Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 5 / 2012

De mi Diario : Semana 5 / 2012

Weiß/Colonia, 29.1., primera hora del día

Está suficientemente claro que si Lubitsch hubiese tenido la más remota noción de lo que eran Buchenwald, Dachau, Neuengamme (o sea, sin ni siquiera saber lo que llegó a ser Auschwitz), jamás hubiese filmado To be or not to be. Acabo de verla de nuevo, por enésima vez, esta obra maestra, y la pregunta me la planteo de nuevo: ¿será que podemos pedirle responsabilidades al arte por aquello que no supo y le permitió serlo?  Sí que se lo podemos pedir cuando supo y lo hizo; ese sería el caso de Leni Riefenstahl, y ni siquiera en el suyo podemos descartar el arte pese a todo, porque el arte se encuentra moralmente a salvo en una especie de limbo que no depende que quienes lo manejan. Sé de sobra que To be or not to be no hubiera debido ni querido ni podido filmarse, de haber sabido Lubitsch lo que se supo luego pero ¡qué descanso para el alma saber que sí se filmó!  Porque pocas, pocas veces ha lucido tan alto la inteligencia del ser humano.

 

Weiß/Colonia, 29.1.

Vamos al cine, a ver The Artist. Y en el bus nos encontramos con el carnaval, un grupo de mujeres disfrazadas todas con el mismo uniforme, que estarán yendo a alguna de las infinitas sesiones (se llaman igual que las del Parlamento y las de quimioterapia) con que en Colonia se festejan las carnestolendas. Ay. Menos mal que se quedan en Sürth y podemos seguir camino de la ciudad, en el tranvía, sin parafernalia carnavalesca. En el cine, la que nos espera es una cola que llega a la calle, y cuando compro las entradas me dice el taquillero que son dos de las 19 que quedan. Y todas ellas en la primera fila. Me toca ver The Artist como hasta ahora tan sólo vi, la segunda vez, Barry Lindon, con Chico, en un cine del centro. Casi estuve tentado de vender las entradas a la puerta del cine, a dos de quienes se quedaron sin localidad. Pero hago de tripas corazón sólo que prometiéndome volver a ver la peli lo más pronto posible, un lunes, a las 3 pm, posiblemente con nosotros dos solos como público. ¡¡Y en la última fila!! De todos modos, para no ser injusto, tengo que confesar que disfruté mucho con esta peli, que de muda tiene lo que yo de archipámpano de las Indias. El único problema fue que la inmediación a la pantalla no me permitía leer cómodamente hasta el final los letreros intercalados. Lo dicho. A verla otra vez.

 

Weiß/Colonia, 30.1. (1)

Ryan Davis existe. Es un profesor de la Illinois State University. Me escribe hoy y se refiere a una carta mía del 23.4.1972 a Richard (no Ricardo) Collier, periodista inglés autor de un libro titulado The Plague of the Spanish Lady, sobre la epidemia de gripe de 1918 en Europa. Ryan Davis ha visto esa carta mía en el legado de Collier que conserva el Imperial War Museum, de Londres, y de ahí sacó el dato sobre mi proyectada novela Cementerio de extranjeros, como me escribió en un email que recibí vía Fronterad el viernes 27, la semana pasada. Leo este email de hoy y hago lo que tenía que haber hecho antes de que mi soberbia me llevase a apostarme con IBG una botella de Single-Malt a que jamás contacté con Collier ni sé quién es, ni me explico cómo Ryan Davis se hizo con esa información, hasta el punto de llegar a sospechar si no sería una broma ingeniosa y bien armada. Y lo que tenía que haber hecho es lo que acabo de hacer: consultar mis archivos de correspondencia, que hasta entrados los años 80 están bastante bien ordenados. Y en la letra C de cartas recibidas descubro una de Richard Collier, enviada desde Londres el 27.4.1972, evidentemente la respuesta a la mía que menciona Ryan Davis. No he podido encontrar (todavía) la primera carta de Collier, solicitándome el material, ni la copia de la mía, en la cual –según deduzco de la respuesta suya– le expliqué que no había escrito esa novela y le recomendaba consultar la colección del Diario de Huelva que le regalé a don Diego Díaz Hierro, el cronista oficial de la ciudad. [Todo lo referente a esa colección lo detallé en la entrada 17.11. (1) de mi diario, el año pasado]. Bueno, he aprendido la lección : Mi memoria no es esa máquina casi binaria que yo creía y que los amigos me han estado envidiando toda la vida, y aún hoy. Otro fracaso más que añadir a una vida pródiga en ellos. Joderse y aguantarse. Pero le escribo a IBG para felicitarlo por haber ganado la apuesta. Noblesse oblige.

