Foto: Diego Cabeller
¿Qué te motiva cada día?
Sé que puede sonar a frase hecha, pero para mí sólo el hecho de despertar significa motivo suficiente. Suelo ser una persona que arranca el día de muy buen humor. A eso le agrego el aroma del café recién hecho y un par de tostadas.
Todos podemos cantar…
Totalmente. Todos podemos cantar. Es más, creo que todos deberíamos cantar más. Obviamente, como en todo, si queremos dedicarnos a esto, perfeccionarnos y ser profesionales hay que entrenar y formarse. Pero más allá de cuestiones técnicas y de condiciones naturales, creo que lo más importante es hacerlo desde el corazón.
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Diego nació en Mendoza, Argentina. Tierra de vinos, de cordillera andina. De vecindad chilena. Sus composiciones son un recorrido de su geografía emocional, de su clima sentimental. De su forma de ser. Un artesano que une poesía y acordes musicales.
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¿Tenés miedo de revelar sentimientos propios en tus canciones?
Para nada. Mis canciones, justamente, funcionan como un catalizador de mis emociones y sentimientos. Creo que la mejor manera de llegar a otro con tu arte es desde la verdad. Disfrazar de cualquier otra cosa lo que sentimos por miedo a quedar expuestos atenta contra esa conexión.
¿En qué momentos te sentís más inspirado? ¿Cómo te llevas con los momentos de poca inspiración?
En mi caso, creo que no hay un momento específico de mayor o menor inspiración. Es algo que entreno a diario en mi guitarra o en el piano, como un juego desde la improvisación. De repente llega ese mensaje, esa palabra o ese acorde, vaya a saber uno de dónde, que es mejor si te encuentra preparado para la ocasión.
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Entrena a diario desde que a fines del 2014 lanzó su carrera solista con su álbum “Transeúnte”. Si bien su idilio con la música lleva muchos años más, a lo largo del tiempo ha ido creciendo con su carrera como cantautor y productor musical para teatro y cine.
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¿Qué libros o lecturas te aportaron algo especial en tu vida?
Muchos. Pero guardo en un lugar especial al primero que recuerdo. Un libro de fábulas infantiles que me regaló mi mamá cuando yo tenía unos 5 ó 6 años. “El Pato Que Quiso Pescar La Luna”. Lamentablemente le perdí el rastro cuando lo presté. Incluso lo he buscado en la web para conseguirlo nuevamente sin mucho éxito.
¿Qué es la felicidad para Diego Cabeller?
¡Qué pregunta! No tengo una respuesta certera y no creo que la vaya a tener porque me parece que la felicidad está en eso, en esa búsqueda. Es recorrer el camino. Ser sincero conmigo mismo es lo que más cerca me ha dejado de la felicidad.
¿El trabajo del artista es suficientemente valorado?
Contrariamente a lo que muchos piensan, creo que hay público para todo y para todos. El problema lo veo más en qué reconocemos como medios de validación del arte. El trabajo de un actor que sale en televisión o el de aquella banda mainstream que suena todo el día en la radio es muy valorado por el público. Obviamente, esto tiene repercusiones en todos los eslabones que componen la cadena. Los artistas independientes quedamos siempre en desventaja por cuestiones que tienen que ver más con publicidad y presupuesto que por el hecho artístico en sí mismo.
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Disfrutar. De eso se trata la vida.
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¿Algún hobbie en particular, algún pasatiempo? ¿Cuáles son tus modos de descansar?
Me gusta mucho el dibujo y la pintura. También soy bastante cinéfilo, disfruto mucho ver películas y, más allá de la trama, prestar especial atención a la música, la fotografía, la dirección y la actuación.
Como docente, ¿Qué es lo mejor que le podés enseñar a quien está dispuesto a aprender?
El disfrute. Para mí siempre ha sido vital disfrutar de lo que hago y es algo que me encanta transmitir.
¿Cuáles son tus modelos musicales, que artistas admirás?
Soy un gran melómano. Me gusta explorar y descubrir todos los días nuevos sonidos, artistas de todos los tiempos y latitudes. Tener abierta la oreja es de las mejores maneras de aprender para quienes nos dedicamos a la creación de canciones. Últimamente, en mi playlist no puede faltar el dúo británico Hurts y Suena Supernova, de Argentina, que considero una de las mejores bandas del país que he escuchado en los últimos años.
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La felicidad es recorrer el camino.
El disfrute.
Tener abierta la oreja es de las mejores maneras de aprender.
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