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Derroche de luz

14.00 Un pie congelado asoma por debajo de las mantas. La tormenta huracanada me ha despertado. Miro la luz de la estufa como un creyente espera una aparición mariana pero el botoncito rojo no brilla en la mañana oscura. No hay electricidad. Suspiro.

14.05 Pulso el interruptor cincuenta veces no vaya a ser que no lo haya apretado bien…Clic-clac-clic-clac-clic-clac. Una mierda para mí.

14.07 Meada y café matutino. Pruebo suerte con el interruptor diez veces más, que no se diga que no lo intento de verdad. Clic-clac, clic-clac. Puedo irme dando por jodida.

14.10 Resulta más fácil adivinar cuando Europa acudirá al rescate de España que cuando volverá la luz, así que cuento con dos horas para hacerlo todo: desayunar, comer, estudiar, calentar varios cafés, tomarme varias copas, apartar los muebles con los que pueda tropezar y ajustar la linterna mechero con la adorable cara de Nasrrallah proyectada al averno.

16.17 Aprovecho los últimos rayos vespertinos para analizar mi cuerpo con un espejo en busca de malformaciones cutáneas aparecidas en los últimos días. Nada nuevo que anotar en la lista, yo sí que sé cómo controlar un futuro cáncer de piel.

16.25 Leo a la luz del candil sobre la grandeza de la antigua literatura árabe, y me pregunto, cómo a partir de eso, termina uno llenando un país de sillas de plástico y poniendo de salvapantallas fotos de la virgen.

17.05 En Facebook han creado un grupo sobre el portavoz de los controladores aéreos, “Señoras que quieren que Cesar Cabo les haga perder el control”. Más que el control yo diría que las bragas…Yo estoy por crear también mi propio grupo para la zona de Oriente Medio:  “Señoras occidentales que tricotan para no inmolarse”.

17.30 Quemo el lastminute pensando qué tal sería pasar mis primeras navidades como expatriada en Bahrein o Qatar, hojeando catálogos de relojes llenos de pedruscos y dando vueltas en barca en torno a la misma isla artificial todo un fin de semana.

17.50 La oscuridad es absoluta. Si tuviera polla me pasaría la siguiente hora machacándomela hasta que se me cayera el capullo.

18.00 Contemplo el mar desde el balcón envuelta en un halo de lucidez. Una de las grandes cuestiones metafísicas que me atormentaba desde años atrás ha quedado resuelta. Sí, había algo peor que ser español…

18.05 ¿La heroína podría llegar a ser la solución…?

18.20 Agotado el ordenador procedo a escuchar, sentada en el sofá, envuelta en cinco mantas y frente a una vela solitaria, toda la discografía de The Verve hasta que la batería del Ipod lo permita.

18.30 Llama Carlos Alí para asegurarse de que él no es el único pringado que tiene la casa iluminada como si fuera a embarcarse en una operación de vudú. Lo tranquilizo, él, yo, y todos los habitantes del barrio cristiano y armenio de Beirut,  ya ni se respeta que uno no sea moro, reptamos en medio de las tinieblas. Me dice que, después de esto, se joderá el agua pero no le hago mucho caso.

19.47 Regresa la luz. Se oyen vítores y exclamaciones de felicidad en las casas. Siempre he pensado que follar está sobrevalorado. Yo estoy a punto de descorchar mi Gran Reserva Imperial de Vodka Ruso, regarme las tetas con él y acto seguido chupármelas. 
19.50 Me meto en la ducha a chapotear.

19.54 El agua caliente empieza a fallar.

19.55 El agua caliente no existe.

19.56 Salgo veloz de la bañera con todo el champú en la cabeza a probar suerte en el lavabo. Nada. Toca enjaguarse la cabeza en agua fría, o en lo que queda del agua fría.

19.58 El agua fría deja también de existir. Carlos Alí tenía razón: “Hay que aniquilarlos”.

 

EL DÍA DESPUÉS

8.00 Suena el despertador. ¡Sorpresa! No hay luz.

9.00 Al salir de casa me tropiezo con el belén que han montado los de la gasolinera, con unas ovejas horrendas y peludas del tamaño de un brontosaurio. Fantaseo con la idea de pegarle una patada a la cabeza del San José, rodeada de putas lucecitas a todo trapo, y mandarla a la frontera con Siria. A ver si tienen huevos de ir a buscarla.

 

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