Weiß/Colonia, 20.11.
Me despierta el viento, un viento que sopla fuerte, que me recuerda el rostro del Zeus bicéfalo en la versión de la Pastoral de Ludwig van en la peli de Disney, Fantasía, ese doble rostro con los carrillos hinchados por una inhalación a plenos pulmones y que de repente se desinflan cuando ese Zeus en modo Eolo abre ambas bocas y expulsa el aire. Pero los silbidos que llegan de las junturas de puertas y ventanas son poco beethovenianos. Más bien dodecafónicos.
Gran parte del día dedicado a la contabilidad doméstica, arrumando el papelerío que necesito entregarle a mi asesor fiscal para la declaración a Hacienda correspondiente al año 2015. Casi me dan ganas de mandarme mudar a Tristan da Cunha, el lugar más apartado de todo el planeta, y esperar silbando “I was Kaiser Bill’s Batman” la llegada del alguacil del juzgado de Colonia que vaya a reclamarme el pago de mis deudas a la Hacienda alemana. Ay.
11:30 pm : Estuve viendo por tropecentésima vez The Remains of the Day [=Lo que queda del día, ¿no hubiera sido mejor Los rescoldos del día?], con el corazón en un puño todo el tiempo, y al mismo tiempo envidioso de quienes fueron capaces de crear tanta belleza con lo que resta del día, con las zurrapas del río del Tiempo. Luego han pasado un reportaje/documental sobre Emma Thompson, impagable, tanto como impagable es ella. Los actores británicos, quizás por la muy sencilla razón de que casi todos provienen del teatro, tienen una calidad interpretativa distinta de los demás. No es que sean mejores. Son distintos, y ese es un signo de distinción.
Weiß/Colonia, 21.11.
A mediodía me llama Diny, que se ha ido directamente de la estación a la casa de Montse. Me cuenta que ayer, en ese “día de la familia” que los reúne a los Hansen no sé cuántas veces al año, al final tuvieron que prescindir de la parte pensada para celebrar al aire libre, con un carro de heno, como si fueran personajes de un cuadro de El Bosco. Pero el tiempo era atroz, sobre todo el viento. Un viento que obligó a Willy a regresar a Ámsterdam a ½ camino de la fiesta, porque su auto corría peligro de ser arrastrado hasta el canal más próximo.
Parece que ando con mala mano eligiendo las citas que acompañan el envío de mi diario todos los domingos. Hace dos semanas le atribuí a Gandhi una frase que según me desasna Miriam Tessore, desde la Argentina, es del humorista brasileño Aparicio Torelly, y la de esta semana, que le atribuyo a Plauto, el buen Julio Olaciregui me escribe desde Caimanópolis para decirme que es de Menandro. En cuanto a Gandhi, la verdad es que me había sonado raro el exabrupto («Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados») pero me dije que debía ser cosa de la traducción. En cuanto a Plauto, he podido demostrarle a Julio que la frase también es suya, de su comedia Las gemelas, aunque Menandro la hubiese escrito antes; en aquellos tiempos el © no se tomaba tan al pie de la letra como hoy. Sea como fuere, ello me ha servido para hacer un gran descubrimiento, que es justo el de este Aparicio Torelly a quien no conocía y de quien ya llevo traducidas varias verdades como puños: «La horca es el más desagradable de los instrumentos de cuerda», «Es tanto lo que debo que si le digo a alguien “mi bien”, el Banco lo embarga», «No confíe en el proverbio que dice que perro que ladra no muerde. Debe haber por ahí mucho perro analfabeto que todavía no leyó ese lindo proverbio», y sobre todos, este: ¡¡¡«El hígado le hace mucho daño a la bebida»!!!
En Colombia, apareció una publicidad donde se veían el propietario de una ganadería y una vaca pastando en un campo, y esta leyenda: «Danone: Con leche fresca de nuestros ganaderos».
@todoalnatural fue de los primeros en dedicarle un tuit irónico. Pero por lo que se refiere a tales anuncios, y a decir verdad, casi toda la gente que conozco y haya trabajado en publicidad es de lo más inteligente. Benedetti, por ejemplo. Y muchos otros escritores de campanillas que se ganaron la vida craneando slogans publicitarios para ganarse el sustento. Así es que lo pongo en relación con el aserto de Oscar Wilde («Que hablen mal de mí, pero que hablen»), y llego a la siguiente conclusión: Muchos de estos aparentes gazapos o descuidos, sencillamente no lo son. Están concebidos para que los sabelotodos los pongan en ridículo de manera eficacísima: reproduciéndolos, es decir, consiguiéndoles una publicidad gratuita que jamás alcanzarían si fuesen gramaticalmente correctos y de contenidos tan pulcros como el himen de María antes y después de la visita de la paloma que no se equivocaba (a diferencia de la de Alberti).
