Weiß/Colonia, 29.1.
Registro la noticia de la inauguración, en Los Ángeles, del Museo de las Relaciones Rotas, uno donde cada uno de los objetos expuestos encierra potencialmente una novela. Por ejemplo, un trocito de papel, minúsculo, en el que con letra microscópica figuran sólo cuatro palabras, «Pay attention to me»: el último y desesperado intento de una esposa para retener a su marido. John Quinn, creador del Museo, dice: «Todos tenemos que separarnos, a lo largo de nuestras vidas, de alguien o de algo que queremos. Es una profunda experiencia humana». Y por ello lo mejor de su Museo son los escritos que acompañan a cada objeto expuesto, y en donde la persona que lo dona cuenta la historia cuyo protagonista es ese objeto. Hay por ejemplo un ovillo de pelusas acompañado de este texto: «En su ombligo siempre se acumulaban pelusas y él las extraía con cuidado. Yo las fui juntando, todas». El ovillo es el mudo testigo de las relaciones de esa pareja de Montreal, que duraron 18 meses. No tiene nada que ver, pero la lectura de esta noticia me hace recordar que tengo pendiente la de El Museo de la Inocencia, la novela de Orhan Pamuk. Y no es mi único pendiente, pero la vida no me alcanzará ya para todos.
También en el diario : La entrevista dominical a toda plana es hoy con el historiador alemán Heinrich August Winkler, autor de Historia de Occidente, un hito en la materia. A la pregunta de cómo ve el desarrollo de la política USAna en manos del que te dije, Winkler afirma con cierta seguridad que el espíritu liberal estadounidense terminará prevaleciendo. Oremus.
Termino, por fin, la relectura de la correspondencia de Joseph Roth. A partir de cierto momento ha sido una tortura paralela a la que sufrió Roth mientras escribía esas cartas que son como los gritos de un desesperado en el cepo. Lo curioso es que no recuerdo haber sentido tal compasión cuando leí este libro por primera vez, allá por 1970, recién publicado. En aquel entonces, con seguridad, lo leí como literatura, y esta vez, casi medio siglo después, teniendo muy presente lo que Walt Whitman dejó dicho de uno suyo: «Quien toca este libro, toca un ser humano».
Weiß/Colonia, 30.1.
Dedico toda la mañana a componer mi columna del viernes para EE, se la dedico a ese libro de Sinclair Lewis, Eso no puede pasar aquí, que es uno de los más desconocidos entre los suyos y ha pasado a ser, gracias al que te dije, el más actual de todos.
[El viernes, al publicarse, provoca un interesante intercambio de ideas con los foristas, hasta se hace presente –de manera civilizada– alguien que sólo acudía al foro para insultarme, viniese a cuento o no. Alabado sea el santísimo sacramento del altar, sea por siempre bendito y alabado, aun cuando también haya aparecido un forópata que suele colgarse en la cauda de las columnas de EE con filípicas y jeremiadas que tan sólo él entiende y que entretanto ya nadie lee].
Weiß/Colonia, 31.1.
1:00 am : Terminan de pasar, esta noche, la trilogía de Stieg Larsson, y no puedo sino pensar en la crítica de Milan Paulovič, en el diario, el día en que emitieron la primera parte. Dijo que «En el papel de Lisbeth, Noomi Rapace brilló de tal modo, que se convirtió en una estrella mundial. Con lo que no se contaba es con el inesperado efecto de que los dos siguientes episodios fueran tan espeluznantemente idiotas, que incluso arrojaron sombra sobre el primero». Creo que Milan Paulovič, a quien respeto y admiro como pocos, en esta ocasión se excedió. Pero que lo haya hecho no quiere decir que no tenga razón, sino que dio una vuelta de tuerca más de lo justo.
