Weiß/Colonia, 12.12. (1)
Diny se queda enferma en la cama, tiene un catarro de padre y muy señor mío, la voz totalmente enronquecida, tose demasiado. Seguro que se trata de algún virus que pilló en el tren regresando de Ámsterdam. Le llevo el desayuno y luego me pongo a contestar correspondencia en pantalla, que no es paja. Después, cuando he terminado la tarea postal, le preparo un consomé a Diny y almuerzo yo unas tostadas con salmón ahumado. Este es un domingo silencioso y calmo, hasta con un sol tímido que acaba con los restos de la nieve. Home, sweet–sour home.
Weiß/Colonia, 12.12. (2)
Estoy leyendo ahora una policial sueca, Se dem inte i ögonen [Mírales a los ojos], de Aino Trosell, el segundo caso de su detective improvisada, Siv Dahlin, y en el programa de la tele descubro que en el canal Arte pasan un programa de música escandinava, con Paavo Järvi dirigiendo por primera vez la Orquesta de París. Empieza con el concierto para piano y orquesta de Grieg, después la segunda sinfonía de Sibelius (cuya esposa se llamaba Aino, como la autora de la policial), y termina con el estreno de una pieza de Arvo Pärt, Silhouette, Hommage à Gustave Eiffel. De manera que prendo el televisor pero continúo leyendo, con ese hilo musical. Es una pena lo de Pärt, porque me había hecho la ilusión de que fuese una pieza suya que nunca he oído, Si Bach hubiera criado abejas…, para piano, quinteto de viento, orquesta de cuerdas y percusión: el título es tan, tan sugestivo, que casi puedo ver en las hojas de la partitura unos enjambres de notas volando de ida y vuelta a una colmena. Tendré que mirar en Saturn si ya existe una grabación en CD. Y mientras avanzo en la lectura me digo que qué curioso es estar leyendo justamente esta novela, con su trasfondo militar y político, teniendo como telón de fondo el primer atentado terrorista que acaba de cometerse en el centro de Estocolmo.
Weiß/Colonia, 13.12. (2)
Oskar cumple hoy once años, y por la tarde, en la casa de Montse, nos reunimos todos, menos Rebeca, es la primera vez que celebramos estando presentes los cuatro nietos. Diny y yo hemos decidido regalarle a Oskar dinero en efectivo, para que él mismo se compre lo que le dé la real gana. Le entrego el sobre diciéndole que el cartero pasó por nuestra casa dejando correo para él. Nuestra felicitación va al dorso de una postal con el retrato de un muchacho sonriente, de Frans Hals, que me recuerda mucho el rostro de Oskar cuando anda con el pelo un poco a la moda hippie de 1968. Niño querido de mi corazón. Pero también los otros tres, cada uno a su modo. Por cierto que Henri ya gatea ingobernablemente por todas partes, aunque suele aquietarse mucho si alguien lo toma en brazos. Es un regalón que terminará malacostumbrado, sin culpa suya, desde luego, sino sólo nuestra, sóla y exclusivamente nuestra. [¿Se escribirá “sola” con acento en este caso de apócope funcional, maese Hoyos? Por si acaso, se lo puse].
Weiß/Colonia, 13.12. (3)
De la lectura de la policial de Aino Trosell retengo una expresión coloquial en el dialecto de Dalarna, la comarca fronteriza de Suecia con Noruega al oeste del país: «A ân penningär då ligg ân vär sjölvan ân vill sa öjsn då ân låg dâi dikenä [Si se tiene dinero, maldita sea, se tiende uno donde le da la gana, dijo el campesino cuando estaba tendido en su tumba]». Lo que despierta mi curiosidad en esta frase es el número de letras del original, 58, por nada menos que 97 en la traducción. La gente de Dalarna sí que sabe ser concisa, carajo.
Weiß/Colonia, 14.12.
Desde tiempos inmemoriales estoy acostumbrado a la lectura en paralelo. Así, hoy inicio la relectura de las cartas literarias de Juan Ramón; empiezo asimismo el extenso prólogo sobre Jesús y el cristianismo de la única obra de Bernard Shaw que todavía me faltaba por leer, Androcles y el león; y le hinco el diente a una policial noruega, de Kjell Ola Dahl, Den fjerde raneren [Un paso en falso se titula en su edición española], que es la quinta de su serie –casi mejor decir saga– de los comisarios Frølich y Gunnarstranda. No es tan mal cóctel.
Weiß/Colonia, 15.12. (1)
Los estragos del bilingüismo : Vamos a almorzar a La Modicana, Carlitos y yo, nuestra ración semanal de spaghetti frutti di mare, y hace un frío cortante que se siente más porque corre un viento desapacible. Carlitos tirita diciendo que tiene “piel de gallina”. Es evidente el estrago del bilingüismo, construyendo la expresión a medio camino de la tedesca Gänsehaut (piel de ganso) y la tan española carne de gallina.
