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Detrás del Congreso

 

Lo de anunciar acciones legales es, en moderno, citarse para el duelo después de haber recibido el guantazo. Se mantiene el uso pero no las formas ni, por supuesto, el contenido. Anunciar acciones legales no es promesa de pendencia con testigos entre la bruma del amanecer, sino condición política no escrita antes de ver cómo se enfoca el asunto. Cuántos políticos han anunciado y siguen anunciando acciones legales sin interponerlas. Lo cual es como recoger la prenda y darle después plantón al propietario. Pero así va hoy la tradición del duelo en el nuevo estamento nobiliario, donde no hay honor y sin embargo a la mínima se invoca como si se tratara de héroes ultrajados, cuando la cosa es el antónimo del romanticismo. Es una jodienda que a uno le acusen con falsedad. Que se lo digan a D’Hubert, el húsar de Conrad, que ejemplo más cercano en el tiempo no se recuerda. Antaño al desafiado le obligaban así a batirse, lo cual ya es mala suerte que llegue uno y mienta e insulte y se le tenga que matar si no se quiere que le maten a uno mismo. No se ve a muchos por ahí con pinta de duelistas pero, de todos modos, ya no se necesita pasar por ese trance pues apenas hay justicia sangrienta. O eso dicen. Se suelta esto de emprender acciones legales como si se dijera sin pestañear: “al alba y a espada detrás del Congreso”, para luego no comparecer como es costumbre, que piensa uno que si se es inocente se sale hasta desnudo diciendo: “¿lo ven?, pues esto es lo que hay”. Aquí no se bate nadie y con eso antiguamente le ponían a uno de cobarde para arriba, pero hoy son multitud los que pueden vivir con eso y mucho más.

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