Weiß/Colonia, 21.10.
1:15 am : No me pierdo nunca una peli de Melville cuando la pasan por la tele. Esta noche ha sido Le flic [Crónica negra], que ya he perdido la cuenta de las veces que la he visto, y siempre me sorprende. Pero esta ha sido la primera vez que se me ha ocurrido buscar mis viejas guías de la Renfe, para ver la ruta del tren expreso nocturno a Lisboa donde piensan dar su golpe los gángsters, saliendo de París–Austerlitz y pasando por Burdeos, Hendaya, Irún, San Sebastián, Miranda de Ebro, Burgos, Medina del Campo, Salamanca, Fuentes de Oñoro, Vilar Formoso, Pampilhosa (donde una parte del convoy seguía viaje a Oporto) y Coimbra–B, hasta llegar a Lisboa–Santa Apolónia. Viajar en tren ha sido de siempre una de mis grandes pasiones. En el 68, en septiembre, cuando levanté nuestro piso en Huelva porque tomé la decisión de regresar a Alemania, lo hice cargado de maletas con mucho del ajuar familiar (el resto lo facturé), y para evitarme el transbordo en París, de la estación de Austerlitz a la del Norte, viajé a partir de Sevilla, por Valencia, Barcelona, Port Bou, donde cambié de tren a Cerbère, Narbona, Avignon, Lyon, Ginebra, Basilea, Karlsruhe, Maguncia, Coblenza, Bonn y Colonia, una paliza de casi dos días de tren, pero qué buena experiencia viajera. Que además hice teniendo como lectura uno de mis libros favoritos, Memorias de un vagón de ferrocarril, de mi muy querido Zamacois, hasta donde sé la primera novela en la historia de la literatura donde un objeto es el narrador.
El episodio de hoy de la serie El joven Morse es de lo mejorcito en su género. Qué serie ésta, tan buena y con unos personajes tan bien actuados. Creo que ya sé lo que me voy a mercar para darme una alegría el Día Internacional del Regalo.
Diny sabe que mi flor es el gladiolo. El viernes compró un ramo de diez tallos, y lo ha colocado en un jarrón de vidrio sobre el suelo del living, delante del televisor. Tres noches, con esta, he ido siguiendo el proceso de floración, cómo es que se abren los capullos, y cómo ahora se ve el conjunto cual si hubiera sido dispuesto por algunos de los grandes bodegonistas neerlandeses del siglo XVIII. ¡Mare mía de mi arma, cabe tanta hermosura en diez tallos verdes tachonados de unas tocas blancas que parece que fuesen mariposas dormidas, o un convento de monjas de clausura jibarizado! Mañana, creo, será el día cuando estarán en su pleno esplendor. Y no poder decirle a ese momento: «¡Detente, eres tan bello!» Y mucho menos no siendo Goethe.
Weiß/Colonia, 22.10.
Madrugo, o sea, me levanto a las 8:05 am para hacer mis abluciones y aseo matinales, afeitarme y desayunar tranquilo, y llegar puntual a mi cita de las 9:50 en el Centro radiológico 360º, en Rodenkirchen, al lado de la parada del bus y el tranvía. Pero a las 8:10 suena el teléfono y es que me llaman del tal Centro para comunicrme que tienen una averìa en el tomógrafo y me preguntan si puedo trasladar la cita al 16 de noviembre. Contesto que sí, a condición de que lo apruebe mi neumóloga, y la llamo y me da luz verde para el 16.11. (¡yo pensaba que se iba a indignar!), pero me recuerda que debo pasar esta tarde a recoger un aparato para controlarme durante la noche el estado de mis bronquios y pulmones. Regreso a la cama hasta el mediodía.
Montse y Frank se han ido a Normandía, con Henri, de vacaciones. A Paul y Oskar les queda el consuelo de que la abuela va a ir un par de veces a cocinar para ellos, pasar la aspiradora, etc. Paul, por cierto, renqueante el pobre muchacho, pasó por acá para dejarle un papelito a Diny reseñando las horas que van a estar en casa durante los días hasta el domingo, cuando regresen sus padres. Pero en realidad vino a otra cosa. Para los abuelos, los nietos tienen el cerebro de cristal, podemos leer en ellos como en un libro abierto. Y yo soy buen lector.
