Nuevo monólogo escuchado la pasada madrugada en una cafetería de la Ronda de Atocha:
“¿Pues no te decía yo el otro día? Si es que ya la última es la del burdel ese. Coño, justo al lado del bar donde estábamos. ¿Te acuerdas? Que sí, el puti pequeño que había ahí en la calle que sale… Lo cerraron, lo que yo te decía, y han abierto un teatro. Ni chinos ni leches, han abierto un teatro. En seis meses, cierran un puti y abren un teatro. Es la hostia, es que es automático. Mejor: cierran un burdel y abren otro. Porque esa es otra, le han puesto de nombre ‘El Burdel’. Tócate los huevos.
Es como para reírse de la gente. Te crees que es el puti de toda la vida… y es que no…
Pues voy a ir un día, qué coño, voy a ir un día al burdel este a ver cómo lo han dejado.
Porque entramos hace años un compañero y yo, nos habían dado un aviso de ruido o no sé qué mierdas… Bueno, y luego volvimos, después del servicio. Era con Guzmán, si habrás oído hablar de él. Era un figura. Esto hace años, ¿eh? No te vayas a creer…
El caso es que paso ayer por la puerta y veo eso, que lo han llamado ‘El Burdel’. Y que tienen una obra que va justo de eso, de una puta y de un tío que va allí, un cliente, vamos. Y digo, tiene cojones… Estos del teatro están zumbaos, lo que yo te decía. Abren una sala donde había un burdel y hacen lo mismo, ponen una puta y un cliente ahí en una cama, ¿sabes?
Pero tiene que ser gracioso, hombre. Voy a ir a verlo, qué coño. Al enemigo hay que verlo de cerca, desde dentro. Y si luego no me gusta, pues ya veremos… El caso es que me hace gracia, por lo visto estás dentro de la habitación, de la habitación de siempre, con ellos… pero mirando. Ja, como en los putis de Atocha.
Aunque me parece que aquí no habrá sexo. Pero vamos, que estás ahí con ellos, en la misma habitación. Que por lo visto está de moda eso, me dijo mi sobrina, que está muy enterada de todo esto. Lo que te decía, como son antros enanos, pues ahora estás ahí pegando con los actores y eso mientras hacen la obra y tú miras. Y aquí, siendo el burdel…
Me va a traer buenos recuerdos, hombre. Y si no me gusta, pues ya veremos qué se puede hacer con el local… que hay muchos chinos esperando.
¿Te apuntas?”
Vera Yobardé