 

Weiß/Colonia, 31.1., recién pasada la medianoche

Miroslav me escribe desde Baires que si tuviera tiempo, escribiría la novela cuyo argumento puedo leer en un artículo cuyo enlace me pasa, un artículo sobre una artimaña urdida por un servicio secreto USAno para sacarle $$ 500.000.000  a Google. Le contesto que «los Borgias hacían cosas como estas, pero con impunidad total. Estos gringos son aprendices, Miros, nos demuestran de manera palmaria no ya lo poco que ha progresado la inteligencia criminal, sino lo que ha retrocedido, ahora tiene que aconchabarse con el poder y hasta pagarlo. Merde alors! Los sucesores legítimos de los Borgias son, sobre todo, las mafias de Europa oriental, con la rusa (dirigida por Putin) al frente de todas. A mí me hace gracia pensar que la gente crea que una estructura de poder como la mafia rusa poco más o menos se improvisó después de la caída de la URSS: un organismo tan complejo y desarrollado ya tenía que existir, paralelo al aparato del PC, hasta en los tiempos de Stalin. Si no, no se explica el presente».

 

Weiß/Colonia, 31.1.

A partir de hoy, sin piedad, trabajar en el texto de la conferencia sobre Mafalda. Trabajo que comienza con la transcripción de mis cientos de anotaciones del Toda Mafalda, organizándolas por temas, a ver si de ese modo salta la chispa y me llega la inspiración para componer el texto.

 

Weiß/Colonia, 1°.2., primera hora del día

De nuevo Lubitsch, una peli muda suya de 1919, La muñeca, basada en un cuento de E.T.A. Hoffmann. La pasan en el canal Arte, en una versión restaurada. Es divertida, sobre todo por la actuación de Ossi Oswalda en su cometido de persona de carne y hueso que tiene que pasar por ser una muñeca. Y hay detalles que hacen pensar en el futuro Lubitsch, y anticipos de a deveras asombrosos, como un splitscreen con tres filas cada una de tres bocas gritando para denotar una pelea verbal entre los herederos del barón de Chanterelle. Pero el verdadero mérito es el de los restauradores: de los 1.375 m de la versión original han conseguido salvar 1.305 con una calidad apabullante. Que los dioses del cine les sean propicios.

 

Weiß/Colonia, 1°.2. (1)

En los archivos de la firma Edison se ha descubierto un cilindro de cera con la voz del canciller Otto von Bismarck. Que a Bismarck se le grabó la voz el 8.10.1889 ya era cosa sabida y estaba documentado, así como que en esa grabación habló y cantó en alemán, inglés y latín, el himno de los estudiantes, “Gaudeamus igitur”. Pero la sensación es que ahora se pone de relieve que, además, cantó en francés, ¡nada menos que “La Marsellesa”!: «Allons, enfant de l’Allemagne!” Esto me recuerda la inocentada que di en la Deutsche Welle el 28.12.96 transmitiendo en el programa “De nuestro archivo” una presunta grabación de la voz de Alejandro de Humboldt dizque encontrada en un viejo rodillo de cera, en el desván de su casa de Berlín. Hicimos el montaje con Carlitos y la voz de un colega alemán leyendo el texto –en castellano– de una de las leyes ambientales de Bolívar, y quedó perfecto. Hasta hubo emisoras latinoamericanas que nos solicitaron una copia en CD para sus archivos. ¡Y ayer se extrañaba Julio, cuando fuimos a comer a La Modicana, de que yo temiese que la carta del profesor Ryan Davis hubiese sido una broma bien armada!  Como si yo no fuese perro viejo en la materia

