Weiß/Colonia, 26.2.
Leo en TV–Movie, la revista con la programación quincenal de la tele, que Henning Mankell piensa reactivar la figura de Linda Wallander. Está en su derecho, como estaríamos sus lectores en el nuestro si no leyésemos sus nuevas novelas con ella como protagonista. Era un acuerdo tácito entre todos, desde la muerte de Johanna Sällström: «Alguien tan inolvidable que a nadie, empezando por Mankell, se le ocurrió la idea, no ya de sustituirla por otra actriz, ni siquiera de recuperarla como personaje. Johanna era Linda, hechas tal para cual, y las dos murieron a la misma hora en el mismo lugar y para siempre», escribí en este mismo diario hace un mes, y está claro que me refería a la Linda de la serie televisiva. Pero no sé, pensar que nuestra Johanna se nos fue, por su propia y legítima voluntad, y que Mankell haría revivir a Linda en soporte papel, me parece un juego de manos zombie. Sea como fuere, espero que si Mankell lleva a cabo su amenaza –¡ya que no puedo calificarla de otro modo!– esa resurrección no pase a la pantalla. Además, ¿qué actriz querría cargar con la responsabilidad de hacernos olvidar a Johanna?
Weiß/Colonia, 27.2. (1)
Me escribe Luis desde Caracas y me pregunta: «¿Cuándo te propones publicar este diario, cuántos tomos, cuándo comenzó el registro?» Le respondo: «¿Cómo que cuándo me propongo publicar este diario? ¿No lo estoy publicando acaso, en la red? Me parece que sigues instalado mentalmente en el planeta Libro, y ese es uno que a mí, para «mi obra» (uggggg), jamás me ha interesado. En cuanto al primer registro que hay en él, te lo copio al pie de estas líneas, porque resulta de lo más sintomático. Fue el 1°.1.98, a las 3 a.m. y dice así: “Si lo tuviésemos que medir por la capacidad creativa de formas y variaciones, desde las texturas decididamente pétreas hasta las no menos decididamente líquidas, resulta indudable que el más grande de los artistas que ha habido nunca en el universo a partir del momento que apareció la vida en él, es el esfínter anal. Comparado a lo que [él] ha sido capaz de producir, puede afirmarse del Arte, sin ningún rubor, que éso, éso, éso sí que es mierda. Por supuesto: ha habido artistas, y se me excusará si no señalo con el dedo, que le han hecho una dura, dura competencia al esfínter anal. Pero son las excepciones que confirman la regla, como dijo la embarazada”». Asî empecé este diario, de manera que no es nada extraño que sea ahora lo que prometían sus balbuceos.
Weiß/Colonia, 27.2. (2)
El email de Luis me hizo volver a reflexionar en algo que había pensado ya hace mucho, y que es demostrable en base a mi diario. Son casi 500 personas las que entretanto lo reciben directo de la fuente, con mi primer email dominical. Entre ellos se cuentan varios editores amigos y otros tantos amigos que son asesores editoriales. Y ellos son para mí el mejor cualidadógrafo posible de mi prosa: A ninguno de ellos se le ha ocurrido, a lo largo de 15 años, proponerme la edición de mi diario como libro. Tomando en cuenta el hecho de que yo mismo estoy, no ya convencido, sino seguro, de que escribo basura, ¿qué mejor prueba de ello, sino esta? Y siendo ello así como lo es, si me propusieran hacer un libro, ¿qué clase de amigo sería yo aceptándolo?
Weiß/Colonia, 28.2. (1)
Un venezolano, para mí desconocido, insertó esta recomendación en su cuenta Twitter:
Gottfried Benn, médico forense Ricardo Bada http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=248
Le escribo unas líneas a través de su página web: «Estimado señor Michelena, muchas gracias por recomendar en Twitter la lectura de mi texto sobre Gottfried Benn, que es de tan antigua data, pero al mismo tiempo uno de los pocos míos de los que no me avergüenzo. (En realidad, de la mayoría lo que hago es más bien evergonzarme = avergonzarme for ever)». No cometo, eso no, la desvergüenza de preguntarle al señor Michelena cómo es que ha leído ahora un texto que me publicaron en agosto/septiembre 2007, pero me sorprende horas después subiendo a Twitter nada menos que 15 enlaces más con textos míos. Me temo que algunos lectores pueden llegar a hacerme famoso, y si hay algo que me produce urticaria (eso que modernamente llaman alergia) es la notoriedad (eso que modernamente llaman fama).
