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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 46 / 2023

De mi Diario : Semana 46 / 2023


Rodenkirchen, 12.11.

Después de leer mi Diario, Samuel me comenta desde Caimanópolis: «Caro Rick, perdona, pero mi deformación profesional de ingeniero registra un gazapo: Casablanca es anterior a Vivir con papá, no después como señalas». Miro en la ficha de Michael Curtiz en www.imdb y me pregunto qué me llevó a leer 1937 donde tendría que haber leído 1947. Y tengo la respuesta para Samuel: porque Casablanca es moderna y su lenguaje data de 1942 pero sigue siendo actual, mientras que Vivir con papá nació cinco años después que parecen un decenio antes. Y no es un juego de palabras.

Vinieron Pia y Chico y fuimos juntos a almorzar a Steep’s. Nunca habían estado allí y el lugar les gustó, así como el trato con Anna. Encargó Diny su filete empanado à la vienesa, Chico una hamburguesa con carne de pollo, y Pia y yo mejillones, ella al modo renano (cocidos con vino blanco) y yo à la Provence, con caldo de pescado. Ella y yo, además, nos repartimos una porción de pommes frites pa mojá en los respectivos caldos. Comimos con apetito y hubo larga sobremesa con muchos cuentos de la familia de Huelva, que Pia no conoce, y algunos la hacen reír y otros la ponen pensativa. Después, acá, prolongamos la sobremesa y Chico, además, se hizo cargo de varias tareas caseras, entre ellas el cambio de una bombilla en la mesita de noche de Diny. Cuando se van, sé que poco después sonará el timbre y será Chico regresando a buscar algo que se le ha olvidado. Así fue, si conoceré a los míos, o como dice Wallenstein en el drama de Schiller: «En eso reconozco a mis Pappenheimer».

También luego de leer mi Diario y lo que cuento de Sirio, la impagable Carmen me escribe: «Creo que en Portugal, por falta de ellos, pagan mejor a los médicos  que en España. No sé si sabes que veraneamos en el Algarve durante 27 años y en uno de esos veranos mi marido se puso muy grave, tuvieron que ingresarlo en la UCI del Hospital de Faro donde estuvo más de 10 días. Allí pude enterarme que en ese hospital trabajaban unos 700 españoles de todas las categorias: médicos, enfermeros, asistentes etc. Incluso el cirujano jefe vivía en Sevilla y pasaba tres días a la semana operando en Faro y se volvía a su casa en Sevilla. Eso me hizo pensar que las condiciones económicas  de los sanitarios eran mucho mejores allí que en España. Además, allí se le tiene un respeto inmenso a los médicos, diferente de lo que está ocurriendo en este país nuestro, que las agresiones a los facultativos es cosa que ocurre casi a diario». Le mando copia a Sirio y me contesta: «¡Qué interesante! Faro me gusta mucho cómo ciudad. Sería interesante trabajar allí. Pero el problema es mi portugués. Es demasiado malo para trabajar». Le respondo: «¿Tú crees que 700 españoles en el hospital de Faro, con lo refractarios que somos a los idiomas extranjeros, hablan portugués?  Más fácil será que el resto del personal portugués entretanto haya aprendido español».

Rodenkirchen, 13.11.

Estuve viendo anoche Second Chorus [Al fin solos], una peli de los 40 y que muy bien pudiera haberse quedado sin filmar. No la salvan ni los números de cante y baile de Fred Astaire ni las prestaciones de la orquesta de Artie Shaw, si bien este demuestra que fue uno de los mejores clarinetistas de su tiempo. Pero la peli es una nadería como la copa de un pino. En fin, es mi filosofía, una mala de cada diez, para jalearme que mis neuronas todavía saben discernir.

Llamé a Frau Vogelbacher por el asunto de la denegación del aplazamiento de pago de mi deuda del 2021 con Hacienda y me aconseja que el lunes próximo, el 20, les transfiera la segunda cuota de mi propuesta, y si no han respondido hasta el 1.º de diciembre, girarles entonces la tercera cuota. De este modo habremos ganado mes y ½, en vez de dos, y nos sacamos el incordio de encima.

