Un jardín soleado al lado de la floresta en un hotel perdido de la campiña francesa, unos cuantos huéspedes desorientados en las laberínticas remembranzas de un pasado que no se sabe hasta qué punto fue verdad o mentira. Élisabeth Alione, Max Thor y su esposa Alissa Thor, Stein y el marido de Élisabeth, Bernand Alione, que llegará solo al final. Todos se miran y al mirarse en los ojos del otro se ven reflejados sin piedad. Gritan, lloran, ríen y se desesperan, pero en sordina, como si alguien a escondidas hubiera puesto un paño de fieltro entre las teclas y los martillos, entre la vida que golpea incesantemente y el cuerpo que a cada golpe recibido vacila y se rompe.
Anne Villelaur, en Lettres françaises, hablaba del libro de la Duras como de su obra más extraña. “Se parece a una ceremonia de la cual ignoraríamos el ritual y pese a ello seguiríamos, fascinados, el desarrollo” [le plus étrange des livres de Marguerite Duras. Il ressemble à une cérémonie dont nous ignorerions le rituel et suivrions néanmoins, fascinés, le déroulement]. Una extraña ceremonia en la que la palabra, la vida y el mundo natural se ven despojados de los significados habituales, la desnudez del lenguaje descubre, sin tener la oportunidad ni la fuerza suficiente para filtrarlos, lo esencial del sentimiento humano. La vida se interrumpe abruptamente en un espacio sin tiempo, donde lo más extravagante cobra sentido y las inquietudes ocultas toman el camino de la revelación.
“Se sienta, toma un cigarrillo, le ofrece uno.
—¿No le estoy molestando?
—No no.
—Yo también estoy solo en este hotel. Usted entiende.
—Sí.
Ella se levanta, camina.
Él se calla.
—Somos los últimos todas las noches, mire, ya no hay nadie.
Su voz es viva, casi brutal.
—¿Es usted escritor?
—No. ¿Por qué me habla hoy?
—Duermo mal. Temo ir a mi habitación. Me vuelvo presa de pensamientos extenuantes.
Se callan.
—Usted no me contestó. ¿Por qué hoy?
Por fin lo mira.
—¿Se lo esperaba?
—Es verdad.
[…]
—Solo hay gente cansada aquí, ¿lo sabía? No hay niños, ni perros, ni periódicos, ni televisión.
—¿Es por eso que ha venido?
—No. Vengo aquí como si fuera a otra parte. Vuelvo todos los años. Soy como usted, no estoy enfermo. No. Tengo recuerdos atados a este hotel. No le interesaría. Aquí conocí a una mujer.
—¿Ella nunca volvió?
—Debe haber muerto.” [páginas 15-17]
[Il s’assied, prend une cigarette, lui offre une.
—Je ne vous dérange pas?
—Non non.
—Je suis seul moi aussi dans cet hôtel.
Vous comprenez.
—Oui.
Elle se lève. Elle passe.
Il sait tait.
—Nous sommes les derniers tous les soirs, regardez, il n’y a plus personne.
Sa voix est vive, presque brutale.
—Vous êtes un écrivain?
—Non. Pourquoi me parlez-vous aujourd’hui?
—Je dors mal. Je redoute d’aller dans ma chambre. Je tourne en proie à des pensées exténuantes.
Ils se taisent.
—Vous ne m’avez pas répondu. Pourquoi aujourd’hui?
Il le regarde enfin.
—Vous l’attendiez?
—C’est vrai.
[…]
—Il n’y a que des gens fatigués ici, vous le saviez? Voyez, il n’y a pas d’enfants, ni de chiens, ni de journaux, ni de télévision.
—C’est pour ça que vous y venez?
—Non. Je viens là comme j’irais ailleurs. J’y reviens tous les ans. Je suis comme vous, je ne suis pas malade. Non. J’ai des souvenirs attachés à cet hôtel. Ils ne vous intéresseraient pas. J’y ai rencontré une femme.
—Elle n’est pas revenue?
—Elle a dû mourir.]
Sin duda es una obra literaria escrita para ser representada en teatro o en la gran pantalla del cine, ahí donde los planos secuencias demorados o el plano medio corto de los protagonistas y únicos personajes hipnotizan sin que el espectador pueda hacer nada para desviar la mirada. La adaptación cinematográfica que la misma escritora hizo de su obra en 1969 cuenta con la sublime actuación de Catherine Sellers (Élisabeth Alione), Nicole Hiss (Alissa), Michael Lonsdale (Stein) y Henri Garcin (Max Thor). Pero sobre todo hay que destacar a Catherina Sellers en la escena de la partida de cartas, donde alcanza una mímesis entre la vida y la obra, entre la ficción y la realidad casi total.
Muy difícil sería hoy en día hacer una película de este tipo. Prácticamente imposible. Afortunadamente la Filmoteca Española en colaboración con el Instituto Francés propone el ciclo Marguerite Duras dedicado a la cineasta francesa.
Dónde: Cine Doré, Madrid
Cuándo: Hasta el 24 de febrero (Destruir dice ella se proyectará el 5 de febrero)