Weiß/Colonia, 19.12.
Pasaron a despedirse Angie y Vincent, que irán a festejar estos días (si es que estos días se pueden festejar) con Beate y Wolfgang, en Ebermannstadt. Quedamos en que el domingo, cuando regresen, volverán a pasar por aquí y, según la hora a la que lleguen, iremos a almorzar a La Modicana, que cierra a las 2:30 pm, o al chino de Rodenkirchen, que tiene abierto sin pausa de 11:30 am a 11:00 pm.
Diny se fue a dormir temprano y me senté en su sillón, frente al televisor, para ver de nuevo y no me cansaré de verla nunca esa obra maestra de David Lean que es Doctor Zhivago. Si la novela es buena, y lo es con ganas, la peli no le va a la zaga. Y de la Lara de Julie Christie te quedas enamorado para toda la vida, entre otras cosas gracias a la complicidad de Maurice Jarre y su genial “Tema de Lara” (estoy oyéndolo mientras escribo estas líneas). Al Pacino dijo que JCh era «la más poética de todas las actrices» que él conocía, y en verdad en verdad os digo, añadiría el Nazareno, que no anduvo muy desencaminado. Ahora, al visionar de nuevo la peli, siempre sonrío al llegar el canto de La Internacional y saber que ello sucedió en el barrio madrileño de Canillas, en pleno franquismo, y que la policía ordenó repetir la secuencia cantando un pasodoble. Lo que seguramente les alarmó es que al cabo de 25 años de tiranía del inferiocre, el pueblo madrileño seguía recordando de memoria la letra del himno internacionalista por antonomasia. No serían tan imbéciles como para no saber que el sound track del film se podía implementar de nuevo en la posproducción. O sí, chi lo sa!
Weiß/Colonia, 20.12.
Vino Montse para acompañar a Diny adonde la oculista. Regresan con buenas noticias y una nueva cita para mediados de enero. Mi Frau Dr. Sulimma es de la misma opinión que sus colegas de la clínica universitaria: hay que mantener la vigilancia regular de la curación.
Mandé la semana pasada una circular a todo el directorio de quienes reciben el envío semanal de mi diario (son 490 entre amistades y gente conocida), contando el accidente sufrido por Diny, y sigue llegándome un aluvión de correspondencia al que le hago frente de la mejor manera que puedo. Estoy exhausto. Sin ganas de nada ni fuerza para nada. Las únicas cosas que me hacen tilín son una ligera duermevela, oír música y ver pelis. Todas ellas son pasivas.
Weiß/Colonia, 21.12.
2:15 am : Veo al cabo de los milyun años An Affair to Remember [Tú y yo], con Debora Kerr y Cary Grant en una de las más románticas historias de amor en la historia del cine. La más romántica de todas, opinan algunos. Tuvo un homenaje y fue casi un Deus ex machina en Sleepless in Seattle porque Nora Ephron la adoraba. Y luego de Tú y yo me quedé a ver hasta ahora M, pero no la de Fritz Lang sino su remake en Hollywood por Joseph Losey con Robert Aldrich como ayudante. Puro cine negro, y las calles y el ambiente de Los Ángeles le dan un toque más… no sé, más convincente que las calles y el ambiente de la provinciana Düsseldorf. Y eso a pesar de que la historia real que inspira el guion sucedió en D’dorf.
A las 10:00 am en punto llega el fontanero, quien más que en nuestro cuarto de baño se afana en el del piso de arriba, y al rato llega y dice que ha logrado localizar el origen de nuestra gotera y que lo ha remendado de manera provisional para que no tengamos que andar llenando cubos con el goteo constante. Y que la reparación definitiva, y tapar el boquete en el cielorraso del baño ya tiene que ser la semana próxima. Oremus, me dije, y en ese momento llegó Herr Hanf a inspeccionar el trabajo del fontanero y me vio desayunando y leyendo el KStAnz. «¿Qué, Herr Bada, alguna novedad? Ahí desde luego no, voy a cancelar mi suscripción, para qué pagarla si la información la obtengo gratis en la tele», y ahí di un resoplido fuerte y le repliqué: «Herr Hanf, me importa un bledo que se lo crea o no, pero no es lo mismo, y se lo digo como periodista». Trabajos de amor perdidos, Herr Hanf es de piñón fijo, como casi todos los alemanes que conozco provenientes de la RDA, a excepción de mi pobre y querido Dieter, que se mandó mudar tan prematuramente al Valle de Josafat.
