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Diez conclusiones del 20-D

 

1. El multipartidismo está aquí. La era de los pactos, también. Lo que ocurre es que la matemática va a estar difícil para llegar a acuerdos y formar gobierno, porque derechas e izquierdas han logrado un resultado muy similar. PP y PSOE serían los que sumarían de manera más holgada. Pero, ¿estaría dispuesto el PSOE a apoyar al PP, aunque sea por omisión, aunque sea con una abstención en la investidura, con la coartada de la estabilidad política? Se abre un periodo largo y complejo, quizás el más largo y complejo desde 1978, para formar gobierno. Y es posible que el que logre formarse sea débil y conflictivo y la experiencia provoque la celebración de elecciones anticipadas. No hay que descartar tampoco que el proceso de negociaciones y la sucesión de sesiones de investidura acaben sin Gobierno. En ese caso, cita ineludible con las urnas en la primavera de 2016. De cómo jueguen unos y otros partidos dependerá el nuevo resultado.  

 

2. Podemos gana, Ciudadanos decepciona y las consecuencias para PP y PSOE. Podemos ha hecho mucho daño al PSOE, que pierde 20 escaños desde 2011; Ciudadanos, también al PP, con un desplome de más de 60 diputados. Aunque en términos cuantitativos, el Partido Popular sufre más que el Partido Socialista, en términos cualitativos se puede realizar la lectura contraria: en el espacio del centro-derecha, el Partido Popular conserva un espacio hegemónico, dado que triplica el número de escaños obtenido por Ciudadanos. En cambio, PSOE y Podemos se encuentran a sólo veinte diputados de diferencia. El terreno de la izquierda está ahora más disputado que nunca. Y ese posible apoyo más o menos explícito del PSOE al PP puede dejarle la exclusiva de la izquierda a Podemos. 

 

3. La importancia de la geografía. Algo que juega a favor de Podemos es que ya es primera fuerza en Cataluña (en una candidatura de confluencia), así como en el País Vasco. Además, es segunda en Madrid o en Valencia. Como se han encargado de resaltar los líderes de Podemos una y otra vez, las grandes ciudades son las que adelantan el cambio político en España. A partir de ellas, va ampliándose la mancha de aceite. 

 

4. Una solución para la articulación de España. Precisamente, el triunfo de Podemos en Cataluña y en el País Vasco puede ser una buena noticia en cuanto a que puede estar convirtiéndose en la respuesta a una mejor integración y convivencia en España. Que una fuerza estatal se convierta en la más votada en lugares que se planteaban seriamente la independencia puede ser indicativo de que hay soluciones que pasan por la conciliación y no por un conflicto permanente que puede acabar en ruptura. 

 

5. Pero hay otra izquierda que ha quedado reducida a la práctica irrelevancia: Izquierda Unida sólo ha conseguido dos diputados en Madrid. No ha logrado sumar el que las encuestas le daban por Asturias ni tampoco el de Málaga. Aunque las candidaduras de confluencia añaden unos pocos más militantes de Izquierda Unida en el Congreso.

 

La izquierda más contestataria, más transformadora, cuestionadora del orden establecido, se ha quedado fuera del Congreso, a excepción de los dos puestos que en el Grupo Mixto ocupará Izquierda Unida y de quien dentro de Podemos está alineado en las filas de Izquierda Anticapitalista. Aunque la pregunta está en si, tal y como se han formado las listas de Podemos en cada circunscripción, queda alguien con un discurso más izquierdista que el de sus líderes, que cada vez es más tibio. Pero quienes apuestan por un mensaje moderado dentro de Podemos se han visto reforzados: los resultados de IU muestran que su mensaje no cala, no convence, no gusta. A no ser que el voto útil que siempre ha mermado los resultados de IU ya no vaya al PSOE sino a Podemos. A no ser que quien ha votado a Podemos crea que su moderación es sólo táctica, para lograr un buen resultado electoral y confíe en que, de llegar al gobierno, las medidas que aplicaría serían más rupturistas. 

