Lo de Viejo no le gusta nada. Asegura que es un mote despectivo con el que le llamaban sus adversarios. “En un mundo que tiene millones de años de existir, ¿qué tan viejo puede ser lo viejo, compadre?”, refunfuña. Pero lo cierto es que Lin está viejo. Sobre todo en este mundo, donde no se estila peinar canas, tener 50 años es estar venerablemente viejo.
Carlos Ernesto Mojica Lechuga es probablemente el pandillero más célebre en El Salvador. De su afilada delgadez, de su cabeza prominente, de su risa de vampiro, de su gesto burlesco, de su piel morena, han hablado incontables portadas de periódicos y tomas de noticieros que lo anuncian. Según el saber colectivo, Lin está atrapado desde hace varios años en la cama de un pick up policial, desde hace años vive esposado, desde hace años es líder de… de algo. ¿Quién recuerda de qué? Simplemente ha sido jefe de algunos malos. En alguna foto era un hombre extremadamente flaco, con el cabello negro, y en alguna línea de periódico, en alguna voz de la televisión, decía eso… “líder”. Lleva un epitafio en la frente que dice “En memoria de mi madre”, y tiene los brazos tatuados con sombras indescifrables. Ahí termina lo que el saber popular, lo que la enciclopedia colectiva de salvadoreños, nos dice sobre el Viejo Lin.
* * *
En el penal de máxima seguridad de Zacatecoluca hay una celda especial. Se conoce como La Exclusa. Cada vez que un interno regresa a la cárcel proveniente de una audiencia o de una revisión médica especializada, debe quedarse en La Exclusa un tiempo. No podrá ingresar a los sectores del penal ni a su celda sino hasta que vacíe el estómago. Para abreviar: el reo debe cagar frente a los custodios para que estos estén seguros de que no lleva nada dentro de su cuerpo.
Uno de los días en que visitamos Zacatraz, en La Exclusa había varios pandilleros de la Mara Salvatrucha (MS). Uno de ellos tenía en la cara las dos letras de esa pandilla, y otro había convertido sus antebrazos en un letrero gótico: MS. Fue la algarabía que formaron la que nos alertó de que del interior profundo de esa prisión estaba saliendo el Viejo Lin.
―¡Ehh, Viejo Lechuga!
―¿Qué pasó, viejo?
―Prestame el libro de las mujeres de la Mafia.
―Simón, ahí lo tengo. Pero oíme… creo que te voy a prestar uno mejor.
―¿Cuál?
―El Cártel de los Sapos… es de gánsters. ¡Pero ida y vuelta!
―Jejeje… Simón, ya sabés.
Luego, uno de los MS se divirtió imitando la voz gastada de Lin. Ellos comparten con el más reconocido dieciochero un sector de la prisión destinado para pandilleros retirados.
Lin tiene un andar desparramado, como si su cuerpo fuera de hule. Sus alargadas extremidades lo hacen parecer más alto de lo que en realidad es. Camina con el torso echado para atrás, como lo haría un adolescente pendenciero. Su cuerpo tatuado de arriba a abajo y el look cholo –unos pantaloncillos blancos abajo de las rodillas, unos calcetines blancos subidos y unos enormes tenis blancos– le dan un aire juvenil. Pero ya hemos dicho que Lin está viejo, que eso es una ilusión. Cuando se le mira de cerca aparece su medio siglo de vida.
Aunque tiene el pelo rapado, en el cuero cabelludo se le adivinan un sinfín de puntitos blancos. Ha perdido el rostro anguloso con que lo vimos en las noticias. Ahora su cara se ha redondeado, las mejillas se han caído, hay papada bajo su barbilla y algunos de sus dientes son artificiales. Su voz arrastra el sufrimiento de un cuerpo pandillero: parece un gemido doloroso, posiblemente recuerdo de la tuberculosis a finales de 1997, cuando estaba en el penal de San Vicente.
Durante varias horas, en distintos días, conversamos con Lin sobre lo que ha ocurrido los últimos años en la pandilla que lleva tatuada en la piel, de la que es miembro desde que era un niño. Es un espadachín del argumento y muchas veces se enoja cuando sus mensajes encriptados, cuando el fino interlineado de sus palabras, no es entendido con la celeridad que quisiera. Abundan los episodios en los que detiene la conversación: “¡Me extraña que no hayás entendido… se ve que no me estás poniendo atención!”.
Lin también es un escapista brillante. Cuando no quiere contestar, hace sonar cascabeles que usualmente consiguen desviar una pregunta. Es evidente que tiene formación política. Su discurso está plagado de categorías marxistas, de modos de organización que fueron modélicos durante la Guerra Fría, o de terminología de la guerra civil salvadoreña. A las políticas represivas contra pandilleros las llama “de yunque y martillo”, dice que la sociedad considera a los pandilleros “lumpen”, y que él dirigía al Barrio 18 según un modelo de “centralismo democrático”.
