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Mientras tantoDe mi Diario: Semana 8 / 2013

De mi Diario: Semana 8 / 2013


 

Weiß/Colonia, 17.2.

1:15 am: Estaba programada Pollock, la primera peli dirigida por Ed Harris, con él haciendo de Jackson Pollock, y Marcia Gay Harden de Lee Krasner (ganó el Oscar como actriz de reparto), pero ay, la sustituyeron por una policial anodina, la recontrarremilputa que los recontramilparió. Me perdí Pollock cuando la estrenaron en el cine y me la pierdo ahora por culpa de algún ajuste de programas. Merde!  La solución es zapear al canal donde pasan Sexo, Amor e Traição [que en alemán se titula Amor, sexo y saltos de costado; es curioso eso de llamar “salto de costado”, o “la horita del pastor”, al adulterio, pero traición y adulterio suenan tan, tan feos, que prefiero la feble poesía de los eufemismos alemanes]. Esta peli brasileña tiene éxito acá y los canales de TV regionales la programan en cada hueco que encuentran libre. Es divertida y de ahí no pasa, pero me recuerda siempre una frase que me dejó atónito, publicada en una edición monográfica de Privé, revista del corazón neerlandesa, cuando se fraguó la boda del príncipe heredero con esa chica argentina: «La vida sentimental de Máxima Zorreguieta es la de una joven–promedio en América Latina. Tan sólo algunos amigos logran entrar en su casa, pero la mayoría de los candidatos son descartados al cabo de una noche». Pues eso, y luego que le quiten lo bailao.

 

Un domingo tranquilo, Diny se fue temprano a un almuerzo en casa de una de sus amigas del grupo ecologista, que hoy cumple 75 (ella, no el grupo). Es al otro lado del río, en Siberia. Ojalá regrese indemne, yo de Putin no me fío ni un pelo. Su nombre, bien acentuado, es programático.

 

Weiß/Colonia, 18.2.

0:30 am: Pasan la segunda entrega de una nueva temporada de la comisaria danesa Lund. Me pregunto por qué en lugar de filmarla dizque en color la filmaron en rembrandt. He tenido que recurrir al mando a distancia y programar el parámetro Iluminación a tope;  recién después de hacerlo pude seguir el episodio como si fuera con esas gafas especiales para ver en la oscuridad. ¿Si será que el camarógrafo es nictálope y nadie se atreve a decírselo?

 

Le escribo a Héctor: «Ettore caro, el canal franco-alemán Arte pasa todos los días, a las 7:30 pm unos reportajes de 45’ generalmente organizados en series de cinco capítulos de lunes a viernes, acerca de los más diversos temas. Esta semana la van a dedicar al “vientre de las ciudades” (un homenaje tácito a la memoria de Zola), con los mercados públicos de Budapest, Viena, Lyon y Barcelona, y hoy, empezando la serieel de Porta Palazzo, en Turín. No he podido sino pensar en sumercé y en el tiempo que viviste allá y del que hay tantos reflejos en tus cuentos, alguno inolvidable. Viendo pasar el tranvía de la línea 4 atravesando el mercado, me pregunté cuántas veces habrás hecho ese trayecto. Viendo un puesto de quesos me he preguntado si alguna vez seguiste la historia de la emigración interna italiana a las salas de montaje de la Fiat, ¡todos aportaron su propio queso a la gastronomía piamontesa!  Y he recordado gustoso tus habilidades culinarias viendo la preparación de unos involtini con carne de ternera enrollada con relleno de jamón San Daniele y queso, y luego rebozada en harina con avellanas molidas, ah, se me hizo la boca agua, como con la zuppa inglese hecha a base de huevos de oca. Ay»

 

Se me ocurrieron dos tuits: «La Casa Real desmiente que el S. M. el Rey piense abdicar. Fuentes autorizadas aseguran que el rey ni siquiera piensa». Y luego: «La Mulier Sapiens cometió el error de casarse con el Homo Neandertalensis y dejar que su esposo le usurpara el apellido». Este voy a regalárselo a mi tetichiquita querida, para su cumpleaños, que será el domingo, festividá de san Pretextato, a quien rendiré homenaje de ese modo.

