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De mi Diario : Semana 45 / 2023

Rodenkirchen, 5.11.

Vamos Diny y yo como casi todos los domingos al Steep’s y como casi todos los domingos nos atiende Anna. Hoy nos acompañan, amén de un par de parejas ancianas de las que ya conocemos, del Steep’s o del Bistro Verde, dos grupos que no pueden ser más distintos. El primero lo componen 7 personas, 4 mujeres, 3 hombres, lo que me hace suponer que una de las mujeres es viuda. El segundo lo preside una anciana ancianísima con ¿su hija, su nieta? y con un niño que bien puede ser su bisnieto. Además, un armario normando que a buen seguro será su hijo o su yerno. Tras de comer salimos de vuelta al Maternus en este día lluvioso y gris que nos ha tocado como primer domingo de noviembre. Larga siesta, y al levantarme de ella me preparo un café bien cargado y le dedico unas tres horas a elegir las 87 efemérides del año 2024 que me hacen tilín y a las que me gustaría dedicarles, a todas, un texto. Pero el 2024, aunque tenga un día más porque es bisiesto, no tiene una semana más, y a lo más que podría llegar es a pergeñar un total de 52 de los 87 textos posibles. Entre ellos, por cierto, hay efemérides a las que sí o sí les voy a entonar respectivas endechas, son a saber: 460 años de la primera inocentada [=1.º April] en el mundo anglosajón; 200 años del comienzo de la demoscopia, gracias a la encuesta del periódico Harrisburg Pennsylvanian, acerca de las elecciones presidenciales de 1824 en EE.UU., de las que salió ganador John Quincy Adams (quien luego de su presidencia defendería a los esclavos sublevados de la goleta La Amistad y se ganó la enemistad de Isabel II, la niña a la sazón reina de España: su papel lo desempeñó de maravilla Anthony Hopkins en la fracasada peli de Spielberg); y son 165 años, desde la primera vez que suenan las campanadas del Big Ben; 135 años del primer empleo de la palabra “fan”, en el diario Kansas Times & Star; 135 años de la primera escalada del Kilimanjaro el mismo día que abría sus puertas en París el Moulin Rouge; 125 años que se patentó la trampa para ratones; y 75 años de la invención de la salchicha al curry. Hay de todo, como en botica, y eso es lo que más me gusta.

Rodenkirchen, 6.11.

Después de leer mi Diario, Manu me deja al pie el siguiente recuerdo personal: «Como no piensas volver a Huelva te evitarás la desolación de no ver la palmera. Un año que volví a Granada ya no estaba el majestuoso almez a cuya sombra crecí y me hice mayor. Y a este no lo destruyó el tiempo sino la codicia y la estupidez. Estuve ocho años sin volver a Granada a visitar a los arboricidas. Creo que aún no los he perdonado».

Como a las 1:15 pm pasará por acá Frau Lindemann, la ergoterapeuta, vamos a almorzar de nuevo al Steep’s, que está sólo a 10’ a pie (y andador) del Maternus. Diny pidió su gulash de costra y yo mi salchicha al curry pensando en el 75.º aniversario de su invención, según el calendario de efemérides del Archivo de la Radio Alemana, al que tengo tendido un buen cable para que me lo manden todos los años. Pero ese 75.º aniversario significaría que se inventó en el 1949, y Uwe Timm, en su deliciosa novela La invención de la salchicha al curry ya dejó dicho que en el 1945 empezaron a venderse las primeras en Hamburgo, y yo le tengo más fe a las novelas que a cualquier otro medio de comunicación. En fin, lo cierto es que al regresar acá me enfrasqué en la escritura de mi columna para este viernes en EE, y se la he dedicado in memoriam a la queridísima Maruja Vieira, muerta centenaria hace unos días en Bogotá. Caso curioso el de nuestra amistad tan grande, siendo así que cuando nos conocimos, en 1998, en el apto. de su sobrina Constanza, ex colega mía en la Radio Deutsche Welle, tuvimos una confrontación de la gran flauta a cuenta de García Lorca, de quien ella era una admiradora incondicional y yo casi todo lo contrario. Pero como Maruja era tan bondadosa, aquel choque frontal sobre Lorca, nada más conocernos, no tuvo mayores consecuencias. Enseguida congeniamos en el resto y ambos salimos del apto. de Constanza con la convicción de haber ganado una nueva amistad, como así fue y se demostró y consolidó a lo largo del tiempo. Descanse en paz la grande y querida amiga.