7:00 pm : Llegamos a casa de vuelta del Odeón, fuimos a ver Jackie. Lo que más me convence en esta peli es que en ningún momento se ha intentado el mimetismo, imposible además en el caso de Natalie Porter, quien sólo de espaldas y gracias al peinado recuerda a Jacqueline. Y lo mismo puede decirse de los actores que incorporan papeles como el de Bobby Kennedy o el de Lyndon B. Johnson. Excepcional, por cierto, la actuación de John Hurt, que se nos murió hace un par de días, nuestro inolvidable hombre–elefante. Y una escena que me queda en el recuerdo es la de Jackie en el lavabo del avión presidencial, memorizando en castellano las palabras que va a pronunciar en Dallas, adonde están por llegar. También la de Jackie, ya viuda, cuando va en un automóvil y de repente le pregunta al chófer si le dice algo el nombre de James Garfield. El chófer lo piensa un poco y dice que no. Jacqueline le pregunta entonces que si le dice algo el nombre de William McKinley. Y el chófer vuelve a decir que no. Pero Garfield y McKinley fueron presidentes de los USA, asesinados en 1881 y 1901, respectivamente. Sin embargo, el único presidente asesinado que el chófer puede recordar es Lincoln, por razones obvias. De la misma manera, hoy en día tan sólo se recuerdan los asesinatos de Lincoln y Kennedy. Dicho de otro modo: la Historia tiene caminos para recordar a quienes la hacen. Hay otras escenas más en esta peli que quisiera ver de nuevo, y prestarle mayor atención a la banda sonora. En fin, que me ha impresionado enormemente, compraré el DVD apenas lo pongan a la venta.
Weiß/Colonia, 1.2.
Mientras espero en ayunas la llegada del Dr. Ruppert, veo en el diario, rara avis, una esquela con la figura del rey blanco del ajedrez, acompañada de un epígrafe diciendo que el rey blanco tiene que abandonar, y salir del tablero de puntillas: jaque mate al difunto.
Viene el Dr. Ruppert, puntual, a las 11.00 am, para extraerme sangre, y es la primera vez que debe hacer tres intentos de pinchazo hasta encontrar una vena. Me dice que la sangre le parece demasiado densa, “gorda”, como cuando en el 2008 tuvo que hacerme unas sangrías. Queda esperar el resultado de los análisis. Hace tiempo que vivo abandonado a mi suerte, que sea lo que los dioses quieran. Pero si es cosa de un jaque mate, cuanto antes mejor para todos.
Desde su exilio bogotano, Ibsen me envía el enlace con Sanctuary, la peli sobre la novela de Faulkner, con Lee Remick e Yves Montand. Ipso fuckto reboto el enlace a todos mis amigos cinéfilos, y entretanto descubro que todos estábamos enamorados de Lee Remick. Era una actriz de cuerpo entero, en el sentido más literal de la expresión, basta pensar en su primera actuación ante las cámaras, la majorette de Un rostro en la multitud.
Entre los Cabos Sueltos que Luis Miguel colecciona cada mes para Nexos, en esta edición cita un apunte de Rubén Darío en el que da por buena una afirmación de Francis Bacon, según la cual es raro que exista tanto diario de viaje escrito en el mar, donde sólo se ve cielo y agua. Le escribo a Luis Miguel para decirle que he cruzado tres veces el Atlántico en barco (la primera de Hamburgo a Buenos Aires, la segunda de Buenos Aires a Algeciras, ambas en trasatlánticos de línea, y la tercera desde Bremerhaven a Buenos Aires en un carguero de contenedores) y puedo asegurarle que se ve mucho más que cielo y agua… empezando porque se ve el propio barco y quienes lo tripulan y/o viajan en él. Como prueba de lo cual le copio el enlace con mi cuaderno de bitácora de ese último viaje, creo que su lectura le va a entretener bastante.
Vuelvo a ver Hannah Arendt, la peli de Margarethe von Trotta. Mi devoción por HA es grande, y un libro que ojalá tenga tiempo de releer por segunda vez es el de su correspondencia con Mary McCarthy, otra de mis heroínas. Qué reconfortante para el alma pensar en la hermosa intimidad que las unió y en la que, sutilmente, HA –que no tuvo hijos– ejerció de madre, esa madre que Mary perdió siendo muy niña.
Weiß/Colonia, 2.2.