Weiß/Colonia, 28.2. (2)
En el diario, en su cuadernillo barrial de los martes, y en la sección “Mi esquina” (dicho sea a lo Rubén Blades), aparece hoy un reportaje a toda plana con Toni Schumacher, uno de los mejores arqueros del mundo en la década del 80, dos veces vicecampeón mundial con Alemania [1982 Madrid, 1986 México]. Toni –a quien todo el mundo lo llama así en Colonia– vive en Sürth, no lejos de donde viven Monti, Frank y mis tres pequeños mosqueteros. Y entonces, no es que yo sea lo que en alemán se llama “ein Lokalpatriot”, no lo soy, pero si él vive en Sürth, ¿por qué coño 5 de las 6 fotos que ilustran el reportaje son de Weiß? Me emputa no por patrioterismo local sino por falta de profesionalidad en los autores del reportaje y el redactor [i]rresponsable.
Weiß/Colonia, 28.2. (3)
Almorzando en La Modicana llega la signora Giuseppina y me pregunta por la pizza que estoy paladeando y desea saber qué me parece. Le contesto que la mortadela es buenísima, pero que el queso… hmmmmmmmm… y pongo los ojos en blanco. Entonces me cuenta, con ojos relucientes, que es un queso especial, se lo compra a un vendedor ambulante que lo trae del Alto Adigio, es un queso no comercializado, de cuatro años, de leche de vaca. Y me regala un buen trozo, para mí «e per la signora olandesa». Luego, de sobremesa, Carlitos me dice que se le ocurrió un tuit: «Sólo los vagos somos capaces de no hacer grandes obras». Como entiendo lo que quiere decir, le hago ver que “grandes obras”, en castellano, y expresándose así, es cosa bastante distinta de “obras grandes”. De manera que manejamos varias posibilidades hasta que por fin nos ponemos de acuerdo en una, y es la que le envío a @animesa, y ella la publica ipso fuckto:
Sólo los vagos somos capaces de no hacer obras de gran empeño. (Karl Julius Müller, filósofo canario)
Weiß/Colonia, 29.2., pasada la medianoche (2)
Luis H. saca un tuit donde dice: «No es por fastidiar a ningún escritor varón, pero he notado que en las novelas escritas por mujeres, los apartamentos tienen cocina». Le escribo diciéndole que no es por fastidiarlo, pero en las novelas escritas por D.H. Lawrence, Simenon, Günter Grass, Andrea Camilleri, Vázquez Montalbán y Héctor Abad Faciolince, para no mencionar nada más que media docena, y cada uno de un país distinto, los apartamentos tienen cocina.
Weiß/Colonia, 29.2. (1)
En el diario, por una glosa acerca del día supernumerario de los bisiestos, me entero de que el anterior 29.2., el de 2008, nacieron en Colonia 344 niños que hoy festejarán su 1er. cumpleaños auténtico. El glosador les aconseja que, ya de adultos, festejen en los años no bisiestos tanto el 28 de febrero como el 1° de marzo, dos días consecutivos, para no marrar su aniversario. Cool!, como seguramente asegurarían a coro tres de mis nietos, Henri aún no, aún no está pervertido.
Weiß/Colonia, 29.2. (2)
Hay que ver cuánto empeño en difundir por la red la supuesta sapiencia de un tal Dr. Dracio Varella, oncólogo brasileño, Premio Nobel de Medicina. El último que me la recomienda es Pepe, desde Huelva, y le contesto enviándole el enlace con la lista oficial de todos los Nobel de Biología y estas palabras: «Salu2, Pepe, y mira esta lista y señálame, por favor, el seudónimo con el que el Dr. Varella consiguió el Nobel de Medicina». ¡Cuánta superchería la que navega por la red, con bandera pirata invisible!
