fría. Y sí, son una píldora eficaz contra lo somnífero que puede llegar a ser don Goethe.
Antes de irse a acostar, Diny me pregunta si no tengo más dolores en la cadera, le digo que no, por dicha. «Entonces sí es que eran agujetas», concluye. A mí, siempre que se dice esa palabra, en alemán, me dan ganas de reír porque no puede ser ni más gráfica ni más tonta: las “agujetas” se llaman en alemán “Muskelkater”, es decir, “resaca muscular”. Como si los músculos, en vez de ser sobrios cumplidores de sus deberes hubiesen agarrado una borrachera fenomenal.
10:40 pm : M.A.S.H. de nuevo. Nunca me canso de verla. Es una de las muchas veces que el genio de Altman brilló en una de las cumbres más altas del himalaya del cine. La escena donde se burla de la famosa Sagrada Cena es algo que muchos han intentado, hasta el pequeñoburgués Buñuel, pero nadie alcanzó su desmitificación icónica como Altman lo consiguió aquí. Y lo del frasco de aceitunas que carga Elliott Gould por si acaso se le presenta la oportunidad de tomar un martini en Corea, ¡y en la inmediata retaguardia!, es un gag digno de Buster Keaton.
Me escribe NS: «Querido Ricardo: No recuerdo cuál es tu whisky favorito, pero me acabo de tomar un generoso Laphroaigh 15 a tu salud. Aquí apenas son las 12 pasadas, pero en Colonia debe ser la hora apropiada. Un fuerte y cariñoso abrazo, NS». Le contesto: «Cara NS, una llamadita al Servicio de Inteligencia de Andorra te habría bastado para saber que no tengo whiskies predilectos. Soy 100% promiscuo, los amo a todos con pasión desmedida, en especial a partir de cuando cumplen los 12. Pero gracias por recordarme. Yo acabo de volver a ver por enésima vez M.A.S.H. (la peli, no la serie) y me he vuelto a extasiar con el genio de Altman. Así es que, a la memoria del gran viejo, descorcho un Single Malt The Ardmore, una Delikatesse de las más especiales del condado de Aberdeen. Un beso, y Cheers! SC».
Weiß/Colonia, 2.10.
En primera plana del diario, anunciando artículo en las páginas culturales: «Muere el cantante y actor Charles Aznavour a la edad de 94 años. Se calla la última voz del siglo XX». Y pienso: ¡Ay qué atrasaos estamos en Colonia, mare mía de mi arma! ¿Será posible que todavía no nos hayamos enterado de la muerte de Joan Baez, Maria Farantouri, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Paul McCartney, Harry Belafonte…?
En La Modicana, con Carlitos. Al entrar saludamos a una pareja que en sus asistencias al local es casi tan regular como lo somos nosotros. No sabemos quiénes somos, pero nos saludamos y nos deseamos buen apetito como si nos conociésemos desde hace bastante tiempo. A mí estas pequeñas escenas de la vida cotidiana me resultan a veces simpáticas, a veces ridículas, a veces (no, siempre) tan inevitables como el principio de la gravitación universal. Pero volviendo a la comida de hoy, la adorné con descripciones de escenas de M.A.S.H.… aunque fueron trabajos de amor perdidos, a Carlitos ni modo de interesarlo por el cine. Dice que «eso de las imágenes en movimiento» y no añade sino puntos suspensivos invisibles que denotan un desprecio total del séptimo arte. Lo que no acierta a explicar es a partir de cuándo se le enquistó semejante fobia. Porque hay pelis que recuerda y admira. Su paralelo 38 debe haber sido La strada. Hélas!
Después de leer la última entrega de mi blog en Fronterad, y desde su beatus ille en el Caribe colombiano, mi buen José María me escribe: «”Paisaje de Catamarca”, por Los Chalchaleros; la palma de tagua, de la que recojo semillas a la orilla del mar en Arboletes; la escena final de Zorba el Griego, que me encanta también, igual que Z (sobre todo su banda sonora); y como siempre, tus vicisitudes con el tránsito y el transporte (igual que por estos pagos), me clavan a tu diario, casi con el sentimiento de estar escribiéndolo yo mismo». Estas palabras tan sencillas son un elogio impagable, aunque yo sea el único en sentirlo como tal.
Weiß/Colonia, 3.10.
