Me gusta ese cine que se atreve a mostrarnos la vida privada: detalles íntimos a partir de los cuales, a veces, se puede reconstruir una época, o la historia de un país.
En Latinoamérica existen dos ejemplos magníficos de este tipo de cine, ambas películas dirigidas por Andrés Di Tella. Uno se llama La televisión y yo. El otro Fotografías. Un tercer filme, en la misma línea, fue estrenado en 2019. Se llama Ficción privada.
Escuché hablar de DiTella en una entrevista de la radio 1110 de Buenos Aires con Pedro Mairal. Ahí el cineasta coincidía en que Ficción privada era la entrega final de una trilogía.
Me metí en los dos primeros documentales sin estar preparado. Nunca vi algo similar. Bajo la apariencia engañosa de una trama desprolija en la que se mezclan videos caseros, divagaciones personales, diálogos truncos, DiTella despliega un documental fulminante, desolador, sobre la historia de su familia.
El documental también se convierte en una especie de aparato: en una linterna que arroja luz sobre uno de los períodos más tensos de la historia de la Argentina del siglo XX.
Di Tella es nieto del fundador de SIAM. Su abuelo Torcuato, un inmigrante italiano, se convirtió en un poderoso industrial, en los años en que los argentinos pensaban que industrializándose podrían codearse con las naciones que dirigían el mundo. Torcuato Di Tella creó un gran imperio y quiso dejárselo a su hijo. Nunca pensó que ese hijo, el padre de Andrés, iba a decir que no.
LA TELEVISIÓN Y YO
En una escena de La televisión y yo, el padre de Andrés le confiesa haberse corrido de los deseos de un padre tiránico, autoritario.
La sublevación del hijo tumbó al viejo. Lo agarró una hemiplegia que meses después lo mató. Si bien el hijo confiesa ante las cámaras (ya viejo, canoso) la felicidad de quien pudo hacer su propia vida, tomar sus decisiones, escribir su destino, también resulta obvio que jamás se zafó del sentimiento de culpa.
Quizá haya un parecido de este filme con Muchos hijos, un mono y un castillo, el documental de Gustavo Salmerón que convirtió en estrella a su madre: Julita. Sin embargo las películas argentinas están contadas lejos del tono surrealista de la española. Di Tella consigue el tono de una «fatalidad bien llevada». Nos queda claro que la historia de su familia podría explicarnos también la tragedia del país.
Di Tella se sirve de la figura del documentalista extraviado. En una escena recorre los restos de la fábrica SIAM con su padre. Proyecta la apariencia de quien no sabe qué busca. En otra escena él y su viejo están parados en una estación del ferrocarril. Parecen dos porteños cansados, desorientados, esperando a un tren que podría o no detenerse.
DI TELLA & YANKELEVITCH
Entonces, bajo el pretexto de estar buscando una historia que presentarnos, el cineasta enlaza la historia de los DiTella con la de los herederos de Jaime Yankelevitch, magnate de la radio y pionero de la televisión en la Argentina. Así, uniendo a las dos familias, Di Tella da el golpe: nos presenta al hombre que une a su familia y a los Yankelevitch: Juan Domingo Perón.
(Lo cual me hace pensar en otro filme made in Buenos Aires, la magnífica Una casa sin cortinas, en la que Julián Troksberg persigue a la figura de la esposa del General: Isabel, la primera mujer presidente, tal vez la responsable de la dictadura de la Junta que la depuso en 1976).
El fantasma de un hombre que persigue la historia de dos familias y de todo un país. Esa figura está muy bien presentada. Di Tella menciona los rumores contra su familia y los Yankelevicth (Perón los hizo ricos). Y otro tipo de rumores, tal vez más importantes: Yankelevitch fue amante de Evita.
FOTOGRAFíAS
Fotografías–presentada en 2007– es un filme sobre la madre, sobre el padre, sobre la Argentina y la India, sobre el amor interracial. En cierta manera es muy vago y muy realista. Al mismo tiempo es surrealista e incisivo.
Sucede que el hijo DiTella, hijo de un magnate cuya fortuna estaba condenado a heredar, huyó a Inglaterra. Ahí conoció a Kamala, una antigua princesa hindú. La madre de Andrés.
Di Tella nos lleva de la Argentina a la India en un instante. La película se va de la soledad de su madre en Buenos Aires hacia los restos de su pasado de princesa provincial. El documental arma la épica de una mujer que se deshizo de la India para mudarse a Buenos Aires.
Marta Minujín, quizá la mejor amiga de su madre, cuenta cómo Kamala, recién llegada, se reinventaba como integrante de la Fundación DiTella. Kamala es presentada en la película como una suerte de «mecenas en la niebla».
Di Tella, el cineasta desorientado, encuentra un pretexto magnífico para hablarnos de todo lo que importa. Es una pieza clave: la historia de Ricardo Güiraldes y de Ramachanda Gowdra, el hijo adoptivo del autor de Don Segundo Sombra. Tras ganarse la confianza de Ramachanda, Di Tella entiende que tiene que viajar a la India. Y llega allí, con su hijo, su esposa y un equipo que filma el reencuentro. Di Tella conoce a todos esos amigos y parientes que su madre, ya entonces muchos años fallecida, había dejado atrás.
Armando el documental con búsquedas que parecieran quedar truncas, con fotografías e intimidades, alcanza una dimensión universal. Desde una posición que pareciera incómoda, el cineasta nos incomoda y nos obliga a repensar todo.
Desde los fragmentos, Di Tella escribe una historia diferente de su país. Una que lo incluye.