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Mientras tantoDe neumáticos vamos sobrados

De neumáticos vamos sobrados


Estaba tranquila en el sofá, mirándome las uñas bajo la traicionera luna de Oriente Medio, cuando el molesto sonido de los mensajes de móvil comenzó a inundar la habitación. Ahí están todos, – pensé-, los muy enfermos, felices de que por fin aquí se líe parda. Me arrastré hacia la tragedia con imperturbable desgana. La página de Naharnet,  constantemente abierta desde que me levanto y la única que informa fielmente sobre el número de neumáticos que se queman en cada barrio al atardecer, bullía como en sus mejores tiempos, en una mezcla irresistible de vándalos arrasando con el mobiliario urbano, animales de bellota incitando a la guerra civil, y desgraciados varios, que a falta de dónde meterla, incendiaban todo lo que se les ponía por delante. Sabedora de que iba a pasar un aciago rato me tragué dos panadoles y empecé a leer.

 

7.23 Khaled Daher, un líder sunita con un mal día,  proclamaba que rechazaban al candidato político de Hizbollah para primer ministro. Se refería a ellos como el partido de las armas en un alarde de creatividad lingüística que hasta el mismísimo Goebbels se hubiera quedado impresionado.

7.32 Otro piquito de oro anunciaba para el día siguiente “un día de ira” en Líbano como protesta por las interferencias habidas en los asuntos de los sunitas. Sentí una cochina envidia; un mechero, un pasamontañas y un bate de baseball tienen que liberar de muchas tensiones internas, auténtica medida terapéutica, y no el estar aquí, cual vulgar pedorra, dándole a la tecla a modo de un evacuol fallido de odios y pasiones varias.

7.36 Lo de “el día siguiente” no debió de quedar muy claro porque unos fulanos procedían a cortar la carretera que llevaba al sur del país con neumáticos.

7.41 Los seguidores de Hariri bloqueaban la carretera de Akkar que conduce a Siria con más neumáticos ardiendo.

7.43 Los fans de Hariri, activos a más no poder, impedían el paso en la carretera que atravesaba el valle de la Bekaa en una orgía de caucho calcinado. Será por neumáticos…

7.47 La frase del día: “Los fieles del partido de Hariri están aterrorizando a los ciudadanos en las carreteras y abriendo fuego indiscriminado”. Mañana mismo voy a mandarme hacer una camiseta: “Aterrorizada por Hariri”.

 

De todas formas, yo aún podía resoplar tranquila. Estaban quemando medio Líbano pero no Beirut. La dicha me duró solo cinco minutos más.

7.58 Las hordas adolescentes de Hariri, agrupadas en torno a la zona del museo,  se lanzaban  a destrozar coches en lo que se llama ley de compensación: si uno se reprime no follando, al menos tiene el derecho a carbonizar un par de Hummers en su vida.

8.05 Pistoleros del partido de Hariri se reunían en el valle de la Bekaa y obstruían las carreteras pegándole fuego hasta al arcén. ¡Aprended falleros de tres al cuarto!.

8.24 Khaled Daher, el de una hora antes, se desplazaba en un vehículo armado por el norte del país alentando a los ciudadanos a armarla bien gorda. Siguiendo la estela de Kissinger hacia el Nobel de la paz…

8.27 La carretera a Damasco intransitable.

Estábamos sitiados. Fouché se presentó con una bolsa de congelados para hacer una paella y una aplastante victoria: ha sido el primero en dar con una cinta porno rodada en este país.

8.45 El ejército advertía que nadie se pusiera demasiado farruco o empezarían ellos también a chamuscar, soplete en mano,  cachos de autopista.

9.17 La carretera dirección Saida también interceptada. Si las cosas empeoraban el Mediterráneo estaba justo enfrente…

9.28 Coño, no había mejor momento para hablar. A los yanquis les será “difícil” mantener su ayuda financiera al Líbano si Hizbollah controla el futuro gobierno. Se ponen ahora tiquismiquis después de tener en nómina al filántropo Sharon…

9.34 Tíos cabreados intentaban cortar la carretera a no sé donde, que ya estaba hasta el cipote de buscar todas las putas carreteras comarcales del Líbano en el Google maps.

Se caía la página de Naharnet. Un misil la habría derribado. A tomar por el culo. La paella estaba lista. Nos supo a gloria  imaginando que en unos días andaríamos buscando migajas de galletas entre los sofás o comiéndonos los unos a los otros.

 

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