Weiß/Colonia, 15.12. (2)
Le pregunto a Rolando: «A ver si sabes qué actor es el que ha interpretado más veces el papel de algún presidente real de los Estados Unidos. Lo descubrí gracias a un diálogo en The Walker (que ya te dije que te la recomiendo mucho)». Rolando me contesta: «Según Mlle. Google, Frank Mclynn. ¿Qué dicen en The Walker?» Le respondo que mi Mlle. Google debe de ser otra que la suya, porque el único Frank Mclynn que conoce la mía es un autor de novelas históricas. Que en cualquier caso, en The Walker dicen que fue un paisano suyo, el texano Rip Torn, quien ha incorporado a lo largo de los años los papeles de Ulysses Grant, Lyndon Johnson, Richard Nixon y Ronald Reagan. Y que tenga cuidado con esa Mlle. Google suya, que me parece que es una redomada mentirosa. Pero luego me entra la curiosidad y descubro la existencia de un actor llamado Frank McGlynn Sr., que interpretó una docena de veces a Abraham Lincoln, de modo y manera que Mlle. Google contestó bien a una pregunta que yo formulé mal. Mi pregunta hubiera debido ser: ¿Qué actor es el que ha interpretado a más presidentes reales de EE.UU.? Tengo que presentar mis excusas a Mlle. Google y echarle una bronca a Rolando por la mala transcripción del nombre del interfecto. Es tan importante una sola letra en el mundo virtual…
Weiß/Colonia, 16.12.
En un reportaje de mareTV, que es una de las mejores productoras de documentales que hay en el mundo, y está especializada en temas relacionados única y exclusivamente con el mar, hoy nos han presentado el norte de la costa pacífica de los Estados Unidos. Y hubo un momento de la filmación en que accedieron a una reserva india y al documentalista le llamó la atención que el jefe llevara una gorra de visera con las siglas FBI, bien grandes. Como es lógico, le preguntó que si pertenecía a la famosa policía federal, y el viejo se rió y le mostró debajo de las siglas la “letra pequeña” que ellas resumían: Full Bankruptcy Indian [=Completa bancarrota india].
Weiß/Colonia, 17.12., primera hora del día
¡Qué formidable peli Les voleurs! He buscado en internet cómo fue acogida por la crítica y/o los espectadores de este y del otro lado del charco, y encontré tanta incompresión que me temo que ellos y yo (y Milan Paulović conmigo) hemos visto una peli distinta.
Weiß/Colonia, 17.12. (1)
Cuando suena el teléfono por la mañana temprano y registro que en el visualizador (el nombre académico para el display) aparece el número de Montse, descuelgo y atiendo identificándome así: «Parvulario Bada-Hansen, mi nombre es Abuelo, ¿qué puedo hacer por usted?» Hoy tuve que llamar a Diny, en casa de Montse, y la que me respondió fue ella misma, que también debe de haber visto mi número en el display de su teléfono, a juzgar por su manera de identificarse: «Residencia Tercera Edad Bada-Hansen & Ritter, mi nombre es Montse, ¿qué puedo hacer por usted, noble anciano?» La madre que la parió.
Weiß/Colonia, 17.12. (2)
Mi admirada Maruja Vieira me comenta en un mail, desde Bogotá, mi columna de hoy en El Espectador: «Extraordinaria lista de libros para ser leídos. El libro que a mí me enseñó a vivir esta hora del mundo es Brave New World (Un mundo feliz) de Aldous Huxley, escrito en colaboración con su hermano Julián [sic] y que se viene cumpliendo irrevocablemente en cada hora que vivimos». Le contesto: «Hola, Maruja, y sí, Brave New World es uno de mis libros predilectos, pero no lo incluiría yo en una lista como la de mi columna de hoy; antes lo hiciera con la otra ucronía, la de Orwell, Milnovecientosochentaycuatro, cuyo título se suele citar inexactamente como 1984. Por otro lado, no me consta que Aldous escribiese Brave New World a cuatro manos con Julian. La única relación bibliográfica directa de Julian con la obra de su hermano es el volumen que editó en 1965, dedicado a su memoria (recordarás que a Aldous se le ocurrió morirse el mismo día que asesinaron a Kennedy, de modo que su muerte pasó casi desapercibida). La obra de Aldous, excepto su poesía, nunca traducida al español, la he leído completa y de ella releo muchísimo, es uno de los autores a los que admiro incondicionalmente, una de las más poderosas inteligencias de su siglo, una cultura enciclopédica, y a pesar de todo ello una claridad y una modestia personales que buscan su par sin encontrarlo: tal vez lo fuera D.H. Lawrence, a quien tanto admiraba Aldous (y cuya correspondencia editó), pero al gran Lorenzo le faltaba toda la base científica de que Aldous disponía, por osmosimbiosis familiar y predisposición natural, y por afición y vocación personales».
Weiß/Colonia, 17.12. (3)
Buscando un material en youtube me sale al paso una grabación de “Ay Jalisco no te rajes” y la nostalgia me lleva a escucharla al cabo de los años. Me deja harto pensativo el hecho de que ni el autor de la letra ni el cantante deben estar muy convencidos de los piropos que le dedican a su tierra; no de otro modo se justifica el que deban empeñar su palabra de honor (no una, sino dos veces) para asegurarnos qué lindo es Jalisco.
Weiß/Colonia, 18.12.
En el diario de hoy una esquela fúnebre encabezada con una cita de Lluís Llach: «Si jo l’estiro fort per aquí i tu l’estires fort per allá». El texto de la esquela dice así: «A mi querido amigo, mi hermano catalán, un gran hombre que nos ha abandonado. Cuando sea te seguiré & y nos vamos a ir a pasear por el cielo. Cantaremos “L’estaca” & beberemos muchos vasitos de vino blanco. Miraremos partidos de rubgy & y comeremos truchas del Pirineo con setas del Eifel & y nos reiremos infinitamente. Ahora estoy infinitamente triste». Me recuerda un poco aquel verso de un poeta portugués cuyo nombre he olvidado, y que escribió delante del cadáver de su amigo: «¡Hazte un nudo en el sudario, no nos olvides Allí!»
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