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Mientras tantoEl cine es una conversación con la vida

El cine es una conversación con la vida


Vértigo pudo haberse perdido para siempre.

“El cine es una conversación con la vida” dijo Martin Scorsese tras recibir el  Jefferson Lecture 2013 como premio por su trayectoria. Para explicarnos la trascendencia del cine, Scorsese utilizó Vértigo, el filme de 1958 dirigido por Alfred Hitchcock, un menospreciado cineasta a quien François Truffaut y sus compañeros de la Nueva Ola rescataron de la filosa soberbia de la crítica. Vértigo, película que pudo haberse dañado hasta lo irreparable –refundida en los archivos de Hollywood– hoy es considerada una obra maestra.

Un filme puede hacernos comprender una sociedad con más rapidez y detalles que otras artes narrativas. Lenin creía que las películas convencerían a los rusos de las bondades de su revolución. Hitler y Goebbels apostaban a que el cine instalaría entre los alemanes el amor por lo nazi y sembraría el temor entre sus enemigos. Las películas de Leni Riefenstahl nos quedan como recordatorio de lo peligroso que puede ser el cine en las manos equivocadas.

Cuando Chaplin decidió convencernos de los peligros de la automatización y la desigualdad social con ese filme extraordinario que llamó Tiempos modernos lo hizo bajo la misma consigna bajo la cual se esfuerzan muchos directores y documentalistas. Bowling for Columbine nos enseña la necesidad de establecer controles a la posesión de armas, Why We Fight nos explica la raíz de ese amor desesperado de los Estados Unidos por su maquinaria militar, The Decade of Fire, nos explica las circunstancias de los puertorriqueños y afroamericanos neoyorquinos, mejor que cualquier libro sobre aquellos años en que el Bronx ardía.

Una película puede hablar de un amor imposible entre Lima y Madrid, o de un detective con horribles instintos y pésima suerte, como el de Vértigo. Puede explicar la vida en Nueva York o las posibilidades de una civilización más allá de nuestra galaxia. Un filme puede ser una lección acerca del cine: como Hugo de Scorsese, donde George Mélies y los hermanos Lumiere se mezclan en la trama con relojes gigantes, inspectores de trenes, Julio Verne, Robin Hood y romance a la francesa.

El cine es una conversación con la vida. Toda buena película es una buena lección. Preservar los filmes antiguos es guardar la historia de este mundo. Algunos de ellos son cambios de puntos de vista, charlas tan interesantes que nos será imposible olvidar.

 

 

 

 

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