Vino Rebeca con una silla de ruedas para sacar a pasear a Diny, pese a la lluvia que cae intermitente. En principio estaba pensado que fuesen a casa de Montse y comieran allí, pero Montse anda de nuevo con migraña, ay, de modo que Rebeca ha decidido viajar con el tranvía al centro para comprarle zapatos nuevos a Diny. Las despido y al poco me encamino al Bistro Verde, donde doy buena cuenta de una sopa renana de papa con tropezones de salchicha fresca. A mi derecha se sienta una pareja joven que encarga también Chardonnay y cuando Liviu se los trae me unen a su brindis. Como estaban conversando acerca de qué encargar de comer, les pregunto que si les gusta el pescado, y el joven me responde: «Mire, sí, pero estoy recién llegando de Ciudad del Cabo y» y no necesita añadir sino una sonrisa. ¡No sabe el filete de lucioperca que se pierde! En Sudáfrica, y que yo sepa, no se cría ni existe la lucioperca.

Vuelvo al Maternus y duermo una siesta tan profunda que ni sentí el regreso de Diny y Rebeca. Sí la despedida de mi Rebecota queridísima.

Rodenkirchen, 14.11.

Descubrí anoche una copia gratuita de Father’s Little Dividend [El padre es abuelo] y me divirtió tanto como cuando la vi al estrenarse en Huelva, creo que en el Gran Teatro. Spencer Tracy era el actor preferido de mi padre y sigue siéndolo el mío, y El padre de la novia su peli favorita entre las del gran Tracy. Anoche, viendo la secuela, no pude dejar de recordar a mi padre imitando a Tracy, «Gatito, gatito, gatito» (aunque eso fue en otra de sus pelis), y cómo le reían los ojos al hacerlo. ¡Los ojos de mi padre, ay! Los tengo atesorados en mi memoria, en lo más hondo del alma.

Me levanto, activo la compu, abro la estafeta, ¡email de Carlo!: «La operación salió bien. Díselo a los Müllers»! Les felicito y firmo el email asimismo en nombre de Ulli & Carlitos.

Acudo a las 11 am al control de la otorrino, la Dra. Pega Wolter, está todo en orden y agendamos un nuevo control en febrero. Al entregarme el volante con la nueva cita, su asistenta le añade, como viene haciendo en los últimos meses, una galletita. ¡Qué pena no tener 30 años menos, carajo!

Camino de La Modicana, en la parada de la Hauptstrasse de Weiß sube al bus Gabi, que viene del dentista, todavía con un resto de anestesia, y está yendo a Wesseling, a visitar a Carlo en la clínica donde lo operaron ayer. Me cuenta que la operación duró varias horas pero que todo está bajo control. Me agradece mi email de esta mañana y me pide que les diga a la signora y Minou que Carlo les manda recuerdos y gracias. Le encargo mis más cariñosos recuerdos para él.

En La Modicana hoy la gran duda: ¿sopa de pescado o espaguetis con gambitas y mejillones? Me decido por lo segundo y no la marro. Aunque la sopa también debe estar de levantar las tapaeras der sentío. Ulli pide ravioles con calabaza, y Carlitos una pasta con tiras de asado de res. Cosa rara, en los últimos tiempos no le hace mucho tilín el pescado. En un canario, más que raro, es rarísimo, de esas cosas que se bucan con lupa y no siempre aparecen.

Rodenkirchen, 15.11.

Anteanoche la busqué en vano, anoche la encontré a las primeras de cambio, Father oft he Bride [El padre de la novia], y esta noche la he vuelto a perder. Pero al menos anoche la pude volver a gozar y estuve de nuevo sentado al lado de mi padre en el anfiteatro del Gran Teatro, en Huelva, riendo cuando él se reía y a veces hasta sin él reírse. Es un lujo impagable ver y admirar el trabajo de Spencer Tracy, para mí es el mejor actor cinematográfico de todos los tiempos, sus creaciones son imperecederas. Al terminar de ver El padre de la novia me programé de nuevo la escena final de Adivina quién viene a cenar esta noche. Esa peli hizo por los derechos civiles de los gringos negros tanto o más que los discursos encendidos de Martin Luther King, «Lo digo y no me corro» (© by César Vallejo). ¡Qué despedida del cine y, sobre todo, qué manera de despedirse de Katherine Hepburn, el gran amor de su vida! ¡Grande, Tracy!

