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Mientras tantoDe mi diario : Semana 8 / 2019

De mi diario : Semana 8 / 2019


 

Weiß/Colonia, 17.2.

Entre las esquelas del Kölner Stadt Anzeiger descubro una con un epígrafe de Alexis Carrel:   «No se trata de añadir más años a la vida, sino de añadir más vida a los años». Alexis Carrel es el autor del primer ensayo que leí en mi vida, antes incluso que los de Unamuno y Ortega. Me lo prestó Tomás Ramos, el contable de mi padre, la persona a la que debo más del 50% de mis lecturas de adolescente. El ensayo se titula La incógnita del hombre y, según creo, estaba en el ominoso Index del Vaticano. Recuerdo que me produjo una impresión que sólo puedo calificar de fascinante. Tendría que volver a leerlo, por la simple pero acuciosa curiosidad de comparar mi lectura de ahora con la de hace ya más de sesenta años. Porque leí el nombre Alexis Carrel en esta esquela del diario, y me vi caminando por unas calles de Huelva que ya no existen, con una talega llena de libros, camino de la casa de Tomás, donde todos los domingos devolvía los libros que me prestó el domingo anterior y me llevaba lectura para toda la semana. Ay, cuánta agua ha corrido desde entonces por el Tinto y el Odiel, por el Guadalquivir, el Rhin, el Spree, el Río de la Plata, por los seis ríos de mi vida. No incluyo al Manzanares porque no es un río.

 

Breaking News from Mafalda’s World : A Manolito el delalmacén [sic] le ha llegado un SOS de Susanita concebido en estos términos: «De tu Güeno Saire querido, na, pues que está cada vez más despelotado, tirándose baldes de excremento unos a otros a ver quién será presidente en octubre. Ayudanos, hermanito, una oración a tus santos más preferidos pa que no vuelva Cristina, que por ahora estaremos mal pero si vuelve la mafia no va a quedar ni el picaporte del Banco Central. ¡¡¡Se robaron toooooodo!!!» Y es lo que yo me digo, que desde que el robo se volvió actividad principal de la política, los ladrones han dejado de ser una gente honrada.

 

La cérémonie [La ceremonia] es un Chabrol no tan verborrágico como otros, con una Sandrine Bonnaire y una Isabelle Huppert en modo dúo de virtuosas de la actuación. Un regalo para la vista y para el alma. Con un final de antología, tan inesperado como los golpes de sorpresa de una novela de Agatha Christie, pero con mucha mayor congruencia y naturalidad. Chapeau!

 

Weiß/Colonia, 18.2.

Estuvieron en casa Wolf y Nicolás con Ana. Nuestra relación con Wolf y nuestra inolvidable Bea (que se nos fue tan pronto) viene de antiguo, de los 80s. Ellos dos también estuvieron en la feria del libro de Managua, 1987, donde Diny conoció a Wolf (a Bea la conocíamos ya) y los nicas creìan que Diny era su mamá. Vinieron luego los niños, sus hijos, Nicolas y David, a quienes hemos ido viendo crecer, pero como le dije ayer a Nicolas: «Cuando naciste todavía no éramos abuelos Diny y yo, y ya tenemos un nieto de 21 años». Ah, el tiempo, el tiempoEsta tarde y esta noche hemos recuperado tantos momentos hermosos de nuestras vidas, y al mismo tiempo hemos descubierto Diny y yo a la compañera nica de Nicolas, la vivacísima Ana, que entró en nuestra casa y un minuto después parecía que nos conociésemos de toda la vida. Y pensé en los versos de Eloy Vaquero: «Cuando se encuentra un amigo, / es que Dios hace un regalo». Hablamos largo y tendido de muchos temas, pero creo que la impresión más grande fue la de Nicolas, que es un cortazariano convicto y confeso, cuando tuvo en sus manos cartas y postales manuscritas de Julio y el mecanuscrito del único radioteatro que escribió, también corregido a mano. Y en honor a la verdad hay que decir que mucha de la atmósfera de cálido afecto y empatía total entre los cinco se debió a la paella y el postre que nos regaló el arte culinario de Diny, regada la primera con un buen Carménère. Le presté a Nicolas mi ejemplar de La guerra de Galio (¡preciosa la dedicatoria de Héctor!) con el abierto deseo de que lo lea pronto y venga a devolvérmelo, porque será de nuevo una fiesta el estar con ellos. 

