Rodenkirchen, 19.2., Domingo de Carnaval
Anoche vi por primera vez The Iron Lady [La dama de hierro] y dejando aparte lo antipática que siempre me cayó Margaret Thatcher, creo que no se mereció una biopic con un guion tan confuso y desbarajustado como esta. Y tampoco entiendo que le dieran el Oscar a Meryl Streep por este papel y no se lo dieran por otras actuaciones suyas harto mejores. Que además consiguiera el BAFTA desde luego es lógico, pero no me entra en la mollera que no produjeran esta peli con una actriz inglesa, que las hay de sobra, y muy buenas. Parece mentira, en fin, que la peli la haya dirigido la misma persona que se sacó de la manga esa maravilla que es Mamma mia!
Salimos a la terraza del Maternus a eso de las 3:00 pm para ver pasar el corso del carnaval de acá, pero iba desabrigado, hacía frío y amenazaba lluvia, con independencia de que el desfile era más aburrido que una peli española de los años 40. Volví a los 10’ a estas mis cuatro paredes, Diny se quedó en la terraza pero aguantó sólo ½ hora más.
Olvidé anotar aquí ayer que una de las tareas que hizo Rebeca durante su visita fue abrir el último cartón que quedaba de cuando la mudanza, y encontró en él muchísimas cosas de Diny… y una mía: mi alianza. Ya la daba por perdida. Me la quité en la clínica Sankt Antonius el día que resbalé y me caí en el cuarto de baño, choqué contra una esquina saliente y me abrí una brecha en la ceja ¿izquierda? ¿fue en el 2019, cuyo archivo no puedo abrir porque me paraliza toda la compu? Pero lo cierto es que el estudiante de Medicina que me hizo la sutura arguyó que para evitar el peligro de una septicemia tenía que sacarme de encima cualquier objeto metálico que portase; el único era mi alianza, y costó dios y ayuda arrancarla de mi dedo, así es que decidí no ponérmela más. Ahora la lleva en su anular derecho Diny, porque la suya se le volvió pequeña. Todo esto me ha hecho recordar la única obra de teatro indio que he leído en mi vida, la que cuenta la hermosa leyenda del anillo de Sakuntala, porque Diny perdió una vez su alianza cuando no llevábamos ni dos semanas de casados. Fue en Colonia y en nuestro apartamento, un domingo que salimos a mediodía para almorzar en un italiano. De repente Diny se dio cuenta de que no tenía puesta la alianza. Removimos Roma con todos los Santiagos de la geografía universal, y la alianza no aparecía. Por último decidimos ir a almorzar y seguir luego con la búsqueda. Rumbo al italiano pasamos por la capillita en la esquina de la Breite y la Tunisstrasse, sobreviviente de la guerra y en donde se veneraba a una imagen dizque milagrosa; le dije a Diny que entrásemos y le encendiéramos una vela. Dio resultado. Al regresar a nuestras cuatro paredes Diny encontró su alianza dentro de la manopla que había usado al ducharse. La manopla de Diny vino a ser como el pez del Ganges en la leyenda de Sakuntala.
Rodenkirchen, 20.2., Lunes de las Rosas
Volví a ver anoche La dama de hierro para confirmar que el guion daña toda la peli. Y omite, por ejemplo en el episodio de las Malvinas, que la misma Thatcher que dijo que la Junta argentina, «una pandilla de fascistas, ha invadido nuestro territorio, no podemos tolerarlo. En cuanto a mi posición negociadora, debo dejar clara una cosa desde ahora mismo: bajo ningún concepto negociaré con criminales o canallas»… ¿a quién acudió pidiéndole apoyo logístico para la RAF? Nada menos que al canallesco criminal Pinochet. Nunca me cayó bien la dama de hierro, y entonces terminó de ennegrecer su imagen. Aunque derrotase a la Junta argentina. Salvo del guion la parada de pies que le propinó al secretario de Estado gringo: «Alexander Haig : Así que usted se propone ir a la guerra por estas islas. Están a miles de kilómetros, son un puñado de ciudadanos, política y económicamente insignificantes, si me disculpa. Margaret Thatcher : Igual que Hawai, imagino. Alexander Haig : ¿Cómo dice? Margaret Thatcher : 1941, cuando Japón atacó Pearl Harbor, ¿acudió América con la gorra en la mano y pidió a Tojo una negociación pacífica del conflicto? ¿Dio la espalda a sus propios ciudadanos porque las islas estaban a miles de kilómetros? ¡No! ¡No! ¡No! Nos mantendremos firmes en nuestros principios, o no nos mantendremos firmes en absoluto».
