Tengo una amiga que durante el embarazo tenía clarísimo que cuando su hija naciera no quería darle el pecho sino biberón. Lo repitió hasta la saciedad hasta el último momento. Y cuando parió, tal como había dicho que haría, pidió que le dieran las pastillas para cortarle la leche. Pero el personal se resistía. Y no solo el personal. La familia, los amigos, los conocidos… Todos le decían: ¡pero que la teta es muy buena! Y le insistían ignorando la decisión de la madre: no dar de mamar. No era una cuestión de desconocimiento. De hecho para mi amiga era su segundo hijo. Era tan sencillo como que, por los motivos que fuera, ella lo había decidido así. Pero en lugar de con respeto, se encontraba con presión.
Desde que fui madre hace dos años me he encontrado con muchas variantes de esta situación. Pero dale pecho ese niño / Pero cómo le das teta a un niño tan grande / Pero saca a ese niño de la cama ya / Pero cómo vas a llevarlo a su habitación tan pequeño / Pero no le des… / Pero dale… Los consejos y los yo lo sé todo y tú eres una mala madre aunque no te lo diga proliferan en la maternidad.
Pero lo cierto es que no es solo en la maternidad. En esta crisis hemos visto como facebook está lleno de sabelotodos, de epidemiólogos y de juristas. De personas que saben mejor que todo el mundo cómo se deben y cómo no se deben hacer las cosas para frenar este coronavirus.
Hoy, con la apertura a la salida de los niños y las niñas ha vuelto a evidenciarse. No importa si en mi familia hemos decidido sacar o no a nuestro hijo a la calle, ni que hayas decidido hacer tú en tu familia. El problema es la presión, el haberlo decidido tras una valoración personal o el haberlo hecho como masa, simplemente porque es lo que los demás esperaban que hicieras.
Otra amiga me comentaba hoy su agobio, cómo se sentía hasta “mala madre, una egoísta”, me decía, simplemente porque ella había decidido no sacar a sus hijas y la presión –ya sea familiar, social, mediática– es que debía de sacarlas. Hubiese sido tan fácil y tan bello como que cada familia, respetando los límites y la seguridad, que esa es otra película, hubiera sacado o no a su prole tomando sus propias decisiones. Pero no. El día se ha convertido en un escaparate de salidas y críticas: ya sea por sacarlo o por no sacarlo.
Dicen que esta crisis nos va a cambiar, que nos va a convertir en mejores. A mí me gustaría que nos convirtiera en más críticos con nosotros mismos y menos con los demás. En más, en resumen, respetuosos. Para que mis próximas amigas sean libres de decidir si quieren darle teta o biberón a sus hijos, sin que nadie las cuestione. Para que todos seamos libres de decidir si queremos sacar o no a nuestros niños y niñas, sin que nadie nos enjuicie.