Desde la vieja Barcino, Carles me cuenta lo siguiente: «Esta mañana he tratado de explicar a los de primero las características de la tercera persona omnisciente en el relato clásico. Que si el narrador lo sabe todo, que si eligen una voz así se sentirán jugando a los Sims, que si parece que narra desde todas partes… En fin, cuando parecía que lo había conseguido, me he atrevido a preguntar si podían deducir por qué recibía ese nombre. Nadie respondía. He dado una pista: “Se llama así porque en latín «omnia» significa…” Una mano se levanta: “El nombre viene de OVNI. Por eso el narrador ovnisciente lo sabe todo, lo ve todo desde arriba”». Tableau!
En lo de la neumóloga para lo del aparatico controlador de mi sistema pulmonar. Lo programan para que empiece a funcionar a las 11:55 pm de hoy hasta las 8:30 am de mañana. A la manera de las azafatas en los aviones explicando las normas a seguir en las emergencias, la asistenta de la Dra. me ilustra acerca de cómo debo aplicarlo sobre mi cuerpo. El primer elemento debo prenderlo con dos clips a ambos lados de la chaqueta del pijama y a la altura del corazón. El segundo debe colgar del primero, vertical derecho hasta el pubis. Ambos anudados alrededor del torso con unas cintas elásticas blancas. El tercer elemento lo inventó Torquemada un día que tenía dolor de muelas y consiste en un tubito de plástico transparente en forma de dogal, conectado al primer elemento, y que debo pasarme por detrás de las orejas para que puedan entrarme en las narinas dos extremos puntiagudos en forma de horqueta, y asegurar que queden fijos ahí jalando del dogal hasta ubicarlo debajo de mi barbilla. Amén de todo ello un control supletorio es un cuarto elemento que debo portar como un reloj de pulsera, del que parte un cable terminado en una pinza para el dedo medio de la mano zurda, con una lucecita de control: roja, claro está, como si fuese el anuncio de una casa de putas. Lo positivo es que no es obligatorio que además agite alegremente una banderita con el logo de la firma fabricante del artefacto. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.
[En mi honor debo decir que he preferido escribir esta entrada en vena humorística, pero debo añadir, ahora en honor a la verdad, que la demostración de la asistenta– una pechugona de muy buen ver– asimismo hubiese podido escribirla como si fuese una escena de cine porno].
Weiß/Colonia, 23.10.
2:30 am : Admirado Anthony Hopkins: Antes de irme a la cama he tenido el capricho para nada narcisista de mirarme en un espejo, a ver qué aspecto ofrezco “decorado” con un artilugio que durante la noche controlará mi sistema pulmonar. Y desde ya le digo que sólo me falta el bozal para ser su vera efigie como Hannibal Lecter. Ay.
Ayer me pidió José María que le explicase lo del diámetro humano de mi pizza en el almuerzo del pasado martes. Se lo explico: «Es una de nuestras viejas bromas en La Modicana. Carlitos, p. ej., come los espaguetis con cuchara, y por eso a la cuchara dimos en llamarla «la tecnología [pronunciar «teknoloyía», y todo con acento italiano] tedesca». Y yo, que soy de poco comer, siempre le pido a la camarera que me sirva «una racione umana, non tedesca»: y es que aquí las raciones que te sirven son como para Gargantúa y Pantagruel (y hasta un invitado)». Y hoy, por ejemplo, me han servido mis espaguetis à le pauvre Jean, con sólo mantequilla y parmesano, a la medida exacta de mi hambre, ho anche fatto la scarpetta, incluso he rebañado el plato con pan hasta dejarlo sin necesidad de tener que pasar por el lavavajillas.
Asimismo a propósito de mi diario, mi deuda estherna me escribe desde la provincia: «También me estafaron con El Cigala o como se llame ese patán que dicen que canta y que en Berlín –hace ya unos siete u ocho años– dio un concierto donde parecía mal drogado, tan espeluznante ¡y además carísimo! Así que también lo he puteado de arriba abajo y no me olvido… ¡Nunca más ese chanta!» Prudente la petisa, no quiso despectivizarlo todavía más como chantapufi. Ella me dice que “chanta” es más fuerte que “chantapufi”, y yo le replico que “chantapufi” es más despectivo que “chanta” a secas, del mismo modo que “tonto del culo” es más despectivo que “tonto” a secas. Quedan las espadas en alto.