 

6. Ese mensaje cada vez más suave de Pablo Iglesias y los suyos ha sido el ganador, el más eficaz. La maleabilidad, la ductilidad, la adaptabilidad del discurso de Podemos ha triunfado. ¿Qué vota quien vota a Podemos?, ¿cambio?, ¿ruptura?, ¿la superación de la realidad actual?, ¿es un voto de emergencia, para revertir los daños sociales provocados por la gestión de la crisis económica?, ¿la política que promete el PSOE pero que nunca cumple? Seguramente, quien vota Podemos vota lo que votaba cuando apoyaba al PSOE, porque ha sido a ese votante al que Podemos ha estado apelando durante toda la campaña. Podemos ha querido, al menos en esta campaña electoral, suplantar al PSOE. Ésa era su idea fuerza de campaña. Y contra ese argumento, Pedro Sánchez poco podía hacer: la herencia envenenada del Zapatero de 2010 en forma de recortes sociales está ahí. Sólo el tiempo nos dirá si a Podemos le será posible conseguirlo y sólo el tiempo nos dirá para qué quieren lograrlo: para llegar al poder o para comenzar a restaurar la socialdemocracia en España. O incluso en Europa. Veremos, porque en los dos años de historia de Podemos, también atesora unas cuantas renuncias. Incluso en eso Podemos puede estar pretendiendo el sorpasso al PSOE. Con las palabras y con los gestos: el cambio de opinión respecto a la Transición respondía a esto; también su presencia en los actos de recuerdo a la Constitución el pasado 6 de diciembre: ¿Es posible alguien más orgulloso de la Transición que un votante socialista?, ¿se puede conquistar a un votante socialista criticando el periodo en que comenzó a despuntar el PSOE para desembocar en su periodo más brillante?

 

7. ¿Qué le ha pasado a Ciudadanos?, ¿por qué no ha captado tanto voto conservador crítico con el PP como se esperaba?, ¿ha sido la campaña electoral, muy indefinida, sin mensajes fuerza, con líderes torpes?, ¿ha sido la duda de a quién apoyaría?, ¿el votante conservador ha optado por el PP para no arriesgar?, ¿por qué ha pinchado? Quizás ha perdido su gran oportunidad de convertirse en la gran alternativa al PP, cuando éste atraviesa ahora su peor momento por la corrupción y una desigual gestión de la crisis. Quizás, en su caso, sí haya sido un ahora o nunca. En el de Podemos, depende de lo que haga el PSOE. Si apoya al PP para gobernar, Podemos fácilmente podría dar el sorpasso al PSOE. ¿Y si logran gobernar Podemos y el PSOE con apoyo de nacionalistas, por ejemplo?, ¿quién saldría beneficiado?, ¿Podemos se comería al PSOE o sería al revés?

 

8. La campaña más eficaz en cuanto a captación de voto ha sido la de Podemos. Pero hay que plantearse, respecto al éxito de la formación morada, las demandas de los ciudadanos respecto al funcionamiento interno de los partidos. A la vista de los votos y escaños obtenidos por el partido que lidera Pablo Iglesias, lo cierto es que los electores no dan mucha importancia al poco respeto que ha tenido en cuanto a los principios prometidos de democracia interna (o incluso externa, puesto que Podemos abogó, desde el principio, por las primarias abiertas). Paradigmático es el caso de Podemos en el País Vasco, donde es ya primera fuerza política, pese al conflicto desatado entre los líderes locales y los de Madrid a propósito de las listas.

 

9. La campaña de Izquierda Unida nos ha enseñado que la de las redes sociales es una realidad virtual. Los éxitos conseguidos por su equipo en Twitter, que han mezclado la irreverencia, la superficialidad y la tontería con los mensajes políticos más profundos, más contestatarios y más comprometidos, no han traspasado las pantallas. El voluntarismo, la ilusión, la determinación por contradecir las encuestas han sido casi en vano. Y da un poco de lástima, además, después de lo sucedido con Podemos en las europeas o con Ahora Madrid en las locales, donde esa hiperactividad en las redes fue capaz de convertirse en un alud de votos. IU es su aguerrida militancia. Ha quedado reducida a eso. Los medios le dieron la última oportunidad en esta campaña electoral por su éxito en las redes. IU, en eso, tuvo una suerte que no tuvo UPyD, cuyo perfil ha sido mucho más bajo y, por eso, su espacio en los medios ha sido incluso más pequeño que el que ha tenido Alberto Garzón. Quizás no haya una próxima vez. IU llega a los treinta años que cumple en 2016 en muy baja forma, casi en las últimas, sin haber sido capaz de crear una verdadera identidad de izquierdas en España y con un resquemor, casi resentimiento, de que una parte se le ha ido para hacer mejor fortuna abandonando muchos principios por el camino.

 

Pero, ¿y si IU entra en un posible Gobierno de izquierdas con apoyo de algún nacionalista?, ¿cambiaría en algo el futuro de los de Alberto Garzón?

 

10. En gran medida, el futuro de todos está hipotecado al pacto de gobierno al que se termine llegando. Ello, sin duda, entrará en los cálculos que realicen los partidos a la hora de ofrecerse a negociar. Lo que ya no sabemos es si esos cálculos tendrán más en cuenta el largo plazo que el corto.  

 

 

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