Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 7 / 2012

De mi Diario : Semana 7 / 2012

 

Weiß/Colonia, 12.2., primeras horas del día

Gracias a Ana, estajanovista del rastreo en la red, escucho la voz de James Joyce leyendo de “Anna Livia Plurabelle”, y la de Ezra Pound recitando “Altaforte” (los archivos tardan algo en cargarse, pero vale la pena esperar). Mañana le enviaré, para corresponder a tamaño regalo, la de Dylan Thomas, es una gozada oírle cómo declama “And Death Shall Have No Dominion”.

 

Weiß/Colonia, 12.2. (1)

Paul en casa, ha venido a ayudar a Diny en el manejo de la compu: esa es la excusa, claro; de lo que se trata es de ganarse unos euros por la “asesoría”. Aprovecho la oportunidad para hablarle, por primera vez, como adulto, y de adulto a adulto, aunque aún no ha cumplido los 15. Le dejo muy en claro que no estoy nada contento con sus notas en la escuela, y que me parecen ridículas sabiendo las que podría sacar si se aplicase. Me dice que es que estudiar es muy aburrido. Y yo le digo que no más aburrido que pasarse la vida chateando en Scarfacebook. Se sonríe culpable y no puedo sino pensar que soy el último en poderle dar lecciones a nadie, y menos que a nadie a uno de mis nietos. Me levanto, le doy un beso y le pido disculpas por mi intromisión en su esfera privada, le aseguro –y es cierto– que sólo lo he hecho pensando en su bien.

 

Weiß/Colonia, 12.2. (3)

Por fin he terminado la transcripción de mis notas sobre Mafalda: más de 15.000 palabras y un total de más de 81.000 espacios, de donde debe salir el texto de mi conferencia. [En realidad deben de ser muchísimos más, porque a fin de ganar tiempo transcribiendo utilicé un sistema de “taquigrafía” donde la M significa Mafalda, la G Guille, la F Felipe, etc.] Ahora la tarea es la contraria. Como los indios jíbaros en Ecuador. Reducirlo todo a menos de 40.000 espacios, para que el público no se me “druma”.

 

Weiß/Colonia, 13.3., primeras horas del día

Para aquel niño de Huelva, yo, nacido en 1939, Whitney era un nombre mágico. Como lo eran todos y cada uno de los nombres foráneos del callejero ciudadano: Avenida Escultora Whitney, Calle Doctores MacKay & MacDonald, Alameda Sundheim Esos nombres eran ventanas por las que escaparse del mundo de los ¡¡Franco, Franco, Franco!!, la unánime consigna onomástica de los lameculos que siempre han sido los españolitos de a pie, y entonces mucho más. Para mí, además, desde que me fui de casa de mis padres a vivir en la de mi tío Laureano, recién casado, la Avenida Escultora Whitney era el camino desde el Colegio San Ramón al hogar, en él fue que me sorprendió la primera nevada de mi vida, allá por 1951. Whitney siempre ha mantenido una resonancia especial en mi vida: cada vez que lo veía escrito, cada vez que oía ese nombre, era como el ¡pip pip pip! de una sonda acústica rastreando en el fondo de mi memoria. Así, cuando Whitney Houston se lanzó a la fama, fui uno de sus primeros fans. Enamorado de esa voz que siempre entendí como un regalo de los dioses a nosotros, los bípedos implumes. Esta noche, la ARD –el primer canal público alemán– cambió la programación con motivo de su inesperada muerte, y la volvimos a ver, viva como nunca, en Bodyguard. La peli huele un poco a chinche (como también lo huele la ginebra), pero sólo por ella y por oirla cantar a cappella los primeros 50” de “I’ll always love you” ya vale la pena. Y he llorado: tanta belleza junta no debiera morir así, de golpe, la remilputísima madre que recontramilparió al destino, o a quien sea.  

