Weiß/Colonia, 6.11., 3 de la madrugada
She Wore a Yellow Ribbon, con John Wayne, de la mano de John Ford, me mantiene despierto hasta las 3 a.m. Entretanto creo haber descubierto por qué veo estas pelis a tan altas horas de la noche. Porque si no me muero mientras duermo, que sería mi opción prioritaria, entonces lo que me gustaría es morirme viendo una de ellas.
Weiß/Colonia, 6.11.
Me escribe Susana desde Baires, después de leer mi diario el domingo en Fronterad y me cuenta que San Martín (el santo, no el general) es el patrón de su ciudad, pero que la fiesta es el 11.11. y no puede entender que las procesiones de San Martín, en Colonia, sean ya el día 3. Le explico que el problema es que Colonia tiene muchísimos barrios, y que todos (y ya dentro de algunos de ellos, grandes, hay varios Kindergarten que cada uno) sacan su procesión de San Martín: «Y si todas tuvieran lugar el 11.11., olvidate, el tráfico colapsaba hasta el Día del Juicio Final a las 9.30 pm… sin ir más lejos, como diría el impertérrito locutor de Les Luthiers. Así es que van saliendo procesiones a lo largo de la semana, estratégicamente distribuidas para que el tráfico fluya sin problemas. Sé que explicarle esto a una tercermundista colinda con lo metafísico, pero qué carajo, tenés un par de genes primermundistas, activalos y capaz que lo entendés».
Weiß/Colonia, 7.11., primeras horas del día
Acaban de pasar la cuarta entrega de su primera temporada de una nueva serie policial danesa: Aurora Boreal; Asesinos no arrepentidos. Es de lo mejor que nos ha llegado de Escandinavia, de cuya cultura no concibo que nadie pueda lograr el milagro de escaquearse con no importa qué pretextos insostenibles. Todavía me enfurruña un ejemplo muy reciente, el de una tuitera que dijo que no leía autores suecos porque no sabía sueco y no confiaba en las traducciones (¿habrá leído a Homero en griego clásico, y a Wisława Szymborska en polaco?), y fue capaz de insertar en su cuenta Twitter algo tan profundo como esto: «Recuerdo que cuando llegué a Ginebra quería hacer un diario de viaje, y diez días después ya no tenía nada para contar» ¡Pobre, ella venía del país de las mil y una noches y Suiza era tan aburrida…! Ginebra no tenía nada que la inspirase, siendo así que todo un Borges quiso ir a morir allí. ¡Qué risa, María Luisa!
Weiß/Colonia, 7.11. (1)
Se acabaron las vacaciones escolares y es el cumpleaños de Montse. Acudo pronto a su casa (Diny hoy no puede) y almuerzo con ella y Oskar, que llega de la escuela súper orgulloso con su primer “1” en Alemán. Después del almuerzo Oskar sube a buscar a Henri y lo trae todavía sin haberse acabado de despertar. Es una hora maravillosa, irrepetible, la que paso con él. Le doy de comer, se ríe mucho conmigo. Luego llega Ute, con Levin, dejo a las amigas y regreso a casa, donde me espera tarea larga, quiero organizar dos antologías de tuits, una para el #100 de The Twitter’s Digest y otra para el 31 de diciembre, como resumen del año. Veremos, dijo el ciego.
Weiß/Colonia, 8.11., primera hora del día
No conocía yo The Alphabet Murders [Detective con rubia la titularon en nuestro idioma, tan creativos siempre los distribuidores, la madre que los parió] y en verdad en verdad que ver a Tony Randall incorporando a Hercule Poirot es toda una sorpresa. Pero Frank Tashlin lo deja en claro desde el primer momento. El libro original será de Agatha Christie pero el guión es el de una comedia, lo que queda remarcado por el hecho de emplear no sólo a Randall sino también a Robert Morley y nada menos que a una incapacidad notoria como actriz, Anita Ekberg. Viendo esta peli creo que es una de las pocas donde le han encontrado el nervio oculto a las novelas de la vieja dama: son farsas. Están muy bien escritas y agarran al lector y no hay modo de soltarlas hasta haberlas terminado, pero todos quedamos con la impresión de que la autora se divertía colocándonos una zancadilla tras otra durante su escritura. Si las leemos como humoradas, a lo mejor hasta nos divertimos más. Quién sabe si no tendría yo que leer así las novelas de Roberto Bolaño; leerlas en otra clave, como parodias de novelas de Roberto Bolaño. A lo mejor hasta las escribió con esa intención y ha estado despistando a la crítica y los lectores durante un decenio.
