Después de las dos anteriores publicaciones, esta tercera entrega sirve como una reflexión de carácter ensayístico sobre el uso de las redes sociales donde los periodistas adquieren un mayor protagonismo, desligándose del propio medio de comunicación, algo a lo que ya ha hecho referencia el profesor de la Universidad de Navarra, Ramón Salaverría, en un post titulado ‘Periodistas al peso‘, donde hace referencia al periodista como ‘nanomedio’ y donde los usuarios se ven inmersos en miles de enlaces sin-sentido. La cantidad en detrimento de la calidad está en juego. La falta de un modelo de negocio, donde imperan los algoritmos, y donde los medios de comunicación ven amenazados su propia existencia.
Sin embargo, en este nuevo paradigma comunicacional, que tantas estadísticas arroja desde el punto de vista del marketing, es un campo emergente del que aún faltan muchos estudios académicos por hacer y, sin embargo, sigue resultando de muy difícil comprensión. Nos toca a muchos analizar el impacto de las redes sociales como uno de los grandes retos de comunicación digital, un campo de estudio tanto para los responsables de medios de comunicación como para los académicos interesados en los nuevos medios.
2. Twitter y Facebook: una comunicación personalizada
Ahora bien, ¿cómo afecta todo esto a las audiencias, a la figura y a la imagen del periodista y a los responsables de los medios de comunicación y de las instituciones representadas si precisamente no deviene en ningún tipo de beneficio económico? El paradigma conversacional, presente en redes sociales, especialmente en redes mayoritarias como Facebook y Twitter, implica una profunda ruptura en la esferas, que anteriormente habían estado claramente diferenciadas, como la res pública y la res privada. En las redes sociales se entremezclan los intereses personales con los intereses profesionales, el mero hecho de compartir fotografías de carácter privado y álbumes de música preferidos, no son más que una manera de la búsqueda intrínseca del deseo de conectar con el otro, de generar comunidades virtuales, de darse a conocer y, por qué no decirlo, de seducir y de provocar un estímulo a las nuevas audiencias. Pero al periodista, ligado a un medio de comunicación, en concreto, ¿le conviene mezclar la información personal con las publicaciones personales?
A partir de ahora, la identidad de los usuarios está ligada a las publicaciones realizadas en su muro de Facebook, no es necesario investigar en exceso para obtener información de quienes tienen creado un perfil en esta red social, donde se entremezclan unos perfiles con otros, provengan de ciudadanos, de comunicadores, de asociaciones, de fundaciones, de medios de comunicación o de compañías comerciales. Por ejemplo, Jenkins (2008) habla de que esta época se caracteriza por la necesidad de adquirir competencias en la cultura de la participación o la cultura de la convergencia de medios (Aparici, 2010: 21). Cultura de la participación donde todo se mezcla y donde todo puede ser un auténtico caos informativo de enlaces e identidades.
La cuestión es que cada uno decide hasta qué punto compartir datos biográficos, de su profesión, o de sus propios intereses. Los periodistas podrán, del mismo modo, relanzar muchos de sus comentarios y publicaciones mediante Twitter, conectando con sus followers, con otros colegas periodistas y con fuentes de interés, provengan de agencias, medios de comunicación, asociaciones, bloggers, entre muchos otros. Se realza la “personalización de las audiencias” así como la figura del que escribe en una especie de “personalización del periodista”, algo a lo que ya hacía referencia el profesor Gillmor en We The Media cuando vaticinaba esta idea de nanojournalism.
Facebook y Twitter plantean un juego de identidades muy interesante en estos dos aspectos donde participan, en forma de diálogo, las comunidades online, y donde se inscriben una gran variedad de medios de comunicación, blogs, organizaciones, escritores, newsjunkies, de miles ciudadanos con ganas de alzar la voz, para bien o para mal. Ser retuiteado en Twitter se traduce entonces en adquirir reconocimiento en la comunidad virtual, el branding personal puede tener efectos en la vida real si se genera el suficiente interés en otros usuarios. Participar de la conversación es importante, con el consabido cuidado de procurar no saturar excesivamente, con información superficial al resto de “amigos” que conviven dentro de la misma red social. Una misión imposible cuando circula demasiada ‘basura’. Por lo que esta ‘conversación’ no puede ser más que una herramienta digital más repleta de desinformación y de entretenimiento si todo es autobombo, autopromoción, autoexplosión de comunicación en forma de locura compartida, gobernada por unos algoritmos que nadie entiende.