Weiß/Colonia, 24.10.
2:00 am : Sigo con la relectura de los dramas de Ibsen y esta noche le tocó el turno a La dama del mar. Creo que es uno de los pocos de Ibsen, si no el único, donde la mentira vital no es el motor de la acción. Casi no parece suyo, pero lo es. Lo que pasa es que si uno lee su obra de la manera cronológica que yo lo hago, te das cuenta de que después del titánico esfuerzo de los cinco primeros dramas (Los pilares de la sociedad, Casa de muñecas, Espectros, El enemigo del pueblo y El pato silvestre), todos y cada uno de ellos una obra maestra, a Ibsen le cuesta levantar el vuelo para volver a hacerlo en esas alturas hasta él mismo inalcanzables desde un Shakespeare, un Calderón, un Schiller. Y a renglón seguido del suyo, un Pirandello.
Diny no acepta interiormente la existencia de tanta maldad como la que significa el asesinato de Yemal Kashoggi en el consulado saudí de Estambul. Su repulsa del hecho se manifesta hasta en insomnios. Y yo puedo entenderlo. Sólo quienes sabemos que el ser humano es un hijueputa irredimible, estamos en condiciones de digerir un crimen como este. Aunque no solo nosotros, claro está, sino también quiénes los cometen. Yo me pregunto con qué cara se sientan a comer a la mesa familiar los soldados argentinos que arrojaron –drogados, pero vivos– a cientos, miles de compatriotas, desde aviones holandeses, a las aguas de la desembocadura del Río de la Plata. Mientras era ministro del gobierno el padre de la actual reina de los Países Bajos, a la cual no le cargo esta acusación, pero tampoco deseo que se olvide su causa.
Pasan por el canal Arte un documental acerca de los techos de Barcelona, que ya vimos meses atrás pero vale la pena volver a hacerlo. En lo que entonces no reparé es en un pormenor que detecto ahora, cuando una PR muy activa cuenta de la habilitación de terrazas [=azoteas en este caso] para conciertos, y hablando del que presentan en ese momento dice que se trata del «de una cantante de Barcelona que ha hecho suya la música popular portuguesa, y mezcla en sus canciones la lírica catalana con el fado portugués». Santo y bueno, sólo que lo que canta en ese momento es una copla flamenca del canon más ortodoxo, nada menos que “Tatuaje”. Ay.
Weiß/Colonia, 25.10.
Marcos me escribe desde Karakogrado, la capital de Venezuelistán, y al hablarme de las lluvias intensas que han padecido en estos días, me regala un sustantivo y un verbo que desconocía: «Los palos de agua que han caído en los últimos días han esmollejado los servicios de todo tipo, incluyendo posibles visitas a nuestra amiga Hortensia Google, las Amazonas de Amazon, el Pajarito Tuiteador, etc.». Le contesto ipso fuckto que «acá llovió tan poco este año que el Rhin ha descendido a su nivel mínimo desde que se iniciaron las mediciones, 1888, según me parece recordar (de haberlo leído, no seas malpensado). Una persona que mida 1.90 m podría atravesarlo a pie manteniendo siempre la cabeza fuera del agua… pero las autoridades lo súper desaconsejan, por la fuerza de la corriente. En cualquier caso, siempre que se mencionan lluvias torrenciales acude a mi mente el recuerdo de la formidable novela breve de Somerset Maugham («Rain») y su filmación como Miss Sadie Thompson [La bella del Pacífico], con Rita y con José Ferrer, dos latinos en la cabecera del cartel, caso no frecuente en Hollywood». Por cierto que la canción de la peli fue nominada al Oscar aquel año 1953, y aunque no sea Rita quien la canta (siempre le doblaban la voz en las canciones), sin su actuación sería una canción cualquiera.