Rien. La palabra que más usó Luis XVI en su diario. Hasta la escribió allí el día siguiente a su noche de bodas. Nada, sí, nada de particular que reseñar aquí hoy, a no ser unos espectaculares espaguettis con bacon y gratinados, para la cena. He pasado todo el día echando balones fuera, como los centrocampistas defensivos de los años 50. O sea, he pasado el día despachando tanto la correspondencia como el papelerío pendientes, para tener mañana todo–todito el día libre. Libre para transcribir a pantalla un cuento que hasta ahora sólo existe en soporte papel, pero al que, además, debo administrarle una cura de caballo en orden a las nomenclaturas políticas y el léxico cibernético (entonces en mantillas) que usé en él, no en vano se trata de un relato que sucede en el siglo XXV, más concretamente en el año 2492. Es un cuento satirizando la fiesta hispanoamericana del 12 de Octubre (Octubre con mayúscula, como en el caso de la revolución bolchevique). Vamos a ser qué me sale de este proyecto, me gustaría verlo publicado en la página web de Nexos el 12.10. Ojalá.
Weiß/Colonia, 4.10.
0:50 am : Acabo de ver Bajo la arena, que debería titularse Bajo la piel. Se mete bajo la piel. Pero me ha hecho volver a reflexionar acerca del cine antibélico. En la peli se trata del millón y medio de minas que los nazis sembraron en las playas occidentales de Dinamarca, temiendo que fuese allí la invasión que tuvo lugar en Normandía. Al terminar la guerra, el ejército danés, que no se cubrió precisamente de gloria durante la invasión del país, se toma la revancha obligando de la manera más despiadada a que los prisioneros alemanes limpien de minas sus playas. Si bien se puede comprender el revanchismo, no tanto el que los daneses incluyan en el castigo a unos soldados bisoños, algunos de ellos ni siquiera mayor de edad, como es el caso del grupo que nos presenta la película. Y lo que yo me pregunto es si el cine antibélico sirve para algo. A los antibelicistas nadie tiene que convencernos de que la guerra es una de las peores lacras de la Humanidad. Y los belicistas, si acaso, se regodean viendo escenas que condicen con su forma de pensar, y que son inexcusables si se quiere pasar un mensaje antibélico. En ese sentido, una peli como M.A.S.H. resulta más revulsiva que esta Bajo la arena, o aquella francesa con una trama semejante (una con Jean–Paul Belmondo, donde quienes limpiaban las playas de minas no eran prisioneros alemanes, sino presidiarios comunes franceses, ¿cómo se titulaba, carajo?)
Anoche, después de anotar lo anterior, me fui enseguida a dormir sin registrar que una de las cosas que más me gustó de Bajo la arena es la actuación de Louis Hofmann, el primer amigo que tuvo Paul en la escuela. El primer día de clases se le acercó en el patio de la escuela y le preguntó si se llamaba Paul Louis, Paul le dijo que sí, y él le dijo que se llamaba Louis Paul. A partir de entonces fueron inseparables, hasta que a Louis, quien ya se había desempeñado en pequeños roles en telefilmes, le ofrecieron en el 2011 el papel de Tom Sawyer en la adaptación alemana de la novela de Mark Twain. Y a partir de ahí remontó el vuelo y se ha convertido en uno de los actores jóvenes más y mejor cotizados del cine alemán. Y lo perdimos de vista.
Llegó el nuevo televisor, y Diny está con él contenta como niño con zapatos nuevos. También lo estoy yo, pero porque Mirjam Mohr, de la redacción de la revista Ruperto Carola, a quien le escribí solicitando su ayuda para localizar unas publicaciones de Juan Ramón en Heidelberg, poco antes de su muerte, contesta mi email logrando una rara simbiosis entre mi nombre y mi apellido, y me llama «Estimado Bardo». ¡Por un momento me he sentido Shakespeare! Waw!
Hay dos cosas en la adaptación a TV de la saga de Gereon Rath, la famosa Babylon Berlin, que no me gustan para nada. La primera es que Gereon, un coloniense de pura cepa, hable como si fuese de Hannover, en el más puro alto alemán posible. Y la segunda, el hecho de que Charlotte se prostituya alguna que otra vez, cosa que en las novelas no sucede ni de lejos. Por todos los santos, no soy nada pudibundo, pero Charlotte es uno de los personajes más positivos de la saga de Gereon Rath y es una mujer libre y liberada, es decir, algo que no condice con prostituirse de vez en cuando por el simple motivo de mejorar sus ingresos o subir peldaños con su aspiración de llegar a ser detective investigadora en la brigada criminal de Berlín. Al nieto de mi abuela no le vengan con ese cuento. Y harto me extraña que el autor de la saga lo haya consentido.
