Hoy me cuesta mucho escribir la entrada del blog y no mirar hacia la Puerta del Sol; de alguna manera, y si todo acaba como debería acabar, aquello también es música.
Tal vez debería comentar los Premios de la Música, que se han fallado esta semana y en los que, con gran acierto desde mi punto de vista, se ha hecho un esfuerzo por apoyar al flamenco; un estilo genuino de nuestro país, pero que siempre ha encontrado más apoyo fuera de él.
También es un buen momento para descubrir los secretos que Mario Gas va a desvelarnos en mayo en las “Noches del Español”, que comenzaron con Rafael Amargo el miércoles 18 y terminarán el martes 24 con Zenet.
O podríamos hablar del concierto que tuvo lugar el jueves de esta semana en Galileo Galilei en el que, bajo la amenaza pronosticada de que iba a ser el Día del Juicio Final, Greenwich Village volvió a llenar la sala hasta la bandera.
Sin duda, es el momento y el lugar para hablar de todo esto, pero no lo voy a hacer. Yo quiero compartir las palabras de despedida que un amigo nos ha dejado escritas en un lugar en el que compartimos reflexiones y confidencias.
“Hace algún tiempo que no paso por aquí, pero es que soy tal paquete tecnológico, que ni siquiera encontraba el grupo. Por lo demás, sigo nostálgico y también alcohólico (por más que me pese, según la O.M.S. se considera así a aquél que bebe más de dos dosis diarias de alcohol, entendiéndose por dosis el equivalente a un chupito).
Una de las buenas cosas que tiene CARALIBRO es que hace las veces de psicoanalista. Tu sueltas tus cosas y él no dice ni mu. Eso sí, no traga monedas.
Aclarado esto, ahí va lo mío:
Basilio Martí me ofreció el escenario de CLAMORES para hacer un tema en el concierto homenaje a Antonio Vega en el 2º aniversario de «su partida». Yo no fui debido a la nostofobia (miedo a volver a casa) galopante que padezco desde joven, y porque me horroriza el mundo fan adorador. Otra razón poderosa es que el propio homenajeado jamás hubiera acudido a tal evento. Ese día, como tantos otros, él estuvo presente en mi pensamiento y repasé esos recuerdos que el tiempo ha alojado en mi memoria.
Hoy, Javier González (steeve) me había invitado a subir al escenario de GALILEO para hacer un tema con la Greenwich Village (poderosa banda de versiones de clásicos del rock, que a fuerza de repetir el mismo repertorio durante 15 ó 16 años, suenan casi mejor que los propios grupos que versionan) Pero en lugar de ir, me he quedado pensando por qué no quería ir. Y he llegado a la siguiente conclusión: por alguna razón siento como si mi existencia discurriera dentro de una gran casa llena de habitaciones que habito en distintos momentos de mi vida. La habitación del bebé que fui, la de todos los juguetes que rompí en la niñez; aquella otra, desordenada y ruidosa, que empapelé con pósters del popular 1 en la que todo giraba entorno a un tocadiscos, y así,un largo etcétera de pasillos, trasteros, luminosos salones y también oscuros agujeros en los que instalo mis cosas por un tiempo.
Pues bien, de pronto, sin saber cómo ni porqué ya no estoy en la habitación del POP, de las canciones con letra y música, de las pruebas de sonido de los conciertos. No me seduce pisar un escenario, ni reunirme con la banda en el local de ensayo. No siento necesidad de escribir canciones, de hecho apenas cojo una guitarra. Vivo en la misma casa, sí. Pero en otra habitación.
No he puesto un candado a la puerta, ni me tengo prohibida la entrada. Simplemente no la visito. Simplemente otro espacio en la casa me llama la atención.
Un melancohólico anónimo diría:
… voy merodeando como un vagabundo en mi propia casa.
Como dice mi sabia amiga Gamo: TODO BIEN TODO EL RATO»
Nacho Béjar grabó su primer disco, titulado “Nacho Béjar” en 1988, y el último, titulado “Donante de corazón”, en 2004. En el camino recorrido en entre estos años, están Sonora, Antonio Vega, canciones para Miguel Ríos o Ana Torroja y muchas cosas más. Su siguiente disco nunca ha llegado a ver la luz, pero algunos hemos tenido el privilegio de conocer y hasta tocar con él sus nuevos temas sobre un escenario. Como dice Nacho, la puerta de la habitación del pop se queda abierta, así que en cualquier momento nos lo podemos encontrar merodeando por ahí; él es así. Hasta pronto, suerte y gracias por lo que, de momento, nos has dejado.
@Estivigon