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Mientras tantoDe mi diario : Semana 6 / 2012

De mi diario : Semana 6 / 2012


 

Weiß/Colonia, 5.2.

Me manda Ana el enlace con una especie de resumen de Laura en cinco minutos, y lo reboto ipso fuckto a mi directorio de amigos cinéfilos. Rolando se reporta altiro: «Después de tanto viaje, tantos años, tantas mudanzas, tantas casas y apartamentos, aún tengo mi ejemplar de la novela de Vera Caspary que compré en l944.  De la Tierney ni hablar, e in re el papel de McPherson por Andrews, el cabrón de Preminger merece las gracias por haberlo elegido. Un elenco de primera redondeado con Vincent Price y la Judith Anderson, como la tía de Laura Hunt». Le contesto: «In re Laura, creo que esa peli nos marcó para toda la vida. Una prueba de fuego es que nunca he podido conocer a una mujer llamada Laura sin evocar la peli y escuchar su música sonando en mis oídos como en el día del estreno en Huelva. Recuerdo además cómo nos molestaba que Andrews hablase sin sacarse el cigarrillo de los labios, pero era porque nos temíamos que cuando llegase el momento de besar a Laura tampoco se lo iba a quitar, el muy cabrón. ¡Y Judith Anderson, a quien odiábamos desde un par de años atrás por su hijueputísima Mrs. Danvers en Rebecca! Y Clifton Webb, que luego vendría a Huelva en 1955, sólo para depositar la Medalla al Mérito Militar en la tumba del comandante William Martin (The Man Who Never Was) en el cementerio de Huelva, donde sigue enterradoy no en el de extranjeros, sino en el común. Y la Tierney, que encontró en esa peli el papel de su vida; la única suya que recuerdo, sin recurrir a imdb, es El filo de la navaja, y eso porque me sé casi de memoria la filmografía basada en obra de Somerset Maugham. No, de a deveras, esa Laura nos dejó marcados para siempre. Buena manera de empezar el domingo. Gracias, viejo. Y a la tarde, tras la siesta, veré con Diny el DVD de. Sí, de». Y la propia Ana me escribe que cómo será su devoción por Laura, que la habrá visto al menos las mismas decenas de veces que su perfecta antítesis: el diamante negro de All About Eve, y añade: «la señal más poderosa de que me iría bien en Barcelona después de dejar mi adorada París, fue, a poco de instalarme en la ciudad condal, que mi única amiga en esa ciudad me presentara a su mejor amiga, Nuri Preminger, una sobrina nieta de Otto Preminger. Y como a pesar de mi condición ateneico-minerviana tengo mi puntito supersticioso, interpreté este hecho en aquel benéfico sentido. En lo que no andaba muy descaminada». Y sí, todos nosotros (Rolando. Ana, yo) estamos de una u otra manera en deuda con Laura.  

 

Weiß/Colonia, 6.2. (1)

El diario publica hoy la necrológica de Ben Gazzara. Es uno de los tres actores anglos con los que he estado a distancia de apretón de manos: James Mason, Jack Palance y él. Lo conocimos en 1991, en Puerto de la Cruz, cuando fue invitado especial al X Festival de Cine Ecológico, en el que ese año, o bien el anterior, no lo tengo muy en claro, fui uno de los cinco miembros del jurado. Era un gran actor, y el papel suyo en el que más me gusta es el del sargento Angelo en The Bridge at Remagen, seguro a causa de la estrecha relación personal que me une con ese lugar. Nos lo presentó allá en las Canarias el director del Festival, Alfonso Eduardo Pérez Orozco, y ese ha sido uno de los momentos en que más he lamentado no saber inglés. Pero ¿cómo dice sabiamente Álvaro Mutis en su impagable “Sonata”?: «No se puede saber todo».