Weiß/Colonia, 1°.3., primera hora del día (1)
Cuando un canal de TV no sabe acá cómo rellenar un hueco en la programación, uno de los recursos más socorridos, y que yo les agradezco, es sacar del archivo un capítulo de la serie de Wallander donde aparece su hija Linda, esto es, Johanna Sällström. Como esta noche, en uno de los episodios más intensos, que más se te meten bajo la piel. Lo que más persigo, en estos casos, es la expresión, la fisonomía, la gestualidad de Johanna. Y es algo que te atenaza la garganta, porque te das cuenta de que esa hermosura de ser humano no podía ser duradera. Los dioses no se chupan el dedo, a sus elegidos quieren recuperarlos as soon as posible. Y a los desechos de tienta nos deja acá, si es necesario hasta el día del Juicio Final a las 8 p.m.
Weiß/Colonia, 1°.3., primera hora del día (2)
Me escribe Martha, mi Martha querida, desde Medellín: «Hola Ricardo, espero que estén bien. El pasado 31 de enero mi papá fue asesinado por un sicario que le propinó cuatro tiros en la cabeza. Este es un país de bárbaros. Un abrazo, Marth ». Ni siquiera alcanzó a escribir completo su nombre. ¡Y cómo, si le han cercenado de ese modo una parte tan querida de su ser, la “a” de padre! Pero el suyo no es tan sólo un país de bárbaros, por dicha es también un país de marthas y de héctores. No sé cuánta sangre seguirá costando, temo que sea mucha, pero los hijueputas terminarán pagándolas todas. Una tras una. Con sus propias vidas. Y yo, que soy el más radical enemigo de la pena de muerte, no vacilaría en ejecutarlos a todos de un tiro en cada ojo. Para ir sobre seguro. Ahí quiero ser yo el bárbaro. Sin contemplaciones. Y que me llamen fascista.
Weiß/Colonia, 1°.3. (1)
Reecuentro con J. El lugar es un café literario con mucho ambiente, con las paredes cubiertas de estantes llenos de libros, y gente (autores, supongo) escribiendo, igual que en el Comercial de Madrid. Es en Ehrenfeld, el Cafe Goldmund. Dice el refrán alemán que «Morgenstunde hat Gold im Munde», que la hora matutina tiene oro en la boca; esto es el equivalente del refrán español «A quien madruga, Dios lo ayuda». Y aunque desde luego Goldmund suena lindo en alemán, “oro bucal” suena espantoso. Tan espantoso como la minestrone que pedí para almorzar.
Weiß/Colonia, 1°.3. (2)
Por todos los dioses, me han llegado a decenas los emails doliéndose del crimen salvaje contra el padre de Martha. Pero entre ellos vinieron dos de otros tantos fundamentalistas cristianos que me hablan del perdón y de la bondad de Dios, y de que “Suya [ay], es la Justicia”. Como si todas esas pendejadas de la Biblia no fueran invención humana. Como si el Dios de la Biblia no fuera uno de los más detestables modelos de conducta ética. Como si el Jesús evangélico no se comportara como un político de los de hoy. ¿A qué coño están jugando estos conversos, esta gente del “Dios es amor” y el “Jesús te ama”? Pendejos insufribles. Uno de ellos hasta se atreve a decirme que no podemos comprender el dolor de los demás, y le contesto diciéndole que su propio Jesús decía que sí lo comprendía, y no me vaya a argumentar que él (=Él) sí, porque él (=Él) era dios, ya que en ese caso corto el diálogo. Claro que sí se puede comprender y bien que se comprende el dolor de los demás, y se sufre, y cómo, con ellos. Porque somos seres humanos y no piedras. Los que sí que no comprenden el dolor de los demás son quienes se refugian en la cómplice comodidad del amor de Dios y el consuelo sobrenatural, qué carajo. Mierda.
