Weiß/Colonia, 13.11.
2:00 am : Comencé a ver Lucky, más que nada por la curiosidad de ver actuar a Harry Dean Stanton a sus 89 años, pero la peli no me agarró y cambié de canal para seguir de nuevo otra de las aventuras del comisario Dupin en la Bretaña. Para mi gusto, es la mejor serie alemana de las que se filman en unos escenarios extranjeros. Y a ello contribuye grandemente la pintoresca belleza de la Bretaña.
Después de leer mi diario, me escribe Violeta desde Karakogrado: «Totalmente de acuerdo con lo de tu tocayo, el Gere. En Chicago está fenomenal, sin ir muy lejos. Y también en Days of Heaven y en Cotton Club». Y también en El doctor T, dirigido por Robert Altman, añado por mi cuenta. Pero lo que le contesto es lo siguiente: «La gente joven es muy necia en algunos aspectos (no excluyo a mis hijos). Algunos creen que el cine comenzó con Robert de Niro y Tarantino. Conozco gente joven que no ha visto El tercer hombre ni Casablanca. Es como si me dijesen que les encanta leer pero resulta que no han leído ni a Homero ni a Virgilio. ¡Pobres tipos!, que diría Cortázar (y repito: no excluyo a mis hijos). Recuerdo una vez que Rebeca y yo estábamos solos en casa y le pregunté si le importaría ver conmigo una peli de mi juventud, me dijo que no y programé Marty. Quedó tan entusiasmada que quiso verla de nuevo, lo hicimos al día siguiente. Pero es una excepción. Como lo es Rebeca».
Weiß/Colonia, 14.11.
1.45 am : Pasaron el primero de los supongo que dos episodios piloto de una nueva serie inglesa protagonizada por el DI Grace y ambientada en Brighton. Me recordó que la primera novela que leí de Graham Greene fue justamente Brighton Rock [en español Brighton, Parque de atracciones], cuyo final es uno de los más crueles y duros que conozco en la literatura contemporánea. La pobre Rose, tan enamorada del hampón Pinkie, luego de que él, acorralado, se suicida, quiere acudir a una cabina de grabación para oír la de su voz que le pidió y que él le entregó en un disco. La suerte quiere que la traducción española esté disponible en pdf. Transcribo ese final: «No podía soportar la idea de volver a casa, de volver a Snow’s, como si Pinkie no hubiera existido nunca. No, no; Pinkie había existido y existiría siempre. Estaba segura de llevar una nueva vida en sus entrañas. Al llegar a la fachada de Palace Pier se desvió para dirigirse animadamente a casa de Billy. Dejó algo abandonado en aquella casa, en aquella habitación, que debía recuperar. Algo que era suyo, muy suyo… La querida voz de Pinkie en un disco hablando para ella, hablando para su hijo, cuando fuera mayor. […] Rose, animada y decidida, apresuró el paso bajo el delgado sol de junio, encaminándose hacia el más tremebundo de los horrores». Ella no lo sabe, ni GG nos cuenta qué pasó cuando Rose la oye, esa grabación cuyo texto conocemos los lectores: «Me pediste que hiciera una grabación de mi voz. Bueno, aquí está. Lo que quieres que diga es “Te amo’”. Pero esta es la verdad: te odio, pequeña zorra. Me das asco». Compruebo que se adaptó al cine en 1947, sólo que no se distribuyó en España, y se adaptó de nuevo en el 2010, pero es una peli que no la han pasado los cines de Colonia. Ojalá y la tele recobre la de 1947, con Richard Attenborough en el papel de Pinkie, y con un guion de nadie menos que Terence Rattigan, uno de mis comediógrafos predilectos, y tan Géminis como yo, también nació un 10.6.
A las 10:15 am, todavía semidormido y en la cama, un calambre inesperado en la pierna derecha y que me hace gritar de dolor. Como ya conozco el paño me masajeo la pantorilla, que parece haber mutado de carne a piedra, y busco una posición en la que no me duela tanto. ¿Será que soy algo así como un estoico? Pienso que no pero que, desde luego, no pienso acudir a un matasanos que, con la más absoluta seguridad, le querrá dar dinero a ganar a un fisioterapeuta. Al carajo con todos ellos.