Ayer tendría que haber empezado con la puesta al día de la contabilidad doméstica. Pienso en el 6 de noviembre y en la cita con el asesor fiscal y me entra un gran desconsuelo pensando en ese tiempo precioso que voy a tener que desperdiciar catalogando papeles y papeles y papeles, y en el resumen para el buen Herr Bausch, a fin de que no tenga problemas para hacer la liquidación a Hacienda de mis ingresos y gastos durante el año pasado. Y el desconsuelo se transforma en abulia [la palabra exacta sería galbana] y miro la pila de papeles acumulados durante un año y lo vuelvo a dejar para mañana. Lo quiera o no lo quiera, soy un español que ni mandado hacer.
Weiß/Colonia, 26.10.
1:00 am : Acabo de ver en el canal Arte dos clásicos seguidos, primero Frankenstein (1931), y luego La novia de Frankenstein (1935), dos pequeñas joyas del cine de horror, y de las pocas que me gustan de ese género. Hacía añares que no las veía. Y me ha llamado mucho la atención que en la banda sonora de La novia… hay un pasaje idéntico a otro de la partitura de Honegger en Pygmalion, cuatro años posterior a la de Franz Waxman. Como me parecerìa bastante raro que Honegger plagiase a Waxman, no me queda más remedio que pensar que en música como en literatura se producen este género de coincidencias en tiempos y espacios a veces dispares, a veces simultáneos. Y qué buen actor era Karloff (así –sin apellido– lo identifica el reparto, que antes se añadía a las pelis siguiendo la misma pauta de la publicación de las obras de teatro). De su capacidad histriónica da fe la peli suya que más me gusta, Devil’s Island, donde encarnó al abnegado Dr. Charles Gaudet, injustamente condenado al destierro, y luego a muerte, en el ominoso penal de la Guayana Francesa. Un papel más opuesto al del monstruo fabricado por el Dr. Frankenstein es casi imposible de ser imaginado.
Pasó por casa Chico antes de marchar de vacaciones a Texel, un paraíso ornitológico frente a la costa norte de Holanda. Me preguntó qué me parecía la serie Babylon Berlin y celebramos que ambos coincidimos en apuntar hacia abajo con el pulgar. Pero no cabe duda de que somos una minoría, la serie entusiasma a los alemanes y no sólo a ellos, ha sido vendida a no sé cuántas TVs extranjeras. Me acuerdo una vez más de la frase que aprendí de Dieter (¡mi pobre Dieter, ya en el valle de Josafat!), y desde entonces no se me despinta: «Cultura hay que tener»,
Después de la cena hice de tripas corazón, abordé la ardua tarea de poner al día la contabilidad doméstica. Y como siempre, me asombro de la capacidad de generar correspondencia que tienen los Bancos y las compañías de seguros. En fin, como dicen los gitanos, “Principio quieren las cosas”, y el primer paso ya lo di. El segundo será el domingo, aunque sea fiesta de guardar. Los jubilados carecemos de obligaciones en ese sentido, todos nuestros días son fiestas de guardar.
Weiß/Colonia, 27.10.
1:00 am : Una vez más El clan de los sicilianos. Como casi me la sé de memoria, esta vez me he concentrado en la partitura de Ennio Morricone. Simplemente genial. Pero también descubrí un punto flaco en el guión. Al final, cuando Vittorio Manalese [Jean Gabin] mata a Roger Sartet [Alain Delon] inmediatamente sube a su auto y se marcha… dejando en el suelo una maleta con un par de millones de francos. En la economía narrativa del film la secuencia es perfecta, pero para la economía del clan Manalese tiene que haber sido un agujero difícil de tapar.
Desde que tuve noticia de ella y de su obra (y eso fue en San José de Costa Rica, en octubre de 1984), me impuso el apellido de Eunice Odio. ¿Cómo era posible que alguien se apellidase así? Hoy, desayunando, en el cuaderno de esquelas fúnebres del diario encuentro la de Christel Haß, y Haß significa odio, en alemán. Pero sigue sin entrarme en la cabeza que alguien se llame así. Sea como fuere, Odio figura en la lista de apellidos sefardíes que se publicó cuando el gobierno de Madrid acordó conceder la nacionalidad española a quienes acreditasen ser descendientes de los judíos expulsados de España en 1492. Una lista en la cual, ¡menos mal!, figura asimismo el apellido Amor.
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