Weiß/Colonia, 11.12.
Me llama Montserrat y me cuenta que salió ayer de compras con Judith, por el Vringsveedel, y en un momento determinado de la tarde sintieron hambre y, de común acuerdo, decidieron probar en Rocíos, de cuya crítica gastronómica tan positiva se habían enterado por mí. Llegaron y se quedaron educadamente en la puerta, esperando que las atendieran (el local no estaba lleno pero siempre es bueno seguir las indicaciones de los meseros). En el mostrador, la dueña y el dueño, amén de un mesero o cocinero, parecían muy atareados los tres en la confección de una lista, un menú o una carta a Angela Merkel, ellas no saben qué sería, pero lo cierto es que no les hicieron ni puto caso. A los cinco minutos llegó un matrimonio joven que se plantó delante de ellas, e inmediatamente los dueños fueron a saludarlo y conducirlo a una mesa, continuando la política de ignorancia total de mi hija y su amiga, como si fueran invisibles, así es que las dos se miraron, se encogieron de hombros y se marcharon a comer donde las atendiesen como clientes y no las ninguneasen como parias. Montse me lo cuenta porque yo tenía proyectado, para antes del International Gift Day, invitar a Diny y a mis tres hijos a conocer las delicias del tal Rocíos. Huelga decir que no pondremos nuestras plantas allí en el jamás de los jamases. Enter.
Weiß/Colonia, 12.12.
Anoche, de repente, me vino una fiaca arrasadora, los párpados se me cerraban a cada momento, no era capaz de seguir leyendo, ni viendo tele. Un cansancio infinito en todo el cuerpo. Me fui a la cama antes de medianoche por primera vez en muchos meses, hasta años, diría yo. A las 6 am ya estaba despierto, pero seguí en la cama, descansando, hasta las 7.07. Treinta minutos después (miré el reloj) comenzó a llover, lo sentí en la ventana de mi despacho, el repiqueteo de las gotas de lluvia. Cinco minutos más tarde había escampado. No sé cómo interpretarlo, ando con toda la sensibilidad muy a flor de piel. Igual que un conejo en el campo cuando se levanta la veda. Al mediodía siento mucha hambre, me preparo unos espaguetis con arenques en salsa toscana y como con apetito. Luego me da sueño y duermo una siesta tranquila. Levantaron la veda, pero ¿cuándo aparecerán los cazadores?
Weiß/Colonia, 13.12. (1)
Al regresar a casa tras el almuerzo habitual de los martes con Carlitos en La Modicana (hoy vino acompañado por el Fantasmita), abro la estafeta y me encuentro un mail de Amalia anunciando la desaparición de Revista de Libros: el de diciembre ha sido el último número. La crisis deja su huella por todas partes. No consigo dormir siesta porque me la paso haciendo números. A partir de ahora debo ponerme ya en campaña para conseguir nuevas fuentes de ingresos, los de RdL eran un rubro seguro en mi presupuesto anual. Es mi primera reacción, ni siquiera se me ocurre lamentarme por la desaparición de un soporte cultural de tan alto nivel. Acaso contaba con ello. Y en el fondo, aunque no me lo quiera confesar, estoy contento de que ya no tendré que volver a hacer reseñas de libros, un trabajo que aborrezco y en el que nada más me desempeñaba para no escupirle el asado a Amalia, que cree en mí como crítico literario. En ese sentido, me liberé.
Weiß/Colonia, 13.12. (2)
Por un surfeo medio anárquico me entero de la publicación de Death Comes to Pemberley, una secuela de Pride & Prejudice, escrita por una de las mayores admiradoras de Jane Austen de que tengo noticia: la admirada y admirable P.D. James. Seis años después de la boda de Darcy con Lizzy, en vísperas de un gran baile en Pemberley, muere asesinado el detestable y odioso Wickham, a quien yo mismo lo hubiese matado, por cierto, con mucho gusto y fina voluntad, como decía mi abuela Remedios. En manos de Dame of Holland Park, este tema tiene que ser una filigrana. No veo la hora de poder leerlo, a ser posible en alemán.
Weiß/Colonia, 13.12. (3)
Me escribe una de las varias Carolinas amigas (media docena son, y todas bellas) y me dice que siempre le llegan mis mensajes, «y aunque no te los comento, siempre los estoy ojeando todos, porque encuentro cosas que me interesan mucho. ¿Qué ha sido de tu vida, querido Ricardo, sigues viviendo en Holanda con tu familia?» A lo cual le respondo: «Qué bueno que me leas, pero qué mal me lees, porque de hacerlo bien no me preguntarías si sigo viviendo en Holanda con mi familia. ¿No me estarás confundiendo con Máxima Zorreguieta?» Me contesta entre risas («juaa») que no sabe quién es ella: «¿debería?», me pregunta. Y le contesto: «Bueno, es una argentina a quien de soltera llamaban Máxima La-Zorra-Inquieta, y que ahora está casada con el príncipe heredero de la Corona holandesa: tienen tres hijas. Vale». Como siempre, se me hace bastante extraño, y hasta cuesta arriba, tener que explicarle tales cosas a un colega.
