Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 42 / 2023

De mi Diario : Semana 42 / 2023

Rodenkirchen, 15.10.

Me desperté a las 3:20 am y ya no pude volver a conciliar el sueño. Y con la sola pausa del almuerzo en el chino, con Chico, a la cama de nuevo hasta las 7 de la tarde. Esto no puede seguir así. Ni siquiera me he despedido de Chico cuando se fue porque tenía un doloroso ataque en el tobillo derecho, y que repercutía en el izquierdo. Me pasé quejándome la mitad del tiempo, pero Diny no me oye, y a Chico  le debe parecer que no es para tanto. Como él no lo sufre

Y mañana tengo el día completo con citas. A las 11 donde la oculista, Frau Dr. Sulimma, enfrente del ReWe, al otro lado de la calle. Y a la 1:00 pm, si han terminado las obras de mantenimiento en el ascensor del edificio de los médicos en la Maternusplatz, me tendré que poner en manos de Frau Dr. Decking, mi odontóloga, para que me implante la corona definitiva de los dientes delanteros superiores. Las obras estaban previstas para comenzar el 2 de este mes, y estar terminadas ayer sábado. Pero todo eso es muy aleatorio, no creo recordar el caso de que un trabajo se terminase en la fecha prevista. Oremus, mañana no tengo ánimos para enfrentarme al bisturí de agua a presión.

Anteayer se me olvidó anotar, y ayer también, que el viernes y el sábado han sido dos días muy ventoso, de vientos fuertes, sin tormenta, sólo viento, viento y más viento. Uno que se metía por todos los resquicios de esta casa, que son miles, porque de todas las puertas de la misma sólo las metálicas y encristaladas llegan al suelo: en las demás, en todas ellas, hay abajo un resquicio de aprox. 1 cm  para dar paso libre a los cables que van de una habitación a otra y para que se ventilen las habitaciones, Con el resultado de que los vientos asaltan el Maternus, y especialmente en la noche ululan desoladoramente, insistentemente, de una manera lúgubre, de tal forma que si uno se asoma a la puerta de su apartamento (lo he hecho) y mira los larguísimos, interminables corredores de esta casa, se siente más en el plató de una peli de terror que en una Residencia de la Tercera Edad.

Rodenkirchen, 16.10.

Me desperté sobre las 4 am, y de nuevo el mismo cantar, no puedo conciliar el sueño.  A las 10:45 me pongo en camino para ir a la oculista, tiene su consultorio frente por frente al Maternus, al otro lado de la calle. Nos conocemos casi desde que se estableció, hasta creo que puedo haber sido su primer paciente, estaba embarazada de su primer hijo, así es que nos tenemos mucha confianza, de modo que lo primero de todo me pregunta por Diny, conversamos el tema con la triste certeza de lo ineludible. Por otra parte parece que va siendo hora de que me operen de cataratas. Me da un envío para un Herr Professor en la clínica de Santa Isabel. Antes de despedirme quiere tomar más notas para el Herr Professor y me atizan dos dosis sucesivas de gotas para agrandar las pupilas. Eso fue sobre las 12:15, y desde entonces hasta que hace un rato me levanté de la cama, he estado perseguido por un resplandor que me cegaba en parte. O De la Medicina como paso previo a la tortura.

Y de la oculista pasé a ponerme en las expertas manos de la odontóloga. Porque experta sí que lo es esta Dra.Decking, que trabaja con el cuidado y el amor al pormenor que solo encontramos entre los orfebres. Hora y ½ le ha dedicado a mis tres dientes delanteros superiores, y tendré que volver el miércoles de la semana próxima porque antes de encasquetarme la corona tiene que acabar con el nervio del diente que no pudo salvar y que no puede quedarse ahí so pena de que se infecte un mal día y haya que recomenzar la faena. Pero, me dice, esa raíz es tan tenaz y tan tenue al mismo tiempo, que no he logrado darle el descabello definitivo, Le pido permiso para quedarme en la sala de espera hasta que se me pasen los efectos de la anestesia y los deslumbramientos fruto de las gotas ópticas, la madre que las parió. Me quedo allá hasta las 2:45 pm. Qué descanso.