 

Weiß/Colonia, 6.2. (2)

Jodido lo voy a tener en la recta final de la redacción del texto de la conferencia sobre Mafalda. A partir de hoy, a las 8:15 pm, el canal Arte transmitirá una retrospectiva de François Truffaut, que se inicia hoy –¡oh paradoja! [+ qué lugar común, escribrir en estos casos “¡oh paradoja!”]– con su última peli, Vivement dimanche!  Con Fanny Ardant (compañera de Truffaut cuando él muere, poco después) y Jean-Louis Trintignant + la cámara de Nestor Almendros. Ay Mafalda, el canal Arte me lo pone muy cuesta arriba. Sorry, nos veremos tal vez mañana. [….] Sí, hija, ya sé que las pelis de Truffaut son de dimensiones humanas, nada más hora y media, pero es que después de Vivement dimanche! sigue una obra maestra, Tirez sur le pianiste!, ¿entendés, piba?, es que la competencia es demasiado fuerte, y te juro por tus bragas, como dicen los pijos, que te quiero mucho y que mañana regreso a tus pagos, peroTruffaut c’est Truffaut! C’est ça! Jodete piola, piba, de verdá lo siento, lo sientouno, lo sientodó, lo sientotré pero es que al César, yyya sabés al César lo que es suyyyo. Pues eso, joder, como diría Manolito. 

 

Weiß/Colonia, 7.2., san Ricardo, rey

No vamos hoy a La Modicana porque Víctor nos invita a almorzar en su casa, va a cocinar para Julio, Carlitos y una servidora un plato arquetípico que en el Perú llaman “seco”. Es una delicia para el paladar, además de la entrada y de los vinos, uno ecológico que aportó Carlitos y otro de las reservas del propio Víctor, un aterciopelado Ribera del Duero del 2008. Medio somatizado como estoy por mi exhaustiva investigación sobre Mafalda, gran parte de la conversación se nos pasa en evocar sus tiras. Y una vez más se me plantea el problema que he tenido todo el tiempo acuciándome en esta búsqueda: el momento más difícil de la escritura es el de la descripción, si ella debe hacerle honor a su ser. Y describir una tira, por ejemplo de Mafalda, sobre todo si es una muda, y hacerlo de manera que la descripción evoque sin retoque la imagen de los dibujos de Quino, ah, eso es harto más difícil que componer un soneto. (Me refiero, claro está, sólo al proceso mecánico de la escritura). Si lo sabré yo, si lo habré sufrido yo

 

Weiß/Colonia, 8.2. (1)

La pérdida de sensibilidad para los matices del idioma es algo de alquilar balcones, y uno de los lugares donde mejor se la puede detectar es en los titulares y en los pies de fotos. Por ejemplo, en uno que leo en El Colombiano, de Medellín, en una entrevista que le hacen a Héctor porque el diario cumple un siglo de existencia, y aunque Héctor y El Colombiano son tan compatibles como el agua y el fuego, de todos modos él es medellinense y, quieras que no, lector víctima del diario si quiere estar up to date por lo que se refiere a su ciudad querida. Pero a la foto con que se introduce la entrevista le enjaretaron un pie que no tiene desperdicio, como si Héctor fuese  poco menos que un ególatra necrofílico: «Héctor Abad tiene 53 años. Vive entre su finca en La Ceja y su apartamento en Medellín. Es en Antioquia donde quiere verse enterrado algún día». Ay Dios, eso de quererse ver enterrado es casi un oxímoron, carajo, qué exquisito se nos habría vuelto el querido Héctor, indefenso el pobre ante tamaño disparate. Como fuere, leo ese pie de foto y recuerdo algo que escribí en mi «Cante chico» allá por 1963: «Dice la amarga experiencia / que no es lo peor morirse, / sino que nos echen tierra». Ecco!

