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El BMW de Cicciolino

 

La edunia es una flor transgénica, un híbrido entre petunia y hombre, concretamente entre petunia y el artista Eduardo Kac. Ha sido cultivada en la Universidad de Minnesota y estos días se exponen fotos y documentación del proyecto en la galería [DAM] de Berlín. A primera vista su aspecto es absolutamente normal, pero este plantimal -así lo llama el autor- tiene una parte humana, las venas rojas que se extienden por sus pétalos rosados. El proyecto, cuyo desarrollo científico está explicado en la web del artista, se titula Historia Natural del Enigma.

 

Si no supiera que es por pasta, sería para mí un enigma el motivo por el que una serie de artistas más o menos importantes han ido aceptando desde 1975 la mamarrachada de decorarles un coche a los de BMW. Jeff Koons es el último que lo ha hecho. El martes pasado presentaba el resultado en Paris ante un selecto pijerío recolectado para la ocasión. Las fotos del artista –cuyo aspecto es hoy una mezcla casi perfecta de Chevy Chase, Maxwell Smart y George Bush- apoyado en el coche de marras, con la Torre Eiffel de fondo, me dan grima, casi tanta como la sarta de lugares comunes que usa para justificar su propuesta bacaladera.

 

El otro día, desde su blog vecino, Andrés Ibañez dividía a los humanos en prosistas y poetas, según su actitud vital. Su post era altivo y radical -una suerte de indignada declaración de intenciones para recibir al mes de los impuestos- pero a la vez, como toda buena soflama, simple, directo y balsámico. Lo que pasa es que las leyes, las facturas, los certificados y las sentencias no vienen en verso, así que, para sobrevivir, los poetas puros -los que prefieren morir antes de rellenar un impreso o ir al banco- necesitan siempre aliarse con narradores ágiles que les solucionen las prosas. Es fácil entender lo que Andrés quiere decir y sentir simpatía por ello, pero yo creo que esta hemiplejía literaría aplicada a la vida no sirve más que para sufrir. La solución está, como casi siempre, en ser impuros y disfrutar con ello. Desde Kafka y Duchamp sabemos que la frontera entre la prosa y la poesía, entre lo cotidiano y lo artístico, la dibuja únicamente nuestra mirada y el entorno que la acoge.

 

Kac y Koons –curioso, suenan a personajes de Beckett- representan dos formas radicalmente distintas de entender ese diálogo, que tienen que ver ante todo con la honestidad. La mirada de Eduardo Kac, arropada por un ámbito universitario que la enriquece, es capaz de convertir la farragosa prosa del discurso científico, lleno de genes, cromosomas y proteínas, en una humilde y poética criatura cuya existencia aglutina la belleza de la naturaleza y el deseo del artista de mezclarse con aquello que le ha sido dado. En el lado opuesto, el BMW de Cicciolino pretende disfrazar de poesía barata la peor de las prosas, la mercantil. La mirada de Koons y la de BMW coinciden, sólo desean subir puestos en los rankings de ventas.

 

Es una pena que los coches todavía no puedan ser transgénicos, como las edunias. En lugar de llenarlos de pegatinas, los artistas podrían implantar en ellos sus contenidos genéticos. Un BMW con el morro y la palanca de cambios de Jeff Koons sería imbatible.

 

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