Weiß/Colonia, 22.11.
En La Modicana, hoy con Claudia, una plática de lo más sugerente: cómo es que disminuyen nuestras aficiones artísticas con el deterioro de los sentidos a causa de la edad. Si te vuelves sordo, te deja de interesar la música. Por ejemplo. Ello demostraría ab absurdum que Ludwig van fuese un genio.
A las 3:15 pm en punto me recibe mi endocrinólogo. El Dr. Deuß me dice que los valores de vitamina D se han estabilizado, por lo que el péndulo verano/invierno debo seguirlo con una medicamentación suave, una grajea cada segunda semana, hasta abril, y luego reanudar la ingesta a partir de octubre. Y que no me preocupe por mi sudoración excesiva ya que no obedece a una causa “orgánica” (hace comillas en el aire para que entienda que quiere decir “patológica”). Salgo de la consulta casi como un zombi. Me voy a morir de pura salud certificada médicamente.
Weiß/Colonia, 23.11.
2:45 am : Dos documentales magníficos. “Los bebés de la Junta” sobre la política de secuestro de los hijos de los desaparecidos, durante los años de la lóbrega dictadura de los Videlas y los Astizes y esa ralea de hijueputas, entregándoselos a miembros de las FF.AA. o de la policía que no tenían prole. Un delito de lesa humanidad que todavía no se ha terminado de esclarecer pero al que se siguen enfrentando, cada vez con mayor éxito, las Abuelas de Plaza de Mayo. Y el otro documental es sobre el corralito, sobre la increíble catástrofe económica en que se sumió la Argentina a fines del 2001 y a nosotros nos tocó vivir después de los 22 días de travesía por el Atlántico en un carguero de contenedores. Escenas de saqueos de supermercados me hacen recordar algunas que vimos en la TV, de unos grupos violentos asaltando bancos, haciendo añicos las cristaleras y echando mano a las computadoras para destrozarlas en la calle. Y el comentario de Jorge: «Si serán pelotudos, ahora los Bancos tienen la mejor coartada del mundo para nunca devolverles sus ahorros, argumentarán que les han borrado los archivos».
De una carta de Eleanor Marx a su hermana Laura, desde Londres, 17.11.1893: «¡Navidades! ¡Oh Laura, estas fiestas espantosas, y que a cada vez se vuelven más terribles cuanto menos sentido tienen para uno!» Suscribo la frase 123 años y 6 días después, y en unas condiciones que a la pobre Eleanor la hubiesen llevado al suicidio cinco años antes de cuando lo hizo.
Pasan en el canal Arte un documental sobre la vida de Hans Fallada. Creo que es uno de los muy pocos autores, en la literatura universal, que se interesó de veras por los desposeídos y los hizo hablar en su propia lengua y vivir en su propio ambiente. En ello se asemeja a Galdós, pero le faltan la grandeza de ánimo y la inmensa humanidad de don Benito.
Para la cena hizo Diny un postre, de compota de manzana, con canela, como para chuparse los dedos. El mérito, según ella, es de las manzanas “Belle de Boskoop”, que sólo se consiguen en fechas cercanas al Día Internacional del Regalo y es la mejor variedad para hacer appelmoes, como se llama la compota en neerlandés. Pues sí, quién soy yo para discutir con una cocinera, pero me parece que las manzanas, por sí solas, no se vuelven compota. Digo yo.
Weiß/Colonia, 24.11.
El surrealismo, o el realismo mágico, o los dos, saltan donde menos se los espera. Hoy, en el diario, una gacetilla informa de que en el despacho oficial de la presidenta de Corea del Sur se encuentra arrumada gran cantidad del medicamento Viagra, como antídoto ¡¡para el vértigo!!
La esquela fúnebre de Barbara König, rubricada por la dirección de la WDR [=Radio Colonia], me deja muy pensativo. Ella fue ingeniera de sonido (la categoría laboral alemana de lo que en España se llama simplemente “técnico”) durante 35 años, los mismos que yo fui redactor en la Radio Deutsche Welle. Y en la redacción de la esquela se deja ver que han tratado de escapar a las frases trilladas y los lugares comunes que son de cajón en estos casos, quienes las redactan no se salen nunca del esquema. Leyendo esta se me ocurre pensar quién redactará la mía, si ya en la RDW casi no queda nadie que haya trabajado a mi lado, casi no queda nadie que “sepa” lo que significó mi paso por la redacción latinoamericana. Quedan los archivos, claro, en soporte papel y en soporte cintas, pero ¡quién se mete a trabajar tanto por una mera esquela! Tengo la respuesta en las yemas de los dedos, y la respuesta es “Yo”, pero yo ya estaré muerto el día en que tengan que redactar mi esquela, y además no estaría bien visto que firmase la propia.