Rodenkirchen, 7.11., cumpleaños de Montse

La llamo para felicitarla y no contesta, luego me llama ella y la felicito y se la paso a Diny, que arde en deseos de hablar con ella. Cuando viene Laura para asearla, con una aprendiza irakí de 22 años, que llegó acá con 9 y se llama Lula, Diny les cuenta que Montse tiene hoy cumpleaños y ellas le preguntan que cuántos cumple y Diny les contesta que 55. Desde la cocina, donde me estoy preparando el té para el desayuno les hago saber que sólo son 53. Luego le digo a Lula que también se llama así el presidente del Brasil. Me mira incrédula y  Laura tiene que sacarla del error o de que piense que le estoy tomando el pelo.

Descubro en Twitter (para mí siempre será Twitter) que después de haber leído mi última columna en EE, mi viejo y querido Luis Moreno, primer venezolano que conocí en mi vida, en la Deutsche Welle, me dedicó este trino: «El colega Ricardo Bada/Colonia, Alemania, nos recuerda al baterista Gene Krupa, de la orquesta de Benny Goodman. Krupa murió (16.10.1973) pero su recuerdo vive con estas grabaciones, muy apreciadas entre los amantes del jazz. Le vi y escuché en NY en 1963». ¡Qué envidia, haber visto a Gene Krupa desatar uno de aquellos huracanes sonoros que desencadenaba desde su batería! Con esta, Luis la sacó del estadio. Del Yankee Stadium.

Diny estuvo esta vez muy tranquila cuando le anuncié que me iba a comer a La Modicana con Ulli & Carlitos, y Claudia, que se nos añadió hoy. Minou, una vez más, me susurró al oído que la signora tenía para mí una ración de espaguetis con mejillones y gambas, que encargué ipso fuckto y confirmó el dicho alemán de que también aquí se puede comer como Dios en Francia. Tan ensimismado estuve en el condumio que olvidé registrar qué comieron los otros tres, tan sólo recuerdo la pizza de Ulli por su tamaño parejo al de un sombrero mexicano. Les hablé mucho del “Bolero” de Ravel y que, a mi juicio, la mejor versión después de la de Celibidache, 1971 en Copenhague, es la de Valery Gergiev dirigiendo la orquesta del teatro Mariinsky, de San Petersburgo, casi en mangas de camisa y con las manos. Sólo que anoche me divirtió mucho verlo dirigir en Londres la Orquesta Sinfónica de allá, vestido de rigurosa etiquetapero conduciendo la performance sin una batuta, sino con algo que parece (y me apuesto mi acuarela de Hermann Hesse a que lo es) un palillo escarbadientes. Les prometí enviarles el enlace, lo hice un par de horas antes, tras la siesta. ¡Me cae rebién don Valery!

Rodenkirchen, 8.11.

Pasada la medianoche : En el ”Bolero“ de Ravel interpretado por la orquesta de la  RTVE conducida por Sergiu Celibidache, el enfant terrible rumano recién aparece en pantalla pasados ya los 10’, hasta entonces la cámara se concentra nada más en los solistas y la orquesta. Mica male, como dicen los italianos.