Weiß/Colonia, 8.11. (1)
Son las 9:09 a.m. cuando me levanto, Diny sale de su habitación y sin decir agua va me espeta la noticia: «Acaba de morir un gran amigo tuyo». Le pregunto con los ojos. «Tomás Segovia», me dice. Y ya sé que es un día perdido para mí. No haré otra cosa que leer poemas de Tomás y buscar todo lo que he escrito sobre él, para enviárselo a los amigos. Menos mal que Laetitia está en la funeraria donde lo velan, en México, y así puedo pasarle nuestro pésame directamente a María Luisa. María Luisa le pide a Laetitia que me diga que Tomás estaba muy ligado a mí por el blog. Hora y media más tarde Laetitia me escribe: «Ya nos hemos despedido de Tomás con aplausos largos y unas palabras, entre ellas de Pancho, uno de sus hijos, quien leyó un poema para su padre, el último verso lo recuerdo: «No hubo un sólo día que la luz no lo eligiera». Este amor de poeta nos dejó quererlo mucho», termina mi sub. Y yo le contesto: «Y bueno, hay que seguir. Pero es más difícil sin Tomás que sin otros. Era tan especial, tan único… Todo el día, cada vez que pienso en él, y es mucho, se me ciegan los ojos de lágrimas. La puta que parió a esa malparida». Ah carajo, Tomás, Tomás, Tomás… Y en ese momento me acordé de lo que escribió mi SariTica cuando estuvo en Madrid y fue al café Comercial como yo siempre le he pedido a los amigos a quienes quiero, si viajaban a Madrid; que no dejasen de pasar por el Comercial y darle mis saludos a Tomás, sabiendo yo que les estaba haciendo a ellos el mejor de los regalos posibles en la ciudad de mis amores. Rescato el texto de mi SariTica y lo envío a todo el mundo, rotulándolo “Insólito y bello réquiem por Tomás Segovia”. [Ella me escribe al día siguiente: «Me dio una tristeza enorme enterarme de la muerte de Tomás. Se me pusieron los pelos de punta y se me humedecieron los ojos al leer aquel posting ya antiguo del Café Comercial. La broma del destino ahora ensanchada por el hecho inexorable de que jamás podré llegar a hablar con Tomás…» Y yo le contesto: «Ha sido como un presagio. Tu texto tenía que estar escrito, sin que lo supiéramos ni vos ni yo, para que nos hiciera más llevadero este terrible momento, hasta incluso arrancarnos una sonrisa a algunos, a vos no (y lo entiendo en tu caso)»].
Weiß/Colonia, 8.11. (2)
Las gafas de Steve Jobs parece que son un bestseller en materia de óptica: miles de imbéciles compran el mismo modelo Classic Rund, de la firma Lunor, para hacerse la ilusión de que son avatares de SJ. En una glosa del diario se arguye que las gafas sin montura son de tan mal gusto como los tirantes transparentes de los sostenes: fingen no estar ahí aunque todo el mundo los ve. Por cierto que siempre me ha sonado extraña la expresión “gafas sin montura”: sin montura, las únicas gafas posibles son dos monóculos y está por nacer el genio que los pueda usar de manera simultánea. Los argentinos las llaman “anteojos sin marcos”, eso se acerca más a la exactitud.
Weiß/Colonia, 8.11. (3)
Dice Michael Kohler, uno de los críticos cinematográficos del diario, a propósito de Disclosure: «El nido de serpientes del mundo laboral termina por hacernos creer que el parque jurásico es un lugar idílico». Seguro será así, pero en cualquier caso yo Disclosure no la he visto nada más que una sola vez, y ya esa sola fue una vez demasiado. Qué mierda de peli.
Weiß/Colonia, 9.11.
Gracias a Carles he tenido acceso a un lindo intercambio de emails entre Aurora y el científico argentino Guillermo Walter Rougier, quien bautizó recientemente como Cronopio dentiacutus a una especie de ardilla que vivió en lo que hoy es Argentina, pero hace 95 millones de años. Sin perder un segundo les he escrito a ambos solicitándoles el permiso de poder citarlos literalmente en mi columna para El Espectador del 25 de este mes. Ambos me lo han concedido y me siento feliz «como un pibe con tamangos nuevos», que diría Julio, medio en joda.
Weiß/Colonia, 10.11. (1)
Me cuenta Montse que Henri participó anoche en la procesión de San Martín en Sürth. Fueron ella y Rebeca empujando su cochecito y él enarbolando su farolillo como veía hacer a los otros niños. A mí lo que más me gusta de estas procesiones es que como se sobrentiende que se trata de fiestas infantiles, los padres turcos llevan también a sus hijos, y debe de ser el único instante en que se le dice por una vez que no al pesismismo de Kipling, de que el Este y el Oeste nunca se encontrarán. Aunque está claro que, al día siguiente, Kipling vuelve a tener razón.
Weiß/Colonia, 10.11. (2)
El Banco me comunica que Telefónica me ha girado 576.92 € en concepto de dividendos. Es la mejor noticia que he recibido desde el final de la guerra de Vietnam. Y a decir verdad los euros estos me vienen muy bien para sufragar los gastos del International Gift Day. ¡Aleluya!… según dizque gritan durante sus orgasmos los miembros del Opus Dei.
