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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 40 / 2022

De mi Diario : Semana 40 / 2022


 

Weiß/Colonia, 2.10.

2:00 am La lectura de Revolución me llevó a ver de nuevo Paradise Road [Camino al Paraíso], una peli admirable, como dejé escrito acá la semana pasada. Y el elenco es de lujo. En realidad se trata, en más de un sentido del adjetivo, de una peli coral, la mayor parte en un espacio muy reducido: un campo de concentración para mujeres, japonés, en Indonesia, durante la 2.ª guerra mundial.

Me levanto a las 11:11 am, la hora canónica coloniense, desayuno, copio todos mis archivos en USB (elemental medida de precaución e higiene virtual que practico puntualmente todos los domingos) y agendo en pantalla los meses de noviembre y diciembre. Me doy cuenta de que la agenda de Biden al lado de la mía debe parecer una excursión campestre. Eso aparte de que no es él quien la hace, seguro tiene un par de secretarias que son quienes la ponen al día.

Weiß/Colonia, 3.10., Día de la Unidad Alemana, festivo en el país

1:30 am : Pasaron primero, en el canal Arte, un reportaje sobre la puesta en escena de Peter Grimes, de Benjamin Britten, en la Ópera de Manaos, la de Fitzcarraldo; después un concierto bajo el título “[La música de] Violeta Parra Meets Jazz”, y por último La región salvaje, que no la he querido ver porque me siento extenuado, no la podría seguir con la atención que seguramente exige: la veré uno de estos días en la videoteca del canal.

Vamos con Rebeca, Angie & Vincent a almorzar en el chino de Rodenkirchen. Diny, Angie y Vincent (que pronto partirá rumbo a Kassel, donde ya consiguió un apartamento, cerca de la Universidad) pidieron rollos de primavera para empezar, Rebeca y yo nos abstuvimos. Luego Diny encargó un nasi goreng, Angie y Rebeca una ensalada de legumbres típica de Sechuán, Vincent pechuga de pollo bien picante y yo mi pescado de siempre, como siempre regado con dos copas de Chardonnay. Por último Diny un expreso, y Angie y yo nos repartimos una banana empanada y flambeada con Grand Marnier. Viva el lujo y quien lo trujo.

Después de leer mi diario, me escribe mi compadre José María, desde su beatus ille a orillas del Cauca, en la Antioquia de Ultramar: «Acojo tu comentario sobre las películas de Cantinflas; ese humor, aunque muchos adultos todavía las disfrutan, ya sólo son reminiscencias de la infancia. Como diría sobre Cartagena de Indias «el Tuerto López» (poeta casi también olvidado): es algo así «como el cariño que uno le tiene a sus zapatos viejos».

Pepe Baena me manda un email desde Valladolid dándome cuenta de la muerte de Jesús Quintero, y recuerdo lo que anoté en este diario, Sevilla, 12.2.2008, cuando tuvo lugar nuestro último encuentro: «Ana y Juan piensan que me gustaría salir en bici con ellos por Sevilla, porque Sevilla resulta que se ha convertido en una ciudad con una amplia zona peatonal en el centro y no sé cuántos km de ciclovías o bicisendas o comoquiera que se llamen. Pero yo prefiero caminar, y así vamos por la Avenida, esa que tantas veces recorrí como estudiante, yendo y viniendo entre la Universidad y mi pensión de la calle San Eloy. En un momento determinado le digo a Ana: «Mira, ahí va Jesús Quintero», y ella, que sólo lo conoce de la tele, me pregunta si estoy seguro, y para convencerla le doy un grito: «¡Jesús!»  Jesús se vuelve y lo despista mi gorra de visera, pero de repente pega un grito también él, a su modo televisivo que parece que ya debe de ser su segunda naturaleza: «¡Ricaaaardo Baaaaada!»  Nos abrazamos y conversamos un poco: a toda costa desea tener mi dirección, dice que me quiere entrevistar para su programa. ¡Pobre, si supiera lo que pienso de su programa, y que no es ni la mitad de malo de lo que pienso de quienes lo ven y lo admiran!…»