Este veterano del Barrio 18 tolera el infinito calor que hace en una sala de audiencias, en el interior de la cárcel. Gesticula todo lo que le permiten sus manos esposadas y poco a poco se va soltando ante dos periodistas y contándoles a trompicones su versión de una ruptura.
* * *
No sé –dice Lin– si en realidad se habrán formado un cuadro bastante cercano a la realidad histórica… o sea, sobre el desarrollo de la pandilla. Así como a ustedes, ha habido policías de organismos élites de carácter investigativo a los que les han dado un montón de paja.
―¿Quiénes?
―Los compadres de nosotros allá afuera. Hay mucha distorsión, incluso cuando no nos habíamos dividido. Hay cosas que en realidad estoy limitado para contártelas, porque no puedo. Les voy a tratar de expresar en concreto cuál era la línea de nosotros.
―¿Quiénes son nosotros?
―Sí, te lo tengo que aclarar: yo y otros compadres fieles a mi persona –y tal vez no a mí, sino que siempre coincidimos en la misma línea de pensamiento– nos hemos retirado.
―¿Se han retirado o los han retirado?
―Nos hemos retirado, porque podríamos continuar peleando por el poder. No nos interesa. Puede que sí podamos. Por eso digo que te han dado un panorama distorsionado, porque quienes nos hemos retirado tenemos lo que ellos no: el acceso a organismos y a personas que a ellos no los oyen y que a nosotros nos siguen oyendo. Tanto clandestinos como oficiales.
―¿Quiénes son ellos?
―Los activos de ambas líneas. Aquí existimos tres líneas: nosotros los Retirados, los Sureños y los de la R (los Revolucionarios). Tal vez los Sureños nos consideran a algunos de nosotros como parte de ellos, pero yo no me considero parte de ellos.
―¿Ahorita o nunca te consideraste?
―No existían antes. A partir del momento en que se formaron, su lineamiento y su política no me parecen. Hay cosas que aun siendo parte de la pandilla, yo he aborrecido de estos cipotes de las últimas generaciones: el asesinato de niños y de señoras, de cobradores, de motoristas… Eso jamás se vio mientras yo estuve al frente de la pandilla, porque sí, estuve. Esas son cosas que ni yo ni otros compañeros permitíamos.
―Los Revolucionarios aseguran que tú estabas centralizando el dinero y que además llevabas a cabo una purga interna de quienes no te eran leales. Dicen que estando en Mariona te pidieron ayuda, para evitar ser masacrados por sus adversarios y que te negaste. También dicen que mandaste a matar al Cranky.
―Yo no manipulaba dinero de las rentas, si a eso te referís. Nunca me mezclé en eso.
―Nadie dice que eras tú el que contaba el dinero…
―Sabía cómo ocurría la situación, pero había gente encargada de eso. En cuanto a lo de las purgas, esa es otra falacia. No sé con quién han hablado. Nosotros, la pandilla verdadera, llamamos a eso escoria, a los de la R, porque esa es la escoria de la pandilla.
―¿Por qué son escoria?
―La mayoría de los que bajamos del Norte traíamos y mantenemos los mismos principios con los cuales vinimos. Nunca estuvimos de acuerdo con las violaciones, con el asesinato de niños, con andar usando piedras en las calles, robándole a la viejita su cadenita. Eso era parte de las reglas de nosotros. Instituimos reglas que prohibían todo este tipo de acciones. Se prohibió robar en la colonia, en las diferentes colonias, entonces toda esta gente, cuando caía presa, pedía ir para Mariona, porque nosotros teníamos reglas y si habías cometido el error, tenías que pagar.
―¿Estás diciendo que a Mariona llegaba la gente del Barrio que quería evitar el castigo?
―¡Gente que quería evitar el castigo! Gente que tal vez en las calles andaban encendidos en la pipa, robando… Te voy a decir algo: no es que nosotros viéramos la cuestión desde un punto de vista santo, como que fuéramos monjas, no queríamos crear monjas; pero sencillamente sabíamos hacia dónde nos iba a guiar ese tipo de gente. La situación del asesinato de niños es una regla de la pandilla que viene desde 1938.
―¿Cómo decidís quién merece morir y quién no, si brincan a menores de edad? La clica de la IVU la llevaba un niño de 16 años al que llamaban Charly.
―Pero esa no ha sido nuestra gente. Te voy a traer a cuenta la masacre del Plan de la Laguna… ¿quién creés que la llevó a cabo, qué línea? O la masacre del micrubús en Mejicanos, ¿qué línea cometió esto? ¡La R, la R! ¡Ellos, los de la R! Con la cuestión de Mariona, cuando ellos me solicitaron ayuda, no estuve de acuerdo. La situación es un poco más compleja. Otra falacia: el Cranky era alguien insignificante. Era importante para Duke, porque era su compadre, pero de ahí él no era nadie. El Cranky ya había sido declarado traidor por la misma pandilla desde tiempos atrás.
―¿Cuando la pandilla eras tú?
