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El Cáucaso turco

 

A mediados de agosto de 2010, un cadáver en avanzado estado de descomposición apareció en un playa de la provincia turca de Hatay, fronteriza con Siria. Días más tarde se supo que se trataba del cadáver de Yuri Ivanov, general de la inteligencia militar rusa (GRU), ex número dos del servicio. El GRU, el servicio de inteligencia militar ruso, es a día de hoy el servicio de inteligencia más importante de Rusia en cuanto a efectivos y estructura tras la escisión del KGB a comienzos de los noventa, que dio como resultado un directorio para la inteligencia exterior, el SVR, y otro para las labores de espionaje interno, el más conocido FSB.

 

Según la prensa turca, Ivanov había desaparecido el 6 de agosto mientras se encontraba en Siria supervisando la modernización de la base naval rusa en la provincia de Tartus, utilizada ya por la armada rusa en los tiempos de los Unión Soviética y que permite a la flota rusa del Mar Negro contar con un puerto seguro en el Mediterráneo.

 

En las últimas semanas, Rusia ha rechazado las sucesivas propuestas de resolución sobre Siria discutidas en el Consejo de Seguridad de la ONU. Se desconoce el contenido de las auténticas negociaciones. Cabe suponer que, además de los contratos para la venta de armas comprometidos con el régimen sirio, uno de los obstáculos principales a la hora de que Rusia acepte una resolución contra el régimen sirio tiene que ver con las pocas garantías que le estarían ofreciendo respecto al futuro de su base naval en el puerto de Siria. De perder ese punto de amarre para sus barcos, las bases de Crimea volverían a ser sus únicos puertos estratégicos en las costas del sur de Europa: con el condicionante de que el estrecho del Bósforo es un cuello de botella geoestratégico controlado por Turquía, miembro de la OTAN.

 

Según la versión oficial de Kremlin, el general Ivanov se encontraba de vacaciones en Siria y habría muerto accidentalmente mientras se daba un baño en el mar. Al parecer, Ivanov podría haberse encontrado bajo los efectos del alcohol y los tranquilizantes. Otras versiones hablan de un operación del Mossad. También se ha planteado la posibilidad de que fuera un asesinato llevado a cabo por grupos chiíes sirios -el chiísmo es una confesión minoritaria en Siria-: habrían cometido el asesinato de parte de los independentistas chechenos. A día de hoy ninguna de esas versiones ha sido confirmada.

 

En el año 2000 Ivanov fue nombrado responsable de la contrainsurgencia en el Cáucaso. En su larga hoja de servicios se encontraba -entre otras muchas operaciones de contra insurgencia- la puesta en marcha de un programa para asesinar a líderes chechenos residentes en el extranjero. El asesinato más espectacular de todos se produjo en Qatar en 2004. Sin embargo, la mayoría de los asesinatos de líderes chechenos fuera de suelo ruso se han cometido en Turquía.

 

 

El pasado 16 de septiembre, en una calle del barrio Zeytinburnu -un barrio de la parte europea de Estambul con una gran población de inmigrantes y refugiados políticos- se produjo un tiroteo poco antes de las tres de la tarde. Murieron tres chechenos. Algunas noticias hablaron de un solo sicario, que habría efectuado los disparos huyendo a continuación del lugar en un coche negro. Según otras noticias, los disparos, realizados con armas provistas de silenciadores, los llevaron a cabo dos hombres desde el interior de un coche, también negro. Un tercer hombre habría bajado del coche para efectuar tres disparos de control en las cabezas de las víctimas ya caídas. Después, habría regresado al vehículo escapando junto a sus dos compañeros de asalto.

 

Las víctimas fueron identificadas como Berg-Khazh Musayev, Rustam Altemirov y Zavrbek Amriev. Según algunos medios próximos a la insurgencia chechena, Musayev era uno de los hombres de confianza de Doku Umarov, autoproclamado “Emir del Cáucaso” y el líder más visible de los insurgentes chechenos desde que en 2006 fuera asesinado Shamil Basayev en un enfrentamiento con tropas rusas. Umarov se atribuyó la responsabilidad de los últimos y sangrientos ataques terroristas cometidos en Moscú: las bombas en el Metro, en marzo de 2010, que causaron la muerte de 39 personas, y la bomba colocada en el aeropuerto de Domodedovo el pasado mes de enero, que causó 37 muertos.