 

Weiß/Colonia, 13.3. (1)

Leído esta mañana en un tuit: «Osea, haber si entendi». O sea, a ver si entendí: cuatro errores en un total de cuatro palabras: ¡caray, es una cuota óptima!, después de lo cual el pobre castellano tiene que aber uido havergonzado, haber donde puede hesconderse. ¡Por Dios!, como suele decir el maestro Mutis en estos casos. 

 

Weiß/Colonia, 13.3. (2)

Montse tenía que ir al dentista con Paul y Oskar, y Diny estaba ocupada a esas horas, así es que me pidió hacerme cargo de Henri desde el mediodía hasta las 3 pm. Cuando llego a la casa y se abre la puerta, al primero que veo es a Henri, quien me ve y pregunta «¿Mami?» [=Diny] Pero no viene hoy su novia conmigo, pobrecito. De todos modos, él y yo hacemos muy buenas migas, así es que también jugamos un rato, y a las 12.30 la mamá lo lleva a dormir: «Chauchau!» saluda despidiéndose con la mano. Me quedo solo, con él durmiendo arriba, y leo el capítulo dedicado a Alejandra Pizarnik en Los malditos; pienso si le habrán llegado ya las fotocopias a La Maguita, en la Cartago de Costa Rica. Cuando regresa Montse, sola (los chicos se quedaron comiendo papas fritas en el boliche del griego), Henri sigue durmiendo y me vuelvo a casa sin verlo. Pero el jueves, Jueves de Comadres, que comienza el Carnaval, nos lo traerán a casa por la mañana temprano y se va a quedar con nosotros hasta el sábado. Y Oskar con él. Y Vincent los relevará el sábado. Si esto no es ser abuelos a tiempo completo, que venga el proverbial Dios y lo vea.

 

Weiß/Colonia, 14.2., primera hora del día

Estoy terminando de ver Besos robados cuando regresa Diny. Vemos juntos en silencio esos últimos minutos. Luego me cuenta de la reunión con sus amigas, de la cual regresa, y en la que NM les ha revelado que antes de Navidad la operaron de cáncer en el intestino. Diny dice en un tono resignado: «Esa maldita enfermedad acabará con todos nosotros». Y es que hace unos días la más joven de mis cuñadas, Annie, nos mandó un email a todos para decirnos que a partir del lunes debe comenzar una quimioterapia. Uno no sabe qué decir en estos casos. Al menos yo, no.

 

Weiß/Colonia, 14.2. (1)

Voy con Carlitos a Bonn, no sin hacer caso a todas las admoniciones de Diny, que es la única persona en esta casa (donde sólo vivimos dos) que está al día en materia de actualidad, incluída  la meteorológica. Así es que me lío al cuello la bufanda de Cambridge, que es la más abrigada, porque según ella hace un frío de la rechingada, y Carlitos queda adoctrinado de que debe de manejar con precaución a causa del hielo. Llegamos a Bonn casi en un santiamén, porque no hay hielo, pero, eso sí, Ulrike me pregunta por la bufanda, pienso que, sobre todo, porque no hace frío (y por lo vistosa que es). Y almorzamos con Isabel y Ulrike, y queda decidido que nuestro próximo encuentro será en mi casa, y con tortilla española, y que también vendrá Virtudes, a quien todavía no conozco. En el camino de vuelta me pregunto por la fiabilidad de los boletines meteorólogicos que lee y oye Diny, pero es de manera puramente retórica que lo hago.

 

Weiß/Colonia, 14.2. (2)

Anoche, con el inesperado anuncio de Diny sobre el cáncer de NM, se me olvidó anotar una de mis escalas de calificación en lo que respecta a las pelis de Truffaut, el director que más derecho me ha llegado siempre al corazón. Es una escala alcohólica, donde por ejemplo Besos robados, la de anoche, es un Kir Royal, y El último metro “un trou normande”, y Jules et Jim una botella del mejor champagne. Y La noche americana, mi predilecta entre las suyas, ah, esa es un buen trago de Single Malt de 18 años. Truffaut es al cine lo que Galdós a la novela: la humanización de la mirada narradora. El artista le cede el puesto al testigo, y su testimonio es la obra de arte. Hay gente a la que no le gusta Galdós: cuánto los compadezco, no saben lo que se pierden.

