Mañana empieza en el Palacio de los Deportes de Madrid esa cosa llamada Congreso de Mentes Brillantes, donde por 295, 550, 950 o 1250 eurillos de nada se puede contemplar a una selección de tipo@s muy inteligentes dando ideas. Si pagas 1950, incluso puedes cenar con ell@s, como hacían los ricachones rijosos con las vedettes de los cabarets (Norma Duval y Bernard-Henri Lévy no están tan lejos).
Supongo que, al poner estos precios, se trata de que los que ya han esquilmado el mundo puedan encontrar inspiración para seguir haciéndolo de forma innovadora y brillante. Al parecer uno ya no va a poder forrarse siendo sólo un gañán espabilado y sin prejuicios, así que ahora también toca SER CREATIVO. Por eso hoy en día para el networking de lujo mola mucho más un congreso de genios que un palco del Bernabeu, una barrera de Las Ventas o un meublé en Arturo Soria. Es más fino dejarse 2000 euros en cenar con Punset que en escorts.
Les aseguro que todo lo que puedan decir las mentes brillantes en su circo lo tienen ustedes gratis en la Red, y que a diario se celebran miles de eventos gratuitos donde se puede aprender tanto o más. Sin embargo, es curioso como, cuantos más logros consigue la cultura abierta, cuantos más recursos libres están a nuestra disposición, cuanto mayor es el procomún cultural, cuanto más claramente se nos muestra el poder innovador de la gente corriente conectada, más prosperan estos carísimos, elitistas y sospechosos espectáculos de gurús. ¿Para qué los usan realmente? Como diría Tom Waits, what the hell are they building in there?