Le mando a Paul el cuento “El poeta” de Somerset Maugham, diciéndole que es «uno de mis favoritos entre los suyos, y que tienes la suerte de poderlo leer en inglés abriendo este enlace. Estuve pensando en lo que me escribiste la vez anterior, te cito: “Me parece impresionante cómo consigue que historias construidas con tanto detalle y comprensibles terminen de forma tan abrupta, sin que sientas que te falta algo”. Creo que tengo una explicación para ello. Somerset Maugham, además de un gran novelista y un cuentista extraordinario, fue también un exitoso comediógrafo, y como observó agudamente Ángel Zúñiga, el prologuista de sus obras completas en español, “la huella del hombre de teatro es indeleble. En todas sus narraciones, los elementos de sorpresa resultan considerables. Siempre existe, cuando más desapercibidos nos hallamos, un y entonces sucedió algo que nadie esperaba […] Cualquier libro suyo, son muy raros los que no, podría ser llevado al teatro, incluso respetando la forma. Los parlamentos de los personajes harían las delicias en cualquier escenario». Y “The Poet” es uno de los mejores ejemplos de lo que sostiene Zúñiga.
Rodenkirchen, 21.2., Martes de las Violetas
Anoche vi Ah–ga–ssi [La doncella], una peli coreana que se cuenta entre las más atrayentes y atrapantes que he visto en los últimos tiempos. Dirigida con pulso seguro por Park Chan–Wook y basada en una novela de la inglesa Sarah Waters, trasplantada a la Corea de los años 30 del siglo pasado (en los días de la ocupación japonesa de la península), es una gozada verla. Supongo que algunos la verán por pura escopofilia (voyeurismo, para decirlo en castellano castizo) pero hasta la escena en que la señora y la doncella componen la bella bestia de dos espaldas, entregadas a mutuos cunnilingus, incluso esa escena no tiene nada de pornográfica. Más bien uno se queda pensando qué estarían haciendo realmente ambas actrices durante su rodaje. Hay desafíos que no todas las actrices aceptan, pero las protagonistas de La doncella son valientes, por decir lo menos.
Vino por fin la pedicura, hasta 10’ antes de su cita, y después de atender a Diny concertamos una cita para que atienda mis pies el viernes de la semana próxima. Su tarifa es 30 € por tratamiento y Diny le dio 35. Tuve que decirle a Diny que no podemos permitirnos el lujo de tales propinas, nuestros pocos lujos serán comer en La Modicana, el chino o el Bistro Verde.
Hoy, en La Modicana, grandes ensaladas para Claudia y Ulli (la de Claudia con queso de cabra), Diny y Carlitos unos tallarines con vieiras y gambas, y yo sopa de pescado, que estaba mismamente como la comida de los dioses. Hhmmmmmmmm… Casi al irnos, descubrimos por un comentario del hombre que se sentaba con su pareja a la mesa de al lado, que había entendido mucho de lo que comentamos en español porque, nos dijo en buen italiano, había vivido en Italia, donde estuvo trabajando, a lo que yo le respondí fingiendo la mayor inocencia: «Ah, ¿pero en Italia se trabaja?» La carcajada general fue de lo más espontánea y el pobre hombre no supo qué replicar.
A la asistenta polaca que vino a sacarle las medias de compresión a Diny le pregunté si le sonaba el nombre de Kapuściński, me dijo que cómo no, y le conté cómo lo conocí, a mi tocayo polaco, se alegró muchísimo de la relación que mantuve con su célebre compatriota.
Rodenkirchen, 22.3., Miércoles de Ceniza
En el canal TCC [Tu cine clásico] encontré La última vez que vi París, con Elizabeth Taylor, Donna Reed, Van Johnson y Walter Pidgeon, éste en un papel cortado a la medida para él y se le nota en el gusto con que lo interpreta. Según los títulos de crédito está basada en un cuento de Scott Fitzgerald, pero o bien es uno de los pocos flojos que escribió o bien el guion lo convirtió en un melodrama. Por más que, si me paro a pensarlo despacito, y a pesar de lo bien escrito que está y el placer con que se lo lee, ¿no es El gran Gatsby también un melodrama?
♫ Am Aschemittwoch ist alles vorbei [El Miércoles de Ceniza se acabó todo] ♫ es lo que se canta hoy en el ancho territorio carnestoléndico, que se extiende desde Maguncia hasta los Países Bajos, a las orillas del Rhin. Y ese “todo” que se acabó es la quinta estación del año, como los colonienses llaman al Carnaval. Ahora les toca esperar al 11.11. a las 11:11 am. Jamás he sido carnestoléndico, ni siquiera en los seis años que los dos grandes corsos se alineaban debajo de mis tres balcones cuando vivíamos en el 29 del Karolingerring, y nuestras amistades fiesteras, sabiéndolo, se invitaban solas al hogar de los Bada Hansen para ver desfilar los corsos en palco de proscenio. Después de mudarnos a Weiß, al llegar el Carnaval solíamos irnos de Colonia, por lo general a París, y una vez con nuestros tres hijos a Venecia, lo conté en una de mis Cartas de Alemania.
