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Del Errejón del primer Podemos al de Más País

El Íñigo Errejón de ayer, el del acto de presentación de su candidatura a las elecciones generales del 10 de noviembre, poco tiene que ver con el primer Podemos, con el del momento populista; el del pueblo contra las élites; el de la impugnación de las opciones políticas existentes (desde el PPSOE a la IU de las estrellas rojas); el del no nos representan; el del contraponer lo nuevo, por definición bueno, a lo viejo, malo en esencia, intrínsecamente corrupto y contrario o los intereses de “la gente”; o al del Podemos que bebía del 15M.

Pero, a la vez, el Íñigo Errejón de ayer tiene mucho en común con el Podemos del principio. Si en 2014 Podemos vio en la crisis económica y en la de representación política su gran oportunidad de nacer y dar el salto electoral emancipándose algunos de sus miembros de otros partidos, sumándose otros de otras siglas, desembarcando muchos de asociaciones varias, ahora Más País ha visto su nicho de negocio (o electoral) en la frustración de quienes votaron para tener un Gobierno progresista, lo tuvieron al alcance de la mano tras las elecciones, asistieron a cómo se esfumaba esa posibilidad y ahora están tan desalentados y tan enfadados que podrían incluso tener la tentación de no votar. (Por cierto: ¿es esto una realidad o una construcción, un relato, que nos estamos creyendo, que estamos asumiendo todos?).

El Errejón de ayer se parece mucho al que vio en el estallido social del 15M una oportunidad histórica y que la vuelve a ver ahora (sin el “histórica”, dado que ahora sus ambiciones parecen mucho más discretas).

El Podemos original ofrecía rebeldía y ruptura con lo anterior, con los actores previos: la ciudadanía estaba harta, descontenta y muy castigada por la severísima crisis económica y por su gestión política (porque se rescatara a los bancos y no a la gente, por el artículo 135, porque el Gobierno de Zapatero se plegara a la Merkel y al BCE y aplicara el mayor recorte social de la democracia de una tacada, porque se frustraran las expectativas de ascenso social, porque se pusiera en cuestión la herencia del status de los padres en el caso de haber nacido en una familia desahogada de clase media…). El Errejón de hoy oferta responsabilidad y pragmatismo a unos votantes progresistas (no sé por qué, pero evita decir “izquierdas”) que estarían recriminando a Unidas Podemos y al PSOE que no hayan podido ponerse de acuerdo.

¿Por el voto de UP y de Cs?

También es verdad que de las palabras de Errejón se deriva una atribución de culpas asimétrica. Cuando dijo que lo revolucionario ahora es ser responsable, que no pretende que ellos sean los más duros, que es consciente de que en una legislatura no se puede transformar la sociedad, estaba criticando el maximalismo que atribuye a Unidas Podemos y la estrategia negociadora que habría desarrollado estos meses atrás. Frente a esa inflexibilidad que señala de UP (sin nombrarlo), Errejón oferta todos los diputados que consiga a un gobierno progresista y su conformidad con el gradualismo. Pero no sabemos con qué velocidad en las conquistas se conformará, cuál le parecería inadmisible, si tiene líneas rojas, si no las tiene… Puede que sea muy pronto, pero el partido tiene nombre desde pocos días después de las elecciones autonómicas y municipales.

Errejón apeló al votante de UP, dio por supuesto que éste es el más descontento, que es el que puede terminar en la abstención, y mostró más respeto por el del Partido Socialista.

El líder de Más País también podría estar apelando al voto de otro de los protagonistas del bloqueo: Ciudadanos. ¿Es por perseguir también a ese perfil de elector desencantado con la deriva de Albert Rivera por lo que Errejón evita mencionar la palabra “izquierdas” y habla sólo de “progresistas”?, ¿también es un guiño a ese votante su insistencia -al menos lo menciona en dos ocasiones en su discurso de ayer- en que hay que evitar el enfrentamiento entre españoles?

La ventana de oportunidad que ha encontrado el errejonismo en la movilización del voto que pudiera acabar en la abstención después de la frustración que han supuesto los últimos meses en la población, en el salir del bucle, como lo llaman, en el desbloqueo, evita que aproveche otra, al menos de momento, con que “amenazaba”: el viraje al ecologismo, su conversión en un partido verde. Aunque ello puede obedecer a otras dos razones. En primer lugar, a la posibilidad de que en un país como España no termine de cuajar, porque por aquí las prioridades son más materiales. En segundo lugar, a la posibilidad de que parezca una transformación demasiado impostada. Si no hay un cambio muy grande, el ecologismo sólo va a ser un ingrediente de su identidad, importante, pero uno más entre muchos otros. Aunque puede depender de cómo vayan las manifestaciones por el clima mañana y de cómo termine la historia de Equo.

Podemos surgió en 2014 aprovechando la oportunidad. El errejonismo se ha emancipado ahora y concurre a las elecciones porque ha visto que el panorama político le ofrece un hueco. Y este hueco tiene la característica de que no necesita mucho relleno, mucho contenido, muchas propuestas. Su mera existencia es suficiente. Porque si los morados en sus inicios impugnaban a todos los actores políticos previos, el Errejón del presente se pone a disposición del PSOE. Su única utilidad, al menos hasta el momento, es el desbloqueo. No parece hacer mucha falta el «¿para qué?».

Las «consistencias» de Íñigo Errejón

¿No es Errejón consistente?, ¿sólo ve ventanas de oportunidad política por las que colarse? En realidad, en una cosa sí es cierto que no ha cambiado: en su rechazo a la izquierda radical clásica. Tiene la convicción de que con su estrategia no se gana, de que no se construyen mayorías de esa manera, apelando a la clase y confrontando. Ésa es la razón del divorcio entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. El primer Podemos es el de Errejón. Pero Iglesias volvió a sus orígenes ideológicos y con ellos ganó en Vistalegre II. Era imposible que Errejón permaneciera en una Izquierda Unida ampliada. Porque tiene razón en identificar a Podemos (y ahora a Unidas Podemos) con IU (nosotras aportamos el ‘ampliada’, aunque veremos por cuánto tiempo). Pero Errejón no ha regresado al espíritu del Podemos original, porque el contexto no es el mismo: la estructura de oportunidades políticas ha cambiado y él vira con ellas.

Más País transmite que está teniendo cuidado con la elección de las circunscripciones en las que se presentará, para no hacer daño a los resultados electorales de las fuerzas progresistas (¿es un eufemismo de “no tenemos a gente para presentar en todas partes?”). Pero también plantea una guerra que tiene que ver con lo que comentábamos antes: éste es un cuerpo a cuerpo entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, por ver con qué estrategia se gana más, por ver quién tiene razón, por saber con qué hoja de ruta se llega más lejos (en votos, no sabemos si también en “lo importante”). Y donde se enfrentarán directamente será en Madrid, donde ambos serán números 1 por sus respectivas siglas. Por eso cobra aún más sentido esa apelación en su discurso al pueblo madrileño que, afirma, cuando ha habido problemas en España, ha salido a resolverlos. Aunque tampoco conviene mitificarlo tanto, que en pleno centro de la ciudad hay un monumento a Fernando VII y a sus caenas, ésas que vitoreó la villa y corte.

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