Voy en ayunas donde Sirio, tenemos una larga charla sobre mi estado general de salud y los factores que inciden sobre él, y en él hasta se refractan. Luego, Sirio mismo me extrae la sangre y me pide que lo llame mañana a las 5 pm, cuando ya tendrá los resultados del análisis. Da casi por sentado que serán positivos pues le parece que estoy mucho más animado que las semanas precedentes. Su parecer lo juzgo de un optimismo² [sí, al cuadrado, si es que no a la tercera potencia].

Desde la recepción del Maternus hago llamar a Diny y voy con ella a almorzar en el Steep’s. Tom sigue brillando por su ausencia. Y por cierto, ayer me llegó con el correo el ejemplar de Sommer in Torremolinos [Verano en Torremolinos, título alemán de La isla, la novela de Juan que transcurre en la Costa del Sol de los años 50]. Lo he comprado para regalárselo a Anna, para que sepa cómo era la Costa del Sol antes de que ella la descubriera y se enamorase de Andalucía. Es el único texto de Juan que he leído en alemán, porque estaba seguro de que la edición española habría sido recortada por la censura. Luego me enteré de que Seix & Barral, justamente para evitarse problemas con ella, la editó en México, sólo que en España no se conseguían ejemplares, y aún menos en Troglodia. Para leerla debí esperar hasta 1964, cuando ya sabía alemán y vivía aquí.

Rodenkirchen, 16.11.

No recuerdo ningún día, excepto el de la muerte de mi padre, en que me haya sentido tan deprimido como hoy, al despertarme por la mañana. Lo más curioso es que se trata de la primera vez, desde hace semanas, si no meses, que dormí de un tirón hasta las 7:15 am. Pero sí, me desperté llorando de manera inconsolable, espasmódicamente. Diny se asustó. Quiso saber si me dolía algo, le respondí que no y era verdad, porque no me dolía algo, me dolía todo. Ni siquiera desayuné, y pensé en llevar a Diny a almorzar al italiano pequeño de la Maternusplatz, para saborear una copa de Lugana Pansere, que sabe retebién y seguro cura las penas. Pero al bajar del bus (una parada desde el Maternus) me dio hartísima pereza de atravesar la calle y la plaza estando, como estábamos, en la acera del Bistro Verde. Y allá nos fuimos, aunque pasado mañana volveremos como cada sábado para, casi como todos los sábados, encontrarnos con Paul, que tendrá mucho que contarnos de su gira con ese cantante famoso del que ni siquiera sé su nombre.

En el Bistro Verde, Diny pide un risotto de calabaza y yo mis cuatro Rösti con salmón en salmuera, como está mandao. Antes de que me trajera Petra mi segunda copa de Chardonnay le pregunté si tenían Lugana (no lo tienen siempre, por eso mi pregunta) y me dijo que esta mañana llegó una nueva partida, iba a ver si ya habían abierto una de las cajas. Al rato volvió sonriente con una copa llena casi hasta los bordes. Empecé a sentirme menos depresivo. El alcohol, ah, el alcohol, qué gran medicina. Deberían recetarla los médicos. Y a propóosito, luego en la tarde llamé a Sirio para conocer los resultados del análisis de sangre, y me certificó que los valores hepáticos y renales habían mejorado algo, pero todavía no lo suficiente. Me espera otro mes de dique semiseco. Porca miseria!