Termino de transcribir y poner al día la terminología científica y política de mi cuento “Una historia del año 2492”, y me quedo muy contento con el resultado, pero lo voy a dejar dormir esta noche, y mañana lo repasaré hasta el más mínimo rincón antes de enviárselo a Kathyushka.
Weiß/Colonia, 5.10.
Me levanto a las 12:00 en punto y empiezo a sentir en el propio dormitorio los efluvios que llegan de la cocina, el olor inconfundible de un buen gulash cociéndose a fuego lento con los mejores productos de la mejor receta. Hmmmmmmmmmmm, qué buena cena nos espera.
Llamo a la Nena a su casa y esta vez doy con ella y conversamos un rato. Ninguna novedad por su parte en la familia. Yo le anuncio que el viernes 12 tal vez aparezca en Nexos un cuento que les he dedicado («Al clan de los Bada, en Huelva») y del que espero que les guste. Luego, después de colgar, me vuelve a aflorar la sonrisa al darme cuenta de que una vez más me he despedido –una vez más sin proponérmelo conscientemente– diciéndole «Adiós, hija, adiós». También es verdad que cuando estamos en Huelva y mis sobrinos (alrededor de unos 15) me llaman “tito”, siempre me cuesta asimilarlo. Y más aún cuando me hablan de “la tita” y resulta que se refieren a Diny. Pero eso de llamar “hija” a una hermana, como yo a la Nena, eso es arquetípico extremeño. «¡Son los genes, estúpido!», diría Clinton.
Willy en casa, llega a las 3:00 pm. Durante la cena (¡ese gulash!) rememoramos el viaje que hicimos en común a Berlín, en el 2006, donde también nos reunimos con Dieter, cosa que yo no recordaba. Pero tras la cena recurro a mi archivo y me encuentro el diario de aquel viaje y es en verdad una gozada: ¡qué bueno anotarlo todo en el momento y poderlo revivir en la lectura! La visita al Museo de Pérgamo y al de Die Brücke, y a la Casa Liebermann, y al memorial de Erich Wendt y el monumento al holocausto, un asomarnos a un mercado navideño (era en la semana a caballo entre noviembre y diciembre), el recorrer a pie el camino de los intercambios de espías en el famoso puente de las afueras de Berlín, la visita a la tumba de Kleist, y ¡ah, tanto recuerdo el que vive en esas páginas! De repente me doy cuenta de que estoy orgulloso de haberlo dejado todo por escrito, por lo que nos permite revivir de aquellos días. Este diario sirve para algo.
Gran documental sobre Los Beatles. Para mi sorpresa, ni Diny ni Willy quieren verlo. Pues como decía la abuela Remedios, «Con su pan se lo coman», yo lo he seguido hasta el final y he recordado tantas cosas viéndolo, tantas, tantas cosas. Y he vuelto a refrendar la opinión de John Lennon de que eran más conocidos que Jesús el de Nazareth (otra cosa no dijo, era demasiado imteligente como para desbarrar en el terreno minado de los ultramontanos). ¡Claro que eran más conocidos que el hijo del carpintero de Nazareth! Lo que pasa es que los cristianos miran el mundo con las anteojeras del Vaticano y las sectas seudocristianas, creen que todo el mundo es cristiano, sin darse cuenta de que el cristianismo es una secta cada vez más minoritaria, que sólo se mantiene a flote por la telegenia del Vaticano y sus audiencias públicas y sus fumatas blancas, toda esa bazofia, amén de por el proselitismo agresivo de todas las sectas gringas que se nombran cristianas y tienen de cristianas lo que yo de Archipámpano de las Indias.
Weiß/Colonia, 6.10.
Me he levantado con un Ohrwurm que ya sé que no dejará de sonarme por dentro a lo largo de todo el día. Es el tango “Sur” , una de las siete maravillas de la música rioplatense. Lo jodido del caso es que esa maravilla la profané una vez por hacer un chiste, y cada vez que resucita en mis oídos lo hace con la letra que le inventé entonces. Fue un día saliendo de La Modicana, con Julio, y le dije a Julio que ese barrio, Sürth, me evocaba mucho mi Güeno Saire querido. Julio no pudo sin sorprenderse y me preguntó por qué y yo le respondí con esa letra trucha que es la que me está sonando hoy todo día en los oídos: ♫ Sürth, / paredón y después, / Sürth, / una luz de almacén… ♫ ¡Homero Manzi que estás en los cielos, perdona mi desacato! Gracias, pibe.
***************THE END***************