De la odontóloga pasé al Bistro Verde y a Liviu, el camarero de quien ya sé que es rumano, y que se llama así, le pedí nada más mi Chardonnay. Pero luego pensé que no podía quedarme sin almorzar y le pedí algo ligero para cucharear, la sopa renana de papa, que es una especialidad de esta comarca y acá la preparan exquisita. Y del BV y con el bus llegué a la siguiente parada, delante mismo de la fachada del Maternus y me fui derecho, deshecho, a la cama, no sin despedirme de Rebeca, quien desde las 11 ha estado ayudando a Diny en un montón de tareas. He dormido hasta las 8:00 pm.

Rodenkirchen, 17.10.

8:00 pm : Tengo la impresión de haber pasado el día entero en la cama. Me levanté a las 7:20 am, me cepillé los dientes, me aseé, desayuné y me vestí como para salir corriendo, previo paso por el WC,. cuando llame Ulli. Y me tiendo en la cama, sin más. Llama Uli a las 12:00 en punto, salen ya para acá, voy al WC, me refresco la cara, me despido de Diny (quien es la primera vez en meses que no me reprocha que no la lleve a La Modicana; la mano izquierda de Rebeca, ayer, que le pedí que le dijese que no me hiciera la vida imposible todos y cada uno de los martes, parece haber hecho efecto). En La Modicana la sorpresa de que no están Gabi ni Carlo, Llegarían más tarde, se les pegaron las sábanas. Ulli encarga la misma monumental ensalada de la semana anterior, Carlitos unos ravioles que tenían muy buen aspecto, y yo mis mejillones. Por cierto que le dije a Minou: «Lo mismo que no escatimo elogios cuando la comida es buena, y suele serlo, tampoco me callaré la críitca. Estos mejillones de hoy, un tercio venían calientes, como recién cocidos; otro tercio venían tibios, y el tercio final venía frío». Minou no está acostumbrada a mi crítica gastronómica negativa, de manera que se va sin replicarme y la siento cuchichear en la cocina con la signora. Pero la signora no se digna ver. Malo, quiere decir que sabe que tengo razón. Ulli y Carlitos me dejan en el Maternus a las 2:30 pm, llego al 230, Me desvisto, me pongo el pijama, me acuesto. Hasta hace unos 15 minutos, que son los que llevo escribiendo.Y en realidad me he levantado porque no puedo dejar de tomar algún alimento, un vaso alto lleno de gazpacho, otro de leche. Mientras escribía las líneas precedentes tenía prendido el termómetro en el sobaco. Lo consulté hace unos 5’, señalaba 38º5, así es que Paracetamol al canto. Y ahora veré alguna peli para luego tomarme los 2 whiskies autorizados por Sirio. Y al catre otra vez. Esperemos que el Paracetamol obre milagros y no tenga fiebre mañana, que viene Montse. Oremus.

Rodenkirchen, 18.10.

Tentado estoy de repetir lo escrito el martes, ayer, porque este día es como una especie de copia carbónica del de ayer y hasta me acabo de levantar a las 8:00 pm. La única diferencia notable es que hoy, en vez de ir a La Modicana con Ulli y Carlitos, he ido al Steep’s con Diny & Montse. Ellas dos se fueron a las 11:15 a pasear por el Rhin, y al llegar a lo de Tomp encargaron Reibekuchen (Diny con puré de manzanas, Montse con salmón ahumado) y yo mejillones à la Provence, que he comido sin ganas porque ni ganas de comer tengo. Llamó Sirio durante el almuerzo y preguntó lo primero por Diny. Le contesté la verdad, que está bien  Porque está bien, basta mirarnos. Aunque sólo soy dos meses y siete días mayor que ella, soy un deshecho humano, un viejo carcamal, una piltrafa. Y ella parece como si mañana pudiera salir a reanudar la Guerra de los Ochenta Años. Aunque ya lo tiene duro («peludo», diría Cortázar), porque sin memoria ¿dónde acudir  a pelear, y con quién? Bueno, esto es, ya, casi humor negro, así es que lo dejo acá.