Luego, por la tarde, en la semisoñorrera de la siesta, escucho a lo lejos, a través del ventanal entreabierto, la melodía tradicional que acompaña a la procesión de Sankt Martin, los niños de las escuelas con sus farolitos encendidos y cantando, y a caballo, encabezando la procesión, un policía disfrazado de san Martín. Y vuelvo a reírme recordando las procesiones con Paul, Oskar y Vincent que acompañé y en las que también participaban sus condiscípulos musulmanes. De mayores, esos niños nunca les hubiesen perdonado a sus padres que se opusieran a su participación en la procesión en honor de un mártir cristiano, y eso creo que los padres lo captaron bien.
Weiß/Colonia, 15.11.
1:50 am : Tres episodios de la serie policial sueca Hamilton, y yo tonto de mí, esperando ver aparecer a Mikael Persbrandt, hasta que me doy cuenta de que esta es una temporada distinta, y quién sabe por qué motivo (a lo peor porque MP les costaba caro) lo han sustituido por un actor que no es malo, no, pero no da la talla del gran Mikael. Veo un par de documentales históricos en el canal ZDF Info, con el vaso de whisky al alcance de la mano, y decido irme a dormir más temprano que de costumbre.
Vino Petra, la diaconisa de las tareas domésticas, la pionera en venir a esta casa desde que a Diny le reconocieron el grado 3 de la asistencia social. Petra es ya casi de la familia, aunque quien más la ve es Diny, con la que congenia mucho. Hoy ha limpiado los ventanales de la cocina y los dos cuartos de Diny, amén de pasar la aspiradora (en este cuarto a una distancia prudencial de la ensalada de cables debajo de esta mesa, y a la que Petra le tiene un respeto casi reverencial).
Hoy en La Modicana, le presto a la pareja asimétrica el catálogo de la exposición de grabados en el Museo Walraff–Richartz, para animarles a que la visiten. Luego, Ulli encarga el menú del día # 2 (ensalada + lasaña vegetariana), Carlitos una pasta con calabaza y gambas, y yo espaguetis con todo lo marítimo que se le ocurra a la signora. Comemos con gran apetito. Antes, esperando el condumio, les conté algunos de los rescatables en el libro con los mejores chistes sobre músicos que compré un par de semanas atrás. La mayoría son intercambiables, variando sólo los instrumentalistas. Pero los hay buenos: « “¿Cómo nota una mujer que la está besando un trombonista?” “En que los labios están donde deben estar, pero con la mano derecha le está tocando el trasero”».
De La Modicana, comme d’habitude, vamos de compras al Aldi. Al llegar a la caja me confundo e introduzco mal la tarjeta de crédito en la maquinita ad hoc; la cajera la retira para colocarla bien y le comenta sonriente al señor que me sigue en la fila que es cosa que suele suceder con las personas de cierta edad y que no van con los tiempos que vivimos. Yo le digo, también con una sonrisa: «Tendría usted que estar agradecida a nuestra generación, que les hemos hecho disfrutar de tantos progresos». El señor que me sigue en la fila se ríe y le dice: «Esta lección se la ganó usted a pulso», mientras la pobre cajera masculla una disculpa. Pendeja.
En casa, estoy chequeando la correspondencia quelonia llegada y al mirar por el ventanal veo abajo una furgoneta blanca, me digo que Diny vuelve hoy muy pronto de la Diaconía. Me dedico a abrir los emails llegados y de repente me doy cuenta de que la furgoneta no está y Diny tampoco ha subido a nuestro apartamento. Bajo corriendo la escalera, subo la rampa, llego a la calle, Diny no está en la parada del bus. Llegan Carina, la hija de nuestros vecinos del piso de arriba, y Mohamed, el hijo de los nigerianos del piso de abajo. Carina me pide que espere, que ella misma va a ver a la parada, no sea que la tape a Diny un árbol o un poste de la luz; vuelve con las manos vacías, le doy las gracias, y entonces Mohamed me dice que suba a su auto, que iremos hasta el ReWe del Barrio de los Pintores, y si no está allí la buscaremos en Rodenkirchen. Me subo a su auto y cuando enfilamos el camino a la calle mayor veo venir una furgoneta blanca, le pido a Mohamed que vaya despacio porque me da la corazonada de que esa es la furgoneta de la Diaconía, ¡y lo es! Mohamed me regresa a casa, Alá lo bendiga, es una de las criaturas más buenas he conocido en mi vida. Y nos quiere a Diny y a mí, que lo hemos visto hacerse hombre, desde el niño que jugaba con Paul hace ± 25 años. Ayudo a Diny a subir la escalera y me tumbo en la cama extenuado por el susto y el ir y venir a las carreras.