Weiß/Colonia, 2.3. (1)
Recibo un email de don Gerardo (a) Gert Forsström, desde la Suecia profunda, y me anuncia que ha subido a su blog el poema “A las estrellas no les importa”, de Nils Ferlin, en cuya traducción al español le estuve echando una mano; justa correspondencia al chequeo que él hizo, hace un par de meses, de mi versión española de “Efter någons död”, el gran poema de su compatriota Nobel, Tomas Tranströmer. Pero el bueno de don Gerardo, en vez de mandarme el enlace con su página en español, me pasa el de su página en sueco, idioma duro donde los haya, aunque no tan duro que uno no logre descifrar la palabra “Limerickar”. ¡Tate!, me dije, don Gerardo también compone limericks, así es que abrí esa rúbrica y el primero que me encuentro casi que se traduce solo, sólo leyéndolo… bah, es exagerado decirlo así, pero no deja de ser bastante inteligible:
«För en taliban från Kabul
blev livet inte så kul
när hans fru trog av burka
blev han sur som en gurka
när han såg att hon var så ful!»
Y entonces, ni corto ni perezoso, me pongo a la tarea y escribo mi propio limerick afgano a partir del suyo:
«Había un talibán allá en Kabul,
famoso en todo el barrio por gandul;
bailaba la mazurca
con su mujer con burka,
más torpe y más pesado que un baúl».
Weiß/Colonia, 2.3. (2)
Encuentro una frase que ni hecha de encargo para ejemplificar el uso de “sino” y “si no”. Dice la frase: «debe ser una de las muy pocas, sino la única», lo cual es incorrecto. Correctas serían por el contrario estas dos, a elegir de acuerdo con el grado de certeza que se tenga: «debe [de] ser una de las muy pocas, si no la única» o bien «no sólo debe [de] ser una de las muy pocas, sino la única». Cuídémonos del sino, porque si no, ya se sabe qué le pasó a don Álvaro: lo hacen ópera.
Weiß/Colonia, 2.3. (3)
Buscando un dato que necesitaba, encuentro en la página web de Quino un aviso que me parece casi una declaración de hostilidad. A lo mejor tienen tienen organizado algún programa especial para el 2014 y el Cervantes de Hamburgo y yo venimos dos años antes –con la celebración de los 50 de Mafalda– a escupirles el asado, como dicen ellos. Pienso meter una cuña al respecto en mi conferencia, además de que de todos modos ya digo en ella que, si vamos a cuentas, y con el mismo criterio que ellos aplican, Quino no puede celebrar su 80° cumple este año en julio, sino cuando se cumplan 80 de su debut como dibujante con ese nombre. El que nació el 17 de julio de 1932 en Mendoza fue simplemente Joaquín Salvador Lavado. Na que ver con Quino.
Weiß/Colonia, 3.3., primeras horas del día
Estuve viendo Winter Passing [Un invierno en Michigan es el título alemán], una peli demasiado oscura como objeto visual, hay que tener entrecerrados los ojos casi todo el tiempo para tratar de saber qué está pasando en la pantalla. Okey, los inviernos en Michigan seguramente son así, pero un poco de más luz no le hubiera hecho mal a la peli. ¿O no será quizá que sigo abrumado con el pensamiento puesto en Medellín y en Martha, y todo me parece oscuro? ¿Cómo se sobrevive a un trauma como ese? En el caso de Héctor duró 18 años el trabajo del duelo, como lo llaman los sicólogos desde que Margarete Mitscherlich acuñó la expresión en un contexto muy distinto: 18 años entre el asesinato de su padre, 1987, y El olvido que seremos, 2005. Pero Héctor es escritor, dispone de unas herramientas de trabajo del duelo de las que no disponemos el resto de los mortales. Mi pobre Martha, la mejor pupila que he tenido en 35 años de desempeño como redactor en la Deutsche Welle, y a quien no sé por qué siempre le encajaban la tarea de hacerse cargo de los aprendices y los primíparos. Ni modo. Definitivamente vuelvo a Escocia.
Weiß/Colonia, 3.3.
Veo en el diario una noticia fechada en Provo/Utah, donde Gonzalo fue profesor tantos años, y ello me mueve a leerla: una señora llamada Louise Estes dio a luz este 29 de febrero una niña que se llamará Jade. Pero no sería noticia si no fuese porque el 29 de febrero del 2008 dio a luz a un niño llamado Remington, y el 29 de febrero del 2004 a su primogénito, de nombre Xavier. Eso, en basket, se llama saber encestar. Me recuerda el caso de mis suegros, que se conocieron el 17 de agosto de 1937, se casaron el 17 de agosto de 1938, y Diny nació el 17 de agosto de 1939.
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