 

Weiß/Colonia, 19.2.

“Murot y la marmota” terminó a las 3:15 y después me fui derecho al catre. Se retrasó su transmisión debido a un documental interesantísimo sobre los abusos sexuales en la iglesia católica, que me agarró. Pero tampoco quería perderme ese Krimi que, por primera vez en la historia de la TV alemana conseguía las cuatro estrellas. Y bien que se las merecía. Sigue el esquema de El día de la marmota (y el título es un abierto homenaje a esa peli sin par), sólo que en este caso se trata de un comisario de la policía, Murot, a quien llaman para atender el caso de un asalto bancario con toma de rehenes, y entra en el Banco seguro de que podrá dominar la situación, pero no, le disparan a la cabeza, y la siguiente toma es idéntica a la del comienzo, la llamada telefònica que lo despierta y es el mismo día y tiene que acudir al Banco, y uno termina por perder la cuenta de las veces que lo matan (además de las que se suicida) mientras la toma siguiente lo muestra de nuevo durmiendo cuando suena el timbre del teléfono en fin, lo dicho, el mismo esquema que en El dìa de la marmota, pero hecho con gran inteligencia. Malraux dijo de Sanctuary, de Faulkner, que era la irrupción de la tragedia griega en la novela policial. Este Krimi del comisario Murot es la irrupción del cine, del mejor cine, en la viciosa pescadilla mordiéndose la cola que son la mayoría de las teleseries policiales alemanas. Pero seguro que no le gustará a los puristas, que son de piñón fijo.

 

En La Modicana, hoy con Diny, los tres pedimos el menú # 2, como plato fuerte canelones con carne picada y de postre una crema de queso con rodajas de kiwi y granos de granada. Clientes únicos a esa hora, y Carlitos feliz, como siempre que estamos solos en “nuestra” trattoria.

 

Santiago Aguaded escribe a sus amigos anunciando una lectura de “sobras” suyas en la Sala bar 1900 company, muy cerquita de la casa donde nací, e introduce la invitación a la misma de esta manera: «¿Debe un poeta o escritor cualquiera mostrar sus miserias, sus malos poemas? La mayoría contestaría que no, y trataría de ocultarlos». Le contesto: «Eso es lo que dices, y de la segunda frase se desprende entonces que la retórica pregunta estaba dirigida a los escritores y a los poetas. Como no soy ni lo uno ni lo otro, asumo la pregunta como lector y te contesto que sí, que todos los poetas y escritores deberían mostrar sus miserias y sus malos poemas. Es más: de hecho creo que lo hacen, si no no me explico la marea de publicaciones que nos inunda».

 

Weiß/Colonia, 20.2.

Visita del Dr. Ruppert para la extracción de sangre, una rutina dos veces al año. Se ríe mucho cuando le cuento que mi cardiólogo encontró mi corazón en mejor estado que el pasado año. Me dice que me voy a morir sano, que es lo mismo que yo pienso. Y se ríe también cuando le digo que la Fisioterapia es una buena cosa para la gente sana, para estarlo más. Creo que mi buen Dr. Ruppert ha llegado a la posiblemente cierta conclusión de que estoy más loco que una cabra.

 

Ayer, en un email, me corrigió Carla mi aproximación al poema “L’infinito», de Leopardi, me dijo que «el verbo mi fingo (= “me imagino”, verso 7) sería el predicado de los “interminables espacios”, de los silencios y de la quietud, es decir, el poeta se figura espacios inmensos, silencios sobrehumanos y una hondísima quietud, hasta el punto de que su corazón casi se estremece. Ove puede indicar tanto un lugar (figurado, en este caso – las entidades que el poeta evoca en su imaginación), como una consecuencia (“por lo tanto”, “en consecuencia”), y el per poco vale como un “casi”, y no como una especificación de duración». Para no romper el ritmo y conservar la métrica, introduzco un solo cambio. La aproximación, ahora, dice así: «Siempre caro me fue este cerro yermo / y este seto que tanta parte excluye / del último horizonte a la mirada. / Mas sentado y mirando interminables / espacios allá lejos, sobrehumanos / silencios, y su hondísima quietud, / de absorto que me quedo, el corazón / casi se me estremece. Y como escucho / soplar al viento entre esas plantas, voy /comparando ese infinito silencio / con esta voz: y pienso yo en lo eterno, / las muertas estaciones, la presente / y viva, y su sonido. Y así entre esta / inmensidad se anega el pensar mío; / y el naufragar me es dulce en este mar».