En La Modicana repetimos canelones, que estaban tan ricos la semana pasada y siguen estándolo hoy. Pero esta vez Diny se hizo empacar la mitad, mientras Ulli, Carlitos y yo dimos buena cuenta de las raciones que nos sirvió la persianita. Me despedí de ella deseándole unos felices días, no un “Frohes Fest!” de rigor en esta fechas, porque, le dije, «el horno no está para bollos, es decir, para fiestas». «Tiene usted razón, Ricardo, felices días, pues». Entretanto me conoce desde hace años y sabe cuando le hablo en serio y cuando en broma. Siempre me alegro cuando alguna vez la despisto.
Weiß/Colonia, 22.12.
2:30 am : Los primeros cuatro episodios de una serie franco–germano–italiana sobre La vuelta al mundo en 80 días abren el apetito para el resto de la serie. Luego pasaron seguidos en el canal Arte sendos documentales sobre Leonardo di Caprio y Ava Gardner, «la diva flamenca de Hollywood», subtítulo de la versión alemana. Espléndidos ambos. Con todo, lo que más me llama la atención es que el apellido de LdC lo pronuncian “di Queprio”. Menos mal, suspiro al reflexionar acerca de la tan aleatoria fonética inglesa, menos mal que no lo llaman “Lionerdo dai Quepraio”,
En el KStAnz quieren editar a fin de año un dossier con historias o anécdotas personales que les hayan tocado vivir a sus lectores. Para salir del marasmo escribo en español en la mitad izquierda de la pantalla un texto donde recreo un viaje de regreso a Weiß con el tranvía de la línea 16 por el que vinimos a saber que una compañera de asiento, una coloniense vieja y orgullosísima de su ciudad, creía que el monumento a Bismarck, a la orilla del Rhin, en la frontera entre los barrios Bayenthal y Marienburg, eran “ruinas romanas”. Fue doloroso sacarla de su error. Me sentí un poco ese Heinrich Böll que en su Diario irlandés se entera de que sus vecinos y amigos irlandess, por el odio ancestral a Inglaterra, estuvieron a favor de los nazis, y se mete con uno de ellos en el pub del pueblo para explicarle de primera mano quiénes fueron y qué hicieron las hordas de camisas pardas, hasta que al cabo de un par de pintas de Guinness logró “desnazificar” a su amigo irlandés. Ojalá mi anécdota con las ruinas romanas gane la benevolencia de los responsables del dossier y no la descarten del mismo por considerarla un atentado de lesa majestad al alma popular de Colonia.
Me llegó un paquete de Amazon, grande como para un tomo de la Enciclopedia Británica, pero sin tanto peso, y sobre todo sin remitente. Y como las medidas de seguridad se han extremado mucho en este país, un envío anónimo no lo abre naides sin antes enterarse de quién es el remitente. Así es que me puse en contacto telefónico con Amazon, expuse mi problema y amablemente me contestaron que lo sentían mucho pero que a causa de la ley de protección de datos personales no me podían decir el nombre del, o de la, remitente. Lo curioso es que la empleada con la que hablé rastreó los archivos de Amazon y vio que el único cliente de Amazon con mi mismo nombre era alguien con dos apellidos y otra dirección, y le expliqué que jamás he comprado nada en Amazon, que seguramente se trataría de mi hijo, un tal Ricardo Bada Hansen, a lo que no dijo ni que sí ni que no, también a causa de la ley antecitada. Y luego se enmarañó en una explicación acerca de cómo devolver el paquete, que si no lo había encargado yo era difícil porque no incluiría un protocolo de devolución y que lo más seguro es que se tratase de un error de Amazon; que abriera el paquete y si me diese cuenta de que era un envío equivocado, lo retornara contra reembolso de los gastos del franqueo. Todo esto en un alemán burrocrático que me movió a decirle: «Perdone si la interrumpo, pero lo que me está diciendo es como si escuchara una edición de Kafka en E-book» y pasé a darle las gracias y desearle felices días y colgué. Y en ese momento me dije que no tengo enemigos, al menos que yo sepa, y que si el envío fuese una bomba, pues qué si ya pesan 82 otoños y otros tantos inviernos sobre mis espaldas, y qué bueno ser noticia en el diario de mañana. Y en Huelva en el de pasado. Me perdería un par de necrológicas, pero como decía mi abuela Remedios, más se perdió en la guerra de Cuba. Así es que abrí el paquete y me encontré la grata sorpresa de un kilo del dizque mejor café del mundo, enviado desde Cámaralentolandia por mi dilecta NS. «¿Cómo agradecerte por tantas atenciones como tenés conmigo?», le acabo de escribir. La generosidad de mis amistades ticas siempre me deja mudo.