 

Weiß/Colonia, 8.2. (2)

Entro en el motor de búsqueda de Twitter y encuentro dos registros a mi nombre, a causa de dos lapsos con el teclado:
candy yatzil leyva @CandyYatzley
Tengo temor a perderte & miedo a que vuelbas (8) -no hay bada que despertar & escuchar a @Ricardo_Arjona
+
soy tu conciencia @yosoyricardo
Hola, soy ricardo y mañana vamos a hacer TC con @Pablo_est y @Drop_Deaad , asi qe si no tienen bada mejor qe hacer y les gusta la politica…
Y a decir verdad, eso de “No tener bada que hacer” casi está empezando a convencerme como posible lema en el escudo de mi noble estirpe.

 

Weiß/Colonia, 9.2. (1)

Voy al Philarmonie Lunch con Manfred, a quien hacía meses, tal vez ya un año, que no veía. Ayer cumplió 79. Le tengo un enorme cariño a Manfred y me sé correspondido. He escrito ya un par de veces acerca de su persona. Manfred, si cuento a Carlitos, es uno de los tres amigos alemanes que tengo; el tercero es Dieter, en Berlín. Y tener un amigo alemán es algo así como poseer un tesoro inestimable, porque son el modelo de aquello que dijo el viejo rey macedonio: «Amigos son los que en las prosperidades acuden al ser llamados, y en las adversidades sin serlo». Después del concierto, de órgano, espectacular, vamos caminando por el centro a comer sopa de pescado sarda, con buen vino de la tierra, y Manfred, goloso como él solo [¿sólo?, este es un caso límite], no perdona una crema catalana como postre. No he querido preguntarle ni por el número de sus infartos (el primero fue antes de que yo me jubilase a fines del 99), ni el de los marcapasos que tiene implantados. Porque sé que Manfred se morirá de viejo.

 

Weiß/Colonia, 9.2. (2)

Esta vez no son trapiés (o trasmanos) en el teclado, como ayer con el “bada” por “nada”, esta vez es el querido FN que me escribe desde Madrid diciéndome: «Llevo un tiempito recibiendo y leyendo tus puntuales envíos, sin hacer comentarios ni agradecimientos. Esta vez tengo una excusa bastante buena: en una prueba médica de rutina, (mi primera colonoscopia, que debió haber sido hecha mucho antes) me encontraron un tumor maligno que me llevó a operarme con cierta urgencia». De inmediato le respondo: «Cuantísimo lamentamos lo de tu operación, es decir, nos alegramos muchísimo de que tuvo lugar y resultó exitosa, ya me entendés en qué sentido digo que lamentamos lo de la operación, de la misma manera que te entiendo cuando nos decís que has tenido una excusa bastante buena para no escribirmePero joder, como todas las excusas bastante buenas sean de esa índole, ¿qué le dejás a las pompas fúnebres?» 

 

Weiß/Colonia, 9.2. (4)

Hace un par de días recordé que Pepe Gálvez perdió el mundial de billar al cuadro 47/2, Berlín 1964, porque empató con Girvez y se quedó a un punto de Verwest, como Brasil del Uruguay en el maracanazo. Lo que pasó es muy curioso, y quiero completar aquí ese recuerdo. La partida inaugural fue Gálvez contra Girvez, los dos únicos latinos del torneo, y Girvez, a quien le tocó jugar primero por sorteo, hizo sus 400 carambolas de una sola tacada. Pero eso no quiere decir que el otro haya perdido, pues también tiene derecho a, creo, tres tacadas. Y Gálvez empezó a hacer carambolas, una tras otra, y cuando llegó a la # 300 se podía oír volar a una mariposa en aquella sala de Berlín. O sea, Gálvez podía fallar y le quedarían todavía dos tacadas, sólo que estaba en juego la negra honrilla (él era el campeón de Europa, y Girvez el único americano), así es que, jugándoselo todo, también completó 400 de una sola tacada. Al final se abrazaron los dos enmedio de una ovación de las más fuertes que he oído en mi vida, en un campeonato mundial donde todos los presentes eran expertos.