―No, cuando la pandilla era la pandilla, cuando era una sola pandilla. El Cranky traía más de cuatro muertes de los mismos compañeros y de alianzas con la pandilla contraria. La historia del Cranky es larguísima. Era un traidor. Cuando lo mataron yo aquí estaba (en la cárcel).
―Nadie te acusa de jalar el gatillo.
―Hay un error bien grave aquí. Te voy a explicar qué es lo que todo el mundo asume: los palabreros tenían poder de decisión. Nosotros trabajábamos en base a un centralismo democrático. No te estoy hablando de un pluralismo, sino de un centralismo democrático. ¿Ya sabés el modo de operar de la pandilla en cuanto a los meeting? La opinión de la mayoría es la que cuenta. Si no, no tendría sentido, no se va a hacer un meeting si preguntás ¿matamos a fulano? y todos dicen que no, y yo dijera que no importa, que de todas maneras lo voy a matar. La cuestión del Cranky no la decidí yo. Nada personal ni con él ni con Duke.
―¿Te opusiste?
―Noooo… Te acabo de explicar que nosotros trabajábamos en base a un centralismo democrático. Aquí no era que porque yo quería ver muerto a alguien. Yo pude tener mis compadres afuera y que si alguien de alguna manera… ¿ves? Hay cosas que aún en estos tiempos puedo hacer ¿entiendes? No vamos a ir muy lejos: ¿sabías que gente de los Sureños nos están pidiendo de nuevo? Nos están pidiendo que volvamos. Porque a partir del momento en que la pandilla se dividió todo se vino abajo. Todo.
* * *
El mundo de este hombre tiene barrotes. Hace mucho que no decide qué come, o dónde o a qué horas hay que ir a la cama. Casi el 70% de su vida como adulto ha transcurrido en una cárcel. Desde 1991 hasta la fecha apenas ha vivido menos de 12 meses en libertad y ha recorrido 11 de los 19 penales de El Salvador. Ahora pasa el día entero encerrado en una celda que comparte con Chino Tres Colas. Tiene 30 minutos de sol a la semana y cada vez que camina por los pasillos de Zacatraz va escoltado por custodios.
Le decimos que imaginamos que un hombre llega a olvidarse de la libertad, que tras años encerrado ese hombre se hará a la imagen y semejanza de los barrotes que lo limitan. Le decimos que después de tantos años lo imaginamos torpe en la libertad. Nos dice que imaginamos mal, que la libertad solo la puede apreciar un hombre que la ha perdido tanto tiempo. El caso de Lin por el asesinato de una mujer que apareció desmembrada en 2003 y a quien las autoridades llaman “La Nena” aún está en proceso de casación en la Corte Suprema de Justicia. Si el máximo tribunal decide dejar en firme la sentencia, al recuperar la libertad tendrá 76 años.
Precisamente porque su vida como líder pandilleril se forjó en la cárcel y no en las calles, no es de extrañar que las explicaciones que ofrece, los argumentos con los que justifica los movimientos en el Barrio 18, tengan como escenario principal una prisión.
―¿Cuándo se dividió la pandilla?
―En realidad la pandilla se empezó a dividir desde el momento en que se pidió a la gente de Mariona que se saliera. Teníamos un aproximado de 500 compañeros ahí. Te estoy hablando de 1999. Ahí comenzó esto. ¿Sabés por qué nunca quisimos a la gente de Mariona? Porque a través de 11 años de mi vida anduve de cárcel en cárcel junto con otros compañeros en medio de una puñada de MS… Solo el que lo ha vivido tiene idea de qué es andar 25 de nosotros entre 100 o 150 MS y todos con corvo. Nos bañábamos con los corvos, con la pollera (una cinta que se amarra al mango del machete) en la mano y nos bañábamos con zapatos. Podíamos hacer eso o podíamos correr a la Policía a decirle que nos sacaran de ahí. Y mientras eso pasaba los otros estaban metidos en Mariona, aguantando humillaciones y pechadas de la gente de Bruno.
―En Mariona mandaba Bruno en ese momento…
―Bruno era un gran amigo mío. Es amigo mío. Había compañeros que querían que llegáramos a ametrallar la entrada de Mariona con la visita de ellos. Poner de acuerdo a la visita de nuestros compañeros. Era lo que pedían los de la R. Que fuéramos a ametrallar a la visita de los señores civiles que estaban adentro.
―¿Para amedrentar? “¿Si adentro nos joden, afuera los topamos?”.
―Ese es el mensaje que querían. Nunca nos pareció eso. No solo a mí, sino a la cúpula; nunca nos pareció.
―¿La cúpula eran los 20 palabreros?