Weiß/Colonia, 14.12.
De nuevo anoche un ataque de cansancio aniquilante. Los párpados como de plomo. Bostezos que parecían erupciones secas de un volcán desperezándose. Y un único deseo: cerrar los ojos. Quizá de una vez para siempre, pero al menos cerrarlos, no soportaba seguir con ellos abiertos. Otra vez me fui a la cama al filo de la medianoche, a las 0.02. Ando batiendo récords. Pero esta noche, por si las moscas, cerraré la estafeta a las 10 p.m., ya que además estaré solo en la casa, Diny duerme en lo de Montse, que va con Frank a un concierto en Düsseldorf del que volverán de madrugada.
Weiß/Colonia, 15.12., recién pasada la medianoche
Wallander es para mí una experiencia doble, es como si hubiera dos Wallander; el original (=el sueco), y el otro, el de Kenneth Branagh, que no es sueco, pero tampoco inglés. Lo que pasa es que soy una especie de ecléctico vocacional y me caen bien los dos. La quinta mujer, que acabo de volver a ver en la tele, por enésima vez, es una minipeli prodigiosa. England Made Me fue el título de una novela de Graham Greene, que curiosamente transcurría en su mayor parte en Estocolmo. «Sweden Remake Me», podría decir KB.
Weiß/Colonia, 15.12. (1)
Salgo con la bici para ir a la farmacia y a la oficina postal, cargado de paquetes con regalos de los habituales por mor del calendario. Cuando llego allí casi no me lo puedo creer, la oficina está vacía, soy el único usuario. Incluso el año pasado eran siempre colas por estas fechas. Hasta en ello se nota la crisis. Y mira tú por donde resulta que me alegro de que haya una crisis, despacho en un santiamén lo que siempre me costó por lo menos media hora de estar en la fila: paquetes para España, Argentina, Costa Rica, Colombia… ¿Tendré suerte y serán todos entregados a sus destinatarios? Pensar en el correo quelonio, en tiempos del email, es algo así como ciencia ficción a contrapelo.
Weiß/Colonia, 15.12. (2)
Llamo a mi deuda estherna y resulta que está mateando con una visita de Córdoba [la Córdoba argentina], la poeta Susana Romano Sued, motejada de “hermética”. Y estuve dándole vueltas a la cabeza dónde carajo de la ecúmene podría haber un lugar cuyo topónimo terminase en «ética» (porque lo canónico es concluir el primer endecasílabo de un limerick con un topónimo), hasta que de pronto me acordé de Connecticut, cuya pronunciación rea [=lunfarda a tope] vendría a ser esa. Así es que improvisé:
Estaba un compadrito de Conética
balconeando sin la más mínima ética
las lolas de una mina,
pero el corpiño, Alsina,
¡canejo, era poesía bien hermética!
Y ahora la traducción al castellano nuestro de cada día: «Estaba un guaperas de Connecticut / observando con atención, sin la más mínima ética, / las tetas de una hembra, / pero el sostén, Alsina, / ¡carajo, era poesía bien hermética!» Sí, ese idioma común que nos desune, lo que dijo Bernard Shaw sobre Estados Unidos e Inglaterra, y todo el mundo lo cita como ingenio propio y considerando innecesario el uso de las comillas. En términos ajedrecísticos, yo a eso lo llamo “la apertura Villoro”, porque él inauguró su cuenta Twitter justamente de esa manera.
Weiß/Colonia, 15.12. (3)
Ha muerto Christopher Hitchens. Gran tipo. La existencia de un dios omnipresente le parecía horripilante y le ponía la carne de gallina: «Sería algo así como en Corea del Norte». Enter.
Weiß/Colonia, 16.12., primeras horas del día
Pasaron por la tele Nostalgia de la luz, el documental de Patricio Guzmán. Durante el último tercio, el dedicado a los desaparecidos por el régimen del felón Pinochet, vuelvo a pensar lo que pensé cuando vi por primera vez esta peli; en un criminal de guerra como Wernher von Braun, que escapó a la justicia porque lo protegieron los gringos llevándoselo a Estados Unidos para que les organizase el programa espacial; y también en criminales como Kissinger y WC Bush que siguen impunes sencillamente porque son gringos. Y un cuarto de hora después de Nostalgia… pasan El chacal, la primera versión inalcanzable de Fred Zinnemann, la de 1973, y lo que ahora vuelvo a pensar, como otras veces que la he visto, es que hay actores que nacieron para hacer un solo papel; el resto de su filmografía es puro relleno. Creo que ese es el caso de Edward Fox con su Chacal: en la remake de 1997, Bruce Willis no pasa de ser un alumno sicópata de secundaria si se lo compara con la prestación de Fox en la versión original.