Weiß/Colonia, 16.11.
2:00 am : Estuve viendo y gozando Carol (basada en El precio de la sal, una novela de Patricia Highsmith), es una peli hecha a la medida de Cate Blanchett y Rooney Mara, pero la joven le gana el pulso a la veterana, aunque también ella actúa a un nivel muy alto. Este género de pelis de actores me encanta, en especial sin son duelos de actrices, ¡oh manes de Bette Davis y Joan Crawford!
Intenso dolor en el talón derecho. Si lo apoyo en el suelo al caminar, veo las estrellas, es un dolor punzante y entorpecedor. Recapacitando a qué pueda deberse, concluyo que la enorme tensión a la que me veo sometido ha terminado por ir a alojarse en un lugar donde se descarga, pero volviéndolo vulnerable. Terminaré embutido en una camisa de fuerza. Mi paupérrima psique no está equipada para soportar esta prueba que me ha enviado el destino. Malhaya sea.
Apareció en El Trujamán mi texto sobre gazapos en las ondas, y al enviarle el enlace a José Luis le comento que «en la Welle tuvimos un brasileño que aprendió algo de alemán y cuando alguien tocaba con los nudillos la puerta de su escritorio gritaba con absoluta convicción: “Zwischen!” No había logrado entender que «zwischen» significa «entre», sí, pero sólo como preposición. A veces alguno de nosotros, por puro sadismo, llamaba a su puerta nada más para oírselo decir. Y que venga Rousseau y nos diga que el ser humano es bueno por naturaleza y la sociedá lo corrompe». Pendejo ese Rousseau. José Luis me contesta desde la Casa Böll: «[Tus gazapos] me hicieron recordar a un tico que hacía de traductor involuntario y superfluo; es decir, pasaba al español nombres y otras palabras anglosajonas sin pretender estar haciendo una traducción. P.ej., le decía a un conductor que debía ir al aeropuerto a buscar al señor Hugo Alas, y ese resultaba ser el nuevo profesor de inglés, míster Wallace».
Weiß/Colonia, 17.11
1:45 am : Nuevo episodio de una nueva temporada de El joven Morse, quien luce por primera vez un bigote very british, como de capitán del ejército en la India colonial. Este nuevo episodio es, como toda la serie, algo fuera de serie. Hasta abre el apetito por volver a ver la vieja serie del inspector Morse, si bien, dicho sea con todos los respetos, esta es bastante mejor que su predecesora.
Mientras semidormía la siesta, me acordé de algo que olvidé anotar el 11.11., después de almorzar la suculenta trucha del Bistro Verde. Al salir me allí me dirigí a la parada del bus en la Maternusplatz, y el pífano y el redoblante en la música que salía de una taberna y que se oía en toda la plaza me recordaron que el día 11 del mes 11, a las 11:11 am en punto, comienza la temporada del Carnaval renano, la quinta estación del año, según los colonienses. Lo que me extrañaba es que esa música yo no la reconocía como carnavalesca sino sólo carnavalizada gracias al pífano y el redoblante, era el pasadoble “Valencia”, donde al topónimo español lo sustituían por “Colonia”, y sonreí reviviendo la versión clandestina que cantábamos en la España de los cuarentas y cincuentas: ♫ Valencia, / estoy hasta los cojones / de tanta naranja y flor, / Valencia, / me cago en la puta madre / de Jaime el Conquistador… ♫ Una señora que también esperaba el bus me miraba suspicaz viéndome tararear sotto voce y sonreír al hacerlo. Probablemente pensó que estoy loco. Y no la quise defraudar.
Weiß/Colonia, 18.11.
2:00 am : Empecé a volver a ver The Rider, pero es una peli tan, tan triste, que zapeé al canal ZDF Info para ver unos documentales sobre el amor y el sexo en países lejanos: el Líbano, Israel, Irán… Para tristeza me basta y me sobra con la mía.
Pensaba repetir almuerzo en el Bistro Verde, pero me dio tal ataque de pereza, amén de no sentir hambre ninguna, que sólo salí a hacer unas compras para el almuerzo del próximo viernes con José Luis en Langenbroich, nosotros (Ulli, Carlitos, yo) pondremos la comida y José Luis las bebidas. Tuve suerte: quería comprar seis latas de conservas Lacroix de bullabesa, y justo seis eran las que quedaban en su estante.