―Mirá, en cada departamento ha habido diferentes colonias, en las cuales ha habido un sinfín de compañeros que pelearon y lucharon por levantar esto. Se hizo un consenso a nivel general para ver cuál era la gente aceptable para la mayoría de canchas para que pudieran ser representados a nivel nacional dentro de la pandilla, y ese fue el mecanismo que se utilizó. Al principio aparecieron diez, luego a 12 y luego más. En realidad nunca hubo un número específico impuesto por nadie, sino que se estuvo moviendo. La situación de las purgas: una cosa sí te digo: si gente como este señor que cometió la masacre del Plan de la Laguna hubiera caído en mis manos estando en Chalate, lo mato, viejo. ¿Ves? Lo mato porque la pandilla me hubiera exigido matarlo, porque lo que él hizo vino a redundar en un perjuicio enorme para nosotros. Hasta leyes crearon a costa de eso. ¿O qué tenía que ver todo ese vergo de gente de ese microbús en Mejicanos?
―A ti te acusan de decapitar mujeres…
―Pero esa es otra falacia. Estoy purgando una condena por un pedazo de cuerpo que encontraron. Se me había probado que yo estaba preso en ese momento y me volvieron a juzgar. Primero me juzgaron por la cabeza y luego por el cuerpo, ¡ja! ¿Sabés que hay atrás de mi cuestión? Un trasfondo político. ¿Sabés por qué? Te invito a que investigues mi vida dentro de los penales en los noventa y antes de 2001, y verás la lucha de carácter reivindicativo que he llevado a cabo en los penales. La historia es más larga.
―Ayudanos a comprenderla. Porque no creo que las diferencias con la R radiquen en que a ellos los desprecian por “malos”.
―César Renderos, el Muerto, está condenado por la cuestión del Plan de la Laguna. Y el asesino de Cristian Poveda, el Molleja le dicen… ¡Son de la R! Cuando me decís que “por malos”… Mirá, la situación es bien sencilla: en este país se está peleando a nivel nacional por el control de territorios, por decirlo de esa manera.
* * *
En 2003 Lin era ya una celebridad en la prensa nacional, y la Policía insistía en que ese tipo de cuerpo enjuto era uno de los más peligrosos criminales de El Salvador –donde la competencia por el título es dura– y que era el líder nacional del Barrio 18. Sus adversarios aseguran que la prensa lo terminó de endiosar ante la pandilla y que una verdad a medias terminó siendo verdad, a secas.
La primera vez que Duke tuvo noción de la creciente fama de Lin entre el público fue en 2003. Se había detenido a comprar fruta en un puesto callejero del centro de San Salvador cuando escuchó al vendedor de cuchillos de al lado pregonar su producto: “¡Hay cuchillos, hay cuchillos, de los mismos que ocupa el Viejo Lin”!
Duke recuerda haber sonreído.
Ahora Duke es considerado uno de los pandilleros con más autoridad dentro de la Revolución. Él mismo nos retó durante la entrevista que nos concedió al interior de Zacatraz: “Si han hecho su tarea, saben quién soy y quién he sido dentro de la Revolución… Yo reventé eso…”. Sin embargo, antes de contestar cualquier pregunta, Duke nos sugirió que habláramos con otro “compañero”, con uno –aseguró– que era mejor que él para hablar con la prensa y que, por ser más veterano, tenía más conocimiento sobre la pandilla. Para nuestra sorpresa, nos recomendó hablar con Lin. Duke aseguró que si tuvo algún problema con Lin –como, por ejemplo, el hecho de que Lin ordenara en 2003 su ejecución tras la muerte del Chino Pizurra–, eso quedó en el pasado. Nos hizo además una propuesta tentadora: hágannos salir juntos para que debatamos ante ustedes nuestras diferencias. Incluso pidió testigos de honor que garantizaran que él no llegaría ahí a pactar con Lin. Obviamente las autoridades carcelarias nos adelantaron un rotundo no, y aquel debate no pudo ocurrir por razones de seguridad.
Cuando preguntamos a Lin si hubiera estado dispuesto a debatir con Duke, puso cara de asco, como si le aburriera tener que explicarle cosas a un niño tonto.
―¿Duke también es escoria?
―Yo hablo con él cuando me lo encuentro, lo cual no quiere decir que el día en que… pues… ya sabemos. Ellos colaboraron con la Policía para despedazar nuestra estructura. Esto lo sabemos porque hay policías que… pues… se venden. Entonces nosotros sabemos cosas. Es larga la cuestión.
―Parece que la división de la pandilla no tiene solución.
―Pues mira, la solución es un poco complicada. Tiene que morir mucha gente. Lo que yo quiero… El Chino Tres Colas y otros más lo que queremos es un meeting a nivel nacional tanto dentro de los penales como en las calles. Y que se resuelva, y que el que esté sucio y tiene que pagar, que pague.
―¿Y si la pandilla decide que uno de los que han de pagar eres tú?
―¡Pagamos! Es bien sencillo. Pero como dicen que vale más el diablo por viejo que por diablo.
―¿Sería para ti intolerable aceptar a los Revolucionarios bajo la sombra de la 18?
―Es que nunca los he aceptado. ¡Ellos no tuvieron nada! Quienes organizamos todo eso, la pandilla acá, fuimos nosotros. El Cranky no tenía nada.