Weiß/Colonia, 16.12. (1)
Llamo a Diny a la casa de Montse (su tarea de los viernes) y como está ya bastante sorda no oye el teléfono, pero sí Henri, que aprieta el botón de escucha y le lleva el aparato a la abuela. Sólo que Diny cree que está jugando, deja el aparato junto a la mesa de la plancha y se pone a platicar con Henri sin darse cuenta de que estoy escuchándolo todo. Y aunque me desgañito gritándole que agarre el aparato para hablar conmigo, nanay de la China, como decía mi abuela Remedios; no hay manera. Por último claudico. Pero algo positivo he sacado de la experiencia: no estaban hablando mal de mí a mis espaldas. Buena gente.
Weiß/Colonia, 16.12. (2)
Existe: la imbecilidad de género existe. Está tan documentada que no sería necesaria ninguna prueba más. Pero Frau Maria Rauch–Kallat, ex ministra austríaca, ha conseguido aportar otra: que en el himno de su país no se hable sólo de que es «patria de grandes hijos» sino «patria de grandes hijas e hijos». Algo parecido intentó un parlamentario canadiense a finales del pasado siglo, y creo que fracasó porque el himno canadiense tiene dos versiones oficiales, una en inglés y otra en francés, y el lío iba a ser mayúsculo. Estoy pensando escribirle a Ángeles y pedirle que proponga a la Cámara Federal de Diputados que cambie en sentido genérico el texto del himno mexicano, muy en especial la estrofa “massiosare”: ♫♫ Más si osare un feroz enemigo / con su planta profanar tu suelo, / piensa, ¡oh Patria querida!, que el cielo / un soldado en cada hijo te dio / y a Adelita en cada hija te dio ♫♫ Ay los himnos, qué pendejada. Pero me divierten más que muchos chistes. Mi predilecto es el colombiano con esa estrofa impagable que comienza diciendo «La Virgen sus cabellos arranca en agonía / y de su amor viuda los cuelga del ciprés». Toma del frasco, Carrasco.
Weiß/Colonia, 16.12. (3)
De un email de mi tocayo Ricardo Ostuni: «Te cuento que hace años, estando en la ciudad de Chivilcoy, adonde habíamos ido con Horacio Ferrer a dar unas charlas, nos invitaron a visitar un taller literario. Con pocas, luego del almuerzo, en lugar de darnos una reparadora siesta, nos corrimos hasta el antro poético que dirigía una profesora del lugar. La mayoría de los alumnos eran mujeres muy jovencitas todas, y algunos muchachos con flequillo en la frente. Les pedimos que nos dieran a leer algunos de sus poemas y nos sorprendió el hecho de que la mayoría eran dolorosas confesiones de hastío de vivir o de incomprensión de la vida. Les pregunté si a esa dorada edad no encontraban nada que justificase la alegria de vivir. Y me dijeron que sí, pero que una cosa era lo que sentían como eventuales poetas y otra muy distinta como muchachas modernas. Con Horacio nos miramos y con toda diplomacia piantamos para el hotel».
Weiß/Colonia, 17.12. (1)
BN me dice que no entiende bien lo del cierre de Revista de Libros y que si estoy pensionado pues que deje de trabajar y ya. Le contesto: «El cierre de RdL me supone una disminución de ingresos entre 1000 y 1500 euros al año, y lo de que no trabaje más si estoy pensionado es más fácil decirlo que hacerlo. Y ello tiene su explicación: aunque mi jubilación no es mala, lo cierto es que las pensiones estuvieron congeladas en Alemania desde enero 2003 hasta julio 2007, cuatro años y medio, y cuando las subieron fue menos de un 0,5%, mientras que el coste de vida no se había detenido por semejantes pequeñeces. De manera que si quiero mantener el nivel de calidad de vida que siempre tuvimos, y que no significa para nada tirar manteca al techo, debo seguir ganando aparte: en la actualidad tiene que ser entre 6000 a 7500 euros más al año. Sólo para que entiendas mejor por qué me preocupa cualquier descenso de mis ingresos: por estar acostumbrado a un nivel del que no quiero despedirme justamente cuando más lo puedo gozar».
Weiß/Colonia, 17.12. (2)
Reunión familiar en casa de Montse, para festejar el cumpleaños de Oskar, que fue el martes. Sólo falta Rebeca. A cambio han aparecido el abuelo Helmut y vino también Ute, con Levin, a quien reconozco porque está con su madre, que si no, imposible, estos chicos crecen de manera asombrosa en un plazo muy breve. Y la estrella de la fiesta, cómo no, es Henri. Casi estoy por pedirles a todos que lo dejen en paz, que no es nuestro clown, pero me río tanto con él y con su media lengua que al final termino por comprender a los demás. Reflexiono que no es que a este nieto lo queramos más que a los otros tres, lo que pasa es que ha llegado casi diez años después de los demás, inesperadamente, como llovido del cielo, y nosotros con el rodaje hecho. Con los otros tres aprendimos a ser abuelos; con Henri lo somos 100% ya desde el principio.
*******************************************