Debo corregir hacia arriba el número de mujeres que ganaron el Premio Nobel: son 59 y no 56, y es porque me guié por el número de líneas de la lista, olvidando que el de la Paz se concedió en 1976 a dos nordirlandesas, y en el 2011 a dos liberianas y una yemenita. Sin habérseme ocurrido desglosar la lista por países, antes de enviársela a mi Anotota querida, nunca lo habría descubierto. Por cierto que de las 59, son 19 las USAnas, tres dellas de ascendencia extranjera: checa, alemana y francesa. 19 de 59, si Pitágoras sigue sin mentir, significan un tercio del total. Los USAnos pueden estar orgullosos de sus mujeres.
Weiß/Colonia, 23.12.
2:00 am : Los episodios quinto y sexto de la serie basada en La vuelta al mundo en 80 días, buenos , muy buenos los dos. Y después una peli australiana que veo por segunda vez, Lion [estrenada en América Latina como Un camino a casa, y en España como Lion, porque los españoles saben que “Lion”, además del nombre de una ciudad francesa de caprichosa ortografía, es la palabra inglesa para llamar al rey de los animales]. Me gustó esta segunda vez harto más que la primera, y ahora como entonces me pregunto por qué no nominaron para el Oscar al niño Sunny Pawar, que carga sobre sus frágiles hombros con todo el peso de la primera mitad del film, y casi sin hablar; grandiosa actuación del niño y docta y sensible la mano del director que lo conduce durante ± una hora de metraje.
Vamos a almorzar Diny y yo al chino de Rodenkirchen y después de compras al ReWe enfrente del ayuntamiento barrial. En el chino Diny encargó vino y tuve que recordarle que le han prohibido el alcohol. No le hizo ninguna gracia y comió en silencio, ahogando en agraz mis intentos de diálogo. Lo siento por ella, pero mi deber es velar por su salud, aunque sea a su pesar,
En el patio de garajes saludo a Fátima, su marido y su hijo, que han venido de Fráncfort a pasar las fiestas (¿fiestas?) con los padres della, los vecinos nigerianos del piso debajo del nuestro. A Fátima la conocemos desde niña, un año o dos mayor que su hermano, mi querido Mohamed. Por cierto, me olvidé de pedirle a Fátima que le dijese a Mohamed que suba a nuestro piso a recoger el regalo que le tengo, la bufanda del Recre. Y luego, subiendo la escalera y oyendo la algarabía familiar en el piso de los Alliyu, me pregunto por qué ellos, que son musulmanes (lo sé porque sé por Mohamed que practican el Ramadán), celebran estas ¿fiestas? Pero no es asunto de mi incumbencia, me digo.
Weiß/Colonia, 24.12.
2:00 am : Pasaron los episodios séptimo y octavo (y último) de la serie basada en La vuelta al mundo en 80 días. El guion no es mejor que la novela de Verne, pero sí respetuoso con ella, y las novedades que aporta son notables. En especial la presencia desde el mero mero principio de una mujer, de la arrojada periodista Abigail Fortescue, hija del editor de The Daily Telegraph y que no viaja con su apellido legal sino con el de su madre, Fix, lo cual es un guiño a Verne, en cuya novela se llama Fix el detective que le sigue los pasos a Phileas Fogg. Es una gran serie, y creo que terminará siendo de culto. Después estuve viendo The End of The Affair [El fin del romance en la versión de 1999, con la inconmensurable Julianne Moore y Ralph Fiennes, que me gusta más que la de 1955, Vivir un gran amor, con Deborah Kerr y Van Johnson]. Sólo por la actuación de la gran Julianne ya valen la pena los 102’ de su metraje, pero también el resto está a la altura de esta buenísima adaptación al cine de una de las novelas que más me gustan de Graham Greene. Una de las reflexiones que se hace en ella la protagonista es casi el Deus ex machina de mi cuento “Macho dulce”.