―Tenía su red de venta de drogas, su propio prostíbulo…
―Al Cranky le hicimos un préstamo para que fuera a comprar unos banquitos y abriera un su negocito que le llamaban el Cesar’s II, sobre la 29.ª oriente. Se le ayudó, se le consiguieron cipotas para que fueran a vender lo que venden… Él no tenía nada. A Chalate llegaba para ver de qué manera le daba de comer a la mujer.
―Tú dijiste que era un traidor…
―Al Cranky nosotros… Hay algo a lo que le llamamos “criterio” y a él se le dio criterio, la oportunidad de vivir, porque yo lo conocía desde pequeño. El Cranky se había asociado con unos MS que decían estar retirados, esos eran sus socios allá afuera.
―En la Zona Rosa… Las Palmas…
―En todo eso…
―Que era la cancha de Chino Tres Colas.
―Sí. Al Cranky yo lo conocía y por eso hablé por él, en el sentido en que se le dejara en paz. Él no andaba activo en la medida en que no andaba buscando MS a los cuales matar, pero en realidad… A él se le manda a llamar a Chalate y se le hizo ver la situación, se le hizo ver que no era que no se podía, sino que no se le quería matar, porque a veces se malinterpreta. Nosotros tenemos un dicho que dice que “si sangra, muere”. No creemos que nadie sea invencible en este mundo.
―Pero ¿qué hizo? ¿No quiso pagar lo que debía?
―Es que no se le prestó nada, se le regaló. Te voy a decir qué ondas. A él se le llamó a Chalate y se le dijo: hiciste esto y esto… Sobre el Cranky anduvieron como 60 compañeros de nosotros en la Dina un día, en 2004, que se les iba a ir a sacar a él y a todos… con armas.
―Cuéntanos.
―Porque ellos se habían ido a refugiar a la Dina; entonces, a nivel nacional se movió todo ese vergo de gente, como a 60 compañeros. A través de cuatro o cinco días estuvieron llegando, no salían de las casas y ya cuando se llegó, Duke y otros habían informado a la Policía, y ya las posiciones las había tomado la Policía. Él abusó de la amistad de nosotros. A los 9 meses él me llegó a ver a Gotera y me pidió que le diéramos la oportunidad, que le abriéramos puertas y que él iba a demostrar que… iba a enmendar su error. Claro, ya no podía revivir al muerto, pero a petición de otros compañeros que me mandaban con él unas notas, entonces lo dejamos a decisión de los palabreros, y ellos dijeron que estaba bueno y entonces vino y se le dio dinero para unas armas. Pasaron dos y tres meses y no se miraba nada. La onda es que se ofuscó con el dinero y cosas pasaron, y cuando los palabreros le pidieron cuentas, él dijo que él llevaba la cuestión y que lo iba a hacer a su manera.
―¿Por qué se le daba tanto criterio si por mucho menos a otros la pandilla los hubiera matado antes?
―No, no creás. Hubo mucho criterio mientras yo estuve al frente. Ahí era pensado todo y era discutido antes. Eso es una realidad indiscutible, ¿me entendés? Fijate que teníamos una organización… o sea en el sentido que la teníamos a la mano, para ayudarnos, que era Homies Unidos, del cual aquí (en Zacatraz) tenemos al ex director (Eddie Boy). Ellos vinieron a mí con una propuesta: ver si era posible ayudar a los homies que quisieran en verdad incorporarse afuera de alguna manera… ¿Sabés qué hizo Duke? Les fue a robar las computadoras y todo a los señores estos de Homies Unidos. Les vació su local.
―¿Homies Unidos se considera parte del Sur o de la R en la actualidad?
―Homies no era parte de la estructura de nosotros. Nosotros no influíamos en lo más mínimo. Y te digo la verdad. El día en que murió el Cranky estaba Eddie ahí, pero él no tuvo nada que ver. Eso no fue nada planificado. Eso no fue algo planeado.
―¿No fue planeado?
―La estructura de mando le había dado luz verde. Mira, él llegó a Chalate y se le dijo que si él la volvía… que con una más que hiciera ahí estaba ya… El Chino y el Heri se andaban divirtiendo en el Cesar’s cuando llegaron Duke, el Cranky y otro cipote más de la IVU. Eran como siete. El Chino vio la situación, pero ellos no andaban buscando a nadie. Lastimosamente ellos subestimaron al Chino. ¡El Chino es un pistolero, hermano! Al parecer ellos lo querían matar porque ya traían cosas… Pero el Cranky era insignificante; él solo sirvió como bandera de guerra.
―Como mártir.
―Sí. A los de la R lo que menos les importaba era el Cranky, pero como lo había matado Chalate, digamos… ¿Me entiendes? Entonces era un motivo más para tirarle fuego a Chalate. Ellos trabajaron con la DECO [División Élite para el Crimen Organizado] para despedazar nuestra estructura.