 

Al parecer, Musayev llevaba unos meses en Turquía para tratarse unas heridas causadas en un enfrentamiento con tropas rusas destacadas en el Cáucaso. Con estas tres muertes, son ya seis los chechenos asesinados en suelo turco desde 2008. Todos eran antiguos combatientes en las guerras contra Rusia.

 

Semanas más tarde, el pasado 10 de octubre, la prensa turca informaba sobre un intento de asesinato contra el ex presidente del Tribunal de la Sharia chechena, Shamsuddin Batukayev. Miembros del equipo de seguridad de Batukayev habrían impedido el asesinato procediendo a la detención del sospechoso de querer acabar con su vida. Tras su detención, el supuesto asesino -de origen checheno- negaría cualquier implicación en un intento de asesinato. Según su declaración, mientras se encontraba en las proximidades de la casa de Batukayev, un extraño se acercó a él y le pidió que le guardase un arma mientras él iba al baño. Por eso le habían detenido armado. Medios turcos afirmaron que el arma era del mismo modelo que las empleadas por las fuerzas de seguridad secretas rusas.

 

Días más tarde, era detenido en Estambul Uvais Akhmadov, acusado de haber dado la orden de asesinar al ex presidente del Tribunal de la Sharia. Akhmadov es uno de los hombres de confianza del autoproclamado presidente de la República Chechena de Ichkeria, Akhmed Zakayev, exiliado desde hace años en Londres. Akhmadov fue liberado a los pocos días de su detención ante la falta de pruebas en su contra. Durante su detención, el propio Zakayev habría llamado a las autoridades turcas para preguntar por qué habían detenido a su hombre de confianza.

 

En medios próximos al Kremlim y a Razman Kadyrov, el presidente títere de Rusia en Chechenia, se afirma sin embargo que los asesinatos de chechenos en Turquía estarían relacionados con ajustes de cuentas de carácter mafioso entre los insurgentes chechenos: a través de Turquía pasa una parte considerable de la financiación internacional de los insurgentes, y tienen lugar algunos de los negocios -legales e ilegales- que les permitirían obtener recursos.

 

Las autoridades turcas no han hecho hasta el momento ninguna declaración oficial. Tampoco los servicios de la inteligencia militar rusa. De hecho, como se señala en algún medio con ironía, el servicio de inteligencia militar rusa (GRU) es tan secreto que ni siquiera cuenta con un portavoz.

 

Algunos analistas apuntan que el silencio del Gobierno turco, en teoría islamista y muy implicado durante años en labores de inteligencia en el Cáucaso, uno de sus patios traseros, se debe a un cambio de estrategia política y económica. Si bien es cierto que una parte de la diáspora chechena ha encontrado refugio en Turquía -incluido, por ejemplo, Vakha Umarov, hermano de Dorku, el “Osama Bin Laden de Rusia” en la actualidad-, no es menos cierto que el principal proveedor de gas con el que cuenta Turquía es Rusia, del que importa en torno a un 60% de su consumo (otro de sus proveedores de hidrocarburos destacados es Irán). Esto explicaría, según algunos analistas, su pragmático silencio. En 2009, la Unión Europea protestó por el asesinato de un líder checheno en Viena y desde entonces no se ha producido ningún asesinato de líderes chechenos en suelo europeo.

 

El pasado 24 de septiembre cientos de chechenos se manifestaron frente al consulado ruso en Estambul para protestar contra los últimos asesinatos. Los chechenos refugiados en Turquía temen que el país ya no sea un refugio seguro para los exiliados políticos que, hasta la fecha, han vivido allí en una relativa tranquilidad. En los círculos del exilio checheno se da por hecho que los asesinatos de compatriotas en suelo turco han sido cometidos por grupos de sicarios enviados por Kadyrov y apoyados logísticamente por las fuerzas de seguridad secretas rusas (en 2006, cuando Putin era presidente, se llevó a cabo una reforma de la ley federal rusa que permitía al presidente ordenar la «caza», más allá de las fronteras del país, de los sospechosos de “terrorismo”).

 

Las investigaciones de la policía turca no han aclarado este extremo. De momento, parece poco probable que vayan a aclararlo en un futuro próximo.

 

 

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