Leo en un email circular de Manuel Moya, enviado desde Troglodia: «Hoy miércoles andaré por las Güervas, la ciudad tres veces milenaria que no tiene un vestigio arqueológico que llevarse a los ojos. Iré para presentar la bio de Pessoa [una obra suya] publicada por Ed. del Subsuelo. Será en la BCA provincial, sobre las 19:30 y, evitando en lo posible la cultura del espectáculo, no llevaré tocadores de castañuelas ni palmeros. Voy a capela, como casi siempre. La presentación de un libro es un hecho cultural y a veces, como acaso sea el caso, contracultural. Ven si te apetece venir y si no date una vueltita por los hoy floridos cabezos tartésicos o dedica el tiempo a hacer una pintada por la sanidad pública o lánzate sin paracaídas al más tórrido amor. Esas, sin duda, son cosas mucho más importantes que la presentación de un libro». Por lo menos a Manolo no se la dan con queso.
Rodenkirchen, 23.3.
Vi anoche de nuevo La doncella, la entendí mucho mejor y me parece todavìa más buenísima que la primera vez. Esta, además, me subyugó la banda sonora, que es una maravilla. Creo que voy a tratar de verla una vez más pero en coreano, para enterarme de cómo suena ese idioma y cómo son las voces de los protagonistas, en especial las de las ambas protagonistas. No conocía ninguna otra peli de Park Chan–Wook, el director, ahora quiero conocerlas todas.
Pasó Bärbel al mediodía para recogernos y nos llevó a almorzar en su casa, un piso impresionante y con las paredes cubiertas de óleos y obra gráfica. Me contó yendo de camino que ha regalado sus 300 libros de Arte a la biblioteca del Museo Ludwig. Ella y Diny bebieron vino blanco sin alcohol, que me dio a probar, así como a Toni, su compañero, pero tanto él como yo nos decantamos por uno con alcohol, un Grauburgunder [=Pinot gris], riquísimo. Y asimismo la comida, Bärbel guisa requetebién. De primer entremés una hoja de col puntiaguda horneada con aceite de oliva, ajo y pimienta. Segundo entremés: una ensalada de hinojo y queso gorgonzola. Como plato principal saltimbocca alla romana. Y de postre, porque la mamá de Bärbel era austríaca y cocinó hasta en el exilio en Argentina siempre platos de su tierra, Bärbel aprendió a freír ese panqueque austríaco que se llama Palatschinken y que en Argentina lo aprendimos a rellenar con dulce de leche. La sobremesa se alargó un par de horas con recuerdos y con chistes, con citas de pelis famosas, entre ellas Master and Commander [Al otro lado del mundo], porque Toni tiene un velero anclado en un puertito de Frisia y todos los años suele hacer varias singladuras, ama el mar, como yo. La cita que más me gusta de Master and Commander es una joyita dentro de la portentosa actuación de Russell Crowe. Uno de sus oficiales le pide al comandante Aubry que les cuente alguna anécdota de cuando estuvo a las órdenes de Nelson en la batalla naval de Abukir, y RC les cuenta: «La primera vez que me habló… Nunca olvidaré sus palabras. Lo recuerdo como si fuera ayer. Se inclinó sobre la mesa, me miró directamente a los ojos y dijo: «Aubrey… ¿le molestaría pasarme el salero?”» Carcajada general. Ha sido una tarde deliciosa, con Bärbel y Toni. Nos hemos prometido repetirla en La Modicana.
Chico vino a traer lo que quedaba del viejo piso en el garaje del Pflasterhofweg: el tendedero de Diny y dos cartones, uno con varios souvenirs de Diny, y el otro con el resto de la obra gráfica enmarcada que colgaba en nuestras paredes. Lo destinamos a regalos a nuestras amistades.
Rodenkirchen, 24.2.
Estuve viendo anoche el que creo que es el primer largometraje de Stanley Kubrik, Killer’s Kiss [El beso del asesino] y no me pareció gran cosa, no hay nada en él que haga presagiar su Atraco perfecto ni mucho menos Senderos de gloria. Pero bueno, ahora ya sí puedo decir que he visto todas sus pelis. Son pocos los directores de quienes puedo decirlo.