―¿En qué momento nace el Sur dentro del Barrio 18 en El Salvador?
―Esto es un invento de quienes no tienen idea qué significa en la pandilla el Sur. Aquí tenemos cipotes huelepeguitas jugando a las grandes ligas. Hay cipotes que en realidad caminan para adelante porque Dios es grande. Cipotes de 16 años con palabra. ¡Jamás hubiera dado yo mi consentimiento para tener a un cipote al frente de un grupo de personas! ¿Sabés por qué están hechas mierda las casas de las pandillas? ¡Porque no tienen visión política!, porque siguen viendo las cosas como simples delincuentes comunes. ¿Creés que si nosotros estuviéramos al frente de esa cuestión estarían…? Te garantizo, y ellos lo saben… Nosotros estamos fuera porque queremos, porque nos están pidiendo para ver de qué manera salen del hoyo en que están.
―Decís que esto de los Sureños es un invento…
―La situación es esta: lo nuestro estaba limpio de soplones. En la gente de mi línea no tuvimos infiltre, ni gente trabajando para la DECO. Ahora los Sureños están infestados de informantes, y esto se empezó a poner así a partir de que salió el puño de gente trasladada luego de la masacre de Mariona, en 2004. Ahí comenzó a salir información para todos los lados.
―Alguna de esa gente que terminó en Cojutepeque nos dice que ustedes enviaron una wila intentando reconciliarse con ellos.
―Te voy a explicar algo sobre wilas. Yo nunca he enviado wilas hacia ningún lado, nunca he dado órdenes de matar a nadie por escrito ni a través de ningún teléfono. Por eso legalmente no podrían probar nada. Si alguien dice que tiene una wila mía, es mentira.
―Nadie dice que la escribiste tú.
―Ninguna de la gente de Chalate quería tener algo que ver con la gente de Mariona. Duke y sus secuaces querían que yo quitara a los palabreros, y decían que, si lo hacía, ellos iban a caminar bajo mis directrices. ¡Que los quitara a todos!
―¿Nos estás diciendo que te retiraste porque la pandilla está demasiado dividida e infiltrada?
―En parte. La otra parte es que la pandilla se partió en ese momento.
―¿Hay un hecho en particular que define tu salida?
―Desde el momento en que sacaron a los 15 palabreros de Chalate. No nos tomó una semana darnos cuenta de cómo había estado la situación. ¿Cómo puede ser que la Dirección General de Centros Penales saque cabal a los que son? Tiraron a unos para La Unión, para Gotera, para Usulután, para San Vicente y a todos aislados.
―A partir de ahí te considerás retirado.
―Nosotros nos llamamos a nosotros mismos “los puros”, somos puros dieciechos [miembros de la Mara18].
―¿Qué implica para el Barrio 18 estar dividido? Centroamérica queda ahora en el borde de los intereses de las grandes federaciones del crimen organizado…
―Yo sé todo eso.
―Seguramente esto va a tener un impacto en las pandillas, transformándolas y muy probablemente disputando terreno. Nuestra impresión es que en El Salvador la MS-13 está caminando a pasos agigantados para adaptarse a la llegada de los cárteles, mientras que ustedes están divididos.
―Así mismo lo veo yo. La única diferencia es que aquí, de los tres grupos que hay, solo uno en realidad comprende eso. El problema es que a esta cuestión es difícil darle solución, por la cantidad de muertos que ha habido.
―¿Hablamos entonces el hundimiento del Barrio 18 en El Salvador?
―Tal y como se ha conocido hasta el momento. No tienen nada, vos. Lo han perdido todo. No tienen capacidad operativa, no tienen nada. ¿Qué podés esperar de un líder que manda a matar un vergo de niños y de ancianos en un microbús, sin pensar en las repercusiones políticas que esto va a traer? Si yo hubiera estado en ese penal de donde salió la orden, yo habría matado al tipo que ordenó eso, sin mucha paja.
―Hay quienes creen que la pandilla de Los Ángeles ha encendido la luz a la pandilla en El Salvador.
―A ciertos grupos; a ellos, a los dos.
―Quien nos lo contó se burla y dice: “Y a mí qué me importa, si yo no voy a ir allá. En todo caso serán ellos los que vendrán acá”.
―La pandilla 18 tiene un poder enorme en Los Ángeles, que solo los que hemos vivido allá entendemos. ¿Qué te puede hablar un chucho de amores si nadie lo ha besado? Quien te habla así es torpe. Comprendo la ignorancia.
―¿Pero qué podría hacerse desde Los Ángeles contra estos dos grupos de la 18? ¿Enviar a homeboys para matar a sus líderes?
―No vale la pena en ese sentido, pero si ellos quisieran, y si en realidad existiera un canal abierto con Los Ángeles, podrían ayudarlos en muchos sentidos. Desde el sentido económico hasta… en todo sentido. La pandilla en Los Ángeles no es como esto: estamos hablando de 30.000 miembros con control de canchas en las que entran miles de dólares diariamente. No hablamos de matar a una viejita para robarle.