 

Weiß/Colonia, 10.2. (1)

Allá por septiembre 2009 Diny me vio cambiando la bombilla de la lámpara del techo en este cuarto y comentó que las bombillas tenían cada vez menos vida útil. Como soy un apasionado por las estadísticas inútiles, decidí apuntar las fechas en que tenía que cambiar las bombillas de mi cubil, que es la habitación del apartamento donde se hace más gasto de energía eléctrica en toda la casa. Hoy, que debí cambiarla de nuevo, por sexta vez desde aquel lejano día, decido echar una ojeada a las cifras y constato que, al menos entre estas cuatro paredes, la vida útil de una bombilla ha sido de 114, 79, 285, 191 y 97 días, respectivamente. Ninguna ley deducible del conjunto. Ni las estadísticas ni las bombillas son ya más lo que nunca fueron.

 

Weiß/Colonia, 10.2. (2)

Gracias a Ibsen [Martínez] conocí a Marcos, maracucho, con quien mantengo un buen diálogo desde entonces. Hoy me escribe lo siguiente: «Conversando hace poco con un amigo sobre el tema de los «expertos», plaga omnipresente a la hora de analizar cualquier cosa, recordamos este ensayo del siempre cumplidor Louis Menand, en The New Yorker. Aunque tiene algunos años, no sólo mantiene su vigencia, sino que incluso los más recientes libros sobre toma de decisiones (de Daniel Kahneman, Richard Thaler, Jonah Lehrer, Gary Klein, etc.) coinciden con, e incluso desarrollan más, lo que allí se señala. La psicología ha hecho en esta materia avances realmente importantes. Y es que en algunas ocasiones un mono lanzando dardos puede ser más exitoso a la hora de predecir un hecho que un «experto mundial.» Así, quiero compartir este ensayo de Menand con vos». Y le contesto, ay, lo que no tengo más remedio que contestarle: «Gracias, Marcos, pero una de las lagunas que convierten mi encefalograma en un facsímil del mapa de Finlandia es que no sé inglés. Sorry. De todos modos le paso copia oculta a una docena de amigos que están muchísimo más civilizados que yo y que podrán disfrutar de tu envío.

 

Weiß/Colonia, 11.2. (2)

He repasado mis tres Abecedarios de Mafalda y me siento un poquito orgulloso de ellos. Tiene razón Gra cuando arguye que al leerlos la primera impresión es desconcertante, porque faltan las imágenes. Pero me he fiado casi a ciegas del valor de la palabra escrita, en especial con el texto que le dedico a Muriel, a la amada platónica de Felipe, y creo haber salido airoso de la prueba. Vamos a ver ahora qué opinan las redacciones donde los voy a ofrecer. De momento no me resisto a dejar de recordar una historieta que me encanta y que no me animé a encajar en alguno de los tres abecedarios. Es una con las dos primeras viñetas viendo a Felipe y Mafalda  jugando al ajedrez; la tercera con la cara de sorpresa de Felipe; y la cuarta con las figuras del tablero regadas por el suelo hacia la esquina inferior derecha de la viñeta, y a Felipe mirando en esa dirección mientras Mafalda le dice: «¿Te comenté que mi hermanito ya gatea, Felipe?»

 

Weiß/Colonia, 11.2. (3)

Nené me manda fotos de unos carteles vistos camino a La Caleta,
HAY AGUA FRÍA SIN ALCOHOL; HAY HIELO FRÍO
Se las paso a un par de amigos urbi et interneti, y desde su Valparaíso el buen Cristián me envía uno que vio en el barrio Bellavista de Santiago:
SE VENDE CARBÓN PARA ASADO EN BOLSA
Le contesto: «El mejor que yo he visto en mi vida fue en Motril, en Granada. En España, cuando una casa está en alquiler o venta, puede verse en alguna ventana un cartelito que dice
SE ALQUILA
RAZÓN: TELÉFONO 212697
Lo de «razón» significa que ahí es donde te «darán razón» (=información) acerca del tema.
En el que yo ví y del que te hablo, por motivos de espacio decía:
SE VENDE RAZÓN:
TELÉFONO 190285
Imagínate la conmoción que ello supuso para la Historia de la Filosofía». 

 

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