La llamada “prensa del corazón” puso de moda la expresión “guerra de las rosas” para referirse a las desavenencias de los matrimonios de “prominentes” que se separan. La nuestra es una guerra de las espinas: Si yo me decidiese a registrar uno por uno todos los puntos en litigio entre Diny y yo, este Diario se convertiría en mi muro de las lamentaciones. Pondré sólo un ejemplo. Acá, en el Maternus, es costumbre que la dama de la casa que corresponde a cada piso, llame cada mañana para preguntar si todo está en orden, si tenemos alguna reclamación, etc. Ahora, debido a las numerosas bajas por enfermedad, se han hecho cargo de ese trabajo las chicas de la recepción y yo suelo evitarles el trabajo de llamarnos llamándolas a ellas y dando “el parte del día”. Hoy, luego de desayunar, me eché en la cama y de repente me acordé de que no las había llamado, así es que le pedí a Diny que, por favor, lo hiciera ella, que llamase al 100 y les dijera que todo está en orden en nuestro apartamento.  No lo entendió y se lo tuve que repetir más alto, que llamase al 100 etcEl número, además, así como el de Urgencias está pegado con cinta adhesiva al teléfono. Telefoneó Diny unas tres veces y me dijo que no contestaba nadie. Como era imposible tratándose de la recepción, me levanté de la cama y telefoneé al 100. Enseguida contestó una de las chicas y le pasé “el parte”. Diny me dijo que no sabía lo que yo había hecho pero que ella había telefoneado tres veces al 108 y nadie atendía la llamada. «¿108? Yo te dije 100, y te lo repetí, además». «¡Yo entendí 108!» «Pero Diny, el teléfono de la recepción lo tienes además escrito pegado a este teléfono». «¡Yo entendí 108!» Y no hubo manera de sacarla de su error. Creo, a veces, que hace algunas cosas sólo para soliviantarme. De veras no sé cuánto podré seguir aguantando este desgaste nervioso diario.

A mediodía fuimos a comer al Steep’s, nos atendió la que yo tenía creído que era la dueña. Le pregunté por Tom, me dijo que estaba muy ocupado con otras tareas, por ejemplo, limpiar a fondo el sótano. Aunque el servicio es bueno, ya echo de menos la campechanía y el buen humor coloniense de Tom, ojalá que acabe pronto con esas otras tareas.

Rodenkirchen, 9.11.

Vino Sirio a ponernos las dos vacunas, la de refresco contra el Covid y la de la gripe, que es la primera vez que me someto a ella. Después nos fuimos los tres al Bistro Verde y almorzamos juntos. Sirio me sorprendió con la noticia de que piensa irse a Huelva (por su cercanía con Cádiz y Portugal) en abril, cuando termine sus estudios acá, y me pidió que le echase una mano.

Después de regresar al Maternus, y sin decir ¡agua va! me entró una tiritera imposible de controlar. En EL diccionario se lee que la tiritera es un «temblor producido por el frío del ambiente o al iniciarse la fiebre», y como ninguna de esas dos cosas viene al caso pienso que los académicos deben ampliar la definición incluyendo «efecto secundario de alguna vacuna». Llamé al consultorio pero Sirio ya se había ido, por dicha estaba todavía Schröder, mi primer médico de cabecera en ese consultorio, y me recetó dos pastillas de Paracetamol y dos grandes vasos de agua, lo que hice al instante y a renglón seguido me metí en la cama, temblando como si estuviera en la Antártida en calzoncillos. Me he levantado pasadas las 10 pm, ya no tiritaba desde una hora antes, pero tampoco lograba dormir. Me serví un vaso grande con gazpacho y otro con leche y me encasqueté los auriculares para oír música hasta que me dé sueño. Para empezar descubrí esta joya. Se la mando a Pepe Iges en Madrid y me contesta: «Simplemente tocados de la gracia».

Rodenkirchen, 10.11.

Como cada viernes (dìa de comer pescado) vamos al chino, y la camarera ya me pregunta al verme: «¿Gaseosa de manzana y un Chardonnay?» Le sonrío y ella sabe que la respuesta es que sí. Y hoy, por fin, al quinto intento, creo, logré que Diny me hiciera caso y encargara un plato de pato crocante. Se lo comió de un modo curioso: primero toda la guarnición de papa, y después la carne de pato, de la que no dejó ni rastro. Yo, que soy de piñón fijo en algunas cosas, encargué mi menú 19 del mediodía, pescaíto frito y con salsa agridulce, de la que dejo las dos rodajas de piña para el final, como postre.

Tenía un email de Frau Vogelbacher, pero lo vi muy tarde, la llamaré el lunes para ver qué hacemos ahora, porque Hacienda ha vuelto a denegar el pago en tres plazos de la liquidación del 2021. La semana próxima me parece que va a estar bajo el signo del dios Mercurio. Oremus.

