¿Por qué traducir poesía? No lo sé. Quizá porque estos dos poemas (como muchos otros de Frost) me obsesionan. Y creo que en este caso algo (algo) de la música del original (These flowery waters and these watery flowers) ha logrado saltar la barrera del idioma.
Charcos primaverales
Los charcos que aun en medio del bosque enmarañado
reflejan casi entero y sin defecto el cielo
y tiemblan cual las flores que crecen en el suelo,
como esas mismas flores pronto se habrán marchado,
no llevados por ríos hacia aguas más puras,
sino raíz arriba, brotando hojas oscuras.
Los árboles que tienen en sus brotes recientes
el poder de hacer sombras y ser selvas ardientes,
pensad una y dos veces si usar vuestro poder
en beber y secar y borrar los colores
de estas floridas aguas y estas ácueas flores
nacidas de la nieve que el sol deshizo ayer.
Aceptación
Cuando el cansado sol lanza un rayo a los cielos
y se va hundiendo, ardiente, en el golfo profundo,
ninguna voz se escucha lamentarse en el mundo
lo sucedido. Al menos, las aves en sus vuelos
intuyen que la sombra de la noche se avanza.
Con un murmullo quieto en su plumoso pecho
un pájaro entrecierra un ojo ya apagado,
y otro, sorprendido muy lejos de su lecho
volando a toda prisa entre el boscaje, alcanza
justo a tiempo la rama de su árbol recordado,
y piensa: «¡Al fin a salvo! Se acabó la tarea.
Que la noche sea negra; que lo que sea, sea;
que borre por completo el mundo el gran oscuro
para que yo no pueda conocer mi futuro.»