 

Weiß/Colonia, 15.2.

Después de largos meses, las acciones Daimler (de Diny, no mías) subieron por primera vez por encima de la marca de los 47 €. Hacienda me comunica que va a devolverme 223.11 € de lo que le pagué durante el año 2010. Y he pasado el ecuador del texto de mi charla sobre Mafalda, ya pergeñé 20.333 espacios del manuscrito. Alabado sea el santísimo sacramento del altar. Enter.

 

Weiß/Colonia, 16.2.

Temprano de mañanita nos trajeron a casa a Henri, es como si nos hubiesen dejado un ruiseñor en el apartamento. Después, al salir de la escuela, también se domicilió aquí Oskar. Los dos van a quedarse hasta el sábado, que los relevará Vincent. En las pausas entre las visitas de Henri a mi despacho y las mías a sus cuarteles (Oskar vive encapsulado en el capullo de sus auriculares y la pantalla del portátil de la abuela), sigo redondeando el texto mafaldiano. Antes de ½noche cierro el kiosko para ver una peli que me interesa mucho, Storm, con Kerry Fox, la inolvidable Claire de Intimacy, la a su vez también inolvidable creación de Patrice Chéreau.

 

Weiß/Colonia, 17.2., primeras horas del día

Storm. No es la primera vez que Kerry Fox actúa en una peli sobre el genocidio serbio contra el pueblo bosnio, ya intervino doce años antes en Welcome to Sarajevo. En esta de ahora interpreta una fiscal del Tribunal Internacional de La Haya encargado de perseguir los crímenes de guerra cometidos durante aquella “limpieza étnica” del señor Milosevic. Pero la otra limpieza, la ética, no es tan fácil como puede creerse desde fuera. De todos modos, lo que me extraña es que esta peli no se haya estrenado en español, ni en España ni en América Latina, al menos no consta así en la ficha de imdb. Me da mucho que pensar.

 

Weiß/Colonia, 17.2.