Prendí el canal Arte al buen tuntún y vi Marina, una peli belga biográfica sobre Rocco Granata, el cantante hijo de emigrantes italianos, calabreses por más señas (su padre fue de los primeros en llegar a Bélgica tras la 2.ª guerra mundial, para trabajar en una mina de carbón, en Flandes). Interesa por lo que muestra de la vida de los llamados Gastarbeiters [=”trabajadores invitados” era el eufemismo con el que nos nombraban] en las décadas de los 50 y 60, y no le escurre el cuerpo a la hora de señalar la xenofobia larvada que había en la burocracia y en la población. No en vano, entre los títulos de crédito alcancé a registrar que los hermanos Dardanne fueron coproductores de la peli y eso fue lo que me movió a verla íntegra, porque por lo demás sólo me atraía de una manera tangencial, nostálgica, en especial por las canciones de Rocco.
Weiß/Colonia, 25.11.
En el diario, en una esquela, este epígrafe de Musset: «Un souvenir heureux est pet-être sur terre plus vrai que le bonheur». Y sí, quizás en esta tierra sea un recuerdo feliz más verdadero que la felicidad. Pero ¿y los pobrecitos desmemoriados?
Ayer se presentó en Huelva el libro de Javier sobre la revista Camino y en la prensa onubense –la he repasado íntegra– no hay ni una sola mención del acto. Es de mear y no echar gota, si se piensa que Camino [1954-1959] fue la primera lucecita piloto al final del túnel del franquismo en la que entonces bauticé como Troglodia, y hoy, con el comportamiento de su prensa, me ha demostrado que sigue siéndolo más de lo debido. Menos mal que alguno de los destinatarios de mi recorderis, que les pasé por email el martes, tuvo la buena idea de enviarlo a la redacción de Huelva Buenas Noticias, y allì le dieron todo el espacio, hasta con foto de la portada del libro, aunque lo publicaran atribuyéndoselo a la propia redacción, y eso a pesar de estar formulado en primera persona. ¡Pero sería demasiado pedirle peras al olmo nada menos que en Troglodia! Sólo que siendo como soy no pude evitar dejarles un comentario vitriólico al pie del anuncio.
En mi afanosa búsqueda de alguna información sobre la presentación del libro de Javier, resulta que encontré en la prensa de Huelva una interesantísima noticia acerca de la gastronomía del hombre de Neandertal, cuya dieta incluía la paloma. Así es que ni corto ni perezoso le pasé el enlace a Carlitos diciéndole sin andarme por las ramas: «Siempre me asombró tu defensa tenaz de la paloma, pese a que deberías de saber que es la rata del aire, un depredador 100%. Pero ahora me queda todo claro, ¡qué callado te lo tenías, sinvergüenza! Así pues quedas apercibido de que en Huelva no nos chupamos el dedo».
Weiß/Colonia, 26.11.
Abro la compu al levantarme y la pantalla se llena con la imagen de Fidel Castro. Murió ayer por la noche. En alguna ocasión dijo que la Historia lo absolvería. Conociendo la fonética de los cubanos («mi amolll») igual quiso decir que la Historia lo absorbería, como así ha sido. Bromas aparte, con aquella frase puso de relieve la falta del grano de humildad que define a la verdadera grandeza: no dijo que la Historia lo juzgaría. Y la Historia sí lo va a juzgar, y hasta puede que ya tenga su veredicto, y acaso lo mida en él más por sus errores que por sus aciertos; acaso recuerde más el asesinato legal de Tony de la Guardia y del general Arnaldo Ochoa que la alfabetización general y la sanidad gratuita, acaso también recuerde más el proceso estalinista a Heberto Padilla que la solidaridad irrestricta con los desposeídos de este mundo. En cualquier caso, su frase «Los hombres pasan, las ideas quedan» camina renga desde que la pronunció: las ideas pasan, igual que los hombres, y las suyas son la mejor prueba de ello. Ahora que ni quiero ni casi puedo viajar ya no me queda el recurso de argumentar que yo, con un dictador gallego tuve bastante, mi respuesta de siempre (desde tan temprano como 1960) a quienes conociendo mis ideas de izquierda se extrañaban de que nunca hubiese ido a Cuba. Y asimismo le debo a FC la inspiración de otra frase que ahora viene a cuento: «Hasta la Victoria (la de Samotracia) siempre». Pago mis únicas deudas con él reconociéndole su Deus ex machina en ambos casos. Y q.e.p.d.
Dejo la compu y me siento a desayunar con el diario del día que todavía no trae la noticia de la muerte de Fidel Castro. Pero sí hay una esquela con un epitafio de su amigo García Márquez: «No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió». La frase es tan banal que hasta parece profunda. Pero para los deudos del finado a lo mejor será un consuelo.
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