―Ustedes, su grupo, ¿tenían buenas relaciones con Los Ángeles?
―La mayoría de nosotros provenimos de allá. Por eso no hablamos despectivamente de ellos, porque conocemos sus reglas, sus principios y los consideramos mucho más elevados. ¿Sabés en qué etapa se han quedado estos cipotes? Se quedaron en la etapa de cuando estaban los gánster, Al Capone, Baby Face… ¿Qué pasa ahora con la Cosa Nostra allá? Son grandes corporaciones. La violencia no es una opción ya. Los tiempos están evolucionando, y nosotros tenemos que evolucionar con ellos.
―¿Cómo imaginas el futuro del Barrio 18 en El Salvador?
―Negro, por decirlo de forma resumida. Aquí hay un sinfín de cipotes que se creen locos. La DECO la cagó. ¿Sabés por qué? Porque vino a contribuir con ellos para romper una estructura que tal vez le hubiera sido menos perjudicial al Gobierno. No sé si me entendés. Yo como presidente o como ministro de Justicia todo el tiempo preferiría entenderme con alguien capaz de razonar. El Gobierno llegó con el plan Mano Amiga allá, a una colonia de Apopa; llevaban dos pliegos de Playwood que valen como 9 dólares lo mucho, dos cajitas de pintura y pinceles. Tenemos en esa colonia como a 50 miembros, con familias, hijos, esposas, etcétera… Andan tatuados, su capacidad de movimiento está limitada por la misma situación. ¿Creés que con hacer un muñequito al día y venderlo por dos dólares van a dar de comer a su familia? ¿Todavía creemos que dar solución a las rentas y la violencia es posible en base a lo que sabemos?
* * *
En la historia del Barrio 18 en El Salvador aparece de forma constante, unas veces con más protagonismo que otras, la ONG Homies Unidos. Aunque en su fundación en 1996 inicialmente participaron también pandilleros y pandilleras de la Mara Salvatrucha y el proyecto también funciona en Estados Unidos bajo la dirigencia de antiguos miembros de la MS-13, en El Salvador la organización ha terminado en manos de miembros del Barrio 18 que aseguran estar retirados. Uno de ellos es Eddie Boy, ahora preso en Zacatecoluca por el homicidio del Cranky.
Algunos pandilleros de la Revolución aseguran que Heri era hombre de confianza de Lin, y que el acceso privilegiado que los proyectos de Homies Unidos le daban a las diferentes cárceles del país lo convirtió durante años en un elemento valioso para transmitir órdenes e información de un penal a otro. Él dice que dentro de la pandilla no era nadie y que ayudó a Lin como lo hubiera hecho con cualquier otro pandillero que necesitara una mano.
Lo mismo dice Lin. Asegura que la pandilla jamás manipuló a Homies Unidos mientras la dirigió Eddie Boy. Dice que él solo permitió el acercamiento de la institución para que ayudara a los pandilleros que deseaban dejar de delinquir. Sin embargo, se le oscurece la mirada cuando habla de los dirigentes actuales de la ONG: “Sí, ahora sí. La R manipula a Panza (Panza Loca, Luis Romero) y al Gato (Carlos Menjívar), porque el Gato es basura de ellos. Panza es fluctuante. Homies Unidos se ha parcializado, lo manipulan los de la R. Panza no tiene culpa, él simplemente… Es su vida la que está en juego… ¡Jajajajaja! Tiene que sobrevivir y comer. No lo culpo”.
Panza, Luis Romero, es uno de los fundadores de Homies Unidos y actual gerente de proyectos de la institución. Es miembro del Barrio 18 pero asegura estar retirado. Sin embargo, comprende la gravedad de los señalamientos. “Esta gente siempre está haciendo estrategias… para… para… Nosotros solo buscamos ayudar”. Romero es consciente de los señalamientos que los relacionan con la Revolución, pero asegura que todo ha sido un malentendido. Dice que en el momento en el que la pandilla se rompió, ellos tenían proyectos en ejecución y que casualmente esos proyectos estaban en las cárceles que quedaron bajo la influencia de la R.
Asegura también que el Gato es solo un colaborador de la institución y que no tiene ninguna relación con la pandilla. Mientras daba estas explicaciones por teléfono, su tono era el de alguien muy muy molesto.
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Un antiguo palabrero del Barrio 18 en Honduras recuerda los días en los que la pandilla se rompió allí. “Eso ha pasado siempre, siempre ha habido homies que matan a otros homies”, dice. Siempre hay rencores, envidias, reacomodos, voces que empiezan a sonar más fuertes que otras y las acaban por opacar o callar. Normalmente, en la pandilla nadie abandona el poder; alguien lo arrebata de la mano de esa mujer de negro llamada muerte, la misma aliada a la que suele recurrir quien desea conservarlo.
