2011 fue un año de pérdidas en distintos campos, pero como aficionado al fútbol y escritor de estas pasiones de los pies a la cabeza, fue el año de la muerte de Sócrates, un filósofo que jugaba al fútbol o, mejor dicho, un futbolista que ejercía de filósofo.
Alcoholizado como George Best, aunque tardó mucho en reconocerlo, Sócrates fue una referencia en aquel Brasil de los 80 en el que junto a Zico y Falcao armó una de las mejores escuadras -técnicamente perfecta y físicamente imponente- que se recuerdan pero que no obtuvo demasiada recompensa en los Mundiales de España e Italia. Sin embargo, eran una prolongación más moderna del viejo mito de Pelé y Garrincha y sus intérpretes poseían un dominio del escenario menos tribal y más cinematográfico, más científico y menos tropicalista. Dicho de otro modo, Sócrates era un Beckenbauer que de vez en cuando podía pensar por su cuenta y riesgo, un Zidane antes de Zidane.
El doctor Sócrates Brasileiro Sampaio fue un ídolo para la inmensidad de brasileños y particularmente los de la torcida del Corinthians de Sao Paulo (Os Gavioes), y con su hermano Raí un capitán que enseñó a democratizar el fútbol ante los abusos directivos y corruptelas varias, un militante de aquel Brasil preLula asfixiado de desigualdad social y militarismo .
Sócrates, apóstol de la Democracia Corinthiana, fue una suerte de Bob Marley que levantó muchas voces la voz en un deporte a veces sin mucha gente capaz de articular palabra. Modernizó el fúbol e hizo también gozar de una extensión del campo de juego a la sociedad.
En la antesala del Mundial brasileño como el de 2014, su figura será seguramente recordada por todos aquellos que aún siendo ajenos a este deporte sienten la dimensión de un fenómeno en el que cada vez es más importante gobernar con la cabeza y hacer arte con los pies, cosa que en la actualidad olvidan muchos de los protagonistas del deporte en el que dominan cada vez más los ídolos sin cabeza, aunque modelos de peluquería, y los dirigentes descerebrados.
El Brasil de Sócrates era un Brasil moderno que jugaba al fútbol sin olvidar la favela. Una lección de anatomía que se interrumpió en Ribeirao Preto el pasado 4 de diciembre.