Llamo a Elena porque David trabaja en uno de los hospitales de Huelva y ella por fuerza tiene que estar enterada de lo que le voy a preguntar, y tiene que ver con la idea de Sirio de irse a Huelva en abril del año próximo. Elena me dice que la demanda de médicos es grande porque los más jóvenes se van a causa de los bajos sueldos y las condiciones laborales, que no son las mejores. Pero lo va a hablar con David, cuando regrese a casa, y me escribirá más al respecto. Tengo la impresión de que estas no sean buenas noticias para Sirio.

R’kirchen, 11.11., a las 11:11 am comienza la 5.ª estación del año en Colonia

Esta noche le he sido infiel a la música y he regresado al cine. Acabo de ver Life with Father [que parece que en español se ha estrenado con dos títulos, Vivir con papá y Recursos de mujer], dirigida en 1947 por Michael Curtiz, con un incombustible William Powell en un papel a su medida, y una jovencísima Elizabeth Taylor qua ya disponía de un balcón como para sembrar secoyas. Es una peli difícil de encasillar, pero yo diría que lo mejor de ella es la crítica desembozada al papel de la religión (es decir, de sus administradores) en la vida de los EE.UU., sin solución de continuidad hasta la fecha. La deja al descubierto: toda la mentira que es la religión en una sociedad. Años después, Curtiz dejaría al descubierto, en Casablanca, otras lacras. Pero siempre, siempre nos quedará París. Gracias, Curtiz, que nos diste esa lección. A cuántos, pocos o muchos de nosotros, no nos queda un París donde regresar en las noches oscuras del alma.

Al pie de mi columna de hoy, dedicada a Maruja, en EE, un lector comenta: «Intrascendente, y de la poesía ¿qué?» Le contesto ipso fuckto: «De la poesía han hablado todos los que han escrito sobre ella desde el día en que murió. Mi propósito ha sido diferente. ¿Intrascendente? ¿Es que no están ustedes todavía hartos de tantísima trascendencia?» Hay cada tonto suelto por el mundo

Vamos a almorzar al Bistro Verde en un ambiente donde ya se respìra que ha comenzado la temporada del Carnaval, la 5.ª estación del año para los renanos. Mucha gente disfrazada y buen humor general. Diny encarga setas del bosque con pasta y yo, tras consulta con Angelika, me decido por el filete de lucioperca, un pez de agua dulce, de una carne riquísima, y cuya especie estaba prohibida en España porque se trata de un depredador nato (entretanto parece que ya se ha rebajado bastante el perfil de la prohibición). El filete hace honor a la reputación de su procedencia, y más aún trasegado con un Chardonnay. Fuimos a pie al BV pero regresamos al Maternus con el bus (una parada) y hago un par de compras en el ReWe, en especial cuchillas de afeitar, esta vez Wilkinson, a ver si salen mejores que las infumables Gilettes de la última compra. Ahora lo que venden es nada más que el nombre y la fama, pero se durmieron en los laureles.

Me cuenta KL de la visita a su hermano, hospitalizado en una UCI con un infarto cerebral: «Te cuento que fui a la clínica y hablé con él; aunque fue un monólogo entrecortado mientras veía que me respondía abriendo y cerrando los ojos, o con un movimiento de cabeza. Espero de buena fe que le sirva de algo y por fin libere ese cuerpo maltrecho, reseco y lacerado. Hay seres que se aferran a su saco de miserias, físicas y conceptuales y él es uno de esos. El trance será difícil para todos. En fin, que sea lo que deba ser». Le contesto: «Eso, que sea lo que deba ser. Pero lo de aferrarse a la vida ya lo arreglamos notarialmente Diny y yo, y en el caso de que uno de los dos caiga en un encefalograma cero, el otro y Rebeca están (estamos) autorizados para solicitar que se desconecten esas máquinas que, para lo único que de a deveras sirven, es para dar de comer al insaciable Pantagruel de la medicina».

Diny acaba de despedirse, como cada noche, con dos besos en las mejillas. Recuerdo el título, no el contenido ni su desarrollo, de una obra teatral del argentino Suárez de Deza: era Cándido de día, Cándido de noche. Yo tengo una Diny de día y una Diny de noche. La diurna me es, si no directamente hostil, casi. La nocturna se desvela por mí. Y por la mañana recomienza el ciclo de la dualidad.

*******************THE END******************

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