Llamo a la Nena para desearle unos buenos días de fin de año, le explico que llamarlos “fiestas”, con el hideputa omikron ya no ante portas, sino dentro de la casa, me parece fuera de lugar. Piensa lo mismo que yo. Y me cuenta que esta noche se reunirán para cenar en la casa de Elena. Los dioses de todas las cosmogonías bendigan a esa rama de mi árbol.
El correo quelonio es una de las pocas cosas que funcionan (todavía) entre España y Alemania y viceversa. Hace poco me mandó Pepe Baena el Diccionario de Onubensismos, y llegó en cuatro días desde Huelva a Colonia. Y ahora recibo un email de Mónica en el que cuenta que acaban de llegarle los calendarios de Paul que Diny envió el lunes desde la oficina postal en Sürth. Parece como si el virus no afectase a mi querido correo quelonio. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.
Weiß/Colonia, 25.12.
2:30 am : Estuve viendo por segunda vez La Biblia: En el principio…, de John Huston. Creo recodar que fue la última peli que vi en Alemania, antes de viajar el 2.11.1966 a la Argentina, dizque para no volver. Y la vi por John Huston, porque la Biblia siempre me ha parecido un libro detestable, y su Jehová, Yavé o como se llame, un impresentable. A don Dionisio, nuestro maestro de la asignatura religión en el colegio San Ramón, yo lo llevaba por la calle de la amargura con mis preguntas sobre la Biblia. Siempre me daba un 10, la mejor nota, pero estoy seguro que era su manera para tratar de amansarme, veía en mí un hereje en potencia, y como era un santo y me cobró afecto no quería que andara en malos pasos…, eran los lúgubres días del primer franquismo. Ya entonces me parecía de una gilipollez² [a la segunda potencia, sí] la historia de Noé, y su narración por Huston lo documenta sin dejar lugar a dudas. De la Biblia sólo salvo “El cantar de los cantares”, en la traducción de Arias Montano, quien supo con seguridad del amor profano en su estadía en Amberes.
Este año termina mal para nuestra familia. Luego del accidente de Diny, hoy me llama Rebeca por la mañana para decirme que ayer tuvo que pedir una ambulancia porque le dio un ataque de lumbago cuyo dolor la tenía mártir. Después de administrarle un calmante de alto octanaje le dieron el alta, pero a media tarde me ha vuelto a llamar desde una nueva ambulancia, porque el dolor regresó y era insoportable. Ahora, 9:25 pm, vuelve a llamarme desde donde Montse, ella y Frank la pasaron a buscar en la clínica y la trajeron a Sürth para evitarle la subida a su apartamento, en un quinto piso sin ascensor. El vínculo familiar es muy fuerte en nuestro clan. Loados sean los dioses que nos han concedido ese privilegio. Toda humildad es poca para reconocerlo.
Repasando las notas de la semana antes de subirlas a Fronterad veo que olvidé consignar cómo eché en falta, en la serie La vuelta al mundo en 80 días, una de las más originales declaraciones de amor de la literatura. Cuando Phileas Fogg llega por fin a Londres creyendo que ha perdido la apuesta, se lamenta con Aouda de haberse arruinado, y ella, la princesa india a quien salvó de morir incinerada junto al cadáver de su anciano esposo, un episodio descartado en la serie, le dice (el diálogo es memorable): «—En todo caso, la miseria no puede cebarse en un hombre como usted. Sus amigos…
—No tengo amigos, señora.
—Sus parientes…
—No tengo parientes.
—Entonces, le compadezco, mister Fogg, porque el aislamiento es cosa bien triste. ¡Cómo no! No tiene un solo corazón con quien desahogar sus pesares. No obstante, dicen que la miseria entre dos es soportable.
—Así dicen, señora.
—Míster Fogg ̶ dijo entonces Aouda levantándose y extendiendo su mano al gentleman ̶ , ¿quiere usted tener a un tiempo pariente y amiga? ¿Me quiere usted por esposa?». Chapeau, madame Aouda!
*******************THE END*******************