2:00 am : Acaban de pasar Gainsbourg (Vie héroïque), otra de las pelis que nunca me pierdo, como nunca dejo de visitar su tumba en el cementerio de Montparnasse cuando acudo a visitar la de Julio después de la mía. La peli es larga y, si no se conocen la vida y la obra de Serge, puede llegar a ser aburrida. Pero a mí, y creo que a todos los sesentayocheros, me basta el recuerdo de las noches de amor teniendo como música de fondo “Je t’aime, moi non plus” para saber que tenemos una deuda eterna con Serge. Y otro motivo para volver a ver la peli es que en ella, al revés de lo que pasa con Jackie, sí se ha buscado la mímesis, y aunque las de Jane Birkin y Juliette Gréco no están bien conseguidas, las de Serge y Brigitte Bardot (¡sensacional Laetitia Casta!) son escalofriantes, nos parece estar viéndolos, llegados por el túnel del tiempo para interpretarse. Y al llegar aquí me digo que esta semana, en lo que se refiere al cine, está siendo la semana de la mímesis: Jackie, Hannah Arendt, Serge… Mica male!
Arturo Iglesias Mendoza, director del Instituto de Geofísica de la UNAM, vuelve a invitarme al homenaje a Cinna el día 16, en Ciudad de México, y le contesto que «vuelvo a agradecerle mucho la invitación a participar en el acto vía Skype, pero no veo la posibilidad técnica de llevar a cabo ese enlace ya que mi PC carece de ese programa. Es más, uno de mis nietos se brindó a instalármelo hace un par de años y le dije lo mismo que le diría hoy: que no; porque la compu es para mí nada más que la mejor máquina de escribir que tuve nunca, un archivo con el que me ahorro varias resmas de papel al año, y mi estafeta para estar en contacto con los amigos. Y ya. Cosas tales como surfear, chatear, skypear, etc., no las practico para nada en absoluto. Definitivamente soy alguien de otro siglo. Por otra parte usted me dice que en el acto participarán mi querida Bety, los hijos de Cinna y gran cantidad de amigos y alumnos, y a mí me parecería un abuso robarles parte del tiempo que les corresponde con muchísimo más derecho que a mí, un amigo lejano y meramente epistolar, con excepción del breve encuentro que tuvimos el 31.5.2011 en el aeropuerto de Fráncfort y que alcanzó para nomás almorzar juntos. Por cierto que en mi diario registré lo siguiente: “Ha sido un hermoso encuentro, a pesar de mi mal disimulada envidia al contemplar a este hombre de 86 años recién cumplidos que me hace parecer un carcamal”. Diez días más tarde cumplí los 72, así es que ya ve, por este testimonio, que mis achaques vienen de lejos. Repito mi agradecimiento y cuente desde luego con que el día 16, por la noche, brindaré con un Single Malt a la memoria de Cinna y en honor de ustedes».
Por una exhaustiva documentación en el diario me entero de que la población de pájaros canores en Alemania ha descendido en un 17%. El informe es tan drástico que el diario lo anuncia en primera plana, destacadísimo, con la foto de un pájaro que Pablo, en Huelva, me diría enseguida qué es, pero el diario no me lo especifica. Odio los pesticidas y los cultivos bajo plástico, los ladrones del alimento a esas pequeñitas criaturas que son, probablemente, los únicos seres inocentes de toda la Creación.
Definitivamente tiro la toalla (y la esponja, y el taburete, y cualquier cosa que me caiga a la mano), no logro hilvanar el artículo que quería, sobre el estreno de Nabucco. Como se celebra el 9 de marzo su 175 aniversario, le medio prometí a Phoebe mandárselo a màs tardar mañana para que entrase todavía en el # de marzo. Pero ni modo. Sé lo que quiero hacer, una estampa como las de Stefan Zweig en Momentos estelares de la Humanidad, donde le dedicó una a la sagrada noche en que nació La Marsellesa, y recordar los momentos cinematográficos en que La Marsellesa casi nos levanta de las butacas, en Casablanca, en El chacal, incluso –lo pienso ahora– en Gainsbourg… Pero también cómo el coro de los hebreos cautivos, en Nabucco, desde la misma noche de su estreno, es el himno secreto de los italianos. Sí, sé lo que quiero hacer, y sin embargo «quiero escribir, pero me sale espuma». Le mando un email a Phoebe para decirle que no se quede esperando un texto que no llegará, al menos mañana, a su bandeja de entrada.