Por Giuseppe Luigi me entero de que “chapín” no sólo designa a un cierto calzado femenino sino que tiene una acepción como gentilicio popular centroamericano, y le escribo: «Gracias a EL diccionario aprendo que ustedes llaman chapines a los guatemaltecos, y a mí ver la palabra me ha evocado la calle Chapineros, en el casco antiguo de Sevilla, muy cerca de la calle Chicarreros, otro sustantivo del mundo del calzado, otro oficio desaparecido, De lunes a viernes pasaba yo por su esquina con la plaza de San Francisco. Era mi camino habitual para ir a la Facultad de Derecho, lo he reconstruido gracias al plano de Sevilla. De San Eloy 47 (donde estaba la pensión familiar en que me alojé durante mis cinco años de la carrera), por un callejón que el plano actual me dice que ha desaparecido, salía a la plaza de la Magdalena, y de allí por la calle Rioja, atravesando la calle Tetuán, llegaba a la de las Sierpes (que con la calle Concepción de Huelva fueron las pioneras de las peatonales) y desemboca en la plaza de San Francisco; luego seguía por la catedral atravesando el Patio de los Naranjos y saliendo a la plaza de la Virgen de los Reyes por el soportal de cuyo techo colgaba un cocodrilo disecado, a la sombra de la Giralda, y luego por la calle San Gregorio hasta la Puerta de Jerez, donde comienza la calle San Fernando y pasaba por delante del gran hotel Alfonso XIII (uno de los más lujosos de España) y a lo largo de la fachada principal de la antigua Real Fábrica de Tabacos, convertida en Universidad, siendo la de Derecho la primera de las Facultades que se ubicaron allí, con su fachada oriental que daba al Prado de San Sebastián. El regreso lo hacía por los Jardines de Murillo y el barrio de Santa Cruz hasta la plaza de la Virgen de los Reyes, y el resto era desandar el itinerario de la mañana. Lo que es el poder evocador de una sola palabra…»
Vino Rebeca a traernos ropa lavada y ayudar a Diny a abrir los cartones que trajo Chico anoche, así como ir de compras a ReWe. Esta hija es impagable. Cada día la quiero más, lo que en principio me parecía tarea imposible.
Fuera de la familia, la primera visita que recibimos es la de Margot y Uwe, quienes están pensando en vender su casa y retirarse a una residencia de la tercera edad como el Maternus. Nuestro apartamento les ha gustado mucho, y Margot dice que van a intentar venirse a vivir acá, porque el emplazamiento en el centro de Rodenkichen es ideal. Como resumen, y antes de que se vayan, les digo que no pienso hacer un secreto de que una de las cosas que más me gustarían en el mundo es tenerlos tan cerca, bajo el mismo techo común. Oremus.
Rodenkirchen, 25.2.
Anoche vi un telefilm acá, en la compu, uno de la saga de Jesse Stone, “El beneficio de la duda”. Jesse Stone es uno de los detectives gringos que más me gusta: aunque policía, está cortado por la misma tijera que Sam Spade, Philip Marlowe y Lew Archer. Es un estoico avant la lettre, y de este episodio me encantaron el fondo musical, que es de Brahms, y el amorío que mantiene con Thelma Gleffey [Tras hacer el amor con ella, Jesse le dice: «Si quieres volver a ponerte esa ropa interior delante de un adulto, me presento voluntario», y yo le diría lo mismo].
Nos vino a visitar Paul y fuimos a almorzar con él al Bistro Verde, un local donde Paul se siente a sus anchas, y charlamos de sus proyectos de futuro. Es un hombre hecho y derecho. Ve con claridad las cosas y las enjuicia siempre en su contexto, que en estos momentos es deprimente. Tiene la impresión de que Alemania ha dejado de funcionar y que el gobierno actual es prueba más que convincente de ello. Anda pensando en irse a un lugar como el Uruguay, o Costa Rica, o Chile. Luego, acá en el Maternus, le hago entrega de todo mi Archivo José Oliver, una personalidad que le interesa muchísimo, y también del ejemplar que le tenía reservado del diario de a bordo que llevó Heinrich Eduard Jacob durante el primer viaje en zepelín desde Alemania al Brasil, en la edición bilingüe de la Katzengraben Presse y de cuya traducción soy responsable.
Después de repasar estas notas antes de subirlas a Fronterad, constato que el jueves olvidé reseñar cómo es que a Donna (sí, como la protagonista de Mamma mia!), la perra labrador negra de Bärbel y Toni, le caí bien: se mantuvo tendida a mis pies durante todo el almuerzo y la larga sobremesa. ¿O sería que me estaba vigilando?
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