 

Cambio de programa en el canal Arte, pasan a las 8:15 pm El cielo sobre Berlín, como homenaje a Bruno Ganz, recién fallecido. Lo entiendo, pero recontraputeo igual porque lo que iban a pasar era Gloria, con Gena Rowlands dirigida por John Cassavetes, la pareja de culto del cine indie, que quería volver a ver al cabo de los años mil, creo que sólo ha he visto dos veces. Y ahora ya vete a saber cuándo la programarán de nuevo. Merde alors! Porca miseria, scimmietta!

 

Weiß/Colonia, 21.2.

Los días 9 y 10 de marzo tengo anunciada (y programada en mi agenda) la visita de Cruz y Pepe Baena acompañando a Guillermo Duclós, para formalizar la cesión de mi correspondencia y de mis manuscritos al Aula del Legado Cultural de Huelva, y también para que se hagan una idea de cuánto material se trata. Espero que no se asusten. Hoy me escribe Pepe comunicándome que han reservado habitación en el Cologne Azimut Hotel y eso ha puesto en marcha dentro del cine de mi memoria una peli con 56 años de edad. Pasa que ese hotel se encuentra en el que durante muchos años fuera el edificio más alto de Europa, su nombre mismo (Hochhaus) lo proclamaba, y Hochhaus se le sigue llamando en Colonia, donde es un punto de referencia al norte del casco antiguo de la ciudad. Lo emotivo de mi docu íntima es que ese fue el primer edificio de Colonia que visité en mi vida; en marzo de 1963, a sólo un mes de llegar a Alemania, para presentarme en la redacción del semanario 7 Fechas, donde comencé a colaborar poco después y hasta que el semanario desapareció allá por 1978. No he ido allí desde entonces, aunque sí, y mucho, a otro lugar de peregrinajes míos, la firma Saturn, la mayor tienda de CD y DVD en toda Europa, que se halla en el mismo edificio, pero con fachada a una calle lateral, no al Hansaring. Me parece casi simbólico el hecho de que esta embajada de Huelva que viene a visitarme se vaya a alojar justamente en ese # 97 del Hansaring al cual me llegarìan desde agosto 65 a junio 66 las cartas de Diny en los once meses de nuestro noviazgo. Yo ya trabajaba entonces en la Deutsche Welle, gracias a que la emisora decidió comprar los derechos de mi columna “El ingenioso emigrante Don Quijote de la Múnich”, que publicaba en 7 Fechas, para adaptarla a la radio, y accedí a condición de ser yo mismo quien la adaptase, porque –como les dije– soy más hombre de radio que de prensa; y cuando les mandé el par de capítulos de prueba que me pidieron, su respuesta fue ofrecerme un puesto en la redacción, de manera que lié mis bártulos en Berlín Occidental y regresé a la civilización. ¡Ah, la Hochhaus, y su ascensor–rosario, el Paternoster! ¿Seguirá allì, seguirá su incansable y cansino sube que te sube y baja que te baja? Muchas veces, al llegar al vestíbulo del edificio (porque acudía todas las tardes a la redacción de 7 Fechas al dar de mano en mi trabajo en la Deutsche Welle), tuve la tentación de repetir la aventura matutina del Dr. Murke. No lo hice. Ahora lo lamento, pero hay que ver todas las cosas que he podido recordar con sólo anunciarme Pepe dónde es que van a alojarse cuando vengan el próximo mes. No sé si mi memoria es una bendición o una maldición. ¿Vos qué decís, Funes?

 

Weiß/Colonia, 22.2.

2:30 am : Un excelente documental sobre la Atlántida, todo él centrado sobre las islas de Creta y Santorini y la costa entre el delta del Nilo e Israel. Todo muy bien certificado con testimonios de arqueólogos e historiadores. Sólo una pregunta no responden : ¿A causa de qué paja mental se le ocurrió a Platón llamar Atlántida y no Mediterránea, ni tampoco Minos, a esa civilizaciòn devorada por la mar? ¡Ah, ahí está el detalle!, como dirìa el filósofo mexicano Mario Moreno.

