Decían los antiguos que la poesía
es una escalera hacia Dios. Quizá no pienses
eso si me lees. Pero yo lo supe el día
en el que reencontré mi voz gracias a ti, disuelto
en un rebaño de nubes y de cabras
revoltosas dedicadas a absorber la savia de los brotes
del ciruelo y del carex, mientras los rostros
enjutos del sol y de la luna se fundían,
el motor estaba averiado y una flecha
de sangre sobre una roca
señalaba el camino hacia Alepo
Poema ‘Siria’, de Eugenio Montale (1896-1981)