Ese día fue ayer, y mientras la mitad del mundo lector se arremolinaba en torno a los libros, en Guinea, país africano de los pocos del mundo en que no se publica un solo libro en un año, no se hubiera podido organizar nada público que exigiera aglomeración alguna, pues la muchedumbre le da miedo a Obiang, y cuando la gente no se reúne obligada por miembros de su familia. Y porque era “día de reflexión”.
Ayer fue día de reflexión y los guineanos que por ahora no estamos sometidos a sus caprichos, y entonces no seremos obligados a introducir en las urnas las papeletas del partido de Obiang, debemos aprovechar para hacer lo que hubiéramos hecho de no estar fuera de Guinea: reflexionar. ¿Pero sobre qué? Esta es la cuestión. Y no faltan temas, porque parecería mentira que Obiang pudiera ser candidato después de tantos años en el poder, un hecho que comparte con otros presidentes africanos. ¿En qué sistema de medición de tiempo viven?
Por otro lado, de aquí y de allá se escuchan voces de varios guineanos pidiendo a sus compatriotas que no tomen parte. La abstención sería la respuesta adecuada, dicen. ¿Pero por qué? Dicen, convencidos, que no serán democráticas. Y tienen razón, no lo serán. Lo que pasa es que lo democrático está cargada de una importancia que ninguno se sustrae a su encanto. Es este hecho lo que impide que los guineanos se den cuenta de que lo democrático es necesario, pero no siempre útil. Hace falta más. Porque la realidad guineana no desmentirá el hecho de que nunca se votó a satisfacción de ningún guineano. Porque la democracia siempre es insuficiente. Tanto es así que en 1968 votaron los guineanos, pero no sabían qué, y cuando abrieron los ojos, vieron en la magistratura suprema a Macías, un bufón colonial que bajo su mandato un libro era una grave amenaza para la estabilidad nacional. Aquí se vio que pese a ser democrática su elección, si se hubiera introducido otros elementos, ni de lejos Macías hubiera sido el elegido. Lo que está pasando en el todo el mundo es que no introducir elementos previos en la dinámica política permite que indeseables se hagan con el trono y se declaren vitalicios.
Por otro lado, escuchando las voces de los guineanos que piden la abstención, cualquier observador preguntaría por las razones por las que hay tantos partidos guineanos si nunca, expresado en su categoría irrebatible, se ha vivido proceso alguno en que estos partidos han sido útiles a la sociedad para la que fueron creados. Esto es, ¿qué hay detrás del hecho de que haya tantos partidos si desde la accesión del país a la independencia ninguno de ellos ha formado gobierno o se ha enfrentado democráticamente al poder vigente porque el sistema no lo permite? Lo justo sería que el que quisiera crear un nuevo partido hiciera la pregunta de porqué no funcionan los actuales. Esto sería lo lógico.
Además, y teniendo en cuenta que los guineanos no han tenido la oportunidad de vivir inmersos en la dinámica ideológica, ¿cómo es posible que los partidos habidos se vieran tan diferentes que se consideran enemigos, pudiendo exteriorizar este enfrentamiento, y pese a la dureza de la vida impuesta por la dictadura? ¿En qué escuela aprendieron los guineanos las sutilezas de la ideología política para saber diferenciar gestos, signos o hechos de la derecha, la izquierda o el centro político? En todo caso, y esto es más importante, ¿una opción política determinada es más eficaz que otra para luchar contra la dictadura? Al responder a esta pregunta, nos daríamos cuenta de que efectivamente los guineanos sí creen en la democracia impuesta por Obiang, aunque prediquen la abstención. Porque, siendo nuestra realidad el hecho de que nos soyuzga una dictadura terrible, sólo somos capaces de crear estructuras para concurrir a las elecciones. Y para nada más. Y hemos fracasado estrepitosamente, hecho que no significa que bajo otra forma de organización hubiéramos prosperado. (En todo caso, no se ha probado).
Mientras el régimen impone el día de reflexión, un destacamento del ejército está atacando el bastión de un grupo político y no se tiene la sensación de que todos los guineanos están siendo atacados. Es decir, unos votarán, siguiendo sus intereses, y otros pedirán que todos se abstengan, esto porque en nuestro proceso no se han introducido los elementos citados arriba, para decir si cualquiera puede tomar parte en el proceso por el que el nombre de todos los guineanos será apelado. Y se votará sin conocer las razones por las que ha corrido la sangre de estos guineanos. Estas son algunas de las consecuencias del abrazo de un partidismo injustificado, estéril, irracional. Y la irracionalidad es la característica por la que la dictadura echará sus mejores raíces en nuestras vidas. Si alguno no ha entendido bien estas reflexiones, sobre todo las consecuencias de esta forma de entender la realidad nacional, les podemos decir que con ello lo que se consigue es que se diga y se crea, y así se difunda, que la dictadura es un asunto que afecta solamente a unos cuantos guineanos, cuando la realidad muestra que nos afecta a todos. Que se lo hagan mirar, pues.
Barcelona, 24 abril de 2016