Esta vez no vamos a citar un texto de la novela, sino de una entrevista promocional. Patricio Pron, es un escritor argentino que una vez ganó un premio literario del que yo fui finalista; esto me hizo perder dinero, pero no le guardo rencor. Aquí entrevista a su paisano Ricardo Piglia:
El camino de Ida (Ricardo Piglia) y la precocidad de los genios matemáticos
literaturaconciencia
el blog de José Mª Rodríguez Matarredona
– Vivió quince años en Estados Unidos, dando clases, y sorprende que esa experiencia no apareciese en sus libros anteriores sino de forma muy escueta. ¿Tiene la sensación de que allí se adquiere un conocimiento sin experiencia?
– En los campus, sobre todo en Princeton, domina la idea, me parece, de que el pensamiento debe estar aislado de la realidad. Los grandes descubrimientos teóricos se hacen siendo muy joven (a menudo antes de los veinte, es decir, en la adolescencia, y antes de tener alguna experiencia de la vida), ya que la concentración extrema depende de que las pasiones no interfieran en el pensamiento, y el campus pone o trata de poner entre paréntesis la vida y el deseo. Además, en Princeton, a los veinticinco o veintiséis años, los grandes matemáticos ya son «has been», llega la nueva élite de supergenios de diecisiete y dieciocho, rápidos y arrogantes como Billy el Niño, y la universidad pone a las viejas glorias de treinta años a dar clases porque asume que ya no inventarán nada: todos ellos saben que no se les va a ocurrir nada más, a pesar de que aún tienen toda la vida por delante, y se dedican a leer
Los matemáticos, como los futbolistas, a los treinta años ya están viejos. Qué curioso. Con la edad se pierde empuje, es cierto. Aquellos que de mayores mantienen la ilusión y el esfuerzo de su juventud tienen el éxito garantizado, podría decirse que es casi hacer trampas combinar la experiencia de la madurez con el vigor de la juventud. Yo mismo me digo: con lo que yo sé, si continuara echando las peonás de estudio que echaba con mi hermano cuando opositaba….
En Princeton mantienen un ideal de estudio muy cercano al que defendió Platón en la antigüedad, a saber, (y me lo ha corroborado un experto), los niños estudian aritmética, geometría plana, estereometría, astronomía y armonía, hasta los veinte años. A partir de ahí se dedicarán a otras cosas, a la dialéctica a la filosofía, a la contemplación y si todo va bien, a gobernar