En la 18 de Honduras no se recuerda una purga como la de 1997. Desde el penal de San Pedro Sula un hombre de apodo inapelable, el Mal, encabezaba la rueda principal, la cúpula de la pandilla. En la calle, también en San Pedro Sula, otro homie, el Virus, que dirigía un próspero negocio de venta de drogas y robo, fue señalado como traidor y acusado de matar a dieciocheros para crecer sobre sus tumbas. La sentencia de muerte que salió desde la cárcel no solo le alcanzó a él, sino que arrastró a otros pandilleros como la Abuela, Smiley o el Potter, cuyas clicas hacían negocios en complicidad con el Virus.
En total, hasta 30 palabreros del Barrio 18 fueron ajusticiados por sus propios líderes en Honduras. El lento proceso de siega duró cerca de un año y solo terminó cuando aquellos que habían desafiado la autoridad del Barrio 18 se sometieron a castigo o estuvieron muertos. Al igual que en Honduras se sabe quién y cómo gana o pierde autoridad en El Salvador, Lin sabe aquello.
―En Honduras tuvieron el mismo problema y lo resolvieron por la vía de la limpieza. Murieron más de…
―Ya sé todo eso, pero ahorita hay otro problema: allí está igual que aquí. El varón que hasta hace poco llevaba la cuestión, debido a unos enfrentamientos allá, se vino para acá: el Spider. Y mientras estuvo aquí, le pegaron golpe de estado. Por esta cuestión ha muerto gente allá.
―¿Por qué el Barrio 18 no logró zanjar aquí el asunto como en Honduras? Allí la purga fue total.
―Aquí van como 70 muertos ya, viejo. Incluidos el Cranky y mi mujer. ¿Creés que se puede resolver algo así? Yo en lo personal te repito una vez más: estoy fuera: si el tipo que mató a mi mujer estuviera vivo, no estaría yo afuera, sino adentro, hasta verlo muerto. Pero como otros lo mataron…
―Dices que diste mucho criterio a tus adversarios. ¿Te arrepientes?
―No. En realidad soy una persona de buen corazón, no he hecho nada malo. Por eso desde hace tiempo ya no quería seguir al frente de nada, porque tipos como yo no sirven para eso, porque para eso tenés que tener un total desprecio por la vida humana, y yo no lo tengo.
―¿Para ser líder de una pandilla como la 18 hay que tener desprecio por la vida humana?
―Pienso yo.
―¿Creés que el Barrio 18 se rompió porque te faltó mano firme?
―¡Exactamente! Llegaste al meollo del asunto. La pandilla está partida. Y lo que decís es la opinión de la mayoría de compañeros viejos, que alguna vez estuvieron a cargo de alguna cancha.
―¿Fuiste muy blando, Lin?
―Fuimos. Fuimos muy blandos. Eso es todo.
Este el quinto y último de una serie de cinco reportajes titulada El Barrio roto publicados anteriormente en http://www.salanegra.elfaro.net/
El Barrio roto. Todas las muertes del Cranky
El Barrio roto. El juego del parque Libertad
El Barrio roto. El imperio de Lin
El Barrio Roto. La Revolución en Mariona
Carlos Martínez y José Luis Sanz son periodistas de Sala Negra de la web salvadoreña El Faro
Glosario
Clica: una célula de la pandilla. Las pandillas se componen de clicas, que tienen su propio nombre, su jefe y un número muy variable de integrantes.
Palabreros: jefes de clicas.
Wila: mensaje escrito que los pandilleros en prisión envían a sus compañeros libres.
Cipote: niño.
Homie, Homeboy: nombre genérico con el que los pandilleros se refieren a los miembros de su pandilla.
Vergo: mucho.
Paja: mentira.
Chucho: perro.
Meeting: nombre que se le da a la reunión regular o extraordinaria de todos los miembros de la clica, en la que usualmente el palabrero les gira instrucciones, aplica castigos y se discuten los problemas del grupo.
Canchas: territorios controlados por una pandilla.
Colonias: vecindarios.
Pliegos de Playwood: trozo de un tipo de madera muy delgada y muy moldeable, que usualmente sirve para hacer manualidades.
Criterio: El “Criterio de oportunidad” es una figura jurídica que la fiscalía le concede a una persona acusada de cometer algún delito. Usualmente este beneficio consiste en dejarlo libre o reducirle años de cárcel a cambio de que testifique en un juicio, delatando a sus compañeros de pandilla.
Corvo: machete.
Cholo: en términos generales un cholo es un hijo de emigrantes latinoamericanos nacido en Estados Unidos. Sin embargo el término connota una muy compleja adscripción a una cultura mixta, que no termina de ser estadounidense ni deja de ser latinoamericana. Usualmente los jóvenes latinos en Estados unidos reivindican esta pertenencia a través de un look que generalmente consiste en pantalones muy holgados, tenis, camiseta sin mangas, pelo al rape, uso de pañoletas…
Pick up: Un vehículo compacto que en la parte de atrás tiene una plataforma para transportar cosas.