 

Weiß/Colonia, 19.2.

Carlitos enfermo tres semanas, y ahora, cuando por fin le dio carpetazo a la bronquitis, va y se me accidenta. Salió ayer a la calle, metió el pie sin darse cuenta en un socavón de la acera y allá que se fue de bruces al santo suelo y está todo dolorido en casa, menos mal que no se torció el tobillo ni hubo que enyesarle nada. Pero imposible pensar en ir a La Modicana hoy porque con el pie izquierdo en plena contusión, así como la muñeca, no puede conducir el auto. Paciencia y tomar té, como dicen los alemanes. Dicho en cristiano: joderse, pues, y aguantarse.

 

La página del reportaje de los martes, en el diario, está dedicada hoy a una puesta en escena en la prisión juvenil de Ciudad de México, eso que los propios chilangos llaman el Detritus Federal, o el DFectuoso. Es un texto complejo, en base a citas de Brecht y Marx, y sus intérpretes son, todos, muchachas y  muchachos que cumplen allá sus penas de cárcel por delitos que van desde el atraco a mano armada al asesinato. La puesta en escena contó con un director y un equipo profesional alemanes, y el auspicio del Instituto Goethe. Me conmueve pensar en quienes allí, a través de textos absolutamente foráneos y extemporáneos, articularon sus propias experiencias como catarsis, al menos durante los 50 minutos de la representación. Luego volvieron todos a sus celdas, de lo pintado a lo vivo, después de haber pasado por la experiencia de lo vivo a lo pintado. La buena intención del experimento no se puede poner en duda. Lo que sí que puede ponerse en duda es la capacidad de prever que esas personas no serán ya nunca las mismas al regresar a sus celdas. Jamás, antes, se les había aplaudido por reconocer sus yerros en público. ¿Cómo seguir viviendo un par de años entre quienes nunca lo hicieron, y ni siquiera lo harían?  No les envidio el tiempo que les quede entre rejas.

 

Weiß/Colonia, 20.2.

0:15 am: He vuelto a ver Emma en la versión con Gwyneth Paltrow. Me sigue gustando más la versión de la BBC con Kate Beckingsale, quien es más niña que la Paltrow, es más Emma, pues. Pero la peli tampoco es mala, todo lo contrario: si pienso en el desastre de Pride and Prejudice, con la Knightley (sin culpa suya), esta Emma es una golosina visual para los austenitas.

 

Voy a Rodenkirchen y fotocopio, para Ana, “Angura”, la ejemplar traducción por Felipe de la “Engführung” de Paul Celan. Entro después a ReWe para unas compras, sobre todo fiambres, queso, galletas y whisky. En una batea de libros rebajados de precio descubro El Museo de la Inocencia, de Orhan Pamuk, una oferta especial a 3,99 €; lo compro porque creo que no he leído nada de Pamuk desde que le concedieron el Nobel. Y luego, de vuelta a casa, leyendo leyendo, alcanzo la página 500 del Borges, de Bioy Casares, en el bus invadido por escolares que salen del Gymnasium a esas horas y entre los que no alcanzo a ver ni a Paul ni a Oskar. A Henri quise irlo a ver a media mañana pero Montse prefirió que lo deje hasta el fin de semana: tanto él como ella están muy resfriados, y Montse no quiere cargar con la responsabilidad de una recaída mía, ahora que ya dejé atras la bronquitis, sus sevicias y sus secuelas. El amor como cordón sanitario.

 

Weiß/Colonia, 21.2.