A Sirio le pregunté si es que tengo que ponerme la inyección de refresco de la vacuna contra el covid, y me dice que sí, y que también la vacuna contra la gripe. Le arguyo que nunca me he vacunado contra la gripe y nunca la he padecido. Me contraarguye que actualmente hay una epidemia de gripo en España y que soy español, y aunque la Genética me haya respetado 84 años, pudiera ser que ahora empezase a faltarme al respeto. Le cuento luego lo de mi feroz resfriado («No, no tengo fiebre») y me receta ACC 600, como a Diny la semana anterior. Me dice que está mandando la receta por fax a la farmacía para que ya me la despachen hoy, aunque la receta en papel llegue mañana. Y que el próximo viernes, el día en que se me acaban las diez cápsulas de ACC, vendrá a vacunarnos a Diny y  a mí, acá en el Maternus, y a lo mejor después podemos ir a almorzar juntos en el chino.

El correo me trajo el nuevo libro de Yolanda, Negra Caridad. Se lo agradeceré mañana en un email, pero no tengo ni la más remota idea de cuándo le podré echar un ojo

Rodenkirchen, 19.10.

Los días se me repiten de una manera tan consecuente consigo misma que dispone de mi tiempo como le da la real gana. Si me pongo  a recapacitar a estas horas de la noche, qué es lo que he hecho en el correr del día, la respuesta inmediata sería que nada. Diny preguntó que adónde íbamos a comer hoy, le contesté que  a ninguna parte y me repitió la escena de que en ese caso iría sola al chino. Sólo tuve que recordarle lo que le había dicho días atrás Rebeca al respecto. Bastó decírselo para que arriase las velas. No creo que sea porque recordara lo que le dijese Rebeca, sino sencillamente porque sólo los nombres de sus hijas (en especial el de Rebeca) le imponen respeto. Su razonamiento, o lo que sea, tiene que haber sido algo así como: «Hace un par de días Rebeca me explicó por qué no puedo ir sola al chino ni a ninguna parte, y me convenció. La pena es que no recuerde lo que me arguyó». Dicho sea de paso, yo también lo ignoro, pero Rebeca es la “mujer fuerte” de que habla la Biblia, estoy seguro de que supo encontrar las palabras precisas.

Le doy las gracias a mi Anotota del alma por haberme enviado esta anécdota maravillosa y que no conocía: «Lee esta historia se que te va a gustar En una nota titulada “Una mujer muy bella”, Borges relata esta anécdota: ”Estaba en Montevideo en un almuerzo de escritores. En realidad no sé cuántos años hace de esto, treinta o más, no recuerdo. Había mucha gente importante Me llamó la atención una señora de belleza casi alarmante. Me senté a su lado. Hablamos de todo. De la Argentina y de la República Oriental, de nuestros escritores y poetas. Por supuesto, no sé si por mera cortesía o por congraciarme con ella hice el panegírico de Herrera y Reissig. Ella, por no ser menos, el de Lugones. Era una carrera de virtudes literarias que no paraba. Mientras mi interlocutora se empecinaba en las dotes del argentino, más insistía yo en el oriental. Y así durante dos horas que no resultaron largas. A los postres, y quizá un poco cansado, le pregunté:
—¿Y usted, quién es?
—Me llamo Juana de Ibarbourou, ¿y usted?
—Yo me llamo Jorge Luis Borges.
No nos veríamos nunca más”.
¿Puede existir una anécdota más bella?»

Rodenkirchen, 20.10.

La única novedad respecto de los días anteriores es que por primera vez desde hace mucho tiempo, he dormido hasta las siete, aunque al despertar le precediese un semisueño del que recuerdo bastante: estaba metido de hoz y de coz en la creación de un texto dramàtico descolgado de Crimen y castigo. El prodecimiento habría de ser gráfico, escrito en anchas líneas de las habituales en los telegramas. En ellas se les daria voz al comisario Porfiri Petrovich, quien descubre al asesino de la usurera, es decir, a Raskolnikov; al propio Raskolnikov; a la inefable Sonia;  a la usureraFue una ensoñación de duermevela que no sé adónde hubiera ido a parar si las 7:30 am no hubiese sonado el timbre de la puerta anunciando la llegada de la ATS que venía para asear a Diny y vestirla.

