Me atrapó en un chat una noche en la que tenía fiebre. Sus palabras hicieron que ésta se disparara y ni el termómetro servía para medir los grados de mi cuerpo. Con tanta palabra el verbo se nos hizo carne y aquí me tienen: en tan solo unos días me he vuelto drogodependiente de su verborrea caliente provocadora. Y de su polla, un ejemplar digno de mencionarse en este foro de debate. ¿Alguien conoce algún tratamiento para esto?