Me escribe mi compadre José María desde la orilla del Cauca y me habla de un refrán colombiano («Primero se acaba el helecho que los marranos») cuyo origen me explica así: «Por estos pagos se acostumbraba, a la hora de sacrificar un cerdo, tener a mano una gran cantidad de ramas secas de helecho para chamuscar el pelo del cerdo antes de proceder a faenarlo, a destazarlo. Obviamente eso ya fue prohibido hace muchos años, sin embargo y ante la gran cantidad de cándidos y pendejos que pululan en esta platanera, el dicho refrán les aplica a la perfección. Traducido el refrán, quedaría así: «Primero se acaban las fakenews, los bulos, los engaños, que los bobos que se los creen» Y así ha sido desde el inicio de los tiempos y lo será hasta la extinción de la especie». Enter! [o sea: Amén].
Weiß/Colonia, 19.11.
2:15 am : Acabo de volver a ver Un hombre, que no veía desde que la estrenaron en Huelva allá por el invierno de 1967, cuando volvimos a Europa tras nuestra aventura argentina y antes de regresar, ya de una manera definitiva, a Colonia. ¡Qué peliculón! No hay ninguna peli mala entre las ocho que rodó Paul Newman con Martin Ritt, pero esta es una de las mejores. Y esa frase de Hombre: «We all die, just a question of when [Todos morimos, sólo es cuestión de cuándo]» introduce un final ineluctable, como el de Lord Jim en la novela de Conrad, o el del protagonista (Clint Eastwood) en Gran Torino: la estoica aceptación de la muerte propia, una catarsis de tragedia griega. ¡Qué belleza de film!
Pepe Baena me manda una foto que me provoca estas líneas : Hace años, cuando escribí y publiqué la coplilla: «¡Qué bien hacen en Sevilla / llamando calle Amistad / a un callejón sin salida!», y la recuperé luego para pergeñar mi fandango «de» Luis Cernuda [«Seria y fina la ciudad / donde he nacido: Sevilla. / Allí se llama Amistad / un callejón sin salida»], muchos creyeron que era invención mía, fruto de la profundísima, innegable tirria que los onubenses les tenemos a los sevillanos a pesar de Velázquez, Murillo, Valdés Leal, Blanco White, Bécquer, Joselito, Rafael el Gallo, Belmonte (que vivió su adolescencia en Huelva), de los Machado, Muñoz Seca, los Álvarez Quintero, Chaves Nogales, Aleixandre, el propio Cernuda, Antonio (aquel genio del baile del que no necesita decirse el apellido), Juanita Reina… quienes no tuvieron la culpa de que sus respectivas madres los trajesen al mundo en ese nudo de siesos y narcisos, que parecen todos que los hubiese parido la Macarena en persona. Y a destajo. Y no. La calle Amistad, en Sevilla, sí que es un callejón sin salida. No lo soñé. Lo vi, un día que iba corriendo para no perderme el comienzo de una peli y luego nunca pude reconstruir dónde fue. La foto de Pepe Baena, un amigo de una amistad alameda o avenida o paseo, jamás callejón sin salida, lo documenta y testimonia para ludibrio inexorable de la alcaldía sevillana: no quiero hacer cómplices dello, como decimos los clásicos, a todos los ciudadanos del municipio, entre los cuales, como según mi colega perfidoalbiónico William dijo Marco Antonio en su discurso ante el cadáver de César, ciertamente debe haber alguna gente honrada. Vale, y que tengamos todos un feliz fin de semana. Digo, los onubenses que me lean. A los sevillanos que les den por saco.
Vino Paul, entusiasmado con la lectura de Servidumbre humana, le regalo todos los libros que tengo en alemán de Somerset Maugham y le presto además Diez grandes novelas y sus autores, para que lo conozca también como ensayista sagacísimo que enseña a leer como se debe leer. Luego llegaron Montse y Rebeca, para zafarrancho general, y Paul cocinó unas legumbres al horno, con tortillitas de carne, que fue lo único que yo comí y estaban riquísimas. Al irse, con un gran abrazo, Paul prometió venir la próxima vez con Oskar y cocinar carne, para que yo coma más, pero Diny le dijo: «Mejor pescado, es lo que más le gusta a tu abuelo».
En el KStAnz, hoy, un encarte con la programación farandulera para toda la temporada. En uno de los teatros independientes anuncian una versión escénica de Don Quijote, basada en la obra de Miguel de Cervantes Saveedra [sic]. Se conoce que han oído campanas, aunque no sepan dónde.
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