Trasnoché viendo la serie Lost in Austen, entera, los cuatro capítulos, y terminé sumergido en otro mundo, igual que le pasa a la protagonista. Lógicamente, para quienes adoramos Pride & Prejudice, esta serie es un boccato di cardinali, y puede llegar a crear adicción. Lo noté anoche cuando terminé de verla por no sé cuánta vez, y me di cuenta de que no quería escribir nada ni leer nada ni ver nada más, sino zapear a una y otra escena de la serie, que tiene momentos inolvidables, y además (eso lo acababa de descubrir) permite reírse sanamente de lo que en  realidad es sacrosanto, la novela de Jane Austen. Pero es una risa compadre, o comadre, que estoy seguro que compartiría la propia Miss Austen. Ahora, de mañana, reflexionando sobre el tema, me acuerdo de Lo que no dijo Guillermo [=Shakespeare], la obra donde Carlos Llopis reescribió la historia de Romeo y Julieta desde un punto de partida absolutamente opuesto: las familias Capuleto y Montesco son amiguísimas, y los dos jóvenes protagonistas se odian a muerte, pero el resultado final es el mismo que en la tragedia. A mí me parece una obra muy lograda, pero el público no estaba preparado para semejante tour de force, así es que fracasó. Esa noche del estreno, en 1947, según lo contó al editarse la obra, Carlos Llopis se mezcló entre el público a la salida del teatro y captó el siguiente diálogo de un matrimonio:

 
– Esto no tiene gracia alguna.
– De acuerdo. A mí me ha parecido una lata.
– ¿Y por qué se llamará Lo que no dijo Guillermo?
– (El marido, encogiéndose de hombros:) ¡Lo habrá tachado la censura!

 

[Mi recuerdo lo canibalizo de una entrada en este mismo diario, el 16.1.2010, donde comenté uno de los textos de Fronterad que más repercusión han tenido: el que Jesús Mahler le dedicó a la censura cinematográfica en tiempos del inferiocre].

 

Me envía Tribulete un fólder pps con fotos de Doisneau, y al agradecérselo le comento que «lo he mirado estudiándolo con atención porque me retrolleva a unos días que podrían haber sido los de mi infancia, si en mi infancia hubiese estado la República y no el primer franquismo, con su sentimiento pacato de la vida, diría Unamuno. Me llama la atención el hecho de que, de 49 fotos, nada menos que ocho están dedicadas de manera principal o secundaria al motivo del beso en público, siendo su culminación la canónica, delante del ayuntamiento de París. Se me hace que el florecimiento de Doisneau como fotógrafo coincidió con la eclosión del destape en Francia, y que él fue su documentalista, el de ese momento de la desinhibición. ¿Qué te parece? [A lo mejor subo esta pendejada a mi diario. ¿Qué te parece?]»

 

Alimentemos, alma mía, la ilusión de que alguna vez regresaré a mi Güeno Saire querido, e iré llevando de la mano a Henri, desde la 9 de Julio, Cangallo o Mitre arriba, hasta la cortada  Rodolfo Rivarola, y le pediré cuando lleguemos a la esquina que se fije mucho cómo es que vamos a caminar por una calle que es un espejo, donde las casas de la derecha son exactamente iguales a las de la izquierda. Estoy seguro de que eso le va a impresionar muchísimo, y no sólo a él. En Huelva teníamos una calle así, la calle Rábida, y de puro verla todos los días nunca me di cuenta de que era una calle espejo. Recién me cayó el vintén el 3.1.2002, en Baires, cuando el buen Jorge nos hizo caminar esa cortada. [“Caerle a uno el vintén” lo entendería un alemán, que tiene la misma expresión, “jetzt ist bei mir der Groschen gefallen”, pero ¿cuántos españoles y latinoamericanos entenderán que significa “caer en la cuenta”, o “se me prendió el bombillo”?  Sólo que ninguna de las dos tiene la fuerza expresiva de “me cayó el vintén”].

 

Weiß/Colonia, 22.2.

La nueva pasta dentrífica, biológica, que ha comprado Diny, deja en la boca, en el paladar, y en los labios, el sabor de un aserrín aséptico. ¡Puah! Casi prefiero la paradontosis.

