‘Candidato Cañete’ es un buen título para una película. El tan esperado estreno de Mariano Rajoy,” el mago del suspense”, por mucho que ironice Valenciano: “Ha sido una gran, gran sorpresa”. El reparto completo se sabrá mañana, una vez desentrañado el mayor misterio que tenía a la otra productora muy nerviosa, no le fuera a pasar como cuando el ‘Valmont’ de Milos Forman se topó con ‘Las amistades peligrosas’ de Stephen Frears, que le robaron la taquilla. Alguien dijo en el tuiter que veía mejor a la candidata socialista de vendedora de Thermomix que de diputada europea, con todos los respetos a las dos partes, lo cual le parece más o menos acertado por la aproximación a un perfil que, frente al de Cañete, más que aquel es una sombra de las que salen en la tele ofreciendo un testimonio sin querer mostrar el rostro. Cañete se ha presentado diciendo que al fin se va a hablar de temas europeos, como si hasta ahora sólo se hubiera hecho de los cómodos plazos para conseguir el ingenio culinario. Existe una tendencia a quitarle al candidato el primer apellido: Arias; como a Zapatero le quitaron el Rodríguez o a Rubalcaba el Pérez. El caso es que el oficial de Agricultura se queda en (Miguel) Cañete, que es el nombre del protagonista de ‘Recluta con niño’ y de su remake ‘Cateto a babor’, donde uno encuentra gran parte del secreto de su singular aceptación. Es oírse Cañete y acordarse de Ozores o de Landa con el hermano pequeño siempre a su vera. A ver cómo lidia ahora Elena con eso, y con la sofisticación que le dan a su adversario las gafas nuevas y con ellas el aspecto de un Matisse maduro, tras cuya sonrisa se adivina una felicidad de odaliscas con la que ya le gustaría contar a su rival. Él es un viejo conocido que sin embargo exuda un modernismo que aún está por ver, igual que aún está por ver qué significa en la práctica para usted y un servidor un parlamento europeo, una vez visto lo mucho que significa para sus miembros.