Recuerdo también lo que le escribí el 27.5.2006 a Andrés, quien había publicado en El Malpensante una réplica de Rocío a mi artículo sobre el flamenco de retorta, como lo llamo, haciéndole de paso un gran elogio a Jesús: «Mi viejo amigo Jesús Quintero (El Loco de la Colina según él), empezó a hacer radio en la Cope 14 de Huelva, asumiendo los turnos de noche de los cuales los locutores de plantilla se querían librar. Somos amigos y no tenemos mala opinión el uno del otro como personas. De hecho, hasta nos tenemos afecto. Ahora bien, yo, como profesional, lo clasifico –sobre todo en los últimos tiempos– de medianía para abajo, y si no soy más duro es nomás por el ascua de la amistad. Te reproduzco el párrafo que le dediqué en el diario de mi último viaje a Huelva, hace un mes, cuando mi hermana me instó –bueno, casi (¿casi?) me obligó– a ver su programa (“¡Pero coño, que es tu amigo, Ricardo!”): “Por la noche, en la TV, unas entrevistas del Loco de la Colina. La verdad es que tal como se presenta ahora Jesús, a mí me da vergüenza ajena. Esa impostación de la voz, esa manía de hacer trascendente y fundamental lo que dice, ese importantizar una serie de banalidades con apariencia de verdades esenciales, esa artificialidad, y sobre todo esos silencios que si acaso documentan su ignorancia, como dice sabiamente un amigo común [ULQ], y esa risa cloqueante y vacua, que tanto recuerda los versos de Machado: “será un joven lechuzo y tarambana, / un sayón con hechuras de bolero” En el caso de Jesús “el vacuo ayer” ha dado efectivamente “un mañana huero”. Amén dello, la falta de profesionalidad: a mitad de la entrevista con Felipe González, éste comenzó a tutearle, y Jesús siguió tratándolo de usted. Descortesía mayor no se conoce. UggggY sin embargo, por lo que oigo que comentan los demás, parece que el programa tiene éxito y que la gente estima a Jesús como una especie de genio mediático Así de bajo caen los parámetros cuando no hay elementos de contraste. Además de vergüenza ajena por Jesús (que se ha reducido a un busto, ni siquiera una estatua de sí mismo) me da pena por los telespectadores y por el público en general. No es por casualidad que en España exista la ONCE, pero me parece que va haciendo falta que funden la ONSE (que sería la organización nacional de los sordos españoles)”». Y que descanse en paz el amigo.

Weiß/Colonia, 4.10.

Me reconcilié con Cantinflas gracias a El extra, que es una peli suya que los cantinflófilos no suelen mencionar, y cuyo guion (tal vez el mejor urdido del equipo que colaboró siempre con él) le debe no poco a Pirandello, al mismo tiempo que se adelanta a The Party [de Blake Edwards con Peter Sellers] y a los Monty Python. Y la partitura de César Gustavo Carrión podría ser la de una comedia western, que también la hay, por ejemplo Two Mules for Sister Sara [Dos mulas y una mujer].

En La Modicana, hoy, Ulli una ensalada con setas y queso de cabra a la parrilla, Carlitos tallarines con salmón y mejillones, y yo los mismos tropezones pero con espaguetis. Y una comensal espectacular, de casi 2 m de alto sin contar los cm adicionales de unos tacones vertiginosos (debe padecer un complejo, paradójico, de inferioridad que compensa con semejantes taconesy pagando ella la cuenta de su almuerzo con alguien que puede ser su pareja o un gigolo)

Weiß/Colonia, 5.10.

2’15” am : Vi de nuevo El extra para corroborar mi impresión de ayer. Y la corroboro. Hay además, al final, con Cantinflas alejándose por una calle, una escena que a mi jucio es una homenaje mudo a Chaplin. Y ese final, con el roto comiendo su torta con jamón al pie del monumento al cine nacional… Chapeau!