 

Donde mi neumóloga, la Dra. Dornaika, quien me notifica que no hay novedades desde la vez pasada, pero por si las que ni labráis como abejas ni brilláis cual mariposas me receta una doble ración de inhalador, por la mañana y por la noche. A ver si así, dice ella, me desaparece de una maldita vez esa maldita carraspera. Sursum corda! Habemus ad Dóminum! (¡Ejjjjjjjemm!)

 

Hoy se cumplen 80 años de la muerte de Machado. En su homenaje hay un artículo buenísimo de Álvaro en Nexos. El mío ha sido pasarme la tarde leyendo acá y allá en Los complementarios y en mis dos tomos del Juan de Mairena (la vieja edición de Losada, Argentina). ¡Qué lujo ese milagro de dos obras tan grandes, la de Juan Ramón y la de Machado, sí, ambas, tanto en la prosa como en la poesía! Yo confieso que tengo mis días juanramón y mis días donantonio. No debe ser una casualidad que mi signo del Zodíaco sea el de Géminis. Con Bécquer y Cernuda es otra cosa, no los venero como dioses, los quiero como amigos. Y también con César Vallejo y Gonzalo Rojas es otra cosa: son los conquistadores del idioma, las carabelas que vienen desde América. Releo lo escrito y me sonrío: Juan Ramón, Machado, Bécquer, Cernuda: los cuatro andaluces, y los cuatro de la vertiente atlántica. Sea, pues, así: soy cabrita que tira al monte.

 

Decididamente, Death in Paradise [Crimen en el paraíso es su título en España] tal vez sea la mejor serie policial inglesa de los últimos tiempos: harto mejor que otras muchas con muchos perendengues. La ecuación tiempo/espacio está resuelta de manera impecable en cada uno de los episodios, y el elenco que da vida a la serie es un engranaje bien aceitado*. Lo único que se podría alegar contra esta saga es la elevada tasa de crímenes en una isla tan pequeña, aunque por lo que se refiere a los telespectadores, yo incluido, estamos contentìsimos de que sea así, y a decir verdad deseamos que esa tasa no disminuya. Bada retro!

 

[* “Aceitar”, me ilustra el diccionario de la RALE, es en algunos países latinoamericanos un sinónimo de “sobornar”. Pero no sólo en esos países. Tengo yo una foto que le hice al recién fallecido Víctor Canicio, en Madrid, donde en la fachada del distrito de la Arganzuela, del Ayuntamiento de la villa y corte, había una pintada que decía: “HAY–UNTAMIENTO”]:

 

 

Weiß/Colonia, 23.2.

1:45 pm : Terminaron de pasar El proceso de Nuremberg [en español Vencedores y vencidos] y aunque pasaban en paralelo Valdez, que hace años que no la he visto, no resistí la tentación de ver por tropecienta vez a esos colosos que eran Spencer Tracy, Burt Lancaster, Judy Garland, Marlene Dietrich, Richard Widmark, Maximilian Schell (ganó el Oscar por su actuación), y una de las más hermosas interpretaciones de Monty: esa escena cuyos 17’ valen su peso en oro, esa escena que por si sola justificaría toda el metraje, si fuese necesario, lo que por dicha no lo es.

 

Un día ceniciento que se ha enmendado al final, sobre las 6 pm, con un cielo de un celeste tan intenso que era casi diáfano, y unas nubes alargadas y delgadas de un rojo suave, desteñido. No he hecho nada en todo el día. Me levanté a la 1 pm, y ya cansado. Y me tendí a dormir la siesta a las 4:15, y es a duras penas que remonto el resto del día, leyendo. Voy ya por la letra T en El origen de las palabras, y aunque sigo descubriéndole gazapos, ellos no aminoran para nada el valor excepcional de este libro. Hoy, por ejemplo, he descubierto en la entrada Seudónimo que mi tocayo Soca le enmienda la plana a Fernando Pessoa haciendo que sus amados heterónimos sean considerados meros seudónimos. ¡Qué manera de ningunearlos, mare mía de mi arma!

 

*****************THE END*****************

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