Mi carnal chilango me contesta el email donde le preguntaba por qué no había aparecido mi nueva Carta desde Alemania en el suplemento del domingo. Me da la explicación que me imaginaba: tuvo que ausentarse ese fin de semana, y ya se sabe que cuando el gato se va los ratones bailan encima de la mesa. Pero que este domingo aparecerá, y que la fecha de la siguiente sigue siendo el 10.12., así es que le contesto: «Gracias mil y una, y tendrás tu texto para el 10.12., ai prómis. En realidad, como dijo en cierta ocasión Racine, cuando le preguntaron por su nueva obra, esa Carta ya está hecha, lo único que me falta es escribirla. Fíjate que es el centenario del Nobel a Einstein, amén del cincuentenario del Nobel a Heinrich Böll. «Así se las ponían a Fernando VII», no sé si conoces esta expresión tan española. [] En cuanto a lo que me sugieres en torno a sor Juana, fratello dell’anima, gracias infinitas, pero aquí tu negro no tiene uñas para esa guitarra. Hace años, además, que no leo nada suyo, salvo algunas citas de su obra que hace Arcángeles de vez en cuando. Seguro que en Chilangópolis vas a encontrar a alguien adecuado para esa tarea». Y al despachar el email me doy cuenta de que he cometido un error garrafal, porque el centenario del Nobel a Einstein y el cincuentenario del de Böll se cumplieron el año pasado, cómo es posible que se me hayan ido al cielo el santo, su amante y la caterva de niños que procrearon. Me consuelo pensando en aquella vieja cuarteta de Guillén (o Guillem, en valenciá) de Castro en Las mocedades del Cid: «Procure siempre acertalla /el honrado y principal; /pero si la acierta mal, /defendella y no enmendalla». Vamos a ver cómo la defiendo.

Rodenkirchen, 17.11.

La relación de Diny con el Tiempo sería para morirse de risa si no fuera por lo que enerva. Si le digo que a las 12 iremos a almorzar al chino, a las 11 am ya está vestida como para salir a la calle, y menos mal que logré quitarle la mala costumbre de aprestar el andador en la entrada y esperar a pie firme, con el manillar bien agarrado, a que yo dé la orden de ponernos en marcha. Menos mal, digo, y es porque me sacaba de quicio, era una presión secreta para que me diese prisa, hasta que cronómetro en mano creo haberle demostrado que el Tiempo no adelantaría si ella le picase el amor propio: el Tiempo carece de amor propio. Pero andate a saber si no habrá olvidado también mis sabias enseñanzas. Ejem.

En el chino ya me hacen la pregunta por las bebidas para cumplir con las normas de la cortesía, no en vano China debe ser, aunque a mucha distancia, el país más cortés del mundo después de México. No sé por qué, esperando la comida, me acordé de la chica solitaria que estaba ayer sentada en el Bistro Verde, a mi derecha. Yo la miraba de vez en cuando y ella se tuvo que dar cuenta. En realidad, estaba interesado en saber qué hacía sola. ¿Esperaba a alguien? Pero si lo esperaba, ese alguien no vino. De repente pagó y se fue. Diny comentó que era neerlandesa. «Y tú ¿cómo lo sabes?» «Llevaba una campera con el logo de Ámsterdam». No me pareció suficiente seña de identidad, pero no quise discutir: Diny se olvidó de que una de las creaciones sartoriales de Paul ha sido una campera con el logo de Amsterdam, las tres cruces, acerca de las cuales existen tantas explicaciones como ellas mismas: son tres. But «soft you now!», ¡descended, pensamientos, al fondo de mi alma, he aquí que llega la dulce camarera con mi pescaíto frito!