A propósito del diálogo epistolar mantenido con Paola reflexiono en que tengo una inmensa experiencia como corresponsal. Desde que supe leer y escribir, y debido a mi buena letra, le tomaba a mano el dictado a mi madre, de las cartas que le enviaba a nuestros parientes en Fregenal (de donde vienen las dos ramas de mi familia), a Sevilla y a Madrid; y a máquina le tomaba el dictado a mi padre de la correspondencia de su fábrica. Más adelante, durante el bachillerato (que terminé en 1955), cuando mis amigos se ausentaban de Huelva por el servicio militar o de vacaciones veraniegas, me carteaba con ellos y hasta recuerdo alguna dirección que escribí en verso: «Va esta carta dirigida / a don Francisco Javier / Blanque Heredia que reside / calle San Juan 1 y 3 / de Buénaga, la ciudad / del vinillo moscatel. / Señor cartero de Buénaga: / ¿qué más datos quiere usted?», y la carta le llegó a Málaga a mi amigo FJBH, quien me contestó muerto de la risa para decirme que ya estaba en sus manos. Soy un animal epistolómano, lo he sido toda mi vida. He escrito miles y miles de cartas y tengo un olfato especial para detectar el tono en que debo dirigirme por escrito a una persona. Un día de 1982 estaba en Madrid en busca de material para una miniserie radial sobre Ortega y Gasset (con motivo del centenario de su nacimiento en 1983). Desde el hotel donde me alojé, el Palace, cerca del Museo del Prado, llamé por teléfono a doña Soledad Ortega Spottorno, su hija y presidenta, entonces, de la Fundación que lleva el nombre de su padre. Me atendió su secretaria y me dijo que la solicitud de la entrevista debía hacerla por escrito. Me senté a la mesa de mi habitación y escribí una carta personal, nada oficiosa, a doña Soledad, y fui a entregarla en mano al portero de la casa donde ella vivía, en la calle Alfonso XII, frente a las verjas del Retiro. Menos de una hora más tarde sonó mi teléfono en la habitación del hotel y me identifiqué con mi apellido, como se hace en Alemania: «Bada». «¿Es usted don Ricardo Bada?» «Sin don, ese era  mi padre, soy Ricardo Bada». «Soy Soledad Ortega Spottorno. Comprenderá usted que después de leer su carta no tengo más remedio que concederle la entrevista que me pide. Venga esta tarde a las 5, tomaremos el té y luego grabamos la entrevista». Quedamos luego bastante amigos, y hasta me entregó cartas manuscritas de su padre (de cuando estudió acá en Alemania, en Marburgo) para que las fotocopiara e hiciese de ellas el uso que mejor le conviniese a mi miniserie. Y con Paola, la Licenciada (y pronto Maestra) Tinoco, desde el vamos supe cuál era el tono en que le tenía que contestar. Y funcionó, y cómo.

Weiß/Colonia, 6.10.

1:50 am : Un nuevo episodio de la saga El joven Morse. El último de esa temporada. Me temo que nos vamos a ver privados de ver la siguiente hasta dentro de un par de semanas. Los programadores del canal son evangélicos, como diría Óscar Dominguez: sus manos derechas no saben qué es lo que hacen sus manos zurdas. Óscar solía decirlo de los pies del Pibe Valderrama si jugaba un mal partido.

Había convenido con Paola que me llamaría desde México a las 20:00 hora europea, las 13:00 hora chilanga [«Pena penita pena que la cita no sea de córpore insepulto, pero acá te espero, a la hora señalada, Licenciada. Al pié del cañón que no se llevaron para Bachimba. Taconazo y tentetieso, el cabo furriel Ricardo»]. A las 20:33 le mandé un email: «Desde el banco de la pacencia [sic]…en Colonia. Llevo esperando media hora tu llamada, Licenciada. ¿Qui’hubo?» Me contestó a las 20:45: «Querido Rick,  se me fue la luz por las lluvias y acabo de recuperar comunicación: ¿me permites que la hagamos ahora mismo?» Le contesté dos minutos más luego: «Vale, espero la llamada». A las 20:43 me vuelve a enviar un email: «Me sale que no está disponible, marqué 004922361179», seguido de otro, tres minutos después: «Así son las grandes citas, se hacen esperar». Regreso de la cocina, donde fui a servirme un vaso de leche y veo esos dos emails, que contesto ipso fuckto a las 21:01: «El teléfono es 0049.2236.61179, te faltó un 6. Vale, sigo esperando». Pasó un minuto y sonó el telefón que contesta: ¡Paola! Tiene una voz que me encanta, y casi sin ese acento que reconocemos como mexicano desde que empezamos a ver su cine, desde finales de los 40s. Tras la grabación, que tuve que interrumpir dos veces a causa de una notificación de AVG que me tapó el texto para avisarme de que no estaba activado mi dispositivo de seguridad VPN, constato que ha durado 17’, dos más de lo previsto, pero creo que editando las dos interrupciones serán no más que 16’ y algo, y le propongo enviarle el texto marcando en amarillo un pasaje que puede sacar para quedar en el molde de los 15’, pero me dice que no, que el texto se quedará completo, poco más tarde me manda un nuevo email: «Qué dicha conocer al gran Ricardo Corazón de Pantaleón, que además, tiene muy buena voz para la radio. Que no vaya de visita yo a Colonia porque ahí me tendrás tocando la puerta para que me invites un café. Te mando un abrazo bien grandote. Tu comadre, más que licenciada y maestra, Paola Tinoco». Y yo le contesto al tiro: «Me encanta que seas mi comadre. Y si vienes a Colonia a lo menos que te invito es a comer en alguno de mis restaurantes preferidos, dependiendo de qué comida más te gusta: china, italiana o coloniense. Un beso y un abrazo con apapachos. Rick». Paola me llama así desde que le envié hace un par de días la línea final del guion de Casablanca: «Rick: Louie, I think this is the beginning of a beautiful friendship». Ganar una amistad más es lo que más me enriquece. Y cuando no, siempre me quedará Los Ángeles.

