En la actual escena artística de Nueva York, el arte negro está plenamente en auge. Las galerías exponen a muchos artistas afroestadounidenses, se suelen escribir reseñas sobre sus exposiciones y se reconoce cada vez más que la estética fuerte y ágil que caracteriza a la diáspora negra lleva vigente mucho tiempo, si bien no se ha reparado en ella lo suficiente. La pequeña muestra Another Tradition: Drawings by Black Artists from the American South (Otra tradición: dibujos de artistas negros del sur de Estados Unidos) en la Biblioteca Morgan, especializada en las obras en papel, presenta el trabajo de varios artistas cuya exuberancia y estilo indicaban que, incluso en medio de los prejuicios y las restricciones del sur, existían los medios para crear obras de celebración de la vida negra en la región. En particular, Thornton Dial (1928-2016), del cual se exponen algunas obras en la muestra, destaca como artista con una imaginación visionaria. No obstante, los demás artistas también destacan por la vitalidad y el entusiasmo de sus creaciones. Estos artistas no tenían formación, en el sentido convencional, pero eso importa poco. Lo que importa es la valiente atención que prestaron a su arte, al mezclar la figura, el paisaje y, a veces, los atributos religiosos que no han perdido su carácter original y nuevo.
La exposición plantea la inevitable pregunta sobre el modo de ver unas obras que provienen de artistas no instruidos, pero convincentes en grado sumo. Pensamos en las obras tardías de Philip Guston, el artista de la Escuela de Nueva York, cuyas interpretaciones ásperas, incluso deliberadamente toscas, de los cubos de basura y las suelas de zapato son tratadas con el respeto que otorgamos a los artistas consolidados que trabajan dentro de una convención aceptada; sobre todo ahora, cuando el medio artístico estadounidense está tan profundamente politizado. Pero el quid de Another Tradition es diferente: espera ilustrar de forma modesta la creatividad, en su mayor parte escondida, de un pueblo encasillado por muchas generaciones de grave desprecio y explotación. A pesar de las cargas que estos artistas acarrearon, la atmósfera general de las obras es de alegría y libertad. El arte se convirtió en la voz de las personas que, por lo demás, vivían en la marginalidad social y económica. Esto no significa que sus creaciones en esta exposición sean abiertamente políticas; más bien, celebran la cultura que desarrollaron a pesar de tenerlo todo en contra. Desde hace algún tiempo, la cultura contemporánea ha ido ampliando el espectro del arte, y es obvio que la creatividad de estos artistas ha estado a la altura de las circunstancias. De hecho, sus obras transmiten el deseo de las personas de imaginar y describir, sin importar su posición en la vida.
El artista Thornton Dial, de Alabama, no recibió formación, y se ganaba la vida como herrero, pero su arte demuestra una notable sofisticación, y lo convierte en un importante vínculo entre los ensamblajes toscamente tallados de su cultura y el estamento artístico. Su estilo figurativo libre parece maravillosamente contemporáneo. Las mujeres que aparecen en sus dibujos son atractivas y, a veces, un poco amenazantes. Pero sus dibujos expuestos, como las demás obras, no se pueden clasificar como arte marginal. Es otra cosa: una muestra de afirmación cultural y eficacia imaginativa donde los artistas presentan su enérgico punto de vista. Las obras poseen unas fuertes connotaciones sociales, aunque no siempre desempeñan un papel evidente en ellas. Por ejemplo, en Ladies Stand by the Tiger (Damas junto al tigre, 1991), de Dial, un tigre de color pardo a rayas negras y largas extremidades se apodera del centro de la composición. En el extremo izquierdo se encuentra una mujer de color azul, con las mejillas rosadas y los pechos desnudos; en el derecho, otra mujer, también con las mejillas rosadas, está teñida de amarillo. En el medio, a lomos del tigre y capturada por la larga cola del animal, hay una mujer de color rosa. El tigre –que representa a Dial en particular, y a los hombres negros en general– está rodeado de amoríos, lo que afirma la fuerza masculina del animal. Es una excelente obra que constituye una exclamación social de la destreza negra masculina de modo mitológico.
Posing (Posado, 1996) muestra a dos atractivas mujeres de piel morena y cabello largo hasta los hombros, vestidas con blusa y pantalón, adornados con motivos abstractos negros. Cada una sostiene una rosa. Llevan los labios pintados y sus bocas, entreabiertas, dejan ver sus lenguas. Su actitud parece bastante consciente de sí misma, con connotaciones sexuales. Como indica el título, están posando para Dial, el artista. Gran parte del trabajo de Dial se centra en las relaciones entre hombres y mujeres; al menos parte de la exuberancia que solemos ver en sus obras ha sido generada por corrientes eróticas subyacentes. La pareja de este dibujo concreto es especialmente atractiva, y logra llamar nuestra atención a través de la estilizada capacidad de Dial para el deseo. En Posing Movie Stars Holding the Freedom Bird (Estrellas de cine posando y sosteniendo el pájaro de la libertad, 1991), dos mujeres con la cara azul, las mejillas rojas y el cabello castaño y ondulado sostienen un pájaro de hermosos colores: entre rojizo y rosa en la parte superior y amarillo claro en la inferior. La mujer de la izquierda tiene la cabeza levantada e inclinada hacia la derecha; la cabeza de la mujer de la derecha está boca abajo. Ambas son la base que sostiene el pájaro, cuya larga cola cae desde la parte superior derecha hasta la mitad inferior de la composición. La imagen está vinculada a una leyenda de la tradición popular afroestadounidense: la de un hermano y una hermana sometidos, sometidos a la esclavitud, que reúnen el valor para escapar gracias a la inspiración de un pájaro al que le curaron una herida. La yuxtaposición de las estrellas del cine y una criatura mítica asociada a la libertad es un poco idiosincrásica, pero la imagen en sí, y en especial el pájaro, posee una rara belleza.