Weiß/Colonia, 3.2.
0:30 am : Pasaron una coproducción germano–israelí, Herbe Mischung [Áspera mezcla], que me ha gustado mucho. Benjamin, israelita, vive en Múnich con su amiga Zahra, que es hija de una alemana y un egipcio (esa es la áspera mezcla del título), y se apellida Abdulla. Muere en Tel Aviv el abuelo de Ben, y acude al entierro Ben, con Zahra. El nombre de ella induce a la familia de Ben a pensar que se llama Sara y es también judía. Hasta que la ven persignarse en el entierro del abuelo. Creo que esta comedia sólo la pudieron hacer israelitas, quienes parecen tener el monopolio de poder reírse de ellos mismos. Pero en cualquier caso la hicieron bien en este caso, y la peli, intrascendente por lo demás, es un esclarecedor espejo de las costumbres, los prejuicios y los clichés en que se desenvuelve la vida en Israel.
Anoche, después de Herbe Mischung, en el canal MDR (en lo que in illo tempore fue la RDA) pasaron la grabación de la 7.ª sinfonía de Beethoven por la orquesta de la Gewandhaus, de Leipzig, dirigida por Herbert Blomstedt. Me aguanté las ganas los tres primeros movimientos, pero al cuarto me puse de pie y dirigí la orquesta hasta el prodigioso final. Luego me fui a la cama y me acosté pensando que hay dos piezas de Ludwig van que han llegado a ser títulos de novelas breves, La sonata de Kreutzer, de Tolstoi, y El “allegretto” de la Sinfonía VII, de Eugenio Noel. Me pregunto si no habrá algunos más, ese podría ser tema para una columna.
Todo el día con un difuso malestar que no sé a qué atribuir. La presión sanguínea esta mañana estaba altísima, 177/96; ahora, 11:20 pm, parece haber mejorado bastante, es tan sólo 143/84.
Weiß/Colonia, 4.2.
Desde ayer alrededor de las 10 pm, el sistema se cayó como lo hace de vez en cuando, con unas intermitencias molestosísimas porque hay que andar pendientes de que los cinco pilotos verdes del Router están encendidos, y cuando lo están y uno anda más aplicado a la tarea, ¡zas!, se cae de nuevo el pinche enlace con Online y WLAN y hasta con el teléfono, y a uno le entran deseos electronicidas y de mentarle la recontrarremilputísima que lo recontrarremilparió. La situación se ha mantenido hoy durante todo el día, para gran desesperación de Diny, a quien su revista de la prensa diaria sólo se le permite con cuentagotas («a pequeñas diócesis»), y para grandísimo cabreo mío, porque es evidente que se trata de una falla del sistema, y en estos casos se siente uno impotente, casi como un náufrago virtual en una isla desierta.
Antier, de safari por Twitter en alemán, encontré un trino que no sé si es un chiste de la tuitera o responde a una realidad (hay un canal que, en efecto, pasa el telediario con un recuadrito arriba a la derecha, donde una intérprete de sordomudos traduce las noticias al lenguaje por señas):
Ich verstehe keine Gebärdensprache, aber der Tagesschausprecher sagte »Trumps Einreisesperre« und die Dolmetscherin fasste sich an den Kopf.
— Claudia Vamvas (@akkordeonistin) 29. Januar 2017
En cualquier caso me gustó tanto que lo traduje, pero tuve que hacerlo en un tuit doble, ya que los 140 caracteres eran escasos para el trasvase del alemán al castellano. Y mi buen José María lo ha subido hoy a su cuenta de Twitter, desde su Arcadia caribe:
«A decir verdad no entiendo para nada el lenguaje por señas que usan los sordomudos. Pero cuando la locutora del telediario dijo “el veto migratorio de Trump”, vi que la intérprete por señas se llevó las manos a la cabeza».
*************************FIN*************************