Weiß/Colonia, 7.10.

2.00 am : Me sorprendo pensando en amigas nuy queridas con quienes me habría gustado hacer el amor, sobre todo, aunque también, por conocernos de la manera más íntima que lo podemos hacer los humanos. Los no humanos no, para ellos se trata sólo del chip de la conservación de la especie, el que les insertó simbólicamente Darwin en las islas Galápagos. Pobres tipos, diría Cortázar.

Diny en su “residencia de día”, el bus ad hoc la pasó a recoger a las 9:15 am. Paso las horas leyendo el diario mientras hago mi desayumo tan tardío que es casi un almuerzo, los imgleses lo llamarian “brunch”; y luego despacho correspondencia, leo uno de los relatos en el último número de la revista bimestral Crime (el caso del niño almeriense asesinado por una emigrante dominicana), bebo un vaso de leche y me voy a dormir la siesta. No tengo ganas de hacer absolutamente nada, y el caso es que debo enviar la semana próxima tres articulos, a Vasos Comunicantes, El trujamán y Árbol Invertido. Y sólo tengo una muy vaga idea de lo que voy a escribir. Ya veremos qué se me ocurre.

Dejé abierta la puerta del dormitorio para oír si de repente Diny tocaba el timbre y me llamaba desde abajo para ayudarla a subir la escalera. No hubo necesidad, subió sola y lo primero que hizo fue venir a ver si seguía durmiendo y preguntarme qué cena podía hacerme. Le dije que viera su tele y yo me haría algo para cenar. Lo hice cuando ya ella se ha ido a dormir, después de que le aplicase el gel que le recetó la Dra. Súlimma y debo gotearle en los ojos una vez a la semana. Me cociné unos frijoles Kidney cocidos a fuego lento con ½ taza de caldo de carne de res y ½ docena larga de rodajas de un buen chorizo seco. El buey suelto bien se lame, pudiera haber comentado mi abuela Remedios.

Todos los comentaristas coinciden en señalar que Annie Ernaux es la decimoséptima mujer en ganar el Nobel de Literatura, y la quinta en la última década, pero nadie destaca que también es la primera francesa en obtenerlo. Los académicos suecos no consideraron nobelizables a Colette ni a las dos Margerites (la Yourcenar y la Duras) ni tampoco a Simone de Beauvoir: la otra Simone, Weil, murió demasiado joven, sólo 34 años, como para haber tenido una chance de ser nominada. Así es que antes de Annie Ernaux ha habido francesas ganadoras del Nobel de Química, de Física, de Medicina, hasta de Economía, pero ninguna se alzó con el de Literatura. Espero que en su discurso en Estocolmo reivindique a las ninguneadas.

Weiß/Colonia, 8.10.

2:30 am : Acabo de ver en la tele un largo documental sobre el dizque Arca de la Alianza. Me planteo una vez más la serie de mentiras, supersticiones y supercherías en que se basan las religiones y sus dizque libros sagrados. ¿Cómo es posible que el dizque homo sapiens no haya nunca mirado entre las bambalinas? Los incas aseguraban que sus santuarios, en lo más alto de los Andes, sólo podían ser hollados por sus sacerdotes, que eran los únicos habilitados para relacionarse con los dioses. Y juro que la primera vez que lo leí, como de toda mi vida he sido un innato contestatario del idioma, me dije: «O sea, que los albañiles que los construyeron fueron sus sacerdotes». La religión me ha parecido, desde lo más profundo de mis recuerdos, una estafa a la inteligencia. Y lo que más perplejo me deja es que hay seres humanos inteligentísimos que han sido religiosos y han creído en sus dioses, lo que, eso sí, es una prueba tácita contra la existencia de un Dios. Al menos eso. La clase sacerdotal es una clase criminal. De guante blanco y, en el caso del Vaticano, de calcetines morados.

Acabo de repasar estas anotaciones de la semana para subirlas al portal de Fronterad y preprogramar el texto para las 0:01, como todos los sábados. Estoy esperando que mi comadre me pase el enlace con el acto del homenaje a Héctor donde participo con el audio grabado ayer (en el programa figura como video), si es que lo transmiten en  vivo a las 23:00 de Weiß que son las 16:00 en Monterrey y puedo seguirlo desde mi segundo ego, esta computadora que tanto sabe de mis desvelos. Oremus.

*******************THE END******************

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