[Envío esta entrada como anticipo a un par de amigos, y mi tocayo me comenta desde Buenos Aaires: «Te confieso que en mis tiempos de libretista y productor del programa rockero Música con Ton Son & Williamas, solía inventar festivales que jamás se hicieron. Era muy fácil. Elegía una ciudad inglesa de nombre raro, seleccionaba cuatro o cinco conjuntos de los que teníamos discos y lo demás corría por cuenta del operador de sonido, que agregaba aplausos y gritos. Varios de esos «recitales» fueron grabados por los oyentes y los piratearon entre los amantes del rock. Te hablo de 1966/69». ¿Si será de eso que le viene la fama al Festival Hay?, me pregunto].

 

Weiß/Colonia, 1.2. (2)

Diny pasó por lo de Montse y allí estaba Rebeca que le entregó para mí una copia en papel de la foto con Anacrís delante de la catedral. Es en verdad una bella foto, y en soporte papel pone de relieve la ventaja de ese formato sobre su imagen cuando aparece en la pantalla. Por otra parte, el buen hombre turco a quien le pedimos el favor de que nos hiciera la foto, evidentemente tiene un maravilloso sentido del encuadre. ¡Y cómo son los mecanismos de la memoria!, al escribir lo de “el buen hombre turco” me vienen a la memoria los versos del poema de Nazim Hikmet que se titula “Angina pectoris”: «Doctor, estoy enfermo, / la mitad de mi corazón / está en Pekín».

 

Weiß/Colonia, 2.2. (1)

Pequé de fuguilla (=precipitado), como diría mi abuela Remedios, y me engolosiné con aquello de que las historietas en Toda Mafalda estaban numeradas del 1 al 1.90¿? [no hay manera de saber cuántas son], así es que prescindí del sistema de anotarlas por su página y su posición dentro de la misma. Y la Retourkutsche  [=el boomerang, o aún mejor la bofetada de vueltao «más mijor», la bofetada devuelta] es que ahora, al transcribir todo el material a pantalla para empezar a pensar qué texto voy a escribir, me resulta mucho más difícil localizar la historieta # 962 que la que está en la página 289/2siendo, como son, la misma, porque dicha numeración está en tamaño cagada de mosca, Acabo las jornadas de trabajo con la espalda en condiciones tales, que las legendarias lavanderas de Portugal podrían usarlas como tablas para sus lebrillos.

 

 

Weiß/Colonia, 2.2. (2)

Héctor ha sacado en El Espectador una muy buena necrológica de Wisława Szymborska, y le escribo para decírselo, que me lo parece, y añado, porque es de justicia, que además le dejó el protagonismo a la poesía de ella y no a su propia prosa, y que es eso lo que recontrajode todas las necrológicas, el que los necrólogos quieren encumbrarse con el panegírico del muerto y abren el frasco de sus mejores esencias para aturdir al lector: «Miren lo bien que escribo de alguien tan grande [como yo, eso no lo dicen]». La prosa casi notarial de Héctor, en este caso, es un ejemplo de honradez. Le doy las gracias en nombre de los lectores (=los huérfanos) de la gran Wisława.