 

Dos muertes: Nos llega la esquela de defunción de Tante Marietje, ¡casi 96 años!, y le pregunto a Diny pero tampoco ella sabía nada, y ya es muy tarde para organizar algo y acudir al entierro,  que será mañana por la mañana, temprano. Pienso por otra parte que nuestra tía Mariquita era, además, la última de la generación anterior, de manera que Diny se convierte ahora, ya, en la matriarca de los Hansen Kluitman. Y además, ayer, la noticia de la muerte de Ricardo Ostuni, a quien aprendí a querer y respetar en los últimos años, a través de un intenso y casi diario intercambio de emails. Siento muchísimo la muerte de mi tocayo porteño, en quien desde el vamos reconocí la misma actitud ética básica que es el fundamento de la mía: oír y respetar los argumentos del que te discute, sobre todo, y hasta más que nunca, cuando no estés de acuerdo con él, sin que el enfrentamiento dialéctico suponga para nada un distanciamiento personal; si acaso todo lo contrario, acendrar el afecto y el respeto mutuos. Como fue en nuestro caso.

 

Leyendo el Borges de Bioy Casares he descubierto una muletilla de Georgie Boy: «¡Qué raro!» suelen ser las palabras con que inicia sus reflexiones, ya sea acerca de un objeto, de un poema o de una conducta humana. Y una de dos: o bien el mundo era más raro de lo que él creía, o bien él usaba la expresión como simple sacacorchos de sus ideas.

 

Me estaba moscardoneando todo el tiempo algo que escribí la semana pasada acá, como para advertirme de que, una vez más, por exceso de detallismo, había metido la pata. Y hoy, por fin, encontré el incordio. Escribí el jueves 14 que Colônia, en portugués, parece reproducir con ese acento circunflejo el perfil Norte o Sur de la catedral. ¡Cómo se nota que no soy pintor! El único perfil que parece reproducir es el del Sur; desde el Norte la silueta se vería así: ainôloC.

 

Weiß/Colonia, 23.2.

Diny suele comprar bastante en firmas dedicadas a la venta postal, y una de ellas la ha premiado hace poco con una linterna de diseño, que incluye un reloj digital despertador. Este despertador nos llegó programado para hacerse oír varias veces, con intervalos de diez segundos, cuando sus dígitos marcan las 11:00 am (¡menos mal!)  Todavía no hemos logrado descubrir el mecanismo para reducirlo al silencio. Vivimos preguntándonos a quién se la podremos regalar. Pero estoy ya medio convencido de que nos habremos terminado por acostumbrar a ese monónoto sonsonete antes de que nos decidamos a infligirle un terror semejante a alguien inocente.

 

Salgo de casa a las 12:10 sin haberme dado cuenta de que ha comenzado a nevar. Voy con la bici, y contra el viento, a la farmacia, y de ella a lo de Petra, recién regresada de Barcelona, donde se encontró con Vila-Matas, quien le entregó para nosotros un ejemplar de El viajero más lento, con dedicatoria y dibujo ad hoc, comme d’habitude. Achim hace los honores de la casa, me ofrece un rioja, y de repente, al cabo de una hora, me doy cuenta mirando las ventanas del salón –las que dan al pueblo, la que dan al Rhin– de que la nevada ha crecido en intensidad, el regreso a casa se impone, y me aterra, porque mis pulmones me obligan a detenerme casi cada cinco minutos de pedaleo. Es la más insufrible de las mierdas: ser tan viejo y tan pendejo.

 

Novedad culinaria: Diny cocina unos saltimbocas vegetarianos donde a la carne la sustituyen rodajas de raíz de apio. Están sabrosos, pero podrían ser requetedeliciosos si esas rodajas fuesen no ya la mitá, sino incluso un tercio, de gruesas; porque entonces, y así, tan bien empanadas, quedarían crujientes como galletas. La próxima vez serán una auténtica Delikatesse.

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