Ana María ha vuelto a subir a su cuenta de Twitter uno de mis trinos: «Quino existe y Mafalda es su profeta», dijo Sendra. Pero lo contrario es más verdad: Mafalda existe y Quino es su profeta. (Ricardo Bada). Me escribe mi tocayo porteño para decirme que suena más apropiada mi versión que la de Sendra. Le contesto que «el mérito no es mío, sino de Mahoma, que parece haber sido una persona modesta: le atribuyó todo el mérito a Alá y se consideró un simple vocero. Jesús fue, para decirlo de un modo suave, algo más prepotente». Mi tocayo: «Jesús fue quien vino a cumplir las profecías del Antiguo Testamento, pero su humildad lamía como una vaca (no es mío, sino de Julio Herrera y Reissig)». Yo: «Con todos los respetos debidos al eximio sonetista oriental, te ruego que leas el ensayo Sobre el amor y la muerte, del autor de El perfume, Patrick Süskind. En uno de los capítulos de este ensayo, Süskind lleva a cabo un análisis comparativo del comportamiento de Jesús en el episodio de la resurrección de Lázaro, y el de Orfeo cuando regresa de los infiernos con su Eurídice. Es un estudio que deja cautivado al lector, y no muy bien parado al profeta de Galilea. Te traduzco un fragmento: “Dos señoras amigas de Jesús le mandan un recado: su hermano Lázaro está enfermo, que Jesús venga y lo sane. ¿Qué hace Jesús?  Para empezar, no va. Jesús dice: “Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Jesús no se comporta (digamos en justicia que así es como lo narra el evangelista Juan) de una manera distinta a como se comporta cualquier líder político de los tiempos modernos y más recientes, cuando lo confrontan con un acontecimiento inesperado y desagradable. Su primer reflejo es darle la vuelta al acontecimiento en favor propio y aprovecharlo para su propia propaganda. Que haya alguien que esté enfermo y sufra, eso es de una importancia secundaria. Mucho más importante es cómo poner en escena la salvación del enfermo de la manera más eficaz posible de cara al público, y con ello elevar la propia imagen y fortalecer el propio movimiento. Jesús lo hace de una manera extremadamente brutal. Espera tanto que Lázaro se muere, y les dice a sus discípulos que se alegra de no haber ido antes donde él, ¿y por qué?: “Para que creáis”. Y es recién entonces que, con toda calma, se pone en marcha acompañado de su comitiva, hacia el pueblo de Lázaro. () La narración de Juan se lee como un reportaje en diferido, se tiene la impresión de asistir a un espectáculo de masas de nuestro tiempo, lo único que faltan son las cámaras de TV”». Mi tocayo me responde: «Es muy interesante el contenido del libro que recomiendas en tu nota, solo que el autor ha omitido una línea del Evangelio de Juan donde Jesús explica porque no cura a Lázaro en vida. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas, está enfermo». Al oír esto, Jesús dijo: «Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús anticipa que está cumpliendo con las profecías». Le contesto a mi tocayo: «Vamos a ver si te entiendo bien: Se trató entonces de una broma de humor negro tramada entre el Padre y el Hijo, para gloria del primero y para que el segundo fuese glorificado por ella. Es decir, se les importó un carajo la angustia de la familia de Lázaro para que quedase en claro la gloria divina. Caray, es un poco fuerte. Y lo de que «Jesús anticipa que está cumpliendo con las profecías», si lo entiendo bien es el placebo que le mandó como mensaje a la familia: No se hagan bolas que cuando Lázaro parezca que se ha muerto, recién llego yo y les demuestro que la enfermedad no era mortal (como les profeticé). Caramba, caramba, caramba, con amigos como ese, la familia de Lázaro no necesitaba enemigos». Lógicamente, mi tocayo no acepta mis razones y me replica: «Sos muy hábil para dar vueltas las cosas. El mundo antiguo creía firmemente en las Profecías y de esto no podemos desligarnos hoy. Los Evangelios no son más que la prueba del cumplimiento de las mismas, malas o buenas, pero profecías que eran creídas a pie juntillas». Y yo a mi vez tampoco acepto sus razones: «Mirá, Ricardo, el mundo antiguo creía firmemente en las profecíasy en que cuando estirabas la pata, se acabó lo que se daba. Y para una familia a la que se le está muriendo uno de sus miembros no debe de ser un gran consuelo la actitud de Jesús respecto de la enfermedad de Lázaro. Aunque, claro, si creían a pie juntillas en las profecías, enterrarían a Lázaro en plan juerga, sabiendo que cuando pasara por allí el amigo Jesús lo iba a arreglar todo. Es más, ni siquiera le mandarían aviso de que Lázaro estaba enfermo y que fuese a curarlo, ya Su Divino Padre le soplaría al oído la hora del siguiente milagro. Ay no, de veras, es muy cansino este tema, Ricardo. Y, si te parece, lo dejamos, en este tema es evidente que no nos vamos a poner de acuerdo. Respeto tu fe, pero yo no comulgo con ruedas de molino, ni de ningún modo, así es que no tiene mucho sentido seguir esta trocha que no nos lleva a ninguna parte, ¿no te parece?»  Y de común acuerdo, con un doble abrazo, pusimos punto final a la polémica.

 

Weiß/Colonia, 18.2.

Montse y Frank vinieron a buscar a Oskar y Henri, y apenas el auto desapareció a la izquierda, después de remontar la rampa, llegó por la derecha y empezó a bajarla el auto de Chico y Angie, trayéndonos a Vincent. Un timing semejante sólo se da en la salida de esta casa y en el relevo de la guardia en el palacio de Buckingham. Contribuyen a la semejanza el fondo musical y la algarabía de la gente arracimada en las calles para ver pasar el desfile de carnaval de Weiß. Llevo 37 años viviendo aquí y no he visto ni uno solo de los 37 corsos. Mi Carnaval soy yo.

 

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