 

Weiß/Colonia, 3.2. (1)

En el blog de Ana María se trenzaron ayer en una polémica acerca del significado de la palabra “estupro”, y AM citó la creativa definición de un abogado colombiano: «prometer para meter y después de haber metido no cumplir lo prometido». Le escribo hoy enviándole en un enlace la definición de estupro en el diccionario de la RALE y me contesta que la del abogado le parece «mejor que cualquiera de las que ofrece la RAE; es que en la RAE también deberían contratar a alguien que diga las cosas bonito, así sean feas». La respondo que no conozco el código penal colombiano, «por lo cual no estoy en las mejores condiciones para decir si esa definición de estupro coincide con la causales de la ley, ya que “prometer para meter y después de haber metido no cumplir lo prometido” más bien puede tipificarse como un delito de abuso doloso (doloso, no doloroso) de confianza. Tampoco sé por qué criterios se guía la Academia para la definición de los delitos, si por los del código penal español o consensuando la definición con el resto de las academias hispanoamericanas. En todo caso, el estupro definido por ese abogado que te parece tan creativo, creo que se pasa un pelín en el terreno de la creatividad, pero desde luego sí te doy la razón en que la RALE debería a veces dejar volar la fantasía. Por ejemplo: “Cocodrilo : Lagartija que ha leído a Nietzsche”».

 

Weiß/Colonia, 3.2. (2)

Sorpresa, Diny vuelve de casa de Montse en compañía de Oskar. Qué hermoso es sentirse padre de nuevo. Vana ilusión, claro, pero de ilusión también se vive. Y se muere. O nos mata.

 

Weiß/Colonia, 4.2. (1)

La conferencia sobre Mafalda ya está, la tengo completamente clara en mi cabeza, sobre todo después de dos descubrimientos (quizás tres) que he hecho en el curso de mi investigación. Ahora sólo me falta escribirla, como dijo Racine alguna vez cuando le preguntaron por su próxima obra. Guárdenme los dioses, eso sí, de pretender equipararme a Racine, sólo hablo de los métodos de trabajo, que pueden ser idénticos los de un talento de la Champions League, como Racine (¡suena casi lo mismo que Zidane!), que los de un jugador de la tercera división de amateurs, como yo.

 

Weiß/Colonia, 4.2. (2)

Recuerdo cuando volví a Huelva al cabo de tres años largos desde que me fui en febrero 1963. Iba con Willy, de 16 años, comisionado por su familia para averiguar si la mía era una familia comm’il faut. Fuimos en tren, vía París e Irún. Casi tres días de camino a la ida y otros tantos a la vuelta. Creo que ni siquiera se nos ocurrió la idea de volar desde Ámsterdam o Colonia a Sevilla. Lo pasamos muy bien de todos modos, y Willy conoció la semana santa andaluza y le presenté a uno de sus ídolos, Pepe Gálvez, a quien yo había visto en Berlín, en septiembre de 1964, derrotar al campeón del mundo de billar al cuadro 47/2, el belga Verwest, haciendo el máximo de carambolas, 3.124, y quedándose sólo subcampeón por haber empatado la primera partida con el argentino Girves. Relaté el campeonato para el diario Odiel, con fotos de Paco Guerrero, y ahí estaba Gálvez caminando aquel día por la calle Ricos, en Huelva, y se lo presenté a Willy, y Willy, cuando regresamos, escribió una crónica de su viaje que fue el primer texto que traduje en mi vida del neerlandés al castellano, y así mismo fue el primer texto que Willy ha publicado en su vida, también en el Odiel. Qué de recuerdosy cómo, cuando se tira de la punta del ovillo, van saliendo uno detrás del otro.

 

Weiß/Colonia, 4.2. (4)

Oskar inauguró el día de hoy con la compu y sin salir de la cama. Luego, al mediodía trabajaba con ella en el cuarto de Diny. Y ahora, al levantarme de la siesta lo veo afanado con el aparato en el sofá del living, embutido en la manta de lectura que le regalé a Diny por el International Gift Day. «¿Si será que piensas surfear en todas las habitaciones de la casa?», le pregunto. «No, sólo estoy probando dónde se recibe mejor la señal de Internet», me contesta. Es un exquisito.

 

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