Weiß/Colonia, 11.11.11 (2)
Diane Honold es una chica coloniense que nació un día 11.11., hace hoy 11 años, y vive en una casa cuyo número es el 11 y en cuyo tablero de timbres, a la entrada, hay 11 de ellos. ¿A quién puede extrañarle que comience su fiesta de cumpleaños hoy, 11.11.11, a las 11:11? Lo extraño es que no la comience a las 11:11:11. De la histeria alrededor de esta fecha me ocupo hoy en mi columna de El Espectador, pero la leo y me doy cuenta de que no he sido capaz de expresar lo que creo que es más importante: cómo es que los guarismos logran atarnos de modo más fuerte y más irrenunciable, e irredimible, que la realidad que los desdice. ¿Cómo es posible que sea la gente tan irresponsable que se ponga a festejar con el mundo como anda, manga por hombro? Pero, por otra parte, ¿qué hacer, sentarse resignado en un rincón y llorar por la leche derramada? Después de todo, a lo mejor los loquitos del Carnaval son los únicos cuerdos de este mundo.
Weiß/Colonia, 11.11.11 (3)
En el Piamonte, cerca de la frontera suiza, hay un pueblo, Viganella, al que no llegará el sol desde mañana, 12 de noviembre, hasta el 1° de febrero. Me parece materia interesante para un microrrelato. Contar cómo sus fundadores llegaron a ese valle a comienzos de un mes de marzo, sin darse cuenta de que el perímetro montañoso les ocultaría el sol, durante todas sus vidas, no sólo a ellos sino también a sus descendientes, y a los descendientes de sus descendientes, tres meses del año. Cuando se produjo la catástrofe ya habían construido sus casas y el pueblo era ya una realidad. Estaban en una trampa sin salida, a no ser el éxodo. Otra explicación no cabe.
Weiß/Colonia, 12.11. (1)
En el diario leo que Billy Crystal moderará la próxima entrega de los Oscar. Él, por su parte, en su cuenta Twitter, se lo toma un poco a broma: «Am doing the Oscars so the young woman in the pharmacy will stop asking my name when I pick up my prescriptions». También en el diario, la esquela de Wolfgang Grahn, con una foto de Stonehenge y una cita en gaélico, «Mar sin leibh, madadh-allaidh», que ni siquiera mi amiga Miss Hortensia Google me ayuda a descifrar, aunque me sopla al oído que “madadh” significa “hombre lobo” en el idioma en que lee poemas Clint Eastwood en Million Dollar Baby. Pero lo más interesante es la frase que está en alemán y que dice: «Es duro, cuando el hijo se va antes que los padres». Según los datos de la propia esquela, WG murió a la edad de 61 años, y sí, sí que tiene que ser doloroso ver morir a un hijo a esa edad, sobre todo considerando la que ya deben de tener los padres.
Weiß/Colonia, 12.11. (2)
Un amigo que sabe de sobra que no puede ser verdad, me pregunta si es verdad que tengo una cuenta Twitter, y me manda el enlace correspondiente. Lo abro y descubro que alguien decidió abrir una cuenta a mi nombre, tomando incluso como avatar la foto mía que aparece en el Perfil de mi blog en El Espectador, de Bogotá. Inmediatamente saco una nota Pro domo a todos los “clientes” de mi directorio ad hoc, receptores regulares de The Twitter’s Digest: «He sido informado de la existencia de una cuenta Twitter, @Ricardo_Bada, presuntamente mía. Es falsa. No tengo arte ni parte en la implementación de dicha cuenta ni me hago en manera alguna responsable de los tuits que se inserten en ella, ni siquiera en el caso de que sean citas literales de palabras mías. Ítem más, le rogaría amistosamente a quienes sean los autores de este entuerto que cancelen dicha cuenta. Me reservo de todos modos el derecho de poner este desagradable asunto, el próximo lunes, en manos de mi abogado, para que contacte con los responsables de Twitter y estudie la posibilidad de una demanda por suplantación de personalidad y/o delitos anejos. Quienes me conocen saben que poseo un casi incombustible sentido del humor, pero lo que nunca aceptaré como broma es que se me obligue a aceptar hechos consumados que vayan en contra de mi personalidad y mi voluntad expresa. Para eso ya tuve que soportar 36 años de franquismo. Vale». Me siento muy próximo a la náusea. Ya lo estuve cuando *** me abrió sin consultarme una cuenta T, pero tuvo al menos la delicadeza de ofrecérmela como regalo, y se avino a mis razones y la cuenta pudo cancelarse ipso fuckto. Padezco de alergia al fascismo en cualquiera de sus maneras de presentarse, y una de las peores consiste en imponerle a las personas unos “beneficios” que no desean y que, además, expresamente repudian. Pero tenemos a Henri en casa, hasta mañana, y no me dejo aguar la fiesta por culpa de semejante pendejada.
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