Home Mientras tanto Despeñaperros (José Mª Vaz de Soto) y la graduación alcohólica

Despeñaperros (José Mª Vaz de Soto) y la graduación alcohólica

Algunas noches se bebía él solo, mientras leía algún libro o trabajaba en su antología de la poesía romántica, dos o tres botellas de marca o uno de esos botellones de plástico con capacidad de litro y medio y un vino de once o doce grados, porque el vino ‘de table’ francés de diez grados –añadió- era una especie de agüilla, como decía Alfonso (que era de la Rioja, además de ser enólogo), y no es que los once o doce grados fuesen muchos grados para un celtíbero, pero al final siempre acababa por meterse en el cuerpo cerca de doscientos gramos de alcohol por día, cuando no más.

Los grados de las bebidas alcohólicas no son más que un tanto por ciento en volumen. Un 10% implica que de cada 100 ml de la bebida, 10 son de puro alcohol. Según esto, y teniendo en cuenta la densidad del alcohol, menor que la del agua, los cálculos que aparecen en el texto del novelista de Paymogo son bastante correctos. Por eso los alcohólicos tiran más hacia las bebidas destiladas de alta graduación, y los alcoholistas, por decirlo al modo del rockero sevillano Silvio, prefieren (preferimos) las bebidas fermentadas de baja graduación. Es más razonable, más mediterráneo.

Salir de la versión móvil