“Be retweeted make me feel happy”, comenta el profesor Rosental a sus alumnos de la Universidad de Texas. Y no sólo eso, sino que además, los algoritmos de Facebook estarán programados para otorgar mayor relevancia a aquellas publicaciones más comentadas o con un mayor número de “likes” (aunque desde hace unos meses se tenga que pagar 3,15 euros para conseguir la promoción de noticias), tal y como ha estado haciendo Google durante años, priorizar el posicionamiento de los enlaces (SEO) que han obtenido un mayor número de citas por otros autores. Este avance social-comunicativo bien puede dar vértigo a los responsables de los medios de comunicación a quienes no les quedará más remedio que lanzarse de lleno hacia este territorio que sigue presumiendo de ser “inexplorado” porque las grandes empresas tecnológicas querrán gran parte del pastel en detrimento del modelo de negocio de los propios medios.
Según vayan evolucionando las interfaces, así terminarán los diálogos por adaptarse a estas nuevas dinámicas, donde ya se están intercalando unas redes sociales con otras. No hay más que ver el funcionamiento de YouTube (vídeos), de Foursquare (geolocalización), de Spotify (música), de Miso (cine y series de televisión), de Pinterest (intereses) y de Twitter (informativo en forma de headlines) en Facebook, la interconexión se acentúa cada vez más facilitando por la enorme cantidad de enlaces y de posibilidades que las plataformas digitales ofrecen. Crowley, uno de los fundadores de Foursquare, apunta que es improbable que unas redes sociales acaben con otras; frente a la era de los grandes gigantes de las redes sociales generalistas, se está generando un ecosistema con varias redes especializadas (Redondo, 2010: 72).
Además a todo esto se le suma, la prolífica capacidad de diseminar información, donde todo el mundo que publique online adquiere ‘cierto protagonismo‘. Tomar la palabra, además, fomenta la posibilidad de generar revoluciones sociales y políticas, como se han venido sucediendo durante el año 2011. Las revueltas árabes en la primavera de ese año, la Spanish Revolution (también conocida como 15M, el movimiento 15 de mayo) durante los meses de mayo y junio, y el Occupy en Estados Unidos, iniciado a finales de verano del año 2011, son algunos ejemplos representativos fomentados por unas herramientas digitales que facilitaron un nuevo fenómeno revolucionario de masas. De hecho, la revista The Times decidió otorgar como personaje del año 2011, el pasado mes de diciembre, a The Protester con un amplio reportaje sobre estos movimientos sociales.
Por ende, ante este atropello de información y de anhelo de fomentar la hiperconexión, el periodista sigue tomando la palabra, pero ya no sólo representa a un medio sino que, sobre todo, se representa a sí mismo mediante un avatar digital. Se abandonaron los nicknames para promover la identidad real con el fin de conceder una mayor confianza a la web. ¿En quién confiamos? En las personas. ¿Y qué nos podemos encontrar en las redes sociales? Fundamentalmente, personas.
En este sentido, todo periodista puede verse interpelado por una “audiencia interactiva” que desea pinchar un “like” en Facebook, retuitear un comentario en Twitter o agregar un comentario en un blog si lo desea. Parecen realzarse en ‘likes’ los mensajes positivos en las redes sociales entre los más jóvenes, como si se tratara de Un mundo feliz de Huxley, mientras que los perfiles de los medios de comunicacióm se inundan de comentarios negativos, entonces la red se convierte en un contenedor de basura donde se escupe de todo.
Tal vez se aunque se eche en falta una mayor discusión a causa de que aún no exista una primacía ética inscrito en esta participación dialógica digital, se puede producir un refuerzo de vínculos entre personas con intereses o ideas similares. Tal y como sucede en la vida real. De hecho, aquellos que atentan a otros con comentarios negativos serán clasificados como trolls y, en consecuencia, serán ignorados e incluso bloqueados como spam. En consecuencia, lo más acertado sería abogar por una consonancia y una coherencia entre los dos mundos: el real y el virtual. Aún así, se pueden dar lugar a la confusión por falta de conocimiento, por falta de contexto, por falta de sentido.
Es más que evidente que el nuevo ágora, término griego que designa reunión o asamblea, ha sido traspasado directamente al escenario digital en forma de redes sociales. La televisión parece estar perdiendo parte del protagonismo que siempre tuvo, tal vez precisamente por su carencia de participación y de interactividad con el público, la radio se empieza a escuchar cada vez más mediante los dispositivos móviles de smartphones mediante la descarga de Apps con el logo de las emisiones de la estación de radio, mientras los periodistas y los lectores reproducirán muchos de sus artículos en blogs de manera altruista, sólo por la obtención de reconocimiento o por el mero deseo de expresar su opinión. Blogs, como éste y muchos más, escritos sin remuneración alguna que sirven para alimentar aún más la web, donde la calidad degenera en el más o menos buen hacer (cargado con todo tipo de intenciones) y donde la cantidad de información satura cada vez más a miles de usuarios.
Diálogos interactivos: la evolución del ágora digital I – Porque Frontera D cumple 3 años
Diálogos interactivos: la evolución del ágora digital II – Porque Frontera D cumple 3 años
Capítulo de libro (aunque modificado): Narrativas transmedia, entre teorías y prácticas.
Bibliografía
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