De todos modos, el resto del día lo he pasado en la cama, ganando reposo y castigando al resfriado en un rincón, con los brazos en cruz y sosteniendo en las palmas de sus manos un ejemplar de la Biblia y otro de de las Obras Completas de Shakespeare. La única pausa ha sido al mediodía, desafiando a un sirimiri vergonzante (¿qué se la ha perdido a un sirimiri en Colonia, por qué no estaba cayendo en Euzkadi, que es lo suyo?) y acudimos al chino, donde ya saben lo que vamos a beber pero primero lo preguntan, no como Minou, Tom o el trío del Bistro Verde, que nos lo traen sin que se lo pidamos. La cortesía china no la colgaron en la puerta al venirse a vivir y a trabajar en la rudimentatria Europa.

El Cabezo de La Joya, en Huelva, le hace honor a su nombre. Tan sólo el tesoro arqueológico que posee lo convierte desde ya en una especie de “Noli me tangere”. Pero es que además está su valor paisajístico, inseparable del perfil de la ciudad. He seguido desde acá lejos el empaño de Alicia, la mujer de Guillermo, y de su grupo “Huelva Te Mira”, para que la urbanística municipal no acabase con esa joya, creando ahí una especie de Disneylandia de vía estrecha, o de trocha angosta, como se dice en Argentina y me gusta más. El Ayuntamiento, empeñado en una idea del progreso que periclitó ya en el pasado siglo, quería seguir adelante con sus planes urbanicidas, y “Huleva Te Mira” tiró su guante al palenque, en clara señal de desafío y elevó el proceso a la instancia más alta, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que acaba de darle la razón. Pienso en lo hermoso del resultado porque no puedo olvidar que en el terremoto de Lisboa, el de 1755, que se continuó con un tsunami en las costas de Huelva, el Atlántico penetró tierra adentro en la ciudad y casi la destruyó, pero no pudo con los doce cabezos, doce, como las colinas de Roma Ellos resistieron. Igual que lo hizo “Huelva Te Mira”, contra el tsunami municipal y espeso. Esta noche, el primero de los dos whiskies que se me permiten, lo haré a la salud de la gente de “Huelva Te Mira”.

No es normal, ni aceptable, que en este país te llamen por teféfono después de las 22:00. Es una ley no escrita. Miré pues el reloj cuando sonó la señal de mi celular, las 22:35. Aposté por Arzola, gané. Era Arzola, a quien pensaba llamar mañana para decirle que de la semana próxima no pasa que venga a reparar la avería de mi compu. Quedamos en que pasará el martes a las 3 pm. Veremos.

Rodenkirchen, 21.10.

Con la breve pausa del desayuno y el aseo, y la más dilatada del almuerzo, he pasado todo el día en la santa cama y me levanté hace un rato, a las 7:30 pm. Ya tengo íntimamente decidido que así no se puede seguir, pero no sé qué hacer en contra. Y creo que todo el problema se concentra en el punto de si quiero seguir viviendo, y la respuesta tácita es que no. Pero la que se impone es que sí. Yo no quiero seguir viviendo esta vida que creo que no me he merecido y que agota tanto mi paciencia como mis cuerdas vocales. Yo no sé cuántos años me quedan por vivir, pero el pronóstico es que serán como este miserable 2023, y la expectativa no me seduce para nada. En fin, mañana vendrán Rebeca y Montse, Montse sacará a pasear a Diny en una silla de ruedas que encargué ayer, y yo me quedaré con Rebeca para discutir a calzón quitado este asunto, por primera vez con alguien de mi familia (aunque Paul ya supo algo de ello el sábado anterior y lo hice llorar, no me lo perdono).

En la duermevela de esta tarde he tenido un sueño rarísimo en el que me encontraba con mi padre y charlábamos de todo un poco. Luego, cuando su figura se esfumó, de repente me dio una vergüenza infinita porque hoy habría faltado al trabajo, al menos desde el mediodía. Y sobre todo lo que más me avergonzaba es que, respondiendo a su espíritu tan bondadoso (¡mi padre era bondad pura!), no me había hecho ningún reproche. Y cuando más avengonzado estaba recordé que mi adorado padre lleva 45 años muerto y que desde el 31.12.99 no tengo ninguna obligación laboral de ninguna clase. A no ser, claro, la escritura de este Diario.

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