Al llegar de vuelta al Maternus, a nuestro piso, el 2.º, le digo a Diny que se adelante hasta nuestro apartamento, yo me siento a respirar en una de las sillas que en esta santa casa hay en todas las antesalas de los ascensores. Y entonces viene una residente que me pregunta cuántos años tengo para cansarme tanto, le digo que 84 y ella me confiesa haber cumplido 82 años la semana pasada, nació un par de días después de morir mi tío y padrino Antonio, a los 21 años, tísico. Esta mujer también tuvo la tisis de niña, a los 10 años, pero en el 51 la tisis ya no era mortal, le arguyo, y ella me cuenta que a su padre lo vio sólo una vez en su vida siendo muy niña, lo mataron «los Amis» [=gringos] en Montecassino (la pregunta es ¿qué carajo se les había perdido a los alemanes en Montecassino, después de todo lo que se les había perdido en el desierto libio, en Stalingrado, en Sicilia, y sólo un mes después en Normandía?), pero la mujer no para de hablar y repetirse, hablar y repetirse, me hace recordar aquel personaje de un cuento mío del que dije que había perdido el irrecuperable tornillo del silencio. Por fin veo un hueco en su discurso y la dejo que siga propinándoselo a otros residentes que llegan en los ascensores. Soy un cobarde, lo sé. Nadie necesita decírmelo, mucho menos recordármelo. Odio a ese tipo de memoriosos.

Rodenkirchen, 18.11.

Llamé hace un par de días a MHU porque no nos vemos ni conversamos desde mucho tiempo atrás, y me explicó la causa de su silencio: está embarullado a causa de un pleito con su ex esposa, quien le niega la compañía de su hijo, una vez a la semana. Es el mismo caso de B (aunque en el caso de B se trata de dos hijos) y me vuelve a plantear el problema de esas separaciones problemáticas y que tanto dolor suelen causar a los padres y a los hijos. M quedó en llamarme un día de estos para concertar una cita y almorzar juntos, pero los días pasan y no llega su llamada, creo que tendré que insistirle, es una persona muy sensible, en exceso tal vez, y le debo mucho, tengo el deber ineludible de ayudarle en lo que pueda en estas endiabladas circunstancias. ¡Dita sea!

De repente, estando en el cuarto de baño, ya casi listo para salir rumbo al Bistro Verde, me da un mareo que me deja en las cuerdas y me hace salir haciendo eses para llegar hasta mi cama y sentarme en ella. Diny me pregunta qué me pasa, se lo explico, me dice que llame a Paul cancelando nuestra cita de hoy, le digo que no, que se me va a pasar, y sí, se me pasa al cabo de unos minutos, pero me deja una sensación de ahogo en el pecho, y la vaga sospecha de que pueda haber sido un tremendo bajón de mi presión arterial. Me repongo, en todo caso.

Vamos como todos los sábados al BV y Paul se nos añade, nos cuenta de la gira, que le ha significado un par de contactos muy buenos en el difícil mundo del espectáculo, pero ahora está metido de hoz y de coz en unas prácticas que tienen que ver con uno de los mayores festivales mundiales de música pop y que da la casualidad de que se celebra en Colonia. Las prácticas son duras, y duran más de un año, pero Paul está dispuesto a hacerlas hasta el final. Luego dedica y firma el ejemplar de su nuevo calendario, para Ulli & Carlos, y antes de marcharse, porque le toca reunirse con Frank para hacer su declaración a Hacienda por el año 2022, hablamos de su viaje a Ámsterdam el primer fin de semana del mes que viene y de que tienen que ir a comer a d’Vijff Vlieghen (Las cinco moscas), el restaurante más viejo de la ciudad, y donde se come como Dios en Francia o en San Sebastián. Les haré un regalo cash para que puedan pagar la cuenta, pero eso será el sábado próximo. Y desde ya les envidio, ay, por lo que vayan a comer allí, cuya cocina es una de las más refinadas que conozco. Siempre he coronado mis cenas allá con un trago de oude jenever [=ginebra vieja] Bols, de un gran valor medicinal tomándola a pequeñas diócesis, como diría el camarero de La del manojo de rosas, y a quien por lo redicho le llamaban “el Espasa”: la receta es “elke dag een glaasje [=cada día un vasito]”. Curioso es que tal eslogan lo aprendí en Buenos Aires, donde la Bols tiene una destilería y yo compraba su ginebra vieja en las botellas de cerámica y las colocaba, reverente, en la nevera.  O tempora, o Mariano Mores! (Nunca tan bien empleada la expresión).

Y mañana elecciones en Argentina. ¡Que Dios reparta suerte!, como se dicen los toreros al iniciar el paseíllo.

*******************THE END******************

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