The Ancestor Throne Not Strong Enough for No Rock nor No Crack (El trono ancestral no es lo bastante fuerte para ninguna roca ni para ninguna grieta, 1993), de Lonnie Holley, es un imponente ensamblaje de una figura que, con su cráneo y sus flores, es en parte una referencia a la inevitable muerte a la que todos nos enfrentamos. Al mismo tiempo, como indican las notas de la imagen, se desarrolla como referencia al hoodoo, una religión practicada en el sureste de Estados Unidos y dada a la hechicería y la posesión espiritual. Crack (grieta), la última palabra del título, se refiere tanto a una ruptura en la escultura como a las trágicas consecuencias del consumo de crack, la droga relacionada con la cocaína. La escultura, construida a partir de objetos al azar y tallas de madera del propio Holley, se alza sobre un pedestal gris. La idea de trono ancestral establece una conexión con la ascendencia africana, pero la referencia al crack evidencia que esta no puede orillar el terrible consumo de drogas en la comunidad negra. El trabajo de Holley se refleja en las esculturas improvisadas del artista David Hammons, más conocido: existe una tradición de ensamblaje tosco en la comunidad de las artes negras que se sirve de todo lo que esté a su alcance, lo que da como resultado unas estructuras improvisadas y convincentes en su presentación de la vida negra.
La hermana Gertrude Morgan está representada por un pequeño libro de citas bíblicas que ella misma ilustró. Tenía en muy alta estima la teología cristiana, y fundó la Misión del Evangelio Eterno en Nueva Orleans. En la portada del libro vemos una escena del Apocalipsis, unida a una visión de la Nueva Jerusalén; la propia artista, sentada en un sofá, asume el papel de novia de Cristo, que está sentado a su lado, vestida totalmente de blanco. Detrás de ellos hay una estructura verde, alta y abierta, que puede ser un conjunto de estantes, o tal vez un edificio. Alrededor de la estructura hasta lo alto de ella hay una procesión de ángeles de cabello castaño, también vestidos de blanco. En la página opuesta hay una extensa dedicatoria que incluye un verso de una canción popular: “Sella tu libro, Juan […], no escribas más”. El cristianismo fue una considerable forma de consuelo para los negros del sur, y esta colección de dichos extraídos de la Biblia reitera su importancia. Aunque el retrato de Nueva Jerusalén resulta ingenuo, la creencia de Morgan se escucha fuerte y clara: está describiendo una visión religiosa que anima la imaginería con fuerza beatífica.
En Georgia, donde creció y vivió, Nellie Mae Rowe tenía un patio en casa decorado con muchas piezas. Una, sin título, de 1978, incluye en el centro una foto suya en blanco y negro. Se utilizan tintas de un tono vivo para colorear su vestido y el patio donde se encuentra. Un marco rodea la fotografía, decorado con pájaros, flores y un árbol, la mayoría de color naranja. El orgullo de la artista por su creación se evidencia en la gran firma en la parte superior del marco, junto a la fecha en que fue creada. En una segunda obra, Untitled (Woman Talking to Animals) (Sin título, mujer hablando con animales, 1981), dos figuras a la derecha –una con un sombrero y una camisa verdes– miran a la izquierda a una serie de animales: perros, entre ellos uno grande y rojo, en la parte inferior del cuadro, gatos y tres pájaros azules, el mayor situado en la parte superior central. Rowe creció en una granja, y esta composición indica una estrecha familiaridad con la fauna de su juventud. El dibujo, desarrollado sobre un fondo gris negruzco, rebosa energía. Representa un mundo alejado de las aceras y las calles que rodean la Biblioteca Morgan, y transmite una existencia cercana a la naturaleza.
En Glorie Jean and Her Friends (Glorie Jean y sus amigos, 1987), Henry Speller presenta a tres mujeres blancas con unos reveladores trajes de baño que nos permiten ver sus senos y sus genitales. Sus rostros muestran sonrisas congeladas; el color de sus cabellos varía, desde el rubio hasta el castaño y el pelirrojo. Que un hombre negro represente estas imágenes sexualizadas posee, incluso en 1987, una fuerza transgresora: las mitologías de las relaciones eróticas entre blancos y negros persisten, lo que revela el poder de un deseo racializado. Las mujeres parecen intérpretes de un teatro burlesco; sea cual sea su oficio, la visibilidad de sus atributos sexuales produce un escalofrío de excitación y juego. Recordemos que, hasta hace poco, las mujeres blancas eran objetos de deseo prohibidos para los hombres negros de Estados Unidos. Courthouse (Juzgado, 1986) es una colorida representación de un edificio público, compuesto por un techo inclinado, con lo que parecen torres de agua sobre él. El edificio en sí está formado por cuadrados y rectángulos abiertos, y algunas partes son de colores claros; dos ruedas aparecen unidas a las estructuras en forma de tanque de agua, en la parte superior del edificio, mientras que, en la parte inferior del dibujo, vemos una base gris que lo sostiene. Se trata de una obra de arte maravillosa, cuyo enfoque de esta gran estructura es de lo más imaginativo.
La recreación de Luster Willis de La vida (1903), de Picasso, es más que una copia. El dibujo, titulado Standing Together (Juntos en pie, 1986), muestra a una pareja fundida en un abrazo y pintada de amarillo luminoso, mientras que, a la derecha, una persona vestida con una blusa marrón rojiza y un vestido verde sostiene a un bebé. El dibujo de Picasso, realizado durante su periodo azul, evidenciaba un sentimiento triste, pero las emociones que genera este pequeño grupo son más optimistas. La obra es atípica por tomar prestado de un artista de fama mundial como Picasso. En una obra sin título de la década de 1950 vemos un retrato de un negro sonriente, vestido con un traje oscuro y una colorista corbata. Es la imagen de un hombre alegre y confiado vestido para una ocasión especial. Se podría suponer que se trata de un autorretrato, pero el título no lo dice. Ambos dibujos demuestran la familiaridad de Willis con la cultura en un nivel alto y sofisticado: el sur rural no interviene en estas obras. El segundo dibujo, en especial, sugiere un alarde social enérgico y dinámico en una región que, para la mayoría de los norteños, estaba empobrecida cultural y económicamente.
El último artista de la exposición, Purvis Young, realizó un collage en la década de 1980 con cuatro escenas visibles en un lado del papel. En todas ellas aparecen figuras: varias subiendo a un camión, en la parte superior izquierda; un grupo de personas vestidas de rosa, amarillo y naranja en la parte superior derecha; otras dos, una vestida y otra desnuda, en la parte inferior izquierda; y, abajo a la derecha, varias figuras, en el mar, levantan los brazos hacia el cielo. Como ocurre con muchos de estos dibujos, parecen retratos improvisados, impulsados por las emociones, de la rica variedad de la vida negra en el sur. Un último dibujo, titulado Sometimes I Get Emotion from the Game (A veces obtengo emoción del juego, 1980), está realizado en un libro con páginas amarillas. En la página de la izquierda, vemos a un grupo de cuatro hombres con uniformes naranjas estirándose hacia arriba, aparentemente para atrapar una pelota de baloncesto; a la derecha vemos a un solo jugador de fútbol americano, vestido de verde, sentado en un banquillo verde con rayas blancas, con su casco al lado. Los deportes eran uno de los pocos ámbitos donde las personas negras podían distinguirse públicamente, y estos dos dibujos, muy expresivos y dramáticos, identifican y celebran los logros afroestadounidenses en la cancha o en el campo.
La muestra, que ocupa un espacio expositivo bastante pequeño, nos recuerda que la necesidad de crear arte no se limita en absoluto a las clases acomodadas. En Estados Unidos vivimos una época de grandes cambios. La atención prestada a Another Tradition nos permite apreciar una forma de trabajar muy ligada a la experiencia, y que concibe la negra vida como un lugar de energía y compromiso, a veces con el deporte, a veces con Dios. Que la exposición esté alojada en un lugar tan respetado como la Biblioteca Morgan dice mucho sobre el intento concertado de las instituciones artísticas estadounidenses de ampliar el espectro de nuestra experiencia visual. Estos dibujos se suman a nuestro reconocimiento de que la cultura no necesita ser estratificada social o racialmente. Las tradiciones pueden diferir unas de otras, pero, en realidad, son secuencias de creaciones cuyos orígenes se derivan a menudo de otras fuentes no procedentes de la historia del arte. El juego de la imaginación en respuesta a la vida cotidiana se ha convertido en una forma conocida de trabajar, algo que los artistas presentes en esta exposición sabían y expresaron de forma intuitiva hace un par de generaciones. Está aumentando la conciencia y la aceptación de la cultura negra, que demuestra al público que las construcciones visuales pueden provenir de cualquier lugar: un patio trasero, los edificios locales, la escritura bíblica. La expansión de nuestra experiencia de este arte es un gran paso adelante en la apreciación de una cultura que se ha mantenido viva, a pesar de